En efecto, con el Maccabi Tel Aviv eliminado en
cuartos de final, la Final Four coronará a un nuevo rey del continente, con
tres clásicos como Real Madrid, CSKA Moscú y Olympiacos y un debutante en estas
lides como es el Fenerbahce de un cualquier cosa menos novato Zeljko Obradovic.
Una final a cuatro de pronóstico bastante incierto, aunque por calidad de
plantilla, juego y trayectoria durante toda la temporada el equipo moscovita
parece el más fuerte y por tanto el favorito.
Precisamente el CSKA será el encargado de abrir
fuego el viernes a las seis de la tarde frente al Olympiacos griego. El equipo
dirigido por Giannis Sfairopoulos acude a la cita con un traje que le sienta de
maravilla: el de tapado. Y es que los del Pireo parecen los convidados de
piedra del fin de semana en Madrid. No en vano es el único equipo que llega a
la Final Four habiendo superado el factor cancha en contra, lo cual nos define
una de las características más claras de este equipo: el de ser capaz de
reventar cualquier pronóstico. Que se lo pregunten al propio CSKA, escocido
todavía por la derrota en la ya legendaria final de 2012, después de ver como
Spanoulis y compañía lograban remontar los 19 puntos de desventaja con los que
afrontaban el último cuarto de aquella Final Four de Estambul, y alzaban el
título tras ese ya clásico semigancho de Georgios Printezis, el mejor escudero
de Spanoulis y especialista en canastas ganadoras, como recientemente pudo
comprobar, para su desgracia, el Barcelona.
Aquel CSKA de Kazlauskas estaba llamado a ser el
gran dominador del baloncesto europeo, y aquella bofetada helena aún duele en
la memoria colectiva del ejército rojo, cuyo núcleo duro era el mismo hace dos
temporadas (Khryapa, Kaun, Teodosic, Kirilenko y Vorontsevich, además de Krstic
y un Shved antes de emprender su aventura NBA) Ganas de revancha por tanto para
un equipo que añade a su arsenal auténticas estrellas como Nando De Colo, Aaron
Jackson, Sonny Weems y Vitaly Fridzon para la dinamita exterior y un ex –Olympiacos
por dentro como es el fajador Kyle Hines, pieza clave en las dos recientes
euroligas conquistadas por los griegos. Un tipo capaz de pelearse con cualquier
pívot de Europa sin apenas llegar a los dos metros. Pero evidentemente todo
gira en torno a Kirilenko. Rebotado desde una NBA en la que ya no parecía tener sitio vuelve para finalizar aquello que dejó inconcluso en 2013. El Panathinaikos
lo sabe bien, ya que sufrió sus medias de 13 puntos (por encima del 50% tanto
en triples como en tiros de 2 y con un 80% en libres), 6.3 rebotes, 1.5
asistencias, 1.3 robos y 1.8 tapones durante la serie de cuartos de final. No
hay un jugador en Euroliga capaz de aportar tanto en tantas facetas del juego
(y eso que en esta Final Four vamos a ver a unos cuantos “estajanovistas” y “all
around players” como Bjelica, Vesely, Preldzic, Khryapa o Rudy Fernández) Otro
jugador con ganas de reivindicarse debería ser Teodosic, tras su espectacular
Mundial 2014 parece haberse quitado definitivamente el estigma de jugador
genial pero que se arruga en los momentos importantes y finales. Pero se mire
por donde se mire es una barbaridad de equipo el que presenta este CSKA. La
defensa de Khryapa, la solidez de Kaun, la anotación de Sonny Weems, la muñeca
de Fridzon, o el talento de De Colo, son argumentos más que de sobra para
considerar a la plantilla de Dimitris Itoudis (primera participación en
Euroliga y Final Four, al igual que su antagonista Sfairopoulos) como la gran
favorita a alzarse con el cetro continental. Eso, y un estilo de juego
propuesto por el citado Itoudis que demuestra que no hace falta el aburrido
juego de Messina y sus posesiones al límite para ganar partidos (25 victorias y
3 derrotas en Euroliga, una de ellas precisamente ante Olympiacos en El Pireo) El
espectacular juego del Real Madrid de la pasada temporada que tanta admiración causó
en el aficionado imparcial ha encontrado relevo en el CSKA de este discípulo de
Obradovic a cuya sombra ganó cinco euroligas como asistente en aquel imparable
Panathinaikos de la pasada década.
