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jueves, 19 de octubre de 2017

VERDE TEÑIDO DE NEGRO







La jornada inaugural de la nueva temporada NBA nos dejaba cosas tan interesantes como la enésima exhibición de James Harden, liderando la gran remontada de Houston ante los muy favoritos Golden State, o el reencuentro de un LeBron James en modo King con ese colega con quien ha mantenido una particular relación de amor/odio que es Kyrie Irving. Pero los focos de verdad se pusieron en una de esas noticias que los buenos aficionados detestan, porque les privan del mejor espectáculo: la grave lesión de uno de los mejores jugadores del momento. 


Sólo habían transcurrido cinco minutos de partido entre Cleveland y Boston, un partido inaugural que los pronósticos situaban como segura final del Este la próxima primavera, cuando Gordon Hayward fallaba en un intento de alley-oop y caía al parqué con todo el peso de su cuerpo sobre el tobillo izquierdo. La imagen fue escalofriante, con el miembro del jugador totalmente desencajado mientras rivales y compañeros se llevaban las manos a la cabeza sin atreverse a mirar. Hayward abandona la pista desesperado por el dolor y abandonaba también la temporada, una temporada, su primera temporada de verde, capitulada en cinco minutos.


Durísimo golpe en primer lugar para el jugador, quien a sus 27 años sufre la lesión más grave de su carrera después de un verano en el que fue el agente libre más deseado. Consolidado en la élite más absoluta le espera un doloroso periodo de ostracismo, recuperación y superación en busca de volver a alcanzar su mejor nivel, ese que le llevó a firmar unos espectaculares 21.9 puntos, 5.4 rebotes y 3.5 asistencias por partido durante la pasada campaña, la mejor de su carrera. En segundo lugar sufre la franquicia de Boston con todos sus aficionados. El club celta había dado un espectacular golpe de timón este verano, renunciando a la coralidad y profundidad de banquillo que les habían llevado a dominar la temporada regular en el Este con un balance de 53 victorias por 29 derrotas, el mejor en los últimos siete años, para conseguir un equipo con aspiraciones reales al título cuando llegasen las eliminatorias y LeBron James se cruzase en su camino. Todo ello pasaba por la fortaleza de un particular Big Three con tres jugadores de características muy diferentes y por tanto complementarios: Kyrie Irving, Al Horford y Gordon Hayward. Y por último salimos perdiendo todos los aficionados, que nos quedamos con las ganas de saber hasta donde podrían haber llegado estos Celtics en la lucha por el título. Una auténtica pena, sobre todo considerando la abismal diferencia actual a nivel de estrellas entre el Este y el Oeste.  



martes, 11 de octubre de 2016

NBA IS COMING: ATLANTIC DIVISION



Sergio Rodríguez, uno de los grandes alicientes para la próxima NBA







Y seguimos en el Este, veamos cómo viene la Atlantic para esta temporada. 



BOSTON CELTICS: Continúa la renovación modélica de la mano de Brad Stevens. En apenas unos pocos años han pasado de tocar fondo con las 25 derrotas de 2014 a ser una fuerza pujante en su conferencia. Ilusiones concentradas en la llegada de uno de los agentes libres más deseados del pasado verano: Al Horfod, quien llega para reforzar el juego interior, quizás el aspecto más débil de los Celtics (y más con la salida de Jared Sullinger hacia Toronto) ya que por fuera continúan jugadores como Avery Bradley, Marcus Smart o Isaiah Thomas, asegurando explosividad, ritmo alto, puntos y buen juego. El retorno de Gerald Green parece otra buena noticia para paliar la marcha de un Evan Turner que nunca acabó de convencer. El pívot Kelly Olynyk, otro del que se sigue esperando su explosión. ¿Llegó el momento de pasar a segunda ronda de play offs?


BROOKLYN NETS: ¿El gran bluf de la NBA en los últimos años a nivel de franquicia? Lo cierto es que el equipo del populoso barrio neoyorquino ha pasado en muy poco tiempo de ser un aspirante al anillo, con el megalómano proyecto de Mikhail Prokhorov y jugadores como Paul Pierce, Deron Williams, Joe Johnson, Jason Terry, Kevin Garnett o Kirilenko, a uno de los peores equipos del Este (21 victorias la pasada temporada) Renovación absoluta para el nuevo curso, donde sólo Brook Lopez y Bojan Bogdanovic permanecen de la “no tan vieja” guardia. Llega al banquillo un viejo conocido del baloncesto español, Kenny Atkinson, quien posee nuestra nacionalidad tras sus años de jugador en nuestro país y casarse con una española, y junto a él un buen ramillete de jugadores que sin ser grandes estrellas, si están lo suficientemente consagrados, caso de Luis Scola, Randy Foye, Greivis Vasquez o Jeremy Lin. Su tercera ronda del draft ha ido a Boston, debido al traspaso que en su día llevó a Pierce, Terry y Garnett a la franquicia de Prokhorov, por lo que tampoco han podido hacerse con alguna joven estrella sobre la que edificar el futuro. A superar las 21 victorias del pasado año y poco más.


