viernes, 13 de septiembre de 2019

PATRIMONIO UNIVERSAL DEL BALONCESTO












Admito que yo también me alegré del batacazo estadounidense ante Francia que dejaba a los de Popovich fuera de la lucha por las medallas. Siempre se agradece que de cuando en cuando se de alguno de estos resultados que pone todo patas arriba y cuestiona el poder establecido. Las reacciones ante la debacle yanqui precisamente ponen en valor lo que tratan de rebatir desde el ventajismo quienes ahora niegan una verdad palmaria: el baloncesto estadounidense es el mejor del planeta. Por eso mismo la inesperada (pero más posible que nunca debido a las limitaciones del roster norteamericano) derrota ante los de Collet ha sido el resultado que más ha conmocionado el presente mundial de China, por encima de otros desenlaces que al menos podrían igualar en sorprendentes a la derrota de USA (la victoria de la República Dominicana frente a Alemania o la caída de Grecia ante Brasil, por citar dos ejemplos)    


Es muy posible, así lo creo, que la mayoría de aficionados imparciales hemos sentido cierta simpatía por la victoria francesa por lo expresado anteriormente en cuanto a asalto al poder establecido y caída de los principales favoritos al oro (de igual modo que cayeron los segundos candidatos, Serbia, con quienes no se ha hecho igual sangre), pero comienza a resultar patético y sonrojante el ventajismo de quienes han aprovechado este resultado para hacer chanzas de uno de sus blancos favoritos, la NBA. Ni siquiera la federación de baloncesto estadounidense, de quien depende su selección nacional. No, la NBA (como si una derrota de la selección española hubiera de ser aprovechada para culpabilizar a la ACB) Los tópicos, ya conocidos, vuelven a asomar como las setas en otoño después de la lluvia. La NBA vuelve a ser a ojos del aficionado que curiosamente no ha vuelto a ver un partido desde la época de Michael Jordan un mero circo de atletas saltarines de color que no saben defender ni poseen rigor colectivo, y a los que cualquier equipo europeo es capaz de hacer morder el polvo gracias a elaboradísimos y complejos sistemas tácticos de los que ese mismo aficionado es incapaz siquiera nombrar siquiera el más simple. Si así fuera, si ese escenario irreal que plantea el “hater” de la NBA (por ende del basket USA) fuera sostenible, hablaríamos de una selección estadounidense fracasando estrepitosamente cita internacional tras cita internacional. Nada más lejos de la realidad. La derrota norteamericana es siempre excepción y no regla, y precisamente por eso es utilizada por el “hater” y el ventajista para exponer sus vergüenzas, tal y como sucede siempre que un equipo ganador tropieza.  


El último y vergonzoso ejemplo ha sido el artículo de una estrella de Twitter que nació como parodia de un grandísimo entrenador de baloncesto. Parodia posiblemente nada amable en su intención inicial (sus primeros tweets son especialmente sangrantes con dicho entrenador y algunos de sus jugadores, especialmente el capitán) pero que en vista de los resultados posteriores, del buen empaque del parodiado, y del éxito obtenido viró hacia una especie de abanderado de dicho entrenador y de aquel capitán al que tanto humillaba y ahora alaba. Dice mi buen amigo Arcadio que cada uno se jode la vida como quiere. Puede aplicarse a medios de comunicación, periódicos, programas de radio, televisión, etc… igualmente que hay medios que, ellos sabrán porque, deciden dar cancha a provocadores de pacotilla del estilo de Salvador Sostres, no hay periódico que no quiera tener en su nómina a alguna irreverente estrella de las redes sociales para demostrar que está con los tiempos (modernos), independientemente de que tal “influencer” personaje no tenga ni idea del tema del que habla (por ejemplo baloncesto) y dando palos de ciego y soltando boutades y disparates dispare contra la mejor liga de baloncesto del mundo, causante al parecer del último ridículo estadounidense. Como si ese Rudy Gobert que se merendó a Estados Unidos no fuese una estrella de la NBA y jugase en la Liga Adriática, o jugadores como Ricky Rubio, Marc Gasol, Patty Mills, Joe Ingles, Evan Fournier, Andrew Bynum o Nicolas Batum, todos ellos referentes en las selecciones semifinalistas, no fueran jugadores totalmente consolidados y con estatus de titulares en la liga profesional estadounidense. 


En este blog ya hemos comentado en otras ocasiones lo absurdo de las “guerras” entre baloncestos, y esa estúpida confrontación entre baloncesto europeo y NBA. No debería existir un “NBA groupie” (por utilizar el ridículo lenguaje del artículo referido en el anterior párrafo) igual que no debería existir un “NBA hater”, en mi opinión el amante del baloncesto es capaz de disfrutar este deporte por encima de estos prejuicios que no hacen más que restar y no sumar. Cerrarse ante lo maravillosa que puede resultar cualquier serie de play offs de la NBA sería tan pobre como perderse cualquier edición de la Final Four de Euroliga.


Lo cierto es que si hemos asistido durante los últimos días a alguna falta de respeto en el mundo del baloncesto, de desprecio y menosprecio, ha sido desde Europa a la selección de Estados Unidos, y no al revés. Cuando hablamos del país que ha inventado este deporte, que nos ha regalado el baloncesto, que lo ha exportado a todo el mundo… cuando hablamos de la liga baloncestística más espectacular de todos los tiempos y la que ha dado a los mejores jugadores de la historia… cuando hablamos de entrenadores de los que Europa no ha parado de aprender (recuerden el salto que dio nuestra selección española cuando Díaz Miguel comenzó a viajar a Estados Unidos para empaparse de las enseñanzas de Bobby Knight, Dean Smith o Lou Carnesecca), cuando hablamos de un tipo como Gregg Popovich, siempre caballero y siempre ejemplo de este deporte, no cabe hablar de “las caritas de los estadounidenses cuando pierden”, sólo cabe hablar de lo que es patrimonio universal del baloncesto. 



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