miércoles, 7 de marzo de 2012

AULLIDOS

Sí algún seguidor de la NBA durante, pongamos, las últimas 7 u 8 temporadas, que por alguna extraña razón no hubiera seguido el desarrollo de este curso, y hoy abriese la web oficial de la liga, o cualquier página o diario deportivo, y echase un vistazo a la clasificación actual, pensaría muy probablemente que donde se lee “Minnesota Timberwolves 20-19” se trata de una errata, posiblemente se haya bailado algún número, y debería ser, siendo generoso, un 10-29.   

Los lobos de Minnesota por fin aúllan de verdad.


Vaya por delante para el sufrido lector que esta es otra entrada dedicada a uno de los equipos de los que más estamos hablando en este blog, una de nuestras franquicias favoritas en estos momentos en la NBA, uno de esos clubes que nos roba horas de sueño casi a diario. Por tanto me temo que no podemos ser objetivos, ni tampoco lo pretendemos, pero es el momento de decirlo alto y claro: 

Minnesota Timberwolves, equipo revelación de la temporada 2011-12 en la NBA.    

Son varios los motivos que nos llevan a hacer tal afirmación, a considerar al club de Minneapolis como el que está rindiendo más por encima de sus expectativas. Para empezar, no es una franquicia que se haya visto envuelta en trades o movimientos espectaculares. No es el caso de unos Angeles Clippers que han constituido una plantilla lo suficientemente competitiva como para que su actual 22-14, cuarta plaza en el Oeste, parezca algo natural en base a su calidad. Un equipo basado en el poderoso binomio Paul-Griffin, pero rodeado además de jugadores de la calidad y la experiencia de Randy Foye, Caron Butler, Mo Williams, el ahora lesionado Chauncey Billups, o el llegado desde China Kenyon Martin. Jugadores con muchos partidos NBA a cuestas que arropan a la perfección a los jóvenes interiores Griffin y Jordan. Por lo tanto los Clippers están cumpliendo con lo esperado, caminando firmemente hacia play-offs, donde incluso deberían pasar la primera ronda sin excesivos apuros.   

"E.T." Turner, uno de los jóvenes valores de Philadelphia.


Otros equipos que merecen ser considerados equipos revelación esta temporada son esos que sin tener una gran estrella en sus filas, gracias a una extraordinaria labor en conjunto, eso que se hace en llamar “juego coral”, se mantienen en balance positivo y puestos de play-offs. Quizás el ejemplo más claro sea Philadelphia, un joven bloque que ha ido creciendo en torno a su all-star Andre Igoudala y a un asiduo de las enfermerías como Elton Brand. Alrededor de ellos mucha juventud y calidad, Jrue Holliday, Spencer Hawes y Jodie Meeks completando el cinco titular, y una de las mejores segundas líneas de toda la liga, con jugadores como Louis Williams, Thaddeus Young, Evan Turner o Nikola Vucevic. Nombres que quizás no digan demasiado al aficionado no demasiado conocedor, pero todos ellos jugadores que aportan y que cualquiera de ellos puede anotar en dobles dígitos en un buen número de encuentros. En la ciudad del amor fraternal están de enhorabuena, viendo a su equipo en la cuarta posición del Este, con un lustroso balance 22-17. 

Justo detrás de Philadelphia en su misma conferencia encontramos a Indiana en la quinta posición con un balance 23-13, realmente brillante para una franquicia que si bien cuenta con una figura como Danny Granger y se ha reforzado este verano con la llegada de un all-star como David West, resulta llamativo verles por delante de clubes como Boston, Atlanta o New York. La franquicia de Larry Bird es otro de los grandes bloques solidarios de la actual NBA, con jóvenes jugadores en constante progresión como Darren Collison, Roy Hibbert, Tyler Hansbrough (uno de los jugadores más intensos de toda la liga), Paul George, o el recién llegado desde San Antonio George Hill. Al igual que en el caso de Philly, ninguno de estos jugadores forma parte de la elite de la liga (todavía), pero todos aportan y permiten una amplia rotación para el joven entrenador Frank Vogel, quien ya es uno de los técnicos de moda de la NBA.   

