lunes, 13 de junio de 2011

CALOR CONGELADO

La semana pasada a estas alturas tenía un presentimiento. Hoy íbamos a estar hablando del nuevo campeón de la NBA que iba a ganar el anillo por un marcador de 4-2 en la serie, estaría bien decir que acerté el pronóstico... si no fuera porque ese 4-2 se lo otorgaba a Miami. Si mañana volviesen a empezar las finales, volvería a considerar a Miami favorito, y posiblemente me volvería a equivocar. 

Las finales de la temporada 2010-11, como todas las series de este tipo, creo que hay que analizarlas en lo general de la serie por un lado, y por otro en cada partido concreto. Hoy sólo voy a escribir sobre ese análisis general. Miami era para mí claro favorito, tras eliminar con suficiencia y muy buenas sensaciones a Boston y a unos Chicago que tenían la mejor marca en liga regular, y con Lakers en la cuneta, parecía que se les abría un camino limpio y expedito para el anillo. Contaban con el factor cancha, y su baloncesto granítico en la defensa, combinado con el talento individual en ataque de varios de sus jugadores. Todo ello parecía un buen argumento para impedir el éxito de unos Dallas que por otro lado ofrecen mejor plantilla hombre por hombre, pero carentes de la dureza de los Heat. Así pues era lícito pensar que manteniendo el gran nivel defensivo mostrado ante Chicago, y con su "big three" al mejor nivel, el que se les supone a las estrellas cuando llegan los momentos decisivos, bastaría para derrotar a los Mavs. 

El magnate y el arquero, dos hombres y un anillo.


El comienzo de las series nos daba la razón a quienes teníamos estas sensaciones, para poco a poco ir cambiando la tendencia hasta acabar en los momentos finales con unos Dallas muy brillantes y unos Miami ofreciendo una imagen muy penosa. Dallas ha ganado los últimos tres partidos, lo cual, en unas finales, ganar tres partidos seguidos, y ante estos Miami Heat, me parece un mérito enorme, que por otro lado no nos debería sorprender después de ver el fabuloso camino de los Mavericks durante las eliminatorias anteriores. Tres derrotas consecutivas de Miami, y la sensación de que si jugasen otro partido, volverían a perder, y si jugasen otro más, lo mismo, tal ha sido la brutalidad del vuelco, de la inversión de la tendencia con la que comenzaba la serie. Esta inversión de la tendencia, desde unos Heat que en los tres primeros partidos (a pesar de perder el segundo "de aquella manera", del que me temo que estarán acordándose ahora) lideran el marcador durante prácticamente todos los minutos de los mismos ante unos Mavs que a duras penas luchan por no descolgarse en el electrónico, hasta llegar a unos Mavs que acaban volando sobre la pista, haciendo su mejor baloncesto de la serie en los dos últimos partidos, frente a unos Heat lastrados que difícilmente pueden mantener el ritmo alto ofensivo que propone su rival. El cambio en los equipos entre el primer partido y el sexto es brutal, la diferencia de estado físico y anímico y el comportamiento sobre la pista, así como las distintas sensaciones. Sólo hay 12 días de diferencia entre un partido y otro, y sin embargo pareciera que han pasado meses. ¿Cómo se explica un cambio tan drástico?, ¿se produce en algún momento un punto de inflexión que provoca el alza de Dallas y la caída de Miami, o es un vuelco lento y progresivo?, de haber un punto de inflexión real ese es el decisivo quinto partido, porque coloca a Miami al borde del KO y a Dallas con la tranquilidad de tener dos "match-ball" a favor, y porque es el partido en el que por fin (y para alegría del espectador) los ataques se imponen a las defensas y el juego se mueve en unos parámetros más gustosos para los tejanos. Yo me decantaría más por la segunda posibilidad, la de una serie de pequeños y grandes detalles llevados a cabo por algunos de los protagonistas y sin hallazgo de respuesta por parte de otros, que van decantando la balanza claramente hacia un lado hasta el punto de que Dallas en los dos últimos partidos da unas sensaciones de superioridad frente a su rival similares a las de Miami en los primeros, unas sensaciones que van más allá de lo que pueda reflejar el marcador en un momento determinado. Por eso creo que si hay un gran triunfador, un hombre clave, en este título, ese es Rick Carlisle. Aunque en este juego lo importante de verdad son los jugadores, cuando en una serie larga se han jugado distintos tipos de baloncesto, tanto un estilo defensivo, trabado y duro por momentos, como un estilo alegre, ofensivo y abierto en otros, y ninguno de los jugadores estelares ha estado a su mejor nivel (excepción de Wade quien si sufre un punto de inflexión con el choque con Cardinal que le deja tocado para el resto de la serie), con porcentajes de tiro en ocasiones deprimentes, bien por eficacia de las defensas, bien por malas decisiones, o también por algunos problemas de diversa índole (además de lo comentado de Wade, Nowitzki con un dedo lesionado y entablillado y sufriendo una alta fiebre), creo que Carlisle ha sido el responsable de que Dallas se haya sabido mover por los diversos paisajes que ha ofrecido la final sin perder en ningún momento opciones. Ha improvisado sobre la marcha, rompiendo cualquier guión preestablecido que pudiera haber escrito (supongo que tendría un plan, como Spoelstra, pero cuando desde el primer momento ese plan inicial no funcionó ante una superioridad evidente de los Heat, comenzó a "inventar" cosas, tejer ajustes tanto en defensa como en ataque, y utilizar sus piezas de manera a veces desconcertante, e incluso criticada por analistas y aficionados, pero que al final le dieron resultado... todo lo contrario que Spoelstra, que en cuanto la tendencia de la que estamos hablando cambiaba de lado no supo reaccionar, y cuando lo intentó y probó algo distinto, ya era tarde), Carlisle no ha tenido problemas en sentar a Nowitzki a los seis minutos de comenzado un partido, de inventarse a Barea de escolta titular (con lo que no sólo consiguió mejor rendimiento del puertorriqueño, si no que además el jugador al que sustituía en el cinco inicial, Stevenson, ofreció mejor rendimiento en los minutos que disputó saliendo desde el banco), de jugar en ocasiones con un small-ball descarado, con Marion y Nowitzki de falsos pivots y tres bajitos como Kidd, Barea y Terry. Además ha realizado una dosificación modélica de sus jugadores y fue justo con el minutaje y los esfuerzos del colectivo en base a lo que pudiera aportar cada jugador. Cuando vio que era el momento de Chandler, el pivot se convirtió en su jugador más utilizado por encima de Nowitzki. Otro golpe de efecto fue recuperar a Cardinal, que ha terminado siendo una especie de “factor x”, en perjuicio de Stojakovic. En definitiva estuvo activo en todo momento, buscando que el guión sufriera cambios desconcertantes para un Spoelstra que se vió superado y se limitó a fundir físicamente a su "big three, condenando al ostracismo incomprensiblemente al que era cuarto máximo anotador de la plantilla, James Jones, y no sacando más provecho de jugadores como Miller o Haslem. La rotación de Spoelstra se redujo prácticamente a ocho jugadores, lo cual en una serie a siete partidos es una locura, cargando todo el juego interior en sólo tres hombres, mientras que en el exterior, donde más posibilidades tenía, regaló demasiados minutos de nulidad a un LeBron apático que no supo encontrar su papel en la final, ya que por un lado se situó en un segundo plano, cediendo el liderato a Wade (lo cual hay que considerar como una actitud sabia y que habla de como LeBron pensaba en el éxito colectivo por encima del individual), pero por otro no supo dar un paso adelante y tomar las decisiones que debiera un co-lider de lujo, limitándose a su juego de falso base que cada vez parece gustarle más, pero que recorta mucho sus posibilidades y su potencial de jugador que por condiciones puede hacer mucho daño al poste. A toro pasado es fácil decirlo, pero con las lesiones de Ilgauskas y Dampier, quizás hubiera estado bien por parte de Spoelstra apostar en algunos momentos por algo de "small-ball", o aprovechar a un fantástico tirador como James Jones al lado de Chalmers (o Bibby) y Wade y con LeBron de falso cuatro. 

