viernes, 14 de junio de 2019

LOS ODIOSOS OCHO





Con ocho basta para Nick Nurse.





El último partido de la historia del Oracle Arena no pudo ser, precisamente, más histórico, pese a que fuera contra los intereses de sus inquilinos. Y es que el ya legendario pabellón californiano en sus quintas finales consecutivas ha servido de escenario para la coronación de Toronto Raptors como nuevos campeones de la NBA, siendo la primera vez en la historia que un equipo no estadounidense consigue tal éxito. Todo un hito para una franquicia fundada que ni siquiera llega al cuarto de siglo de vida. No es algo nuevo para la ciudad de Toronto, ya que a principios de la década de los 90 su equipo de baseball, Toronto Blue Jays, consiguió dos ligas americanas y dos series mundiales.


El final del quinto partido, que ambos equipos finalistas habían tenido tanto ganado como perdido planteaba muchos interrogantes sobre el estado anímico con el que saldrían los protagonistas a la cancha. La mayoría de las críticas canadienses se centraban en el mismo hombre, el base Kyle Lowry, uno de los pilares absolutos del crecimiento del club en las últimas temporadas pero cuyas malas decisiones en los minutos finales, además de haber protagonizado el lanzamiento final que podía haber finiquitado las finales, le habían revestido de jugador endeble ante la presión (pese a su ya famosa respuesta sobre tal tema antes del quinto partido) Pero la respuesta de Lowry ante las críticas fue sencillamente impresionante, y aunque con justicia la mayor gloria recaerá sobre Leonard, el pequeño base se reivindicó como el auténtico segundo espada del equipo (sin olvidar a Pascal Siakam, recuperando un nivel estelar casi similar al de su estratosférico primer partido de las series) Lowry anotó los primeros once puntos de su equipo, sin fallo, incluyendo tres triples, además de ejercer buena defensa sobre Thompson. Su primera asistencia acabó con los primeros puntos no anotados por el base, un triple de Siakam que tomaba el relevo con dos lanzamientos desde el 6.75 que hacían diana. Los visitantes doblaban en el marcador (17-8) a su rival gracias a la efectividad de los dos escuderos de Leonard una vez más discreto en su arranque de partido. El despertar de un Thompson estelar, con 10 puntos en un suspiro, estrechó el marcador (22-20) y Draymond Green llegaría a poner por delante a su equipo (26-27) a unos dos minutos para el final. Volvió a aparecer Lowry, intercambiando golpes con Curry, y llegamos al final de un maravilloso primer cuarto en el que los ataques primaron sobre las defensas con los Raptors mandando por un punto (33-32)


Un triple de VanVleet estiró levemente el marcador para Toronto (43-38) cerca del ecuador del segundo cuarto. No volverían a tener una renta tan amplia los de Nurse en este acto del partido. De hecho Golden State reaccionó con un parcial de 0-8 sustentado en las canastas de Igoudala y la visión de juego de un Draymond Green que a esas alturas de partido ya oteaba un nuevo triple-doble. El marcador se movería en parámetros de igualdad hasta el descanso, pese a que un 2+1 de Leonard abría de nuevo una pequeña brecha para Toronto (58-54) El propio Leonard cometía falta en el intento triple de Thompson, quien era el mejor de los de Kerr (18 puntos al descanso) Al paso de los vestuarios el marcador reflejaba un incierto 60-57 para la franquicia canadiense, con un duelo individual muy marcado entre Lowry y Thompson, que se empeñaban en echarse sus respectivos equipos a las espaldas.


En el tercer cuarto más de lo mismo. Igualdad y reparto de golpes, e igualmente pequeños arreones de Toronto para intentar romper el partido, alcanzando una máxima de 6 (66-72) puntos a 7.51 para el final del cuarto, con buenas acciones de VanVleet y Leonard. Pero volvió a aparecer Igoudala, a quien se sumaron Curry, y como no, el excelso Thompson. Un triple del escolta angelino consumaba la remontada warrior, empatando el partido a 76 a falta de cinco minutos. Eran los mejores minutos de Golden State, mientras que Toronto comenzaba a errar sus lanzamientos, especialmente desde el triple. Thompson seguía con su exhibición. Su cuarto triple (de seis intentos) sumaba su punto número 28 y ponía a los locales cuatro arriba quedando 3.18 para el final del cuarto. Y entonces a Golden State le cayó otra losa encima, la enésima desgracia. A 2.22 para llegar al último cuarto Danny Green frenaba el contrataque rival con una falta sobre la penetración de Klay Thompson. La caída resultó calamitosa para el escolta, quien tuvo que abandonar la cancha después de anotar los dos tiros libres para llegar a la treintena de puntos y poner el 85-80 en el marcador. Golden State perdía a su mejor hombre en el partido. Uno de los actuales “hombres de hierro” de la liga, quien apenas ha sufrido lesiones a lo largo de su carrera y ha jugado prácticamente todas las noches de todas las temporadas excepto en los habituales descansos programados, se enfrenta al terrible ACL. Rotura de ligamentos. Entre seis y ocho meses de baja. Las finales de la NBA no toman prisioneros. Es la mejor competición baloncestística del planeta, pero también (o debido a eso) la que más lleva al límite el físico de sus protagonistas. No sabemos qué hubiera pasado de haber seguido Klay en pista, desde ese momento al final del cuarto Golden State sobrevivió con un triple de Igoudala para afrontar el último cuarto con una ligera ventaja (88-86), pero los números no mienten. Thompson jugó 32 minutos absolutamente bestiales, firmando 30 puntos con unos porcentajes descomunales para un jugador exterior. 8 de 12 en tiros de campo (4 de 6 en triples) y 10 de 10 en libres. Además sumó 5 rebotes y 2 robos de balón. Su balance +/- en pista fue el mejor de su equipo, +5. El parcial desde que abandona la cancha lesionado es 34-25 a favor de Toronto.