Así acababa sus partidos "Psycho-T" en su época "Taar  Heel".


Tras el tremendo embrollo mediático que supuso la marcha de Carmelo Anthony (y Chauncey Billups) a la Gran Manzana mediada la pasada temporada, Denver se convirtió en otro ejemplo paradigmático de lo que significa ser una orquesta bien afinada sin necesidad de un gran solista. En estos momentos marchan séptimos en la siempre complicada y competitiva conferencia Oeste con un 22-17 de balance, y ni un all-star en sus filas. Incluso sufriendo la seria lesión de quien parecía convertirse en su nuevo líder, Danillo Gallinari, recayendo los galones en otro joven jugador. Un joven base de tercer año rápido como una centella e ideal para el estilo de juego que propone George Karl llamado Ty Lawson. Al lado de Lawson, de nuevo un buen número de jugadores generosos y sacrificados por el bien general, la mayoría de ellos sin llegar a los cinco años de experiencia NBA (entre ellos nuestro Rudy Fernández) 

Pero centrémonos ya en Minnesotta, equipo muy querido en este blog como decimos y al que ya hemos dedicado varias entradas. ¿Por qué creemos que los Wolves, actualmente fuera de play-offs, pero con un balance positivo de 20-19, son el equipo revelación de la presente temporada en la NBA? Bien, para empezar, no han realizado ningún trade espectacular ni ha llegado ningún agente libre estelar a sus filas. El nombre más brillante en ese sentido es el de Juan José Barea, quien llega a Minneapolis tras una fantástica serie final la pasada temporada frente a Miami. Pero la auténtica realidad es que el boricua es un jugador que nunca ha llegado a los diez puntos por temporada en toda su carrera, luego en ningún momento se le puede considerar una pieza capaz de reflotar la nave lobezna, si no más bien un abnegado jugador de banquillo con puntuales apariciones en ataque en plan “microondas”. Otra cara nueva es el veteranísimo Brad Miller, quien a estas alturas poco puede aportar y de hecho sólo ha participado hasta la fecha en seis partidos. Aportación absolutamente residual. 

Barea, subiendo el caché.


Por otro lado no son los Wolves, al igual que Indiana, Philadelphia o Denver, un equipo lo que se dice “coral”, ya que un grandísimo porcentaje de su producción se aglutina en un solo individuo: Kevin Love. Al lado del brillante forward californiano encontramos el trabajo sobrio, seguro y regular de Luke Ridnour, el impacto brutal de Ricky Rubio, la explosión de Pekovic en su segundo año en cuanto le han dado minutos y… para de contar. Al menos en lo que a regularidad se refiere. Wes Johnson, Michael Beasley (sangrante en su caso, siendo un jugador con condiciones de auténtica estrella), Webster, Tolliver, Randolph o el rookie Derrick Wiliams son jugadores que no acaban de tener claro su rol en el equipo, la aportación conjunta entre ellos, en algunos momentos, llega a la de medio jugador. En el caso de Milicic además, jugador indolente y voluble donde los haya, la progresión de Nikola Pekovic le ha hecho dar un paso atrás, si es que puede todavía ir más atrás quien ha sido uno de los mayores fiascos de la NBA en los últimos tiempos.  

Y por supuesto, el mayor motivo por que el consideramos a los Wolves equipo revelación hasta el momento en la liga profesional estadounidense es porque hay que ver de donde viene este equipo. Temporada 2004-05: 44 victorias (53,7%), 2005-06: 33 victorias (40,2%), 2006-07: 32 victorias (39%), 2007-08: 22 victorias (26,8%), 2008-09: 24 victorias (28%), y atención a las dos últimas temporadas, 2009-10: 15 victorias (18,3%) y 2010-11: 17 victorias (20,7%) ¿Alguien podía imaginarse que a estas alturas de la temporada 2011-12 pudiesen llevar 20 victorias y estar por encima del 50% en su balance, algo que no recordaban por esos lugares desde las épocas de Stephon Marbury, Sam Cassell o Kevin Garnett?   

Los rivales lo saben: hay que frenar a Ricky.


