Kobe Bryant, testigo de lujo de la hazaña Warrior |
16-0. Así se traduce el comienzo de temporada de
unos Golden State Warriors que ya entran en los libros de historia, dado que
ninguna franquicia en la historia del baloncesto profesional estadounidense había
ganado sus 16 primeros partidos seguidos. Una vez igualado el mejor registro de
los Washington Capitols en la temporada 1948-49 en la BAA (la temporada
anterior a fusionarse con la NBL y dar forma a la actual NBA), entrenados por
el mítico Red Auerbach, y el de los Houston Rockets de la 1993-94 de Rudy
Tomjanovich y con Hakeem Olajuwom como gran líder en la pista (aquellos Rockets
se proclamarían campeones finalmente ganando 4-3 a los Knicks en las finales,
no así los Capitols, que aunque campeones del Este perdieron la gran final ante
los Minneapolis Lakers), la noche de ayer cobraba visos de fecha histórica por
la posibilidad de coronar al equipo de Steve Kerr como el mejor de la historia
en un comienzo de curso, máxime teniendo en cuenta que en el Oracle Arena
recibían a uno de los peores quipos del actual campeonato, unos Los Angeles
Lakers en los que Kobe Bryant asiste impotente al relevo generacional encarnado
en el (hasta ahora) mejor Stephen Curry jamás visto. Decimos hasta ahora porque
con 27 años y aunque parezca increíble, el genio de Akron aún tiene posibilidad
de mejora.
Los de Oakland no desaprovecharon la ocasión y
arrasaron sin contemplaciones a los Lakers. 34 puntos de diferencia para
celebrar la gesta. Liderados por un Curry lanzado a por su segundo MVP
consecutivo (32.1 puntos por partido, la media anotadora más alta de su
carrera, con un 51.2% en tiros de campo y un 93.8% en tiros libres, anotando
4.9 triples por encuentro, una salvajada a la que hay que sumar sus 5.9
asistencias, 5.1 rebotes y 2.6 robos de balón por partido, siendo las medias de
rebotes y recuperaciones las más altas también de su carrera, lo que nos da una
idea de la obsesión por mejorar en aspectos más desagradecidos del juego por
parte de un jugador que ya sólo con su tiro le valdría para ser uno de los
jugadores más determinantes del mundo), nadie duda ya de que la posibilidad de
batir el mítico registro de 72-10 de los Bulls de Jordan (y de Steve Kerr) de
la temporada 1995-96 es cada vez más real, y si las lesiones respetan el roster
californiano estamos ante un equipo para la historia.
La NBA es una liga con multitud de atractivos, entre
ellos la competitividad e igualdad. Sin embargo no es mala noticia que un
equipo arrase debido a la cantidad de noticias que genera y el interés
mediático que suscita en aficionados de todo el globo, incluso entre quienes no
son seguidores habituales del baloncesto estadounidense pero activan su
atención al percibir que algo gordo está pasando en el deporte de la canasta.
No fue malo para la NBA la insultante tiranía que sostuvo Michael Jordan en su
día y tampoco parece que lo vaya a ser el dominio de Curry, al contrario. El
Olimpo se regenera con nuevos dioses en una época en la que la mitología va
bien sobrada, regalándonos lo que está siendo una auténtica edad dorada del
baloncesto profesional norteamericano. No obstante que nadie piense que los
Warriors, de ganar su segundo anillo consecutivo, lo lograrán en una especie de
paseo militar. Imponerse en los play-offs del Oeste a equipos como los Spurs de
Leonard, Aldridge y los eternos Duncan-Ginobili-Parker, o a los Thunder de
Westbrook, Durant e Ibaka, o a los
Clippers de Chris Paul y Blake Griffin, o en unas hipotéticas finales a los
Cavaliers de LeBron, Irving y Love, o los Bulls de Rose, Butler y Pau Gasol
debe ser valorado como se merece. Con la consideración de ser los mejores en
uno de los mejores momentos de la NBA.
¿Pueden los Warriors establecer una dinastía perdurable
en el tiempo?, todo parece indicar que sí. Recordemos que Curry sólo tiene 27
años, y la historia nos dice que los más grandes han desarrollado su mejor juego
alrededor de la treintena, ligeramente por encima de esa edad (Jordan estaba en
los 33 años en la temporada del 72-10) Pero es que además el resto del núcleo
fundamental de Steve Kerr (quien con 50 años también parece tener una larga
carrera como técnico por delante) está en edades que hacen suponer que todavía
no han desarrollado el mejor baloncesto de su carrera. Es el caso de Klay
Thompson (25 años), Harrison Barnes (23) o Draymond Green (25) También está
creciendo el nigeriano Festus Ezeli (26 años), ya que sus 8 puntos y 5.9
rebotes por partido son las medias más altas de su carrera. Todos estos
jugadores tienen la particularidad de haber llegado a la franquicia de la Bahía
de San Francisco vía draft, en un ejemplo de crecimiento metódico que hacía
muchos años que no veíamos en la NBA. Por otro lado todo va tan
maravillosamente bien en Oakland que el término “balsa de aceite” se queda
corto. Steve Kerr, en su primera experiencia como primer entrenador, cayó de
pie en un equipo que había comenzado a crecer de la mano de Mark Jackson y su
trabajo convenció desde el primer día. El ejemplo de los Warriors es uno de
esos casos en los que se aúnan eficacia y resultados con un baloncesto
estético que gusta a los aficionados. No se conocen “affaires” dentro del vestuario,
y todos asumen el liderazgo de Curry, sin que se intuyan ataques de celos o
posibilidad alguna de situaciones de tensión. Parece una locura pensar que haya
un solo jugador que quiera abandonar la actual nave Warrior, por mucho que se
rumorease el pasado verano con la marcha de Draymond Green, agente libre
restringido al finalizar la temporada y al que muchos aficionados consideran
una especie de líder en la sombra del equipo por su actitud, defensa, e
intangibles (y recordemos que fue elegido en segunda ronda del draft), a
Detroit. Rumor acrecentado con la contratación como directivo por parte de los Pistons de Arn
Tellem, agente de Green (entre otros grandes jugadores, caso de nuestros
hermanos Gasol), y dado que por otro lado el power-forward de los Warriors es
originario del estado de Michigan. Finalmente el jugador se quedó en Oakland y
los seguidores de los Pistons nos hemos tenido que conformar con Ersan
Ilyasova.
Todo encaja a la perfección por tanto en una
plantilla que ya ha hecho historia pero apunta a no detenerse ahí. Para batir
el 72-10 de los Bulls ya “sólo” necesitan ganar 57 de los 66 partidos
restantes. Es decir, el 86,36% de los encuentros. Sigue sin ser fácil, pero
tampoco nadie hubiera podido imaginar que íbamos a estar hablando de un balance
de 16-0 en la actual NBA.
Sólo queda, por tanto, admitir la superioridad de
este equipo y disfrutar de lo que ya está siendo una temporada histórica.
Steve Kerr, histórico como jugador... y como entrenador... |
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