Escribir sobre Navarro en este blog es sumergirse en un constante “deja vu” literario.En realidad toda la carrera del escolta barcelonés, asistir a la creación de sus prodigios y milagros, es un “ya visto” desde que le vimos anotar su primera e imposible “bomba”.
Cuando le dedicamos una entrada tras haber recibido su MVP como el jugador más determinante del pasado campeonato de Europa de selecciones, incidíamos en las características asesinas del jugador. Un tiburón. Un depredador. Cualquier comparación de ese tipo nos acerca a una de las mentalidades más ambiciosas que ha dado el baloncesto europeo en toda su historia. Un sujeto que nunca se acomoda en el triunfo.
A sus 31 años de edad, y con el más deslumbrante palmarés de un jugador europeo en activo, Navarro vuelve a ser protagonista absoluto del basket continental con una nueva distinción que llena de orgullo a toda la afición española, y al barcelonismo en particular. La marca que le acredita como máximo anotador histórico de la Euroliga, record que le llega en plena madurez de su carrera, cuando su pólvora dista mucho de estar mojada, y en su cargador parecen quedar interminables balas, y así sea por el bien de nuestro baloncesto. Navarro comparte tan distinguido galardón junto al mito madridista (muy a pesar de alguna parte del madridismo incapaz de reconocerse a si mismo, ese del que ya hablamos en la entrada “Blanco perfecto”) Raúl González como máximo artillero en la Champions balompédica. Que los dos supremos realizadores en las dos máximas competiciones continentales a nivel de clubes en los dos deportes por equipos más populares, sean españoles, nos muestra la nueva mentalidad de nuestro deporte que se ha ido plasmando en los últimos años en las actuales generaciones, con profesionales cuya ambición por el triunfo y la victoria raya a veces en lo obsesivo.
Navarro ante su público, en el momento de convertirse en el máximo anotador histórico de Euroliga. |
Pero volvamos a nuestro protagonista, al genio estético y poético del actual baloncesto europeo. Tales epítetos no son gratuitos, ya que el juego del catalán escapa de las esferas meramente físicas de velocidad o fuerza para entrar en terrenos de baloncesto febril, inconsciente, loco, suicida, y siempre impregnado de pinceladas de arte. En nuestra anterior entrada dedicada a este Dalí de la canasta comentábamos algo muy curioso: Navarro es un jugador muy poco evolucionado, su juego siempre ha sido prácticamente igual. Desde sus primeros asomos al baloncesto de elite como junior nos dimos cuenta de que se trataba de un jugador que desafiaba las leyes de la lógica deportiva, su estilo insolente trata de derribar todos los esquemas, de destrozar todos los planes, hacer trizas cualquier guión.
Es en todo caso en eso que llaman “IQ baloncestístico” en lo que Navarro ha crecido y evolucionado. En una mentalidad más fuerte, y una capacidad para saber leer los partidos en cada momento. Y diríamos que no sólo los partidos, también las temporadas, las competiciones, los torneos, las situaciones. Una muestra muy clara fue el pasado Eurobasket de Lituania. Acudió al rescate del colapso que nos provocó una gran defensa polaca en la primera jornada para después mostrarse durante varios partidos en segundo plano, incluso con dos actuaciones francamente malas (Gran Bretaña y Turquía)… para explotar en cuanto llegaron los cruces, las eliminatorias, los partidos a vida o muerte. En una ocasión leí a Jorge Valdano, con su lucidez habitual, llamar la atención sobre un aspecto o situación que se da a menudo en el fútbol. Comentaba que si un jugador se pega una impresionante carrera en vano para acabar tirándose en plancha hacia un balón que se veía claramente que era imposible llegar, recibirá el aplauso del público puesto en pie ante la racial demostración de bravura y testiculina. Si por el contrario el jugador, consciente de sus limitaciones y de la imposibilidad de llegar a ese balón inalcanzable decide no hacer el mínimo gesto de ir hacia el esférico, guardando sus energías para los minuto posteriores, recibirá improperios y la desaprobación del respetable. Sin embargo el jugador de la segunda situación habrá sido mucho más inteligente.
Yo creo en la naturaleza de los jugadores y en su comportamiento en base a esa naturaleza, a ese ADN que les hace competir con unas armas o con otras. Por ejemplo es fácil imaginarse a otro de los grandes de nuestro baloncesto, Felipe Reyes, como el futbolista del ejemplo de Valdano, tirándose en plancha hacia el graderío hacía un balón quimérico e imposible. Lo lleva en la sangre, es algo natural e instintivo en él. Sin embargo es difícil que veamos a Navarro “gastar” sus energías en un esfuerzo que puede considerar vano y hacer mella en su posterior rendimiento. Evidentemente estamos hablando de “IQs baloncestísticos” distintos, y ninguno de ambos jugadores merecería reproche alguno. Simplemente habrían seguido la naturaleza de su juego.
Los dos máximos triplistas de la historia de Euroliga, ¡sólo puede quedar uno! |
Veremos si este es el único record que cae esta temporada para Navarro, mantiene una lucha enconada con el gran Basile por ser el máximo triplista de la competición, pero teniendo en cuenta que el español tiene seis años menos no cabe duda de que si no es en este curso, más pronto que tarde será otra de las proezas que añadir a su prodigioso palmarés.
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