jueves, 20 de junio de 2013

AL MADRID DE LASO LE SALEN LOS DIENTES


La madurez blanca.


El Real Madrid de Pablo Laso crece y se hace con el título de campeón de Liga Endesa 2012-13. Certifica con ello una temporada magnífica (en la competición liguera su balance presenta 38 victorias por tan sólo 6 derrotas) y lo que es más importante, un crecimiento tanto de juego como mental. Aquel niño travieso que ganaba una Copa del Rey el pasado curso a base de ametrallar el aro rival sin piedad es ya un hombre que sabe moverse en aguas turbulentas como las planteadas por Xavi Pascual en estas finales. Finalistas de Euroliga y campeones domésticos, el Madrid de Laso ya no es sólo un equipo atractivo que atrae aficionados a los pabellones, si no que adquiere, por fin, genética ganadora en unos jugadores que aún siendo jóvenes la mayor parte de ellos ya comenzaban a sentirse exigidos en su palmarés.  

No han sido las mejores finales posibles en cuanto a calidad baloncestística, sobre todo si se las compara con las de la pasada temporada, lo cual incluso concede mayor mérito a los de Laso, vencedores pese a no poder encontrar su habitual estilo de juego gracias al trabajo táctico de un Xavi Pascual que pese a lidiar con innumerables problemas físicos dentro de su plantilla ha mantenido a su equipo en todo momento con opciones. Admirable una vez más el trabajo del técnico catalán. 

Si encontró el Real Madrid su identidad en el fulgurante comienzo de partido, marcado por la sorprendente titularidad del cañonero Jaycee Carroll. Desconozco si Laso está siguiendo las finales de la NBA, pero su declaración de intenciones con el tirador mormón es comparable a la confianza de Gregg Popovich en Manu Ginobili, cuando tras cuatro partidos desacertado el argentino se vio “premiado” con la titularidad por parte de su técnico. Lejos de defenestrar a quien es una pieza clave de tu engranaje, confianza máxima. El hombre de Laramie tardó sólo 18 segundos en intentar su primer lanzamiento triple, la primera bola que recibió. Erró, pero no mermó su confianza. Seis puntos suyos lideraron el primer parcial importante del partido. Un 10-0 cerrado con un contrataque de un enrabietado Llull. El Madrid desataba una tormenta perfecta sobre el parquet del Palacio de Los Deportes, hasta que Pascual paró el partido con el primer tiempo muerto. Para entonces ya se había visto que la presencia de Navarro en el cinco inicial era un farol. El capitán azulgrana no estaba para jugar, pero su presencia siempre se hace notar, o eso debió pensar Pascual. Quien si se hizo notar fue Joe Ingles. Con un triple inauguró el casillero de puntos barcelonista. Anotaría cuatro más en un partido implacable e impecable (25 puntos con 10 de 13 en tiros de campo) protagonizando junto a ese monumento viviente al baloncesto llamado Sarunas Jasikevicius un glorioso ejercicio de supervivencia. El Barcelona nunca se rinde y cayó con la cabeza bien alta. Después de que una canasta de Begic pusiera el 12-3 un pequeño parcial de 0-6 frenaba el impacto de la primera gran acometida blanca. Aún habría una segunda en este primer cuarto, con los entrenadores moviendo el banquillo con mucha más celeridad que en partidos anteriores. Llull volvía a estirar la ventaja a diez puntos (20-10), y Pascual se encomendó al genio de Jasikevicius, quien parecía quitarse diez años de encima y comenzaba a practicar un baloncesto a la altura del MVP de las finales de 2003, cuando se merendó en tres partidos al Pamesa Valencia. Anotación y pases de fantasía servidos por el lituano metieron al Barcelona definitivamente en el partido con otro parcial de 0-8 (20-18) para acabar el primer cuarto, y todo ello con una costilla rota. Un auténtico genio.   


Llull dirigió las primeras embestidas blancas.