Klay Thompson y el maleficio warrior de estas finales.



En el cuarto definitivo el equipo de Nick Nurse salió oliendo sangre. Se trataba de meter una marcha más ante un equipo que, pese a estar mejor dosificado, se había convertido en una orquesta de secundarios bajo la batuta de Curry. Lo comentábamos en el cuarto partido. Nos gusta la idea de Kerr de utilizar a todos sus jugadores, pero le ha salido cara la apuesta. La presencia de Quinn Cock volvió a dejar un enorme agujero en la defensa y una tremenda incapacidad en el ataque. Ojo a este dato, el suplente warrior jugó 12 minutos y 30 segundos en los que el parcial fue un -16 para su equipo. Frente a él Fred VanVleet engrandecía su figura. Es otro de los triunfadores de las finales, y cerró las series a lo grande, con 22 puntos, 12 de ellos en el último cuarto. Increíble historia para este patito feo convertido en cisne después de ver como en el draft de 2016 (el mismo que el de su compañero Siakam) su nombre no era elegido por ninguna de las 30 franquicias de la NBA mientras si obtenían tal honor jugadores de momento intrascendentes como su ahora compañero Patrick McCaw, quien puede decir que ya tiene tres anillos de campeón sumando el conseguido en Toronto a los dos con la camiseta de Golden State. El bravo VanVleet puso por primera vez por delante a su equipo en el cuarto final con un triple que suponía el 104-101 a 3.44 para el final. Recordemos que entre los dos bases canadienses, Lowry y VanVleet, sumaron nada menos que 48 puntos, pero es que además hablamos de dos bases que ninguno pasa del 1.83. Al estilo de los Detroit Pistons de Chuck Daly de finales de los 90 a los que tanto me recuerdan estos Raptors, con bases dominantes por debajo del 1.90.


No soltaría el mando ya Toronto. Draymond Green, enorme una vez más tuvo aun así un error garrafal en el siguiente ataque perdiendo un pase y devolviendo la bola a los visitantes. VanVleet, totalmente “on fire” se la jugó en un triple aprovechando un “mismatch” que le dejaba emparejado con Cousins. Erró el tiro, pero de los cielos apareció el majestuoso Ibaka para capturar el rebote ofensivo y anotar con un elegante gancho poniendo el 106-101 a 3 minutos para el cierre. Esto también lo hemos dicho, pero hay que repetirlo. Es imposible cuantificar la valía del hispano-congoleño en estas finales. 15 puntos saliendo desde el banquillo con un 58% en tiros de campo en el partido definitivo. Después de que Cousins sólo aprovechara uno de sus dos tiros libres en la siguiente posesión californiana, Lowry demostraba que aun le quedaba pólvora anotando un canastón decisivo (y un tanto afortunado tras rebotar en el aro) para estirar todavía más la diferencia. 108-102 y sólo 2.12 por jugarse. Una buena circulación de balón de Golden State habilitó un tiro de Draymond Green absolutamente solo. El espartano jugador de Michigan no falló y puso a los de Kerr a sólo tres puntos. Un pequeño carrusel de tiros libres por ambos lados llevó el partido a un 109-106 a poco más de un minuto para el final. Leonard quiso sentenciar pero falló su intento triple y en un deslabazado ataque DeMarcus Cousins lograba anotar en penetración. 109-108 y 46 segundos por disputar. Siakam volvería a poner a Toronto tres arriba en otra entrada marcando perfectamente los pasos, y dejaba a Golden State sin margen de error a falta de 22 segundos. Los de Nurse no quisieron arriesgar con la posibilidad del triple de los locales y mandaron a Curry a la linea de libres, asegurándose la última posesión. A Stephen no le tembló el pulso y puso a su equipo a un punto con 18 segundos por jugarse. La buena defensa de Golden State, en concreto de Draymond Green sobre el otro Green, Danny, provocó que el desaparecido escolta neoyorquino intentase un pase horrible sobre Siakam que acabó en pérdida, y por tanto posibilidad de un tiro ganador para los de Oakland. Se la jugó quien se la tenía que jugar. Curry buscó uno de esos triples que tantas veces le hemos visto anotar, rápido, sin necesidad de apenas armar el brazo, pero en esta ocasión falló el tiro bajando aún más sus porcentajes (ha hecho 23 de 67 desde el arco, muy por debajo de su acierto habitual) El rebote ofensivo acabó en manos de Draymond Green, quien sorprendéntemente pidió tiempo muerto pese a que a su equipo ya no le quedaba ninguno (a lo Chris Webber) Leonard sentenciaría desde el tiro libre, primero castigando la técnica a Green por el “excess timeout”, y luego tras una falta de Igoudala revisada por los árbitros en la que Kawhi pedía una canasta que hubiera sentenciado ya el choque sin necesidad de los libres.


Nick Nurse nos ha tapado la boca a quienes creíamos que en el baloncesto de hoy día, con el ritmo actual, era imposible ganar el campeonato de la NBA con ocho jugadores. Los odiosos ocho. Nurse convertido en el Tarantino de los banquillos. En aquel western los protagonistas sufrían una nevada que les obligaba a encerrarse en una fonda y convivir entre ellos. La nieve ha llegado también a Oakland. El norte está lleno de frío. Toronto gana el anillo con la rotación más corta que recuerdo en el baloncesto moderno. A todo ello además hay que sumarle el extraño caso de Danny Green, desaparecido en su particular agujero negro ofensivo. Anoche se volvió a quedar en blanco. Casi sucede lo mismo con Marc Gasol, quien sólo sumó desde el tiro libre. En realidad sólo cinco jugadores de Toronto fueron capaces de anotar en juego. El dato es demencial, casi diríase que contranatura baloncestística.