NEW YORK KNICKS: El  efecto Phil Jackson no acaba de notarse en la Gran Manzana, por mucho que el pasado curso aumentase en 15 el número de victorias (de las 17 de 2015 a las 32 de 2016) Pero lo cierto es que son tres temporadas sin entrar en play offs para una franquicia que parecía consolidarse después de otros tres pisando post-temporada. Confianza depositada en Jeff Hornacek, quien no ha dudado en criticar el famoso “triángulo ofensivo” de Jackson, y de quien se espera que imponga un ritmo rápido más propio del Oeste, como hiciera en Phoenix. Puede funcionar si las lesiones respetan a una pareja de bases tan talentosa como dudosa en lo físico como son Derrick Rose y Brandon Jennings. Llega Joakim Noah para cubrir el hueco de Robin Lopez, y sigue Carmelo Anthony como piedra angular. Por lo demás mucha gente nueva y joven: los ex –ACB Willy Hernángomez, Mindaugas Kusminskas y Maurice Ndour, o el pequeño de los Plumlee, Marshall. El también exterior novato Ron Baker, pese a no ser drafteado, puede ser una de las sorpresas positivas (jugador disciplinado y abnegado defensor, tendrá su sitio) Porzingis sigue siendo la gran esperanza blanca, y la llegada de Courtney Lee pone un punto de veteranía y calidad al perímetro. Buenos mimbres para volver a play offs, pero insistimos, siempre que Rose y Jennings estén sanos.       




Porzingis, clave en Nueva York.




PHILADELPHIA 76ERS: ¿Se acabó el “tanking” en Philly? Eso es lo que esperan los aficionados del descaradamente peor equipo de la NBA en los últimos tiempos. Joel Embiid, Okafor y ahora Ben Simmons, las tres piedras sobre las que edificar el futuro desde el draft, siempre y cuando Embiid, el gigante camerunés, pueda vestirse de corto después de dos temporadas en blanco. Con Embiid sano y Okafor creciendo, más la llegada de Dario Saric, el juego interior sixer asusta. No nos olvidamos de Nerlens Noel, quien de momento sigue en la ciudad del amor fraternal pese a que ya ha ma
nifestado su deseo de abandonar la franquicia, y es que no debe ser fácil para Brett Brown hacer convivir a tres pívots de primerísima clase como Embiid, Okafor y Noel. Talento bruto en la zona para que nuestro Sergio Rodríguez se hinche a repartir asistencias. La llegada del Chacho a la ciudad de Rocky Balboa hace que irremediablemente Philadelphia se convierta en uno de los equipos a seguir el próximo curso por el aficionado español. Claro que todo pasará por las manos de Ben Simmons, cuya capacidad para repartir juego como “point-forward” le ha hecho recibir comparaciones con todo un LeBron James. Crecimiento asegurado, ¿play offs?, poco a poco. 
  

TORONTO RAPTORS: Crecimiento ejemplar el de los canadienses, seis temporadas consecutivas aumentando el número de victorias hasta las 56 de 2016, su máximo histórico en los 20 años de existencia de la franquicia. No es de extrañar por tanto que sea de los equipos que menos movimiento ha buscado en su roster, para seguir confiando en los Lowry, DeRozan, Terrence Ross, Patrick Patterson o Valanciunas. Se espera más de Carroll en su segundo año canadiense, y Jared Sullinger es su gran fichaje del verano. En definitiva, son una potencia en su conferencia, y volver a las finales de la misma parece totalmente factible. 



NUESTRO PRONÓSTICO: 

BOSTON: Segunda ronda de play offs.
BROOKLYN: Fuera de play offs.
NEW YORK: Primera ronda de play offs.
PHILADELPHIA: Fuera de play offs.
TORONTO: Campeones de division. Subcampeones de conferencia. 



martes, 12 de julio de 2016

LA "DURANTULA" EN UN NUEVO ECOSISTEMA





Si no puedes con tu enemigo, únete a él.





