Laso, en otra Final Four |
Tiempo para analizar el segundo partido de la Final
Four, que enfrentará el viernes a las nueve de la noche al anfitrión, un Real
Madrid que ha disputado dos finales consecutivas, y un Fenerbahce que se
convierte en el primer equipo turco en llegar a una final a cuatro, después de
haber fabricado a golpe de talonario algunas de las plantillas más poderosas de
Europa en los últimos años pero que fracasaban a la hora de la verdad en la
cita continental. Tenía que ser Obradovic, quien si no, el hombre encargado de
llevar al baloncesto de clubes turco a subir ese peldaño que tanto se les
resistía. Y no ha sido tarea fácil, ya que el pasado curso Zeljko contaba a su
disposición con una plantilla tan deslumbrante o más incluso que ésta, con
cestistas del nombre y la calidad de Bo McCalebb, Linas Kleiza o el ahora
jugador de Brooklyn Nets Bojan Bogdanovic. Incluso nos dejaron un poco
“huérfana” la ACB al llevarse a quien era el jugador más valorado hasta el
momento, Blagota Sekulic, en vísperas de una histórica participación en Copa
del Rey del Iberostar Tenerife, para paliar las bajas por lesión de sus
interiores Vidmar y Zoric. Y es que para las liras turcas en el baloncesto de
clubes europeo de hoy día nada parece imposible. Por eso no puede calificarse
si no como fiasco que el pasado curso no avanzasen más allá del Top 16, fase en
la que cayeron después de ganar sólo 6 partidos de los 14 disputados, con una
dolorosa última derrota en Vitoria ante el Baskonia por más de 20 puntos. Hasta
Obradovic en ocasiones conoce las hieles del fracaso.
Tocaba intentarlo de nuevo, y no iba a ser por falta
de presupuesto. ¿Qué se va Bojan Bogdanovic?, vamos por Bogdan, exterior serbio
que a menudo es confundido (y es comprensible) con el alero croata. La batuta
del equipo se le da esta temporada a un base tan experimentado como Nikos Zisis (aunque comenzó el curso con el Unics Kazan),
quien ya sabe lo que es ganar Euroliga (2008, vistiendo la camiseta del CSKA) Los
tentáculos turcos llegan hasta la NBA, donde un Jan Vesely desencantado por sus
pocos minutos en la mejor liga del mundo (aun así llega a jugar una media de 15
minutos por partido, que ya quisieran muchos europeos de su edad) se pone a las
órdenes de Obradovic en un club que libera los 3.3 millones de euros que
cobraba el lituano Kleiza, a la sazón el jugador mejor pagado de Europa la
pasada temporada. Ricky Hickman, campeón de Europa en 2014 con el Maccabi, es
otro de los deseos hecho realidad del técnico serbio. Otro jugador experimentado
y ya clásico en el basket continental con capacidad para jugar de base o de
escolta, y cuya baja actualmente por lesión ha trastocado en cierta manera los
planes de Obradovic. Pero la dinamita de verdad llegó con Andrew Goudelock. Uno
de esos americanos con capacidad insultante para anotar y en cuya primera
aparición europea, la pasada temporada con el Unics Kazan, le vimos convertirse
en MVP de la Eurocup gracias a sus 18.8 puntos por partido. Una pesadilla para
cualquier defensa. Si los aficionados madridistas aún sufren pesadillas
recordando a Tyrese Rice en la final de Milán deberían prepararse para lo que
les espera con Goudelock. No en vano hablamos del tercer máximo anotador de la
competición por detrás de Rochestie y Marjanovic. Aunque quien se ha convertido
en el hombre clave de los turcos es un viejo conocido de la ACB como Nemanja
Bjelica, jugador mejor valorado del cuadro turco con 18.30 de index rating. A
sus 27 años recién cumplidos y sin haber alcanzado aún su techo, se trata
simplemente de uno de los jugadores más completos de Europa, y capaz de jugar
en cualquier posición en la pista con sus 2.09 de estatura.
Ciertamente, la versatilidad parece la gran baza del
Fenerbahce y lo que hace que el Real Madrid se enfrente a un rival realmente
complicado de defender, debido a su capacidad para hacer daño por muy distintos
caminos, pero todos ellos efectivos. En nuestra anterior entrada nos referíamos
a Kirilenko como el jugador más completo de la Euroliga por su capacidad para
aportar en todas las facetas del juego, y lo incluíamos en un pequeño listado
de jugadores de estas características, citando al propio AK-47 además de
Bjelica, Vesely, Preldzic, Khryapa y Rudy Fernández. De este sexteto de
jugadores “totales” tres tienen algo en común (Bjelica, Vesely y Preldzic):
visten la camiseta del Fenerbahce. Polivalencia en estado puro. ¿Cómo defiendes
a tres aleros que son tan capaces de subir el balón como de dirigir el ataque
estático, correr contrataques, jugar al poste, o incluso jugar por encima del
aro (caso de Vesely y su impresionante salto vertical)? Un auténtico
rompecabezas para Laso, y una bendición para Obradovic.