Sea como fuere nos alegramos mucho del éxito de estos “Spanish Raptors”. El triunfo de Marc Gasol, Ibaka y Scariolo, es un poco nuestro. Esperemos analizarlo más en profundidad en próximas entradas, así como la figura del metódico pero no por ello menos incendiario Kawhi Leonard, tercer jugador en ganar dos MVPs de finales con dos camisetas después de Kareem Abdul-Jabbar y LeBron James.


Pero no queremos despedir estas crónicas de las finales sin reconocer el coraje de unos Golden State más warriors que nunca pese a no haber campeonado. Que nadie dude que este equipo de las cinco finales NBA consecutivas es uno de los mejores de todos los tiempos. Con su mejor hombre lesionado y sólo presente en once maravillosos minutos, con su tirador más efectivo ausente todo un partido y el cuarto decisivo de otro, con el fichaje estrella de la temporada lesionado casi todo el curso y llegando fuera de forma a las finales, con otro de sus mejores elementos del banquillo (Kevon Looney) jugando con la clavícula fracturada... con todo ello han sido capaces de ganar dos partidos y de tener posibilidades reales de ganar un tercero (el de ayer) La gloria es para Toronto, pero que nadie le discuta el honor a Golden State. Pueden despedirse del Oracle con la cabeza bien alta.



Spanish Raptors






martes, 11 de junio de 2019

SUPERVIVIENTES




No estamos hablando de la Pantoja ni de su infame vástago, ni del resto de vergonzosa y vergonzante recua de la sociedad española, de la cual afortunadamente no conozco ni un solo nombre más allá de la folklorica y su bobalicón hijo technobacaluti. Hablo de unos Golden State Warriors ante los que no cabe otra cosa que rendirse y olvidarse de filias y fobias y “haterismos” (de igual modo que había que hacerlo con los ejercicios de resistencia ofrecidos por LeBron James los últimos años con Cleveland) Un equipo construido para ejercer un dominio autoritario sin parangón en los últimos tiempos, la Armada Invencible de la actual NBA, sólo podía ver naufragar su proyecto por culpa de los incontrolables elementos, que diría Felipe II. Los problemas físicos a los que se ha tenido que enfrentar en estas finales el equipo de un Steve Kerr al que como se suele decir, sólo le falta quedarse embarazado, han sido de todo tipo. Cousins, Thompson, Looney… y por encima de todo Kevin Durant. No había ningún farol ni se trataba de ninguna estrategia. Las informaciones que llegaban desde Oakland (principalmente la ESPN había sido muy clara a este respecto) eran ciertas. Durantula no estaba listo para jugar. El 3-1 con el que Toronto regresaba al Scotiabank Arena ha sido el único motivo por el que el MVP de las últimas dos finales se ha vuelto a vestir de corto arriesgando su físico y su futuro, frente a un verano en el que vuelve a ser agente libre y que podía cambiar la fisionomía de la NBA. El alero de Maryland decidió arriesgar callando a quien le acusaba de falta de compromiso con su actual franquicia, e igualmente arriesgó Steve Kerr sin tener en cuenta las condiciones en las que llegaba su mejor jugador al partido. No había idea de dosificación ni de tenerlo entre algodones, pese a que la entrada de Livingston a 5.50 del final del primer cuarto es el segundo cambio que ordena el entrenador tejano. Descansa un par de minutos y vuelve a pista, donde permanece hasta romperse. En total juega 11.57 minutos de una excelencia tal que merece la pena detenerse en la cronología de los que desgraciadamente han sido los últimos minutos en mucho tiempo para uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.




Durant sale en el quinteto titular, junto a los habituales Curry, Thompson, Igoudala y Green. Los Hamptons Five juntos de nuevo. Cousins como gran damnificado. Kerr apostando de nuevo por el baloncesto sin pívot, el que mejor réditos le ha dado. Con KD y Green como falso juego interior, el de Maryland se emparenta con Siakam. El camerunés comete pasos en su primera jugada ante Durant después de pivotar en exceso ante los inabarcables brazos de su rival que no le ofrecen espacio alguno para encontrar aro en el corazón de la zona, ahí donde Toronto no ha parado de hacer daño en estas series. La importancia de Durantula en defensa perfectamente reflejada en los primeros 15 segundos del partido. Dos triples consecutivos de KD ponen cinco arriba a Golden State. Entre medias comete falta sobre Marc Gasol, demostrando actividad defensiva buscando tanto a Siakam como al español. Es sustituido por Livingston dejando a su equipo con ventaja de tres (19-16) Vuelve a pista con el marcador empatado a 23. Captura el rebote en su tablero al fallo en el triple de Lowry. Se marca un “air ball” pero en la jugada siguiente se desquita sacando falta a Ibaka y anotando los dos tiros libres. Un triple fallado por Norman Powell le permite capturar su segundo rebote que traduce en un triplazo en contrataque. Comete falta sobre VanVleet con quien se encara, después de que el pequeño y bravo jugador de los Raptors intentara penetrarle en la zona. En la primera jugada del segundo cuarto falla su lanzamiento de dos, y posteriormente llega la jugada que hiela la sangre y congela el aliento de todo Oakland. Intentando un reverso ante Ibaka pierde la bola abriéndose de piernas y yendo al suelo, con evidentes gestos de preocupación para un jugador que llegaba a este partido claramente lesionado. La reacción es clara. No puede seguir. Todo el banquillo californiano se teme lo peor, especialmente su entrenador, Steve Kerr, y también un Stephen Curry al que las cámaras captan en el banquillo con su cabeza cubierta por una toalla y gesto funerario, una mezcla de tristeza y frustración en un jugador cuya filosofía de ganar colectivamente por encima de sus propios números fue clave para que en el verano de 2016 Durant pusiera patas arriba la NBA llegando a La Bahía. El alero dejaba el partido con 39-34 para su equipo, pero herido de muerte en lo anímico. La respuesta en la cancha de Curry, como veríamos después, fue sencillamente brutal.



