lunes, 10 de junio de 2013

LA ÉPICA COMO RECURSO


La furia

Intenso primer partido de las series finales de la Liga Endesa entre Real Madrid y Barcelona el disputado ayer en el Palacio de Los Deportes. Los dos colosos de nuestro baloncesto parecen empeñados en revivir la mítica rivalidad de los 80 cuando aquellas inolvidables plantillas dirigidas por Lolo Sainz y Aito García Reneses nos regalaban encuentros para el recuerdo. De modo que para inaugurar las actuales finales y a falta de baloncesto de gran calidad (sobre todo por parte del Real Madrid, cuyo triunfo ofrece poco brillo) tuvimos uno de esos choques de los que se puede decir que tuvo de todo: alternativas, lucha, intensidad, emoción, polémica y hasta tangana (sin que la sangre llegase al río afortunadamente)   

Salió muy serio el equipo de Laso, sobre todo atrás. Tanto que aún jugándose a un ritmo en principio favorable al Barcelona el Madrid estaba cómodo. Viendo aro con relativa facilidad, sobre todo por medio de Rudy, y desactivando el ataque de un Barcelona donde sólo Huertas llevaba puntos al casillero azulgrana (suyos fueron los seis primeros tantos de su equipo) Suárez y Begic ofrecían sobriedad defensiva mientras Tomic y Wallace se diluían. En los compases finales de ese primer acto comenzaron a definirse aspectos que marcarían el devenir posterior del encuentro. La entrada de Sada por Huertas lejos de mermar al Barcelona le dio alas. Mavrokefalidis ofreció más solvencia que un Tomic al que le vino bien “leer” un poco el partido desde el banquillo, y Sergio Rodríguez por parte blanca no fue capaz de cambiar el ritmo del partido como en otras ocasiones (el partido de Final Four entre estos mismos equipos sin ir más lejos) Evidentemente hay que considerar que este Barcelona es superior al cuadro azulgrana que se presentó en Londres. El pívot griego Mavrokefalidis ofrece relevo de calidad para Tomic (recordemos que en la cita continental Jawai llegó lesionado, jugando un solo minuto y lesionándose para el resto de temporada) y Brad Oleson es una pieza mucho más valiosa que la que puede suponer Tremmell Darden en el bando blanco. Aún así los de Laso cerraron el primer cuarto con una ventaja de siete puntos (21-14) gracias a dos últimos triples de Sergio Rodríguez agotando posesión y de Llull sobre la bocina del acto. El Madrid ganaba, incluso con cierta comodidad, pero comenzaba a dar síntomas de sufrimiento. 

En el segundo cuarto Sada inició su recital, aparte de dar muestras una vez más de su impecable trabajo defensivo tanto sobre un inoperante Carroll como sobre un desconcertante Rodríguez demasiado viciado en amasar la bola. Un triple del badalonés ponía por primera vez por delante a los blaugranas (23-25), y a partir de ahí vino el vendaval. Hasta 31 puntos llegaron a anotar los de Pascual durante este parcial. Navarro y Sada hacían daño por fuera y Tomic empezaba a hacerse notar. Lorbek, sin estar fino en su tiro, también sumaba metiéndose en la zona ante un Mirotic al que parece que las finales le siguen quedando grandes. El Chacho Sergio Rodríguez pese a no encontrar su habitual facilidad para el pase mantenía con cierta vida a su equipo gracias a su acierto en el triple, y con ello el Madrid no acababa de desaparecer por completo del partido. Pese a todo el marcador con el que se llagaba al descanso era concluyente. Diez puntos arriba para los de Pascual (35-45) con un parcial demoledor en el segundo acto (14-31) El Barcelona le había dado un fenomenal repaso a un Real Madrid que cogía el camino a los vestuarios tocado y hundido. Le habían pasado por encima.   


Sada en versión killer.


