Lleva un tiempo el baloncesto español (cuatro
temporadas concretamente, desde la llegada de Pablo Laso al banquillo blanco)
viendo como los dos clásicos de nuestro baloncesto se reparten los títulos
nacionales en un bipartidismo que a corto plazo no parece vislumbrar su fin. Proyectos
campeones como fueron el Baskonia de Ivanovic, el Unicaja de Scariolo o el
Joventut de Aíto, se antojan impensables a día de hoy (y no ha transcurrido
tanto tiempo desde aquello) El último gran asalto al poder lo protagonizó el
Bilbao de Katsikaris eliminando en semifinales al Real Madrid de Messina/Molin.
Desde entonces Real Madrid y Barcelona se han jugado las finales de todos los
títulos domésticos en juego, excepto cuando el cuadro del torneo en cuestión
les ha hecho enfrentarse anteriormente (Supercopa de la temporada 2011-12,
semifinales, y los cuartos de final de la Copa 2013) De modo que de los últimos
12 títulos nacionales en estos últimos cuatro años (insistimos, desde la
llegada de Laso), ambos equipos han disputado diez finales entre sí, ganando el
Barça de Xavi Pascual dos de ellas (ambos títulos ligueros) y el Madrid siete
(tres supercopas, tres copas y una liga, y eso que según algunos Pablo Laso es
un perdedor de finales), queda por dilucidar quienes saldrán vencedores en la
décima final entre dos técnicos que ya son historia en sus respectivos clubes,
y que han sabido sofocar las rebeliones de asalto al poder establecido de
equipos como el Valencia de Perasovic (o Durán) o el Unicaja de Joan Plaza.
En el caso de Xavi Pascual incluso podríamos hablar
de la época más exitosa del baloncesto culé, sólo comparable a la de Aíto, a
quien siempre le faltó la Copa de Europa para rubricar una trayectoria
espectacular, título que Xavi sí posee. Con sólo 42 años, y 7 temporadas al
frente de la nave azulgrana, este ingeniero técnico industrial ha poblado las
vitrinas del club con 4 ligas, 3 copas, 3 supercopas y 1 euroliga Sobre Laso,
la exigencia de llevar las riendas del club más laureado de Europa, hace que en
todo caso hablemos de reverdecer viejos laureles. No obstante la magnitud de lo
conseguido por el vitoriano sólo aguanta la comparación con los dos grandes
mitos del banquillo madridista: Pedro Ferrándiz y Lolo Sainz. Sobre el “hall of
famer” Ferrándiz sólo cabe ponerse de pie. Un nombre propio que evoca el
baloncesto con mayúsculas. Entrenador del Real Madrid durante prácticamente
década y media y ejemplo, por desgracia hoy día impensable, de longevidad en un
banquillo. Los frutos de su trabajo se tradujeron en 12 ligas, 11 copas y 4
copas de Europa. Y también perdía finales. De hecho en Copa de Europa perdió cuatro,
incluyendo las dos primeras (sí, como Laso) Su alumno aventajado fue Lolo Sainz,
primero como jugador y posteriormente como técnico, sucesor natural del maestro
Ferrándiz y que en otro ejemplo de continuidad en un proyecto (y un proyecto
ganador) fue primer entrenador del Real Madrid de baloncesto durante 14
temporadas, saldadas con 7 ligas, 2 copas, 2 copas de Europa, 2 recopas, una
Korac y un mundial de clubes. Y también perdía finales (en Copa de Europa
perdió tres) Dudo mucho que en el Madrid actual, con la espada de Damocles de
Florentino Pérez blandiendo constantemente sobre su cabeza (miren a Ancelotti),
Laso pueda llegar a los años (y por tanto los títulos) de los dos grandes mitos
del banquillo blanco (pero el citado presidente Pérez, al que tanto le gusta
hablar de madridismo, debería repasar un poco la historia del club para saber
valorar lo que supone jugar finales… aunque muchas veces se pierdan), pero si
obviamos a los grandes símbolos que son Ferrándiz y Sainz, la trayectoria de
Laso tritura completamente a sus antecesores, y no hablamos de unos nombres
cualesquiera: Scariolo, Imbroda, Lamas, Maljkovic, Messina… ninguno de ellos
aguanta mínimamente la comparación con Laso, un entrenador del que resultaría
sonrojante y de auténtica vergüenza ajena repasar las hemeroteca y leer la
cantidad de despropósitos que se escribieron a su llegada al banquillo blanco. Conscientemente
hemos evitado el nombre de Joan Plaza al ser tema aparte, no sólo por ser el
único técnico en haber ganado títulos para el Real Madrid antes de la
contratación del vitoriano, sino porque el suyo no era un nombre contrastado
todavía en los banquillos continentales (cosa que espero haya cambiado y nadie
dude ya que Plaza es uno de los grandes)
Los mitos madridistas |
Plaza y Pascual podían haberse convertido en los
Sainz y Aíto de este siglo. Los herederos de la rivalidad más enconada y
apasionante de nuestro baloncesto. Al bueno de Joan no le dejaron. Pablo Laso,
a pesar de todas las zancadillas recibidas, aguanta el envite como buen vasco y
los aficionados lo agradecemos. Su baloncesto además de ganar títulos obtiene
la victoria no cuantificable del buen gusto por el juego, y de llenar (esto sí
es cuantificable, y en el club lo saben, razón de más para no entender que se
ponga en duda al vitoriano) el Palacio de Los Deportes.