La peor imagen de la noche. Durant lesionado camino del vestuario.



Otro jugador con el que las cámaras se estaban recreando especialmente, aunque por distintos motivos, era DeMarcus Cousins. La gran apuesta frustrada de esta temporada en la franquicia californiana y el gran sacrificado la noche de ayer con el regreso de Durant. Su rostro serio y circunspecto era uno de los principales objetivos de la retransmisión, cuando ya se encarrilaba el segundo cuarto y Kerr seguía sin poner en pista a un cuatro veces All Star. Con el abandono de KD el técnico tejano ordenó un doble cambio, entrando McKinnie y Cousins por Durant y Bogut. El voluminoso pívot de Alabama se convirtió entonces en el ancla de los visitantes, impidiendo que los negros nubarrones que se cernían sobre su equipo al ver encarrilar los vestuarios a Durantula hundiesen definitivamente al todavía vigente campeón. Siete puntos consecutivos de “Boogie” levantaron la moral de las tropas californianas que se vieron once arriba en un abrir y cerrar de ojos. La baja de Durant era un golpe duro, pero no había ninguna razón para pensar que los Warriors no pudieran tener opciones de ganar el partido y seguir vivos en las finales. Los de Kerr se mantuvieron en unas ventajas en torno a la decena de puntos, hasta que el “héroe” Cousins volvió al banquillo (en seis minutos dejó una producción de 9 puntos y 5 rebotes, impresionante) y Toronto aprovechó para ponerse a uno, pero Curry con un triple marca de la casa y Looney en un rebote ofensivo volvieron a abrir una pequeña brecha de seis puntos con la que irse al descanso, mientras que Leonard y Green fallaban sus respectivos intentos triples. 62-56.



Nada sabemos de cómo transcurrió la charla entre Kerr y sus hombres en el vestuario para afrontar una segunda parte en la que ya no había margen de error. Todo lo que no fuera ganar significaría el fin de la temporada y del sueño del “three-peat”. Y lo cierto es que Golden State tuvo una puesta en escena en la reanudación a la altura de un equipo campeón. Los triples de Curry, Thompson e Igoudala estiraban el marcador y una canasta de Looney ponía la máxima diferencia del partido, 14 puntos (77-63) mediado el tercer cuarto. A Nurse no le dio tiempo ni de parar el partido. VanVleet, otro jugador para quien no parece existir la palabra miedo, respondió con un triple para iniciar un parcial de 0-10 que volvía a meter a Toronto en el partido. La fe del pequeño jugador de Illinois dio vida a un equipo en el que Leonard había desaparecido. La estrella de los Raptors sólo pudo sumar un punto desde el tiro libre a su cuenta anotadora, fallando sus tres tiros de campo, además de perder dos balones. Tiene mérito que Toronto se fuera sólo seis abajo (84-78) al último cuarto, después de que Cousins anotase los últimos cuatro puntos de su equipo y siguiese engordando sus cifras.



Kawhi Leonard ya nos tiene acostumbrados a esto. Desapariciones inexplicables para resurgir en los momentos decisivos con exhibiciones tan descomunales como la del último cuarto de este quinto partido. Pero hasta que decidió explotar la batalla se decidía entre unos Golden State encomendados a Curry y unos Toronto que se sostenían por un gran Lowry y un consistente (una vez más) Ibaka. La conexión entre estos dos últimos ajustaba el marcador (92-89) a 8 minutos para el final. El partido ya llevaba minutos instalado en el puro espectáculo que impide pestañear (canastones de Curry, triplazos de Lowry…) Y entonces comenzó el show Leonard. Canasta tras rebote ofensivo al fallo de Danny Green en el triple (92-91) El otro Green, Draymond, responde desde el triple para poner el 95-91. Leonard falla en el siguiente ataque, y Draymond comete dobles por Warriors. Kawhi lo vuelve a intentar y se encuentra con el robo de Igoudala. No enfades a un tipo como Leonard, Iggy. Un triple fallado por Thompson acaba en rebote ofensivo de Kawhi, que corre la contra para encontrar a Powell quien hace el mate de las finales para encender las gradas del Scotia. 95-93. El siguiente fallo de Igoudala acaba con el balón de nuevo en manos de Leonard que anota un triple en contrataque y definitivamente las gradas se vienen abajo… y quedaba mucho más. Estamos 95-96, Toronto recobra el mando y el fallo de Curry lo castiga Leonard con un nueva canasta, esta vez a tabla. 95-98. Green vuelve a anotar para Golden State y Leonard en absoluto éxtasis anotador responde otra vez desde el triple (97-101) Igoudala vuelve a fallar y Leonard a anotar. 97-103 a falta de 3.28 y Toronto que comienza a soñar con el anillo. Curry falla de nuevo y a falta de 3 minutos Nurse pide tiempo muerto. Visto ahora no parece que fuera una decisión acertada el haber parado el partido con Golden State contra las cuerdas a tres minutos para el final. Detengámonos aquí para analizar los últimos minutos de Kawhi Leonard. Anota el 92-91 a 6.54 para el final y su punto número 26 lo consigue a 3.28 de sonar la bocina. En ese intervalo de 3 minutos y 26 segundos el alero de Riverside suma 12 puntos, 3 rebotes y 1 asistencia. Demencial.