No cambió mucho el panorama en la reanudación, el Barcelona se seguía mostrando superior y la diferencia se movía en una horquilla de entre 8 y 12 puntos para los de Pascual. Sada se disfrazaba de Navarro y lograba ejercer de pesadilla para los blancos, inoperantes en ataque y sin ser capaces de mostrar la dureza de su rival atrás. En ese sentido hay que felicitar nuevamente a Xavi Pascual, su trabajo de mentalización y capacidad para dotar de competitividad a sus jugadores esté quien esté en pista es encomiable. Ha conseguido convertir a purasangres ofensivos como Joe Ingles o C.J.Wallace en guerrilleros para la causa y especialistas defensivos. La importancia de Pascual en los éxitos de este grupo de jugadores es mucho mayor de lo que generalmente se le reconoce. Las sensaciones que transmitía el partido eran desalentadoras para el conjunto local, que recurría a ramalazos de coraje de Llull y Rudy para que el partido no se les fuera completamente. Bajo ese prisma hay que admirar a los blancos, pese al mal partido realizado, se advertía la fe instalada en el cuerpo de algunos de sus jugadores (los citados Llull y Rudy más El Chacho, Felipe Reyes o Marcus Slaughter) Si no iba a ser por baloncesto, había que intentarlo por testiculina. Pero parecía remar para morir en la orilla. Huertas tomaba el relevo de Sada y el Barcelona seguía anotando con facilidad. Un triple de Ingles a minuto y medio del final del cuarto volvía a poner una losa de 12 puntos de diferencia entre ambos finalistas. Cuatro puntos consecutivos de Llull y la impresionante actitud defensiva de Slaughter mantenían con vida al equipo de Laso al cierre del acto. Incluso el resultado pudo acortarse aún más de no haber fallado increíblemente Felipe Reyes una canasta completamente sólo bajo el aro prácticamente sobre la bocina, a pase de un Sergio Rodríguez que volvía a recobrar su versión mayestática de excelso director de juego. 50-58 para comenzar el cuarto definitivo. Un Madrid voluntarioso sólo había sido capaz de recortar dos puntos de diferencia tras el descanso. La cosa seguía pintando fea. 