No han tenido un camino final ambos equipos para
citarse de nuevo en la gran final. Y es que hemos vivido unas semifinales sencillamente
espectaculares. Los cuatro partidos entre Real Madrid y Valencia fueron un
regalo para los aficionados. Los blancos ganaron el primer partido con relativa
facilidad, con un gran Rudy Fernández (18 puntos y 7 rebotes), pero vieron como
a los dos días el Valencia asaltaba el Palacio en un auténtico partidazo en el
que los taronja llegaron a ganar hasta de 17 puntos y no se descompusieron cuando
los de Laso llegaron a culminar una brutal remontada gracias a un Llull
descomunal (28 puntos y 7 asistencias) Un partido maravilloso con un Valencia
soberbio, un Real Madrid épico, y un final a cara o cruz. Nada comparable a lo
vivido en los dos partidos siguiente en La Fonteta. Con el factor cancha roto, el
conjunto de Carles Durán pudo poner al Real Madrid contra las cuerdas. Pese al
gran arranque madridista, con un Felipe Reyes anotando ocho puntos en un abrir
y cerrar de ojos (incluyendo dos triples), los taronja dieron otro recital de buen
baloncesto llegando a ponerse diez arriba en el último cuarto con Guillem Vives
haciendo méritos para la selección (fenomenal serie semifinal la suya)
Nuevamente apareció la épica madridista para un equipo tan acostumbrado a las
remontadas como los blancos esta temporada, empatando el partido antes de la
polémica última canasta de Harangody con la posesión cumplida. En el tiempo
extra siguió la igualdad y el partidazo y Llull sentenció con un triplazo que
le vuelve a situar como el mejor jugador ACB en la actualidad a la hora de
cerrar partidos. Murió matando el cuadro de Durán, en un cuarto partido
resuelto por el Madrid con menos apuros que los dos anteriores, pero en que los
locales siempre tuvieron opciones. Todavía siguió la polémica cuando el técnico
taronja aseguró que alguien falsificó la firma de Pablo Laso para falsear el
acta del tercer partido en la que no estaba inscrito Marcus Slaughter, pese a
que jugó y de hecho fue clave en los momentos previos a la prórroga y en la
remontada madridista. Gran final de temporada del Valencia en manos de Carles
Durán con el mérito añadido de la lesión de Loncar en el primer partido y
ausente el resto de la serie, y de los problemas físicos de Pau Ribas quien
faltó en dos encuentros de las semifinales. A pesar de eso Durán no continuará
como primer entrenador y volverá a labores de ayudante. Las semifinales ACB
coincidieron con el comienzo de las finales NBA, y realmente hubimos de admitir
que los partidos entre Real Madrid y Valencia estaban ofreciendo un espectáculo
mayor que la lucha por el título estadounidense, donde imprecisiones, nervios,
y la imposición del ritmo farragoso de Cleveland en aquellos primeros partidos apenas
produjo espectáculo.
El Barcelona parecía capaz de imponerse por la vía
rápida y sin excesivos apuros ante un Unicaja que ya había dado muestras de
flaqueza con su mal final de temporada regular (después de curso y medio
fabuloso) Los de Plaza caían apalizados en los dos partidos de la Ciudad
Condal, por 31 y 21 respectivamente. Sumando liga regular y play offs eran nada
menos que nueve derrotas en doce partidos. Nadie podía haber presagiado que los
malagueños, en una demostración de orgullo y de trabajo bien hecho de Plaza
(aprendiendo de los errores de los dos primeros partidos), iban a empatar las
series y viajar de nuevo al Palau para ser capaces de dominar el choque
definitivo durante varios minutos, a pesar de la tempranera lesión de Fran
Vázquez, quien tiró de heroíca para volver a pista. Partido con muchas
alternativas y que sirvió para traer de vuelta a Juan Carlos Navarro. El gran
capitán azulgrana sigue decidiendo partidos y suyo fue el triple que a falta de
19 segundos ponía tres arriba al Barcelona pasando toda la presión a un Unicaja
que lo intentó con Carlos Suárez con un triple errado saliéndose de dentro. De
aquel triple de Ansley que le hubiera dado la liga en 1995, al triple de Suárez
que quizás les hubiera dado una final en 2015. Podría resumirse así la historia
del club malagueño en estos últimos 20 años, recordando que la proeza no
conseguida de finales del pasado siglo anticipaba la gloria venidera, con la
Korac de 2011, la Copa de 2005, y la liga de 2006. Después de eso varios años
de proyectos frustrados, tocando fondo con la ignominiosa temporada de Jasmin
Repesa, hasta la llegada de Joan Plaza quien les ha vuelto a situar entre los
grandes de nuestro basket.
Aunque si hablamos de los auténticos grandes, el
terreno parece exclusivamente limitado a los dos grandes clubes de fútbol, los
cuales en tan buenas manos como las de Laso y Pascual apenas dejan espacio para
la entrada de alternativas. Y es que pese a lo que piensen algunos, no todos
valen para entrenadores de Real Madrid y Barcelona, y quien lo dude no tiene
más que ver lo erráticos que han sido algunos proyectos que manejando los
presupuestos elevados que siempre manejan ambas entidades y en manos de
entrenadores de relumbrón, han fracasado, ya no siendo incapaces de levantar
títulos, si no siquiera de llegar a finales, y aún peor, con un juego para el
olvido. Disfrutemos pues, una vez más, del duelo entre nuestros mejores.
Xavi y Pablo echan otro pulso |
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