El mérito es mayor si tenemos en cuenta todo lo mencionado antes, ni grandes movimientos, ni trades mediáticos, ni free agents estelares llegados a la franquicia para devolver la esperanza a los aficionados. Por lo tanto parece claro que el actual éxito de Minnesotta se basa sobre todo en tres factores. Sin duda alguna, sobre las hercúleas espaldas de Kevin Love está recayendo el gran trabajo de levantar la franquicia. La temporada pasada ya obtuvo el MIP (“Most Improved Player”, galardón que designa al jugador que más ha progresado en su rendimiento respecto a su anterior campaña), consolidándose ya en la elite de la liga en sólo su segundo año profesional, pero es que el ala-pivot formado en UCLA no se ha quedado ahí y parece no tener límite en estos momentos. Letal tirador exterior, certero ejecutor a media distancia, y colosal e insaciable reboteador, únicamente debería pulir sus movimientos al poste y mejorar en defensa para no tener respuesta posible en su posición, ni siquiera en el mismísimo Blake Griffin. Por otro lado, otra de las piezas angulares del éxito lobezno está en la sabiduría desde el banquillo de Rick Adelman, entrenador de gran recorrido en la liga, y que sobre todo sabe lo que le conviene a su equipo y a los jugadores que tiene entre manos. Adelman es un técnico de los que se les considera “ofensivos”, de los que apuesta por un ritmo alto de partido y procura no maniatar en exceso a sus jugadores. Yo más bien creo que es un entrenador que busca amoldarse a lo que más favorezca a sus hombres, desde luego no tiene nada que ver el Adelman de Sacramento con el de Houston. Por desgracia muchos entrenadores están convencidos de que su filosofía es la única válida y de que cualquier grupo de jugadores que pase por sus manos ha de adaptarse a su férrea disciplina bajo mano de hierro. No son pocos los técnicos que no hubieran dudado en abroncar a un Drazen Petrovic o un Juan Carlos Navarro al verlos tirarse triples en contrataque sin rebote. Adelman, por fortuna, no está en ese grupo. Y el otro tercer gran responsable del éxito es, como no, Ricky Rubio. Y debemos hablar de Ricky una vez más, precisamente ahora que está sufriendo el temido “rookie wall” al que no es ajeno ningún debutante y su legión de detractores parece verse crecida (aparte del bajón habitual que sufren todos los rookies, en el caso de Ricky desde Minnesota se quejan de excesiva dureza por parte de los rivales para“cortocircuitar” el estilo de juego del español). Pero lo cierto es que la temporada de Rubio está siendo notable, consolidado como la prolongación de Adelman en la pista, y haciendo gala de una envidiable “court vision” que está haciendo a Minnesota rozar la excelencia ofensiva por algunos momentos, como el reciente partido en Portland donde repartió hasta diez asistencias en el primer cuarto (record en un cuarto en toda la temporada) para que su equipo viese la impresionante cifra de 40 puntos en esos primeros 12 minutos del partido. Ricky no es un jugador de números, pero hay quien se empeña en verlo simplemente como un baloncestista de filigranas, cuando como dijo Antoni Daimiel, su filigrana siempre va acompañada de algo beneficioso para el equipo. A ello hay que unirle su innato trabajo defensivo, un espíritu contagioso para el resto de los Wolves que ven como llegan las victorias como no podían ni haber imaginado. Estos son básicamente los ingredientes del éxito de la franquicia de moda en la NBA, un equipo que a buen seguro continuará creciendo. Si Luke Ridnour sigue con su eficiente y silenciosa labor anotadora, Pekovic demostrando IQ baloncestístico sobre el parquet, si Derrick Williams sabe aprovechar sus extraordinarias capacidades atléticas, y Michael Beasley se preocupa más por sacar el crack que lleva dentro que por las bondades del cannabis, los lobos grises de Minnesotta seguirán siendo el equipo revelación de la liga, y pronto otro de esos equipos corales perfectamente orquestados a los que es una delicia ver los 48 minutos del partido, no sólo los instantes en los que juegan los superclase.    

Rick Adelman, trabajando el éxito.

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