Pero como decimos el tiempo muerto de Nurse parece enfriar a la estrella canadiense. Falla su intento de “fadeaway” (buena defensa de Thompson) en el siguiente ataque y el propio Thompson pone el 100-103 con un triple (y una mala defensa de Kawhi)… y aún quedaban más de dos minutos por jugarse. Lowry se queda liberado en la posesión siguiente para lanzar un cómodo triple… que no entra y Curry busca uno de esos triples lejanos tras bloqueo (de Cousins en este caso) que tanto le gustan. No acierta, el balón se queda corto rebotando en el aro pero la bestia de Alabama llega desde atrás para hundir la bola. Los árbitros piden “instant replay” y finalmente anulan la canasta por un “goaltending” que yo sinceramente no veo, ya que en ningún momento DMC toca el aro antes de hacer el mate. Hubiera sido el 102-103 con dos minutos por disputar. Nueva bola para Toronto que acaba con una grotesca pérdida de balón después de que Lowry, casi agotada la posesión, saque hacia fuera un balón imposible para Marc Gasol (decimos Marc porque era el jugador más cercano a esa bola, nos tememos que Lowry no sabía ni a quien pasaba o intentaba pasar), devolviendo la posesión a Golden State. Con casi medio minuto menos, eso sí. Curry hace el típico “carretón” para empatar el partido con un triple tras recibir de Igoudala. Otra de sus especialidades. Partido nuevo y sólo 82 segundos en el crono. El siguiente ataque local pasó, como no, por Leonard. Quedando mínimo tres posesiones no tenía sentido especular con el reloj. Kawhi se la jugó frente a Thompson desde el triple y falló. Tampoco es que fuera precisamente el mejor de los ataques posibles, y menos en un equipo tan dado a la circulación como Toronto. Curry se hizo con el rebote y cruzó la pista al viejo estilo de Golden State, buscando el aro rival antes de que la defensa esté formada. Penetró por la derecha y buscó a Igoudala, quien vio fuera a Green el cual soltó la bola sin bote encontrando a Thompson. La metralleta angelina se zafó de Leonard con una simple finta y… ¡diana! 106-103. Cuatro jugadores, tres pases, dos botes, 15 segundos y un triple. Pura filosofía Steve Kerr. Los Splash Brothers habían resucitado a su equipo con un parcial de 9-0. Como escribía anoche Piti Hurtado en su cuenta de Twitter, estos tíos pueden ganar o perder, pero ya son leyenda. Quedaba poco menos de un minuto y los Raptors buscaron un pick&roll de toda la vida entre Lowry y Gasol. No el “Spain pick&roll” del que hablábamos en la anterior entrada, el cual implica a un tercer jugador de ataque haciendo bloqueo ciego. Ese fue el error. Cuando Marc se fue hacia el aro se encontró emparedado entre Cousins e Igoudala quienes le negaron el camino al aro. Quedaba tiempo al menos para dos jugadas y Nurse ordenó presión a media pista. Funcionó, con Green pisando su cancha una vez que había traspasado media pista ante la defensa de Danny Green. Recuperaba bola Toronto, con Lowry buscando de nuevo a Marc y su bloqueo en línea de triple, pero en esta ocasión no hubo continuación y el base canadiense encaró el aro encontrándose con un Cousins cuyo tapón fue considerado ilegal. 106-105. Sería el marcador definitivo, ya que el propio Cousins cometería una falta en ataque que otorgaba a Toronto una última posesión que podía valer un anillo. La tuvo Lowry desde la esquina en un tiro que parecía librado. Thompson e Igoudala se fueron con Leonard, quien recibió de VanVleet. Curry y Livinsgton no perdían de vista a Green y VanVleet respectivamente, mientras que Draymond Green se quedaba en la zona con Marc Gasol. Una zona por la que cruzó Lowry aprovechando el 2x1 que recibía Leonard para recibir solo en la esquina y ejecutar un tiro al que Green llega lo suficiente como para desviar la trayectoria de la bola. No era una mala decisión, y creo que hay que darle más mérito a la acción defensiva de Green que al error de Lowry, por mucho que el base de Toronto no estuviera acertado en unos minutos finales en los que varios jugadores (Cousins, Leonard…) parecían vivir en un carrusel de desaciertos.



Green, la acción defensiva del partido.




Golden State sigue vivo después de un extraordinario ejercicio de supervivencia. Se aseguran al menos volver a Oakland, despedir el Oracle Arena para siempre y seguir atisbando una remontada épica. Es lo mínimo que se merecen.



El G6 se presenta apasionante, en unas finales con las fuerzas justas y en las que vemos cómo va subiendo el nivel de dureza. Psicológicamente ambas escuadras tienen mucho que rumiar para sus adentros. Toronto tuvo el partido ganado y deben estar dándole vueltas a todo lo que sucedió después de pedir ese tiempo muerto que acabó favoreciendo al rival, pero Golden State estuvo a punto de dilapidar una ventaja de 14 puntos. Igualmente a nivel individual un jugador como Kawhi Leonard después de hacer una exhibición portentosa en tres minutos y medio acaba tomando malas decisiones en ataque y resultando inútil en defensa. ¿Le estará entrando el vértigo a Toronto? Lo mejor para el baloncesto, que sigue habiendo batalla. Lo peor, que perdemos a uno de los mejores jugadores del mundo para todo un año.




Los Splash Brothers no han dicho su última palabra.



lunes, 10 de junio de 2019

IBAKA Y EL TERROR




Ibaka está sembrando el terror en ambas zonas en estas finales.




