Pau asiste al festival esloveno. |
Según Wikipedia Eslovenia tiene una población actual
de 2046120 habitantes. Menos que toda Galicia, por poner un ejemplo. No sabemos
cuántos de esos poco más de dos millones de habitantes se dedican al
baloncesto, pero en relación población/jugadores profesionales pocos ejemplos
habrá que superen al país centroeuropeo. No hace mucho llegó a ser el país de
Europa con más jugadores en la NBA, repetimos, con una población de dos
millones de habitantes.
Eslovenia accede por fin a la primera final
continental de su historia, y lo hace sin el mejor roster de su historia.
Hombre por hombre años anteriores el aficionado podía encontrar nombres más
deslumbrantes. Además de Goran Dragic… su hermano Zoran, los hermanos Lorbek,
los hermanos Udrih, Slokar, Lakovic, Nesterovic, Nachbar, Smodis… ¿hace falta
seguir? ¿Qué diferencia a esta selección de aquellas entrenadas por Maljkovic o
Zdovc, aparte de la explosión de uno de los mayores talentos precoces que se
puedan recordar en décadas como Luka Doncic? En mi opinión principalmente el
estilo de juego. La apuesta en su día por un maestro del ritmo lento y la
contención como Boza Maljkovic no era la mejor propuesta para unos jugadores
que sin perder rigor táctico siempre han entendido el baloncesto de una manera
un tanto libre (el famoso “juego libre” de la vieja escuela yugoslava, con
todos los jugadores en posición de amenaza) Jure Zdovc, esloveno de cuna, si
entendió mejor la identidad a desarrollar y llevó a su selección a las
semifinales del Eurobasket de 2009, hasta ahora la mejor clasificación en un
gran torneo internacional. Pero la “revolución” ha llegado con un entrenador de
pedigrí NBA como Igor Kokoskov. No ha inventado nada, como tampoco lo han hecho
Pablo Laso o Dimitris Itoudis en Europa o Steve Kerr en la NBA, simplemente ha
vuelto a llevar al baloncesto a una dimensión que no todos los equipos y
jugadores pueden seguir por mucha calidad táctica y técnica que tengan, aquella
en la que se debe atacar el aro rival
antes de que la defensa contraria se haya formado. Una querencia por el ritmo
alto y el juego desbocado, sin red, a tumba abierta. Libertad absoluta tanto
para lanzar desde 7 u 8 metros como para penetrar y cortar y buscar al forward
abierto. Posesiones de 10-12 segundos. Circulación rápida de balón, mínimo
bote. Mover la bola hasta hipnotizar al rival. Y por supuesto defensa agresiva,
sobre todo en las líneas de pase (si al viejo axioma de defensa-rebote-contraataque
le quitas el rebote porque tu defensa ha sido tan buena que ha recuperado el
balón sin que el rival haya podido tirar, mejor todavía) Todo ello ejecutado por
jugadores polivalentes, rompiendo, como debe ser en 2017, toda ortodoxia
posible. Eslovenia, al fin y al cabo, es el equipo que más está demostrando
comprender el baloncesto moderno, y es una buena noticia su éxito, el cual
perpetua esta nueva edad dorada del deporte de la canasta y que evitemos
volver, por el momento, a aquellos infames años de marcadores exiguos y
dictaduras tácticas y por supuesto, pabellones vacíos. Si el baloncesto debe
ser una fiesta, Eslovenia son los actuales reyes del baile, independientemente
de lo que suceda el domingo.
92 puntos a España. A la selección que llegaba a
semifinales invicta y con la mejor defensa del campeonato. Los partidos ante
Turquía y Alemania habían mostrado a una España rocosa, con capacidad para
sufrir y bajarse al barro, pero quedaba por ver si sería capaz de aguantar un
partido a velocidad de crucero como el que presumiblemente iba a proponer
Eslovenia. Aguantamos la primera parte, gracias a Ricky Rubio en el primer
cuarto y la inspiración de Sergio Rodríguez en el segundo. Sobrevivimos incluso
a un triple casi sobre la bocina de Dragic acabando el primer acto que fue un
puñal para el alma de nuestros jugadores. Como hicieran frente a Letonia, los
eslovenos salieron con su mejor versión defensiva tras el descanso. Tres
minutos y medio sin anotar de España, y la inspiración de Blazic en ataque
llevó el partido a la máxima diferencia. Diez puntos. La renta psicológica.
Estábamos obligados a seguir el ritmo anotador del rival y a duras penas lo
conseguíamos. Algún triple de Marc y San Emeterio, alguna canasta de Ricky, y
poco más. 12 puntos anotados en 10 minutos como certificado de defunción.
Enfrente, la fiesta eslovena no cedía. Randolph, Prepelic, Vidmar… todos
sumaban. La segunda parte fue un paseo triunfal esloveno. Había que hasta
ponerse gafas de sol de lo que deslumbraba su juego, originado por los Bat-Man
y Robin de este Eurobasket. Dragic se fue a los 15 puntos, 6 rebotes y 5
asistencias. Lo de Doncic fue de otra galaxia, sobre todo si tenemos en cuenta
que hablamos del jugador más joven de todos los octavofinalistas. Rozó el
triple-doble (11 puntos, 12 rebotes y 8 asistencias) Baloncesto total.
Como suele ser habitual en las pocas ocasiones que
la selección de Scariolo muerde el polvo, no han tardado en saltar a la
palestra los entrenadores de sofá, acusando al italiano de aprovechar poco
nuestro juego interior. Como si fuera fácil en un ataque de cinco contra cinco
ponerle el balón en bandeja al pívot. Los Gasol sólo consiguieron recibir
alejados del aro, ya no hablamos del triple, donde tampoco son mancos, pero si
la mayoría de las ocasiones al poste bajo, donde están sobrados de recursos. Pero
se encontraron con una extraordinaria actitud defensiva eslovena, en
intensidad, agresividad y ayudas. Nuestras carencias en el tiro exterior
quedaron una vez más al descubierto, y aun con todo eso yo creo que faltó más
juego dentro-fuera por parte de nuestros pívots a nuestros exteriores. No
obstante muy difícilmente hubiéramos llegado a alcanzar el ritmo de partido de
Eslovenia. No teníamos hombres para el “run&gun” más allá de Sergio
Rodríguez.
Hay que esperar al domingo para poner la nota final
a España. El balance de momento y pese a lo de ayer es contundente. Siete
victorias por una derrota, y presencia en semifinales por décima edición
consecutiva. Hay que saber valorarlo y dejarse de tanto derrotismo, negatividad
y linchamiento. Sinceramente creo que estamos haciendo uno de los campeonatos
más sobrios y regulares que recuerdo, y esto lo digo después de ver perder a
España por 20 puntos por primera vez en un Eurobasket desde 2005 (aquel partido
por el bronce en el que Francia nos aplastó por 30 puntos) Llevábamos once años
sin ganar siete partidos seguidos en un gran torneo. Es la primera vez que
llegamos invictos a unas semifinales desde el Mundial de 2006. Todo ello a
pesar de las circunstancias y la extraña configuración del roster. Estamos
siendo una selección de prácticamente bases y pívots y Scariolo está haciendo
auténticos malabarismos para encajar el juego exterior. Hemos llegado más lejos
que Italia, Francia, Grecia, Lituania o Croacia, y veremos si somos capaces
también de quedar por encima de Serbia o Rusia. ¿Consuela este dato? No, para
nada. Simplemente se trata de poner en valor lo que supone un torneo como el
Eurobasket a estas alturas de la historia del baloncesto. Una historia que
ahora se rinde al esplendor esloveno.
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