jueves, 19 de enero de 2012

NO MIRES A LOS OJOS DE LA MAMBA

“¡Oh, Dios!
Soy tan feliz cuando me das tu dolor.
Ahora dame también tu amor.” 

(“Miedo”, Los Enemigos, “La vida mata”, 1990)   

Cartel promocional de uno de los espectaculares últimos anuncios de Kobe para Nike.



Las últimas actuaciones del escolta angelino Kobe Bryant vuelven a ponerle en la primera plana del baloncesto mundial. Aquella de la que realmente nunca ha salido, pero por si acaso hubiera alguna duda sobre si a sus 33 años la mamba negra aún no tenía suficiente veneno en sus colmillos para fulminar a sus rivales. Durante este mes de Enero le hemos visto hacer 37 puntos a Houston, 30 a Portland, 39 a los Warriors, 48 a Phoenix, 40 a Utah, 42 a Cleveland y 42 de nuevo a los vecinos Clippers. Todo esto en apenas dos semanas de auténtico vértigo anotador para esta serpiente asesina que ha bailado una danza mortal sin piedad con todo aquel que se ha ido encontrando en su camino. Ha sido tal su nivel de juego que ha vuelto a ponerse sobre el tapete ese viejo y a menudo estéril debate sobre la legitimidad de Kobe como sucesor de Michael Jordan, contribuido por el propio “His Airness” afirmando que Bryant es el único con derecho a recibir la comparación con su figura, en unas declaraciones a un periodista que está escribiendo la enésima biografía del mito de los Bulls. Los números anotadores de Kobe no dejan lugar a dudas, vuelve a estar a su mejor nivel, en ese escenario de baloncesto imposible en el que aprovecha cualquier recodo para encestar, acompañado siempre de una estética que hace que siga siendo posiblemente el jugador con mayor belleza en sus movimientos. Sutil como un bailarín y letal como esa mamba negra que ya se ha convertido en su mejor apodo. Pero más allá de sus estratosféricos números en anotación Kobe está demostrando que no le ha afectado el cambio de estilo tan pronunciado que se ha producido en la franquicia angelina, históricamente un club consagrado al espectáculo y al “showtime”, y ahora convertido en un equipo basado en la fortaleza defensiva y el orden en ataque por obra y gracia de Mike Brown (y Ettore Messina) Sus estadísticas hasta el momento son de 30.8 puntos, 5.7 rebotes y 5.5 asistencias, que le sitúan como uno de los más firmes candidatos al MVP. Cuando parecía que su reinado en la mejor liga del mundo claudicaba frente a la pujanza de los LeBron James, Kevin Durant o Derrick Rose, el genio de Philadelphia vuelve a ofrecer su mejor baloncesto para disfrute de todos los aficionados, y demuestra una vez más y como hemos visto en tantos ejemplos que los 33 años no es si no la edad ideal para comenzar a jugar mejor que nunca a este deporte.   

El mejor "fade away" de la liga, poesía en movimiento.


Pero hay algo más detrás de la fantástica temporada de Kobe Bryant hasta la fecha, un contexto que uno ya no sabe bien como calificarlo, si de locura, masoquismo, o excitación. Me refiero al hecho de que el escolta está jugando con los ligamentos de la muñeca derecha desgarrados desde que comenzó el actual curso, a causa de una lesión en un partido de pretemporada ante los Clippers. Kobe se está inyectado analgésicos por vena cada noche para aguantar el dolor, pero está claro que no piensa parar y dejar al equipo en la estacada en una temporada que se presumía complicada. Se estima que si pasase por el quirófano para reparar su serio desgarro muscular (es decir, lo que haría cualquier persona con una mente normal) tendría que estar unos tres meses de baja. Algo impensable para un auténtico enfermo de este deporte y alguien para quien competir es como respirar. Las dudas que me surgen son sobre su participación en los JJOO de Londres. Como ya expresé en una anterior entrada, el oro en los Juegos Olímpicos es lo más grande a lo que puede aspirar deportista alguno, y por ello es muy difícil que ninguna de las estrellas americanas vaya a borrarse de la lista final. No obstante Kobe ya tiene este oro, y quien sabe si aprovecharía el verano para parar de una vez y curarse, o si en realidad seguirá aguantando el dolor y se calzará la zamarra yanqui para conseguir su segundo oro olímpico e igualar así en otro registro a Michael Jordan. Sea como fuere hay que quitarse el sombrero ante Kobe Bryant, un auténtico “old school” al que ya hemos visto en otras ocasiones jugar lesionado y hacerlo al máximo nivel. Un tipo de otro pasta. O quizás sea una cuestión que obedece a la naturaleza y la genética animal, cuanto más sufre, más ataca. 


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