Se reanudaba el partido con Tomic igualando el marcador tras otra genial asistencia del lituano. El pívot croata, una vez más, haciendo mejores números que su incidencia real en los resultados. Deja las finales con una buena tarjeta estadística, y sin embargo se ha diluido en los finales de partido y ha dado la sensación de que no ha podido con un Begic que con menos minutos en cancha ha sido posiblemente más importante para su equipo que Ante para el suyo. No queremos hacer sangre en este aspecto, pero dudo que haya una pareja interior mejor pagada en Europa y con mayor calidad que la de Lorbek-Tomic… y a la vez más blanda y falta de carácter. De carácter anda sobrado un tal Felipe Reyes, quien comenzó a sembrar nuevamente el pánico en el rebote ofensivo. Sobre el cordobés ya escribiremos largo y tendido en próximas ocasiones. Injustamente tratado por una parte (menor, pero ruidosa y dañina) de la afición, esa para la cual el madridismo “verdadero” es despreciar a capitanes y símbolos acusándoles de jugadores mimados y cánceres enquistados con el favor de la prensa, se reivindica en estas finales como el alma blanca que se parte el pecho por el escudo de la camiseta. Lideró en todo momento al equipo en los cinco partidos cuando peor pintaban las cosas, y anoche no fue una excepción. El capitán encabezó la valiosa segunda unidad de Laso junto a los Rodríguez, Draper, Darden o Slaughter. El partido entró entonces en un intercambio de canastas hasta que Ingles con cinco puntos consecutivos daba la primera (y última) ventaja del partido a los azulgranas. 31-32 mediado el segundo cuarto. Tras el consiguiente tiempo muerto adviene el tercer arreón blanco. Un parcial de 10-0 espoleado por el veloz Draper cierra el partido al descanso con 9 arriba para los blancos, 41-32. ¿Serían los de Laso capaces de rematar la faena, o dejarían a volver escapar la ocasión de sentenciar al rival? 

Los minutos iniciales tras el paso por vestuarios se antojaban claves. Se presumía una salida corajuda del Barcelona para luchar por el título, de modo que Laso lo tenía claro. No nos conformemos con estos 9 puntos de ventaja, busquemos el cuarto arreón blanco. Y hagámoslo con nuestra vieja receta de siempre: defensa y contrataque. El hiperactivo Rudy fue el primero en tomar nota, un robo en el primer ataque visitante lo culmina con un mate. Posteriormente finaliza otra contra servida por Llull, tras robar el menorquín la cartera a un Oleson tan desgastado en su defensa a Carroll que veía menguar sus fuerzas en ataque. Tras un tiro libre de Tomic y dos puntos de Mirotic llegaría el delirio. En su vigésimo intento desde más allá del 6.75 Rudy hacía diana y lograba la máxima diferencia para el Real Madrid, 50-33. El parcial del tercer cuarto era de 8-1. Rudy finalizó las finales con un infame 1 de 24 en triples, y sin embargo ha hecho un trabajo notable. Lamentablemente habrá quien sólo mire su estadística en el triple, pero quédense con su defensa de anticipación y su actividad reboteadora y tendrán a otro de los puntales en el triunfo blanco. El Barcelona vivía sus momentos más delicados. La liga se les iba de las manos. Se hacía necesario que algún valiente diese un paso al frente. Algún jugador capaz de creer en la victoria. Ya hemos hablado de la importancia de la fe en estas finales.Y Pascual encontró no un jugador, si no dos. Con Navarro lesionado, Lorbek pasota, Huertas inexistente, Tomic en su habitual cuesta debajo de las segundas partes, y Oleson pagando caro su esfuerzo defensivo, la plantilla más cara de nuestra liga, el presupuesto más alto de la ACB, se encomendó a dos locos maravillosos empeñados en hacer posible lo imposible. Si el partido no se acabó mediado en el tercer cuarto fue gracias a la testarudez de estos dos jugadores. Ingles martilleando el aro rival sin piedad y Jasikevicius dando un auténtico clinic de baloncesto. Juntos se conjugaron para darle vida y emoción al asunto. Un parcial de 5-15 antes del final de cuarto (diez puntos del australiano y cinco del lituano) estrechaban el marcador en un 55-48 de cara a los diez minutos finales de la temporada. El Barcelona ganaba por fin un cuarto (14-15) y aguaba la anticipada fiesta de un Palacio exultante y rebosante de pasión por el baloncesto madridista.  