No hubo punto de inflexión para Golden State en el G4 de las finales NBA. Toronto volvió a asomar su cara más depredadora, aunque en esta ocasión y a diferencia del tercer partido no fuera desde el comienzo, si no en una demoledora segunda parte que vuelve a tirar por tierra pronósticos y prejuicios y que plantea evidentes dudas sobre la solidez de algunos argumentos respecto a ambas franquicias, como es el uso de ambos banquillos. Alabamos la dosificación y reparto de minutos de Steve Kerr, pero, ¿quizás sea precisamente ese uno de las claves para entender el 3-1 actual a favor de Toronto?, es una pregunta que parece perfectamente válida cuando en el tercer curto el técnico tejano se empeñó en mantener un endeble backcourt formado por Curry y Cock por el que los Raptors penetraron como un cuchillo en mantequilla una y otra vez. La lección de pick&roll impartida por los hombres de Nurse fue de las que hacen época, y el ejecutor final de este bloqueo y continuación que se hartó de hundir el balo en el aro rival fue en casi todo momento el mismo hombre: Serge Ibaka, convertido ya en el siempre habitual “factor X” que aparece en todas las series finales.  


Salvo que Golden State logre la machada de voltear este 3-1 (y convertirse en el segundo equipo en la historia en hacerlo después de Cleveland en 2016 ante precisamente el equipo californiano) el MVP muy posiblemente sea para Kawhi Leonard. Sus descomunales 36 puntos, 12 rebotes, 2 asistencias y 4 rebotes no ofrecen dudas. Mantuvo al equipo durante una primera parte en la que los locales fueron superiores. 14 de los 17 puntos de su equipo en el primer cuarto llevaron su firma. Un primer acto en el que los de Kerr llegaron a mandar de 9 puntos en unos minutos de escasa calidad baloncestística, plagados de errores y de pérdidas de balón. Baste decir que el marcador tardó tres minutos en abrirse, tres minutos en los que entre ambos equipos llegaron a perder hasta siete balones. A dos minutos del descanso los Warriors aún seguían mandando con una diferencia de 8 (36-44), pero un pequeño parcial canadiense de 6-2 ajustaba el electrónico de cara a la segunda parte. Klay Thompson había dejado clara su importancia tanto como ejecutor y como amortiguador.  Lideraba la anotación de su equipo con 14 puntos, pero además su presencia empujaba a Danny Green de nuevo a su particular agujero negro de estos playoffs, y el escolta neoyorquino se iba a los vestuarios sin haber estrenado su cuenta anotadora. Lowry si firmaba unos decentes ocho puntos, pero la mitad de ellos desde el tiro libre. En resumidas cuentas, el backcourt titular de Toronto sólo había conseguido dos canastas en juego en toda la primera parte. Dato terrorífico. 


Tras el paso por los vestuarios, Kahwi, quien no había anotado en todo el segundo cuarto (empataba por tanto con Thompson como máximo anotador del partido con 14 puntos) clavaba dos triplazos en un visto y no visto para poner a Toronto dos arriba. Respondía Curry con otra canasta desde más allá del arco para devolver el mando a Golden State, y el partido por fin se ponía al nivel de calidad que se espera en unas series finales de la NBA. Thompson seguía dando clases de “catch & shoot” y Draymond Green dejaba la asistencia de la noche en un pase picado en contrataque que culminaba Igoudala con su primera canasta del partido. Eran los mejores minutos del encuentro, e incluso Golden State abría una pequeña brecha de cinco puntos, pero Toronto no se iba y volvería a ponerse por delante con una de los mejores detalles técnicos del partido, un pick&pop entre VanVleet y Gasol que dejaba al de Sant Boi libre para ajusticiar desde el triple. Parecía que tendríamos un partido igualado a partir de esos momentos, con Golden State tirando de la experiencia que se le supone a un equipo que lleva cinco finales consecutivas y demostrando que el plan de Kerr respecto a dosificación y uso de sus jugadores es correcto de cara a mantener a su equipo con opciones hasta el final de un partido, pero la realidad fue otra bien distinta. Los del Oracle se descompusieron como un azucarillo y Toronto se disparó en el marcador. El descanso de Thompson fue un momento especialmente significativo, en el apenas minuto y medio que la metralleta de Los Angeles tomo fuelle en el banquillo los de Kerr no vieron aro y cuando volvió a la pista se encontró con su equipo ocho abajo en el marcador. Pero lo peor no era estrictamente el marcador, si no la comodidad con la que los ataques visitantes tenían eficacia, con Ibaka como martillo pilón en el bloqueo y continuación y Leonard metiéndolas desde todas las posiciones. Una canasta lateral del alero californiano cerraba el tercer cuarto (Curry fallaría un intento triple posterior) en un preocupante y significativo para Golden State 79-67. Un triple de VanVleet abriendo el acto final dejaba a las claras que Toronto no iba a permitir reacción alguna de Golden State. Los de Kerr sólo lograron bajar de la decena de puntos de desventaja a tres minutos para el final (97-89), demasiado tarde ante un rival que tenía las ideas tan claras que ni siquiera necesitó de los puntos de Leonard en esos minutos finales. Fue el momento de Siakam, que con seis puntos en ese tramo definitivo sofocó cualquier mínimo intento de rebelión californiana que pudiera atisbarse. En realidad nadie hubiera apostado por que tal cosa hubiese sucedido, dejando una imagen realmente pobre para los inquilinos del Oracle Arena en el que puede haber sido el último partido en la historia de este pabellón si Toronto sentencia las finales en Ontario. Triste final para el escenario que ha visto crecer a uno de los equipos más legendarios de la historia como son los Golden State Warriors de la segunda mitad de esta década. 