El pick and roll entre Teodosic y Kaun, un arma habitual del CSKA |
Claro que si hay un equipo contra el que no vale
favoritismo alguno, ese es precisamente el Olympiacos. Liderado por el jugador
que más que ningún otro ha sabido jugar estas citas en los últimos años como es
Vassilis Spanoulis, los griegos acuden a Madrid sin presión de ningún tipo. Sus
dos euroligas cosechadas de manera consecutiva en 2012 y 2013 todavía dejan
regusto en el paladar de su bulliciosa afición. Su trayectoria continental de
21 victorias y 7 derrotas no es tan espectacular como la de sus rivales rusos,
pero arrojan una regularidad incontestable: ganan 3 de cada 4 partidos. Tan
tozuda estadística la pudo sufrir en sus carnes el Barcelona de Xavi Pascual,
cuando tras un cómodo primer partido para los blaugranas comprobaban como el
corazón y la enorme competitividad griega les dejaba fuera de la cita
madrileña. Ante el equipo más anotador y que más triples convierte (con un
porcentaje por encima del 40%), y que por si fuera poco es el máximo reboteador
de la competición, los del Pireo necesitan más que nunca ese plus de
competitividad. Ya saben lo que es ganar a los rusos. Lo hicieron en el partido
de ida del Top 16, venciendo por ocho puntos (en el de vuelta cayeron por seis)
con Spanoulis en su mejor versión (19 puntos y 5 asistencias) No hay mayor
misterio, toda opción del Olympiacos ha de pasar a la fuerza porque el Demonio
de Larissa recuerde al MVP de las finales de 2012 y 2013 (anteriormente lo había sido en 2009 con Panathinaikos, siendo junto a Toni Kukoc el único poseedor de tres MVPs de Final Four), ese jugador capaz
tanto de anotar como de asistir y de aparecer en los momentos claves del
partido. A su lado, siempre Printezis y su enorme clase con ese tiro demoledor
de media distancia que a veces nos hace evocar al mismísimo Joe Arlauckas. Othello
Hunter (ex –ACB en Valladolid) y Bryant Dunston son los típicos interiores que
tan buen rendimiento dan siempre en los griegos, equipo que demuestra la
relativa poca importancia de los centímetros y los grandes pívots en el
baloncesto actual (ni el Maccabi el pasado año ni el Olympiacos las dos
temporadas anteriores contaban con un gran cinco dominante al estilo de un Ante
Tomic en el Barcelona) Por fuera el peligro lo ponen la metralleta belga Lojeski
y el siempre sobrio Sloukas. No parece demasiado para tumbar a este CSKA, pero
con el Olympiacos nunca se sabe.
Aunque en un plano más secundario, personalmente
queremos poner también los focos en un protagonista muy especial para nosotros.
Y es que Tremmell Darden vuelve “a casa”. Pese a pertenecer tan sólo temporada
y media en el Real Madrid, fue uno de los favoritos de gran parte de la afición,
gracias a su ética de trabajo y su entrega en la cancha. Aún son recordados los
canticos con su nombre bajo la melodía del “We will rock you” de Queen desde la
zona de los berserkers, y como no, los bailes con los que nos deleitaban sus
hijos durante los descansos de los partidos al más puro estilo Michael Jackson.
Sin duda el bueno de Tremmell dejó huella en el Palacio. Un gran tipo, y
apostamos que será una de las armas defensivas de Sfairopoulos para intentar
desgastar el tremendo arsenal exterior del CSKA.
En la próxima entrada trataremos de analizar la otra
semifinal, tanto o más apasionante que la primera, con Obradovic dirigiendo a
un equipo turco que por primera vez llega a una Final Four después de tantos
años de intentos frustrados (y cantidades ingentes de liras turcas
derrochadas), enfrentándose a un Real Madrid que busca una gloria que se le
escapa desde hace ya dos décadas, precisamente cuando contaba con el entrenador
serbio en su banquillo. Absolutamente apasionante.
Darden, un tipo familiar y muy querido en Madrid |
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