Brian Cardinal y una misión: frenar a Wade por lo civil o lo criminal.


Con todas estas cosas y este buen trabajo por parte de Carlisle, unido al talento y la fe de algunos de sus jugadores, Dallas sobrevivió durante cuatro duros e intensos partidos en los que obtuvo la recompensa de dos victorias, un preciadísimo tesoro si tenemos en cuenta que en esos cuatro partidos se había jugado al ritmo que más convenía a Miami. Todo en el mundo del deporte es susceptible de dobles lecturas, si yo pensaba que Miami seguía siendo favorito porque estaba imponiendo su ritmo y estaba mandando en el juego a pesar de las tablas del 2-2, una vuelta a la tortilla de mi pensamiento nos haría ver que en realidad eran los tejanos quienes tenían más ganado, puesto que si en esos cuatro partidos en los que se imponía el estilo Heat, habían logrado arañar dos victorias, qué pasaría cuándo se jugase a un ritmo más cómodo para Dallas, con mayor anotación y un juego más rápido? 

El Jim Carrey de los banquillos moviendo los hilos.


Otro aspecto en el que Dallas ha sido superior ha sido en el del control de las emociones. A pesar de que para este equipo si podía ser una de sus últimas oportunidades, dado la veteranía de la plantilla, ha sido esa veteranía la que les ha ayudado a comprender mejor los parámetros en los que se mueve una final de este tipo, la cual hay que ver como una pequeña carrera de fondo en la que lo importante es que te mantengas a un buen nivel durante toda la serie, sin altibajos, y a ser posible yendo de menos a más, sin celebraciones precipitadas ni bajadas de brazo anticipadas. Con la tranquilidad que manejan los asesinos profesionales para saber rematar en el momento oportuno. Esa madurez emocional que te proporciona contar con una plantilla en la que 9 jugadores están en la decena o más de temporadas en la NBA (por encima de todos Jason Kidd con 17, bravo ejemplo el del base maverick de que la profesionalidad y la constancia al final dan sus frutos, y nunca hay que dejar de luchar y trabajar, pues nunca sabes cuando el éxito te va a sonreír), esa experiencia que se ha notado sobre todo en los últimos cuartos.  

¡Caray con el dedito!


Gran trabajo el de Rick Carlisle y el de toda su plantilla, una sinfonía de baloncesto coral en el que un buen número de jugadores ha tenido sus momentos de gloria y todos han aportado, con el mérito añadido además de hacerlo sin su alero titular y una de las figuras del equipo, Caron Butler, lesionado durante más de media temporada. Merecidos campeones por los que nadie hubiera apostado simplemente hace un par de meses, posiblemente ni por ser campeones de conferencia. Y primer asalto al título de estos actuales Miami Heat del “big three” (yo sigo diciendo que me parece indigno poner a Bosh al mismo escalón que Wade y LeBron) quienes sin duda repetirán en el futuro viendo todo el recorrido que aún les queda a sus estrellas. Aprenderán de esto, no me cabe duda, y la próxima temporada serán más fuertes. 

En la próxima entrada analizaremos los seis partidos, uno por uno. 

Nowitzki recibiendo su MVP de manos de la leyenda Bill Russell.

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