Y Navarro la ponía peor con un triple al inicio del último acto. De nuevo por encima de la decena de puntos. Carroll respondía con otra canasta desde más allá del 6.75 en una de sus escasas aportaciones. A partir de ahí diferencias entre7 y 10 puntos con cierta comodidad para el Barcelona. Pero enfrente había un rival con fe, mucha fe, y piernas para no desfallecer. Encomiable Slaughter, hemos de insistir en ello. Presionando a media cancha y en ocasiones cancha entera. Retrasando la subida del base rival para que el inicio de su ataque estático ya comience comprometido. Esos diez segundos que le quitaba a Sada en esas subidas de balón fueron oro para la defensa del Madrid. Un elemento de estas características es tan valioso que permite a Laso manejar defensas alternativas que empiezan y acaban en el jugador californiano, capaz de subir a presionar a todo el campo y “bajar el culo” poco después para pegarse con Tomic. El propio jugador croata ponía por última vez una ventaja de una decena de puntos para su equipo (55-65) a falta de menos de siete minutos para el final del partido. Parecía encarrilado, pero el Madrid seguía trabajando atrás, y los dos sergios comenzaban a correr. Si el equipo blanco iba a perder el partido, al menos que no fuera ni por lucha ni por piernas. Un parcial de 6-0 dejaba el marcador en 61-65 a falta de cuatro minutos y medio. Había partido. Xavi Pascual pedía tiempo muerto, y en la siguiente jugada su equipo perdía la posesión. El entrenador catalán arriesgaba y decidía parar nuevamente el partido agotando sus tiempos. La duda se comenzaba a instalar en el bando azulgrana. El Madrid se crecía gracias a su inquebrantable fe. Fe en un estilo y en una manera de entender el baloncesto. Y aquí permítanme hacer una digresión en torno a la figura de Sergio Rodríguez. Cuando volvió del baloncesto profesional estadounidense después de una aventura NBA en la que no pudo demostrar toda su clase, fue señalado por un mal curso a las órdenes de un Ettore Messina que no creía en él. Aquí creímos en él. Al comienzo de la temporada siguiente, la primera de Laso como entrenador blanco, encabezó nuestro ranking de bases a seguir para el curso entrante. El Chacho estaba por aquel entonces defenestrado para una parte de la afición que argumentaba que era casi un ex –jugador de baloncesto de 25 años. En este blog escribimos literalmente: “Sí, lo sabemos. Lo de Sergio Rodríguez sólo se puede explicar desde el punto de vista de la fe. O crees o no crees. Y yo si creo.El pie de foto que ilustraba la estampa del jugador reflejaba un grito de guerra: “Believe in El Chacho” Y esa fe en el jugador significa apostar por él en los buenos y en los malos momentos. Significa no desesperarse porque pierda un par de balones seguidos ni señalarle públicamente gritándole mientras lo mandas al banquillo delante de toda una afición y de las cámaras de televisión para que quede claro quien manda en el equipo. Al Chacho no se le pueden cortar las alas. Cerramos digresión, volvemos al domingo. Dejábamos el partido con 61-65 con Sergio Rodríguez comenzando a volar sobre la defensa rival. Otra canasta suya y una asistencia que culmina Rudy en mate pone el empate en el marcador y el delirio en las gradas. Pero las remontadas se cumplen cuando te pones por encima en el luminoso. El Madrid aún no lo había hecho. Partido caliente, tenía que aparecer Navarro. Inteligentemente saca falta a Felipe sobre la línea de 6.75. En los tiros libres no perdona. 65-68.Al Madrid le entran entonces las prisas. El Chacho falla el siguiente ataque. Huertas hace lo propio desde el triple. Vuelve a aparecer Navarro, primero en defensa robando balón sobre un apático Mirotic, y regresando al tiro libre tras falta de Rudy. 65-70 y dos minutos y medio por jugarse. Navarro parecía poner las cosas en su sitio, por si fuera poco Mirotic certificaba su ausencia del partido fallando dos tiros libres seguidos tras una lucha en el rebote después del fallo en el triple de un precipitado Rudy. Pero ya saben lo que tenían enfrente, fe. Y eso dicen que mueve montañas. El Chacho se sacó de la manga un 2+1 frente al gigante Tomic para que nadie se olvidase que allí había un jugador que quería ganar el partido. Huertas, el verdugo del Madrid en el primer partido de la final del pasado curso, responde con una canasta que significaría el 68-72 a 1.45 para el final del partido. El Barcelona no volvería a anotar. En apenas cinco segundos otro triple de fe de, quien si no, El Chacho, pone el 71-72. Oleson falla en el ataque siguiente y el partido llega a esos momentos de pura taquicardia. Emerge entonces la figura del gran capitán, Felipe Reyes, primero capturando un rebote en ataque tras fallo de Rodríguez que el ala-pívot cordobés transforma en el 73-72. ¡El Madrid se ponía por delante por primera vez en más de 20 minutos, y lo hacía en el último minuto del encuentro! A Navarro se le cruzan los cables en el posterior ataque y regala la bola ante la defensa de Mirotic. Posesión blanca a unos 50 segundos del final. Rudy se precipita de nuevo buscando el triple, ¡y vuelve a aparecer Felipe en el rebote para asegurar otra posesión madridista! Llull se equivoca finalizando ese ataque en una penetración suicida ante las torres azulgranas y es turno para la jugada de la polémica. La contra barcelonista se salda con un dudoso saque de banda para los de Laso. A estas alturas ya todo el mundo habrá visto la acción repetidas veces. Sada cruza la cancha como un rayo y cuando encara el aro rival se encuentra con Llull a su izquierda y Rodríguez a su derecha malogrando la jugada. El balón sale despedido por línea de fondo y los árbitros conceden posesión para los blancos. A partir de ahí caben múltiples versiones. Lo triste es que la mayoría de ellas sean de modo interesado según el forofismo de cada cual. Cabe la posibilidad de falta de Llull, cabe la posibilidad de falta del Chacho, cabe la posibilidad de que no haya ninguna falta, cabe la posibilidad de un fuera a favor del Barcelona o un fuera a favor del Madrid. El entrenador y video-blogger Piti Hurtado, habituado a hacer un magnífico trabajo en jugadas de este tipo, es incapaz de mojarse al respecto y al ciento por ciento, aunque si parece advertir que no hay falta personal. No valen fanatismos en este caso. El propio Piti analizó hace días una jugada tan dudosa como el 2+1 con el que, otra vez, Sada, sentenciaba el segundo partido de semifinales contra el Gran Canaria. En esa ocasión el citado analista se inclinaba a pensar que la canasta del base catalán estaba dentro del tiempo. Por tanto huyamos del forofismo y del análisis sesgado por unos colores. En mi opinión también parece difícil que haya falta personal, después de ver la jugada repetidas decenas de veces. Bastante más probable es que sí fuera posesión barcelonista, pero con menos de tres segundos parece muy aventurado asegurar que el Barcelona se hubiera llevado el partido. Lo que si tengo claro es que si el partido se hubiera jugado en cancha azulgrana el desenlace arbitral hubiera sido otro y favorable a los intereses de los de Pascual (y al partido contra Gran Canaria me remito), como tampoco dudo de que a lo largo de la serie habrás más jugadas polémicas y dudosas y la balanza en la próxima ocasión se decantará del lado blaugrana. Suele suceder. Pero que este tipo de cosas no saquen lo peor de lo que rodea al deporte, los forofismos y talibanismos y los que ven el juego como una oportunidad para ondear la bandera del “anti” más que para disfrutar con el espectáculo del deporte y las evoluciones de sus equipos. Tras la polémica, saldada con una técnica a un Navarro perdiendo los papeles, Sergio Rodríguez anotó sólo uno de los dos tiros libres pero aún así Rudy capturaba de nuevo el rebote ofensivo para dejar de nuevo en evidencia la falta de ambición blaugrana a la hora de proteger el tablero en los minutos finales del partido. Eso, y no la jugada de Sada, fue lo que les costó el partido.   