Ingles y Darden mantuvieron el mejor duelo del partido.


El último acto comenzaba con un bello intercambio de golpes entre dos buenos púgiles como Ingles y Tremmell Darden (otro factor clave para Laso) Los dos aleros sumaban para sus respectivos equipos y gracias a eso el Madrid mantenía su pequeña pero quizás suficiente ventaja. Un pequeño parcial de 6-0 parecía romper definitivamente el partido. 64-51 a falta de siete minutos. Ya no hubo lugar para el milagro, por mucho que Ingles y Jasikevicius lo siguieran intentando. Eran demasiado poco, pese al partidazo de ambos, contra un Madrid en el que Felipe Reyes seguía dominando el rebote y sacando faltas personales con su colosal lucha y en el que Rudy, pese a seguir fallando triples, se gustaba. Una canasta del mallorquín tras rebote ofensivo a fallo de Darden ponía un insalvable 76-64 a falta de menos de dos minutos para la bocina final. Aún así Jasikevicius volvería a sacar la garra de campeón que siempre ha caracterizado al genio lituano para dirigir un parcial de 0-7 que abría un mínimo resquicio de esperanza para los visitantes, pero Sergio Rodríguez y Felipe Reyes cerraron el partido, y la liga, desde el tiro libre. 

Justa victoria liguera para un Real Madrid que ha sido el gran dominador de la temporada y cuyo trabajo desde Septiembre finalmente ha dado sus frutos. No falló durante la temporada regular, dejando un baloncesto magnífico con números incontestables (30 victorias por 4 derrotas, máximo anotador de la competición con 87.79 puntos por partido, máximo reboteador con 35.68 rechaces por partido, máximo taponador con 3.68 y con la mejor valoración media por encuentro, incluso ha sido el equipo más “matador” con 2.91 mates por choque, contribuyendo al espectáculo), pero también ha sabido resolver a la hora de la verdad demostrando que el grupo de Laso ha crecido en mentalidad competitiva. Hay que darle la enhorabuena a don Pablo Laso, quien ya no es sólo un entrenador que apuesta por un juego bonito si no que entra de pleno derecho en la genealogía ganadora del club madridista. Sin hacer ruido, sin defenestrar jugadores, sin alzar la voz y sin buscar tener razón a toda costa. Sin el nombre de Ettore Messina, pero ya con 3 títulos ganados a sus espaldas. Enhorabuena y gracias, Pablo. Enhorabuena y gracias también al gran capitán, Felipe Reyes, pero de eso ya hablaremos en otra ocasión. Hay muchas cuentas que saldar y mucho bocazas que no sabe donde esconderse un día como el de hoy.   


Ladran, luego cabalgamos.




2 comentarios:

  1. Yo lo único que puedo decir es, gracias Pablo Laso. Este tío, el solito, ha devuelto al baloncesto a su lugar. Los odiadores tendrán que esperar a tiempos "peores"

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  2. Si señor... ha sido una gran temporada con un magnífico final... perder hubiera sido un palo, nos quedaría el consuelo de todo lo disfrutado desde Septiembre en liga regular, pero nos iban a dar palos por todos lados... magnífica entrevista a Laso que he escuchado esta noche, afirma no ser resultadista (le creo) y se basa en que un partido, una final (la de ayer, por eje,plo), no puede suponer echar por tierra el trabajo de toda una temporada... aún así necesitábamos este paso de madurez a la hora de las finales... ahora a seguir así, y crecer más incluso...

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