Bjelica, Vesely y Goudelock, al servicio del MIT |
No sabemos si Zeljko Obradovic, ganador de ocho
euroligas, y recordado sobre todo por sus cinco obtenidas con un Panathinaikos
de leyenda, es el mejor entrenador de Europa. Procuramos huir de ese tipo de
enunciados categóricos que no hacen si no distraer un análisis mucho más
certero sobre este deporte. Si algo nos ha enseñado la historia es que dependen
muchos factores, tales como el contexto, la situación, rivales y plantilla (y
por encima de todo la veracidad de que los entrenadores están en manos de los
jugadores) Ettore Messina es el mismo entrenador poseedor de los mismos conocimientos que lleva
a la gloria al CSKA y fracasa con estrépito en el Real Madrid, por poner un
ejemplo de técnico capaz de vivir dos realidades absolutamente opuestas en
cuanto es cambiado de un contexto a otro. Pero si hay algo que admiramos de
Obradovic es su capacidad para amoldarse y sobrevivir en un baloncesto
cambiante, actualmente de ritmo más rápido que aquel juego espeso con el que
consiguió sus primeros títulos y comenzó a forjar su leyenda. El no ser
prisionero de un único estilo es lo que hace a Obradovic, en nuestra opinión,
superior a técnicos como Maljkovic o Messina, triunfadores en su momento pero
que se han visto superados cuando (gracias a Dios) los jugadores decidieron que
podían jugar a esto mirando el aro rival y no el cronómetro. Si con el Joventut
es capaz de ganar una Copa de Europa anotando menos de 60 puntos, en sus
mejores años en Atenas nos deja finales como la de 2007 cuando derrota al CSKA
en un partido para el recuerdo resuelto por 93-91.
Cabía preguntarse por tanto, en vista de la
capacidad permeable de Obradovic, si este Fenerbahce es un equipo hecho a su
medida, o ha sido el entrenador serbio quien ha sabido adaptarse a una
plantilla tan versátil. Lo que si tenemos claro es que hablamos de un equipo
que por calidad de roster merece máxima consideración como uno de los favoritos
claros a ganar el cetro europeo. Los roles bien definidos de Zisis en la
anotación y Bogdanovic y sobre todo Goudelock (jugador con licencia para
saltarse la pizarra de Zeljko) en la anotación, y un juego interior clásico con
dos torres como Erden y Savas y la calidad de movimientos y juego de pies de
Zoric. A todo esto súmenle el juego total de los mencionados Vesely, Prelzdic y
Bjelica, y comprenderán el miedo que nos provoca el equipo turco, máxime
sabiendo que superan a los blancos en el rebote (36,26 por 34,89), diferencia
que se hace más dolorosa en el ofensivo (11,33 por 10,64) que en el defensivo, donde casi son parejos
(24,93 los de Obradovic por 24,25 los de Laso) Parece claro que una de las
claves para los anfitriones pasa por cerrar su rebote, aspecto que no está
siendo precisamente su fuerte durante esta campaña.
El Real Madrid se encomienda a la magia del Palacio,
escenario donde maneja un elevado porcentaje de victorias (esta temporada sólo ha perdido un partido como local en Euroliga y ninguno en ACB, la única derrota
que ha sufrido en su cancha ha sido contra el Estudiantes, pero jugando como
visitante, en competición doméstica, y frente el Unics Kazan en primera ronda de la liga europea), pero donde se ha acostumbrado también peligrosamente a la épica y a
las remontadas, ganando demasiados partidos de manera muy ajustada. Luego está
la presión añadida del anfitrión, una condición nada favorable si nos atenemos
a la historia de los grandes torneos (y no hay más que recordar el pasado
Mundial de baloncesto celebrado en nuestro país) Un arma de doble filo para un
club instalado en la urgencia e incapaz de gestionar aspectos como el
favoritismo y saber traspasarlo a sus rivales, quienes en este caso manejan mayores
presupuestos que el que dedica la entidad blanca a su sección de baloncesto.
Jugar una tercera Final Four consecutiva es un éxito rotundo, y sin embargo da
la sensación de que no vale de nada si no se consigue el título, pese a que
durante muchos años y hasta la llegada de Laso el Real Madrid había perdido
condición de elite europea y las finals four sólo se veían por la tele. Esa
presión excesiva con la que carga siempre esta plantilla, empezando desde un
presidente con la guillotina preparada si hay el mínimo error hasta parte del
aficionado de a pie incapaz de valorar el éxito que supone simplemente la
presencia en una Final Four, parece lastrar en ocasiones el potencial de un
equipo acongojado por el miedo frente a escuadras que jugaban liberadas de
presión al no ser favoritos, caso del Olympiacos de hace dos temporadas (por
mucho que fueran vigentes campeones en aquel momento) o el Maccabi Tel Aviv el
año pasado.