El capitán siempre da la cara.



En resumén un choque vibrante en el que como sucediera en el primer partido de la final de la pasada temporada no ganó el mejor ni quien hizo mejor baloncesto, si no quien mejor templó sus ánimos en los momentos finales y tuvo más fe. El Madrid, pese a llevarse el primer punto, deja muchas dudas. Laso fue superado por Pascual durante varias fases del encuentro. Cuesta entender la desaparición de Carlos Suárez después de su magnífico trabajo en el primer cuarto. Preocupante que a Mirotic se le siga encogiendo la mano cuando llegan estos envites. Y los otros dos líderes naturales del equipo, Llull y Rudy, mantienen ese exceso de hiperactividad adrenalínica que en ocasiones les lleva a tomar decisiones equivocadas (el Madrid jugó muy mal ese último minuto después de ponerse por delante) Toca por tanto hacer autocrítica en el vestuario blanco (el mismo Mirotic según aseguran en Onda Cero acudió ayer por la tarde al Palacio a hacer sesiones individuales de tiro por su propia cuenta) para recuperar su mejor baloncesto, ese que le ha llevado a firmar hasta el momento un impresionante balance de 36 victorias por tan sólo 4 derrotas en sus partidos de Liga Endesa entre liga regular y play offs. Claro que eso no sirve de nada si no se levanta el cetro final. Y ahí es donde el Madrid necesita mayores argumentos que el de la épica, por mucha fe que acumule ese genio barbudo llamado Sergio Rodríguez.    


Keep the faith. 

2 comentarios:

  1. lo de llul no lo veo, pero sergio rodriguez creo que hace falta con las dos manos, y creo que le honra reconocerlo en la medida que ha podido.

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  2. El Chacho va con las dos manos, con la izquierda yo creo que no hay nada... la derecha apenas se ve en las repeticiones, o sea que no digo nada... el jugador reconoce a Sada que "pude haber hecho falta", pero tampoco lo asegura, vamos, que en una pachanga entre colegas posiblemente si la reconociese, pero en una final de liga la cosa cambia... dudoso.

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