Esta es la pregunta que parecen hacerse de repente multitud de aficionados y analistas de la liga estadounidense ante las actuales demostraciones de fortaleza del conjunto angelino (vale, ayer perdieron con Memphis), un conjunto que no contaba casi en ninguna quiniela para el título, y ahora, ¿por qué no?, nadie ve descabellado que en cuanto lleguen los play-offs, esos momentos de la verdad donde se demuestra realmente de que pasta están hechos los jugadores, el equilibrio de su pulso, la gestión de los nervios y el vértigo ante la gloria, nadie descarta como digo que una vez metidos en esa vorágine que traza la línea entre los buenos jugadores y los realmente grandes, La Mamba Negra y compañía afilen aún más sus colmillos y vayan pasando rondas hasta presentarte en la lucha final por el anillo, todo esto siendo un equipo por el que a principio de temporada, y más después de la marcha de Lamar Odom a cambio de nada, nadie veía con opciones reales de ganar el título. Desde aquí vemos a los Lakers actualmente tan fuertes, que los consideramos como serios aspirantes al menos a disputar la gran final, es decir, creemos que pueden ser campeones de conferencia, superando incluso a los temibles (pero más inexpertos) Oklahoma City Thunder.
El nuevo staff técnico laker, con Brown y Messina entre otros, distinta filosofía, misma exigencia. |
Ciertamente Miami, Chicago y los citados Oklahoma siguen estando, como llevan demostrando desde el comienzo de temporada y como todos los vaticinios pronosticaban, un peldaño por encima de los demás, pero si hay un equipo que ha ido superando las expectativas creadas hasta llegar a meterse de lleno en la pomada de los aspirantes, esos son los Lakers (y, como año tras año, San Antonio), por lo tanto vamos a pararnos un instante a reflexionar sobre esta temporada de menos a más que están experimentado los compañeros de Pau Gasol, a pesar de que ha sido una franquicia empeñada en pegarse tiros en el pie, con una historia reciente plagada de errores monumentales que les han impedido constituirse como la gran dinastía del siglo XXI que podían haber sido, errores a la altura de un buen número de aciertos y movimientos maestros, todo hay que decirlo, y de otro modo no se podría comprender que estemos hablando de un equipo que en las últimas cuatro temporadas ha ganado dos anillos y tres títulos de campeón del Oeste. Creemos que hay dos puntos que explican la mejoría del club de púrpura y oro de la ciudad californiana:
-El tiempo, o mejor dicho, el paso del mismo. Es notorio que los laguneros comenzaban esta temporada con un pronunciado cambio de estilo, ya no sólo en la configuración de plantilla (donde dolorosamente han perdido a uno de los más extraordinarios sextos hombres de la liga en la figura de Lamar Odom), si no en la filosofía del juego. La llegada de Mike Brown buscaba dotar a la franquicia angelina de una mayor musculatura defensiva, algo conseguido prácticamente desde la llegada del ex –entrenador de Cleveland. Cuando hablamos de excelencia en la defensa, no nos referimos tanto al número de puntos encajados (algo que va más en bien en consonancia con el número de posesiones y el ritmo al que se juegue el partido), si no con los porcentajes de tiro del rival. Es cierto que estos nuevos Lakers no enamoraban, no enganchaban, pero desde el partido inaugural contra Chicago allá por Diciembre han dejado a la mayoría de rivales entre el 30 y el 40% de acierto en tiros de campo. Una vez conseguido este éxito en la desactivación de los ataques rivales, el otro gran factor a tener en cuenta para analizar la solvencia atrás de los angelinos es el rebote, y ahí figuran como la segunda mejor escuadra de la liga con 45.47 rechaces por choque, sólo superados por los Bulls de Chicago. Otro de los aspectos que podríamos tener en cuenta en estos nuevos Lakers es el del mayor control de las posesiones y evitar las perdidas de balón, pero los amarillos siguen instalados en cierta locura en ese sentido y son el décimo equipo en balones perdidos (15.35), ¿la buena noticia?, su gran rival en el Oeste, Oklahoma, es el peor equipo en ese sentido (16.55) Lo que estaba claro es que con un cambio de filosofía tan notorio como el experimentado en la franquicia californiana, merecían al menos el beneficio de la duda materializado en el paso de los meses. No cabe duda de que los Lakers es hoy día un equipo mucho más cómodo en este juego, y se muestra más sólido y cohesionado en todas sus líneas que cuando empezó la temporada.
-Los últimos movimientos en los despachos de la franquicia, personalizados en la llegada de Ramon Sessions. En esta llamada, con justicia, "edad dorada de los bases" en la NBA, el bueno de Ramon está muy por debajo de los auténticos cracks en el puesto más creativo (ya saben, los Rose, Westbrook, Nash, Parker, Kidd, Jennings, Wall, Paul, Williams, etc), pero era tanto el déficit que tenían los Lakers en esa posición, con un Fisher que ya sobradamente ha jugado sus 100 mejores en la NBA y un Blake que nunca ha pasado de ser un jugador gris, que la llegada de un buen jugador como Sessions, con la suficiente calidad individual como para abrir otra vía anotadora en el equipo sin perder su condición de director de juego, ha hecho al equipo de Mike Brown dar un nada desdeñable salto de calidad. Así, con Sessions, Kobe, Artest, Pau y Bynum, los Lakers tienen perfectamente cubiertas las principales líneas del equipo. Kobe, a pesar de sus detractores, quienes seguirán fijándose más en sus fallos o en sus noches ignominiosas que en sus innumerables aciertos, hazañas y proezas, sigue siendo posiblemente el jugador con mayor mentalidad asesina de toda la liga, un ganador compulsivo que sabe que esta puede ser su última oportunidad para ver realizada su mayor obsesión: el sexto anillo. Pau sigue siendo el jugador alto que mejor ve el juego de toda la NBA. Bynum es el gran beneficiado del cambio de estilo laker, en un juego más controlado y de posesiones más elaboradas, un gran pivot como él tiene más posibilidades de recibir balones que en un juego de "run and gun" (siempre y cuando no sea sorprendido por una de sus habituales lesiones de Primavera), y un Artest centrado y con la cabeza en su sitio (si tal cosa es posible) es un complemento perfecto por todo lo que aporta en defensa e intensidad en el juego. No obstante les falta una gran figura anotadora saliendo del banquillo, lo que les sitúa en desventaja frente a otros rivales de conferencia como Oklahoma (Harden) o Dallas (Terry)
Don Ramón bailando La Mamba. |
Así se presentan los Lakers ante esta recta final de temporada regular, con ese grado de veteranía al estilo de equipos como San Antonio o Dallas, sin obsesionarse por la marca en regular season, y sabedores de que los play-offs serán otra historia. Defensa, experiencia, y mentalidad ganadora, son tres ingredientes lo suficientemente competitivos como para considerar que el equipo de nuestro Pau Gasol debe entrar en los pronósticos. Los Lakers han vuelto, o es que quizás nunca se habían ido.
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