Obradovic levantado títulos, una imagen muy habitual |
No tiene el Real Madrid 2015 el brillo fulgurante de
la pasada temporada, cuando era un highlight constante y cada partido era un
auténtico espectáculo. A cambio ha reforzado su músculo y endurecido su carácter.
El ejemplo más claro es la llegada de Nocioni tras la marcha de Mirotic,
cansado de luchar por la Euroliga, a la NBA. El Chapu es un jugador muy alejado
de aquel intenso forward que llevara al Baskonia a codearse con los mejores
equipos de Europa a mediados de la década pasada, pero su garra está fuera de
toda duda. Es el cambio más significativo, el más indicativo de una nueva
tendencia, en un roster que esta temporada contaba con hasta cinco caras nuevas
(el citado Nocioni, Maciulus, Campazzo, Rivers y Ayon) Casi medio equipo, algo
habitual en la mayoría de equipos europeos, pero más llamativo dentro de un
proyecto que parecía tener clara su identidad y filosofía. Afortunadamente la
base del estilo Laso sigue presente, con una guardia pretoriana formada por el
cuarteto nacional que conforman los dos sergios, Rudy Fernández y Felipe Reyes.
Ambos bases siguen gozando de libertad para imprimir velocidad de crucero y
jugar a campo abierto. Rudy, en su madurez, ejerce de jugador franquicia,
quizás demasiado precipitado e individualista en algunos ataques, pero se le
perdona viendo su hiperactividad en defensa y rebote. Felipe Reyes por su parte
vive una extraordinaria segunda juventud y está en uno de los mejores momentos
de su carrera, una trayectoria ejemplar a la que le sigue faltando levantar la
copa de campeón de Europa.
Sabemos que el Real Madrid es un equipo con muchas
opciones de victoria cuando les acompaña la inspiración desde el perímetro,
pero también que sufren demasiado cuando no entran los triples. El Fenerbahce
se mueve en un porcentaje similar a los blancos en el acierto exterior (un
37%), pero con una sustancial diferencia, y es que el Real Madrid (con un
partido más) ha lanzado unos 150 triples más que los turcos durante todo el
torneo. Nadie ha lanzado tanto desde fuera esta temporada en Euroliga como el
conjunto blanco. Otro arma de doble filo ante un equipo que de dos también
presenta un porcentaje muy parejo al madridista (54,26 los turcos por 53,82 los
españoles) Haría bien el Madrid en preparar posibles “planes b” si no entran
los triples, más allá del juego al poste de Felipe y Nocioni (el argentino, con
los años, cada vez menos en esa zona y más acostumbrado a lanzar desde fuera,
es decir, a pelear menos) o esporádicos alley oops para Ayon y Slaughter.
Veremos cómo está la cabeza de Bourousis, jugador totalmente apático durante
esta temporada.
Acierto en el triple y cerrar el rebote (ante un rival con una media de centímetros muy superior), parecen dos
mandamientos casi obligados para los de Laso si quieren superar a un contrincante tan
fuerte como el Fenerbahce. Pero insistimos que el peligro turco de verdad, su
gran baza, y por la que son un candidato tan claro a campeón de Europa, es en
su trío de aleros capaces de jugar en cualquier posición: Prelzdic-Bjelica-Vesely,
con sus 2.06, 2.09 y 2.10 de estatura respectivamente, y la dificultad para los
Rudy, Maciulis y Rivers de defender a estos jugadores. En ese sentido parece
que la batalla táctica ya la tiene ganada Obradovic de antemano.
En el recuerdo la Final Four de 1967 (segunda de la
historia y última hasta que en 1988 se retomó el formato) disputada en Madrid
en el antiguo Pabellón de la Ciudad Deportiva del Paseo de La Castellana, donde
el club blanco se coronó campeón de Europa por tercera vez en su historia tras
derrotar primero a un clásico como el Olimpija Ljubljana y posteriormente al
mítico Simmenthal Milán del legendario Cesare Rubini. Era el Madrid de
Emiliano, Luyk, y, como no, el maestro Pedro Ferrándiz en el banquillo. Aquel
Real Madrid empezaba a forjar una gloriosa leyenda. La misma que quiere labrar
un Fenerbahce que con una plantilla impresionante y el entrenador más laureado
del continente supone la prueba de fuego más dura que el equipo de Laso ha
tenido hasta el momento en sus participaciones en finales a cuatro.
Dos mitos, Luyk y Ferrándiz, celebrando la copa del 67. |
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