El verano de 2016 está siendo realmente movido en la NBA. Se veía venir, con el incremento del tope salarial y la obligatoriedad de las franquicias de gastar al menos el 90% de dicho tope en contratos con sus jugadores. Mucho pastel para repartir y un suculento mercado de agentes libres con un nombre propio brillando por encima del resto: Kevin Durant.


El rumor una vez más ha sido antesala de la noticia, y el alero de interminables brazos  nacido en Washington, cansado de ver una y otra vez como sus Oklahoma City Thunder no terminan de dar el salto de calidad definitivo (a pesar de que en las últimas seis temporadas han jugado cuatro finales de conferencia, siendo en ese sentido el equipo del Oeste más fiable junto a San Antonio), ha hecho las maletas rumbo a Oakland. 54.3 millones de dólares por dos temporadas tienen la culpa (que le convierten en el jugador mejor pagado de la NBA… al menos hasta que conozcamos el nuevo contrato de LeBron James), pero sobre todo la posibilidad inmediata de luchar por el anillo en el equipo que alcanzó 73 victorias en liga regular por primera vez en la historia. Unir sus fuerzas a Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y Andre Igoudala convierte a los Warriors en los máximos favoritos para conseguir el próximo título. No hay un quinteto igual en toda la liga, con una calidad escandalosa además de una extraordinaria versatilidad. El presumible próximo quinteto titular de Steve Kerr (Curry, Thompson, Durant y Green son innegociables, y las salidas de Barnes, Bogut y Ezeli hacen pensar que Kerr definitivamente apostará por “Iggy” de inicio, renunciando al pívot puro, para pasmo de los ortodoxos… a menos que apueste por Pachulia como jugador de inicio) se anticipa indescifrable para los rivales, y la duda en todo caso se instala en la capacidad de Kerr y su equipo para adaptarse a tantos jugadores que hacen tantos tiros por partido.     


No sería la primera vez que un equipo diseñado para el éxito inmediato fracasa. Quizás el fiasco más extraordinario sea el de los Lakers de la temporada 2012-13. Después de que Mike Brown durase tan sólo cinco partidos (balance 1-4) y tras un breve remontar el vuelo con el interino Bernie Bickerstaff (otros cinco partidos con balance 4-1), Mike D’Antoni veía como ponían a su disposición un equipo de auténtico ensueño: Steve Nash, Kobe Bryant, Metta World Peace, Pau Gasol y Dwight Howard, y desde el banquillo jugadores de la calidad de Antwan Jamison o Jodie Meeks. Parecían destinados a arrasar, y máxime con el entrenador que había desarrollado un baloncesto de hermosa locura ofensiva en Phoenix Suns con la batuta de precisamente Steve Nash. Sin embargo los problemas con las lesiones, y sobre todo la falta de química entre las figuras, les llevó a verse luchando por las últimas plazas de play offs. Finalmente lograrían clasificarse séptimos (balance 45-37) para ser barridos por San Antonio Spurs en primera ronda. No fue tan escandaloso el fracaso de Los Angeles Lakers de la temporada 2003-04, pero el resultado final fue igualmente decepcionante. Gary Payton, Kobe Bryant, Devean George, Karl Malone y Shaquille O’Neal se vislumbraba como uno de los quintetos más estelares de toda la historia de la glamourosa franquicia californiana, apoyado por un banquillo con nombres ilustres como Dereck Fisher, Horace Grant, Rick Fox,  y jóvenes prometedores como Kareem Rush o el ucraniano Mevdevenko. Todo esto bajo la dirección del maestro Phil Jackson en el banquillo. Llamados a ganar el anillo, dominaron la división Pacific con un balance 56-26, la cuarta mejor marca del año. Su mejor versión se vería en los play offs, primero pasando por encima de Houston, y posteriormente eliminando a San Antonio y Minnesotta, franquicias que habían hecho mejor temporada regular que los angelinos. Parecían claros favoritos ante los Pistons de Larry Brown, pese a no contar con el lesionado Karl Malone. Pero Detroit fue un rodillo y sólo una victoria en la prórroga en el segundo partido evitó un humillante “sweep” (barrido) Incluso los Heat de LeBron, Wade y Bosh no vivieron la gloria inmediata, perdiendo sus primeras finales contra pronóstico contra Dallas Mavericks, si bien se resarcirían, y de qué forma, ganando los dos siguientes campeonatos de manera consecutiva. El regreso de LeBron a Cleveland tampoco supuso el anillo el primer año, pese a estar secundado por Irving y Love (si bien es cierto que ausentes en las finales, con excepción de Irving en el primer partido), aunque la constancia les ha hecho llevar el primer título de la historia para su franquicia. Golden State se convierten en claros favoritos al anillo de 2017, pero afortunadamente será la cancha la que dicte justicia.      