Leonard apunta al MVP, qué duda cabe. Sus 30.7 puntos, 10.2 rebotes, 4 asistencias, 2 robos y un tapón por partido son incontestables. A su lado Siakam se ha convertido en el inesperado segundo espada, por delante de todo un Kyle Lowry. Después de explotar en el primer partido vuelve a dejar una excelente actuación en este G4 con 19 puntos y 5 rebotes. Pero no podemos evitar barrer un poco para casa y hacer un aparte sobre el partido que juega Serge Ibaka. Sus 20 puntos con un 75% de acierto en tiros de campo son números que no se veían en un suplente en unas series finales de la NBA desde un referente para los “sextos hombres” como el gran Vinnie Johnson, cuando el microondas de Detroit hizo 21 puntos a Portland en las finales de 1990 anotando 9 de sus 12 tiros de campo. Sinceramente creemos que el hispano-congoleño está siendo ese “factor X” al que nos referíamos y que siempre tiene que aparecer en el equipo campeón de unas finales. Ese jugador de labor más oscura pero que finalmente suma con aportaciones estadísticas con las que nadie contaba pero de un valor incalculable. Sus 9.5 puntos por partido tienen la vital importancia de que se producen con un 53.3% en tiros de campo. Una media anotadora muy estimable para un jugador que sale desde el banquillo, pero sobre todo una media anotadora que no necesita demasiados tiros para producir. Y por supuesto una actividad infatigable a ambos lados de la cancha, colocando más de dos tapones por partido (para la historia quedan los seis del G3) En un partido tan duro como fue el cuarto, con defensas al límite y que deja imágenes como la de Cousins “abrazando” en una falta personal a Siakam al poco de comenzar el encuentro, o VanVleet perdiendo un diente y mostrando una brecha en la cara tras un codazo de Livingston, Ibaka fue el gran superviviente, el terror hecho forma humana. Sus continuaciones tras bloqueo se mostraron absolutamente imparables para la defensa de Golden State, una vez más en entredicho al finalizar el partido. En ese sentido (y volvemos a barrer para casa) la mano de Scariolo es evidente. Hay que recordar que nuestro seleccionador nacional enrolado en el staff técnico de Toronto se dedica principalmente al aspecto ofensivo del equipo, e igualmente recordar su obsesión por el pick&roll. Y esto no es pecar de chauvinismo, ya que en la propia NBA se lleva tiempo hablando del “Spain pick&roll” en referencia a una de las jugadas favoritas de Scariolo en la selección y que muchos entrenadores de la mejor liga del mundo llevan utilizando desde que lo vieran en los Juegos Olímpicos de 2016. Uno de esos entrenadores es lógicamente Nick Nurse. 




VanVleet, víctima de la dureza de las finales.



Toronto Raptors tiene la próxima madrugada la primera de sus tres ocasiones para hacer historia y convertirse en la primera franquicia no estadounidense en conquistar el título de campeones de la NBA. Golden State sigue esperando a Kevin Durant, quien ya ha podido entrenar con sus compañeros buscando la heroica. Un Durant ahora mismo imprescindible para Kerr y el único que parece poder cambiar ciertas debilidades, no sólo en ataque (el 15 de 42 de Curry duele, un 35% para un jugador que durante la temporada lanzó con un 43% desde esa distancia), sino sobre todo en defensa. Si la baja de Thompson en el G3 ofreció la mejor versión de los exteriores rivales, Lowry y Green, la de Durant durante toda la serie, pero especialmente en el cuarto partido, muestra una endeblez terrible en las penetraciones hacia el aro de Toronto, allanadas sin los interminables brazos de Durantula en el camino. El éxito de Golden State en las últimas temporadas ha sido el de un baloncesto vertiginoso, de anotación compulsiva y ráfagas sin reparo en ataque, pero también dureza y brusquedad atrás, con jugadores como Igoudala o Green siendo ásperos como lijas ante los rivales. Lo cierto es que por mucho que en el G4 puedan “exhibir” el trofeo del diente de VanVleet, es Toronto quien está dejando impronta de “Bad Boys” en estas series, otro aspecto para entender el 3-1. Hasta un jugador tan poco reconocible en estas tareas como Lowry está sacrificando su facilidad ofensiva para reconvertirse en arisco perro de presa. 


Toronto sigue en modo depredador. 



viernes, 7 de junio de 2019

TORONTO INMISERICORDE











¿La dictadura de Golden State Warriors en los últimos cuatro años (con la salvedad de la épica remontada de Cleveland en las finales de 2016 de la NBA está tocando a su fin?, la respuesta parece estar en los problemas físicos del equipo de Steve Kerr. Sin Durant ni Thompson el cuadro californiano es un buen equipo, un gran equipo incluso, pero no el equipo excelente que si está siendo Toronto desde los últimos tres partidos de las finales del Este ante Milwaukee, cuando elevó su juego hasta un nivel del que parece no apearse.  


Y es que la afición del Oracle no pudo celebrar las canastas de Klay Thompson, quien finalmente fue baja por su lesión en el segundo partido, ni las de Kevin Durant, cuya vuelta comienza ya a ser asunto de estado en los despachos de Oakland. Recordemos además que hablamos de un jugador que será agente libre este verano y que puede estar viviendo sus últimas finales con Golden State… sin haberse vestido todavía de corto. Curiosamente el otro gran ausente, Thompson, también tendrá condición de agente libre pero a diferencia de Durant su futuro inmediato parece ligado al club que apostó por él en la undécima posición del draft de 2011. Aun con todo eso Kerr es capaz de poner un quinteto en el que hay cuatro all stars en liza (Curry, Igoudala, Green y Cousins), con Shaun Livingston supliendo la ausencia de Thompson. Desde luego es un muy buen quinteto, pero para todos aquellos que insisten que con este bloque Golden State ganó el anillo en 2015 ante los Cleveland de Irving y LeBron, hay que recordarles que los californianos también contaban con elementos de la valía de Harrison Barnes, Marreese Speights o Leandro Barbosa.  


Sin las otras dos principales vía de anotación de Steve Kerr, estaba claro que casi todo el ataque warrior caería sobre Stephen Curry. Suyos fueron los cinco primeros puntos de Golden State, dando la primera y única ventaja en todo el partido a los inquilinos del Oracle con un triple que ponía el 4-5. Apenas se llevaban jugados 78 segundos de partido, y ya nunca volvería a estar Golden State por delante. La superioridad canadiense tal que en el primer cuarto Toronto era ya capaz de anotarle 36 puntos a su rival, 3 puntos por minuto (repetirían estadística en el tercer acto), evidenciando que las bajas de Durant y de Thompson se notaban a ambos lados de la cancha. A este respecto hay que destacar la comodidad del partido de Lowry, con su mejor actuación individual hasta el momento. 23 puntos (5 de 9 en triples), 4 rebotes y 9 asistencias. Perdió tres balones, una cifra relativamente baja si tenemos en cuenta que jugó nada menos que 43 minutos. Sin Thompson la defensa de Warriors en el perímetro muerde mucho menos y los Raptors lo agradecen. Que se lo digan si no a Danny Green, el otro gran beneficiado de la ausencia de Thompson junto a Lowry. El escolta neoyorquino recuperó su versión más letal en unas finales recordando al jugador de los Spurs que llegó a tener el record de triples en unas finales en 2013 (record batido posteriormente por, como no, Stephen Curry) clavando seis triples como seis puñales en el corazón californiano. Otro de los nombres propios que deja el partido es Serge Ibaka. El hispano-congoleño sembró el terror defendiendo su propia zona con seis gorrazos en 21 minutos. Nunca un jugador saliendo del banquillo había sumado tantos tapones, con lo que el ex –ACB se asegura un sitio en el libro de honor de estas finales 2019. Y por supuesto hay que hablar de Leonard. Un día más en la oficina para el de Riverside. 30 puntos, 7 rebotes, 6 asistencias, 2 robos y 2 tapones para apuntalar aún más su candidatura a MVP de las finales si su equipo se proclama campeón. 


Stephen Curry hizo un partido descomunal por el lado californiano. Una exhibición al más puro estilo LeBron James. Rondando el triple-doble y liderando las principales estadísticas individuales de su equipo. 47 puntos, 8 rebotes y 7 asistencias. Máximo anotador, reboteador y asistente de los de Steve Kerr. Las comparaciones con su paisano de Akron van más allá de los números. Curry transmitió las mismas sensaciones de impotencia que veíamos en The King en las finales del pasado curso, cuando Golden State les pasaba por encima pese a los empeños de James en meter a Cleveland en la pelea. Y es que desde el cuarto partido de las finales de 2017, cuando precisamente Cleveland les vence 116-137, no recordábamos una noche en la que Golden State se haya visto tan superado y tan inferior al rival. Claro que a aquel cuarto partido se llegaba con 3-0 para los de Kerr, que de hecho sentenciarían en el quinto encuentro para poner el definitivo 4-1 en las series. Nada que ver con la realidad del 2-1 que maneja Toronto ahora mismo con el factor cancha recuperado en su primera comparecencia en el Oracle Arena. Golden State nunca tuvo opciones de ganar este partido. Hay que recordar que en el G1, pese a la brillante victoria y gran juego desplegado por los de Nurse los Warriors llegan a ponerse a 3 puntos (87-90) comenzando el último cuarto, sin embargo en esta tercera noche Toronto se mantuvo en diferencias en torno a la decena de puntos durante prácticamente todo el partido sin que el equipo de Curry divisase posibilidad alguna de remontada. Si en el G2 hacíamos hincapié del pobrísimo dato que suponían las 17 asistencias repartidas por Toronto en su conjunto, en esta ocasión subieron la estadística hasta 30 (Lowry liderando con 9), evidenciando de nuevo su magnífica circulación de balón y ritmo de juego. No tuvieron piedad del rival. Olieron sangre en cuanto conocieron la baja de Klay Thompson y como buenos terópodos despedazaron y devoraron a su presa. 


Kerr sigue mirando a la enfermería. Las buenas noticias son que Thompson reaparecerá en el G4. Más puntos, pero sobre todo más y mejor defensa en el perímetro. Lo necesitan. Las malas es que Kevin Durant sigue en ese particular “Day-to-Day” que tiene en vilo a todo Oakland y que de momento no confirma fecha de regreso. No será en el cuarto. La reunión de los Hamptons Five deberá esperar. 


De momento las finales han mostrado una cierta lógica en eventos de este tipo, y es la de la dificultad de ganar dos partidos seguidos entre dos rivales de una supuesta calidad similar, como deben ser los dos campeones de ambas conferencias de la liga. Veremos si Golden State mantiene dicha lógica igualando las series, abriendo el escenario de unas finales a 6-7 partidos, o Toronto lanza la segunda estocada consecutiva profanando tierra californiana y poniendo un 3-1 casi definitivo (tan definitivo que de hecho en toda la historia sólo una vez un equipo ha sido capaz de remontar esa desventaja en unas finales, y hemos tenido la suerte de verlo, fueron los Cleveland Cavaliers de 2016 precisamente ante Golden State)