¿El mejor quinteto de la historia?



Hay que tener en cuenta que una de las claves de estos maravillosos Warriors de Steve Kerr ha sido la química. No ha sido difícil, teniendo en cuenta que ningún jugador de este equipo llegó a la NBA con la etiqueta de “next big thing”, ni siquiera Curry, número 7 del draft. Incluso Draymond Green es un segunda ronda. No ha tenido por tanto que lidiar Kerr con los egos descomunales de jugadores que ya son estrellas desde la universidad (o incluso desde el instituto) Pero Durant es un caso distinto. Un jugador acostumbrado a ser el foco de atención mediático allí donde ha jugado, y que no fue número 1 del draft simplemente por la obsesión (cada vez menos plausible, en vista de los dudosos resultados) de las franquicias en encontrar ese pívot dominante, piedra filosofal baloncestística que en 2007 tenía el nombre de Greg Oden, jugador de cristal que tras constantes idas y venidas de las canchas finalmente se dedica a cultivar su fortuna personal en el baloncesto chino. Los fantasmas de 1984, cuando dejaron pasar la oportunidad de hacerse con Michael Jordan por preferir a Sam Bowie (otra vez la obsesión por los pívots), volvieron a aflorar en Portland. El jugador a elegir era Durant (MVP de la temporada en 2014 y cuatro veces máximo anotador de la liga), no Oden. 


En un juego tan completo como el baloncesto y en el que la importancia de tan distintas facetas hace que hayan llegado a ser estrellas jugadores tan radicalmente opuestos en su juego como pueden ser Allen Iverson y Dennis Rodman, por poner dos ejemplos, sigue siendo la anotación la estadística más propicia para alimentar el ego de los jugadores. Y es que el aficionado por lo general sigue fijándose más en el hombre que mete la pelota en el aro que en el defensor superlativo, el taponador estratosférico, el fajador de los tableros o en el director imaginativo. Kerr en ese sentido tiene que saber manejar la convivencia entre dos jugadores que han sido máximos anotadores de la liga, como son Curry y Durant. Dos tipos que suman entre ambos 39.4 tiros de campo por partido en la pasada temporada regular. A todo esto… ¿podrá seguir teniendo Klay Thompson sus 17 lanzamientos por partido? Hablamos ya de 56 tiros entre tres jugadores. El pasado curso los Warriors lanzaron 87.3 veces por partido. De modo que quedarían unos 30 tiros a repartir entre todo el resto del roster. Migajas. 


Eso, o aumentar todavía más el ritmo de juego y subir la apuesta por la locura ofensiva, para disfrute del espectador. Marcin Gortat, el pívot de los Washington Wizards, ha afirmado en redes sociales medio en broma que estos Warriors pueden ser capaces de llegar a los 200 puntos en un partido. Si Kerr es capaz de aumentar el número de posesiones por partido (un pase menos, dos segundos menos de posesión… y sobre todo, mayor defensa, mayor presión para recuperar más balones), podemos asistir definitivamente a la mayor maquinaria ofensiva que jamás haya visto el baloncesto moderno, pero para eso no deben perder sus señas de identidad, una de ellas es la vertiginosa circulación de balón (algo en lo que no debería tener problema en encajar Durant) Por tanto sobre el papel no pinta nada mal. Pero no todo puede ser tan positivo. El precio de tener el quinteto titular más demoledor que se pueda recordar en décadas en la NBA, hace pagar el precio de debilitar el que era uno de los banquillos más resolutivos de la liga. 


Y es que de una segunda unidad como la que manejaba Kerr la pasada temporada, compuesta por Livinsgton-Barbosa-Rush-Igoudala-Ezeli-Speights, reforzada en invierno con la llegada de Anderon Varejao, pasamos a un previsible banquillo integrado por Shaun Livingston como sexto hombre y veteranos como David West o Zaza Pachulia, a la espera de lo que puedan aportar jóvenes como Ian Clark, McAdoo, Looney y los rookies (entre los que habría que incluir a Looney, lesionado todo el pasado curso) Damian Jones y Patrik McCaw. Barnes, Speights, Ezeli, Rush y Barbosa salen del equipo, y no está claro el futuro de Varejao. Demasiados cambios en una plantilla que funcionaba, y para la que suenan más veteranos como David Lee o Ray Allen. Una rotación menos larga y fuerte y con muchos años en las piernas de sus jugadores, recordando demasiado a los Heat de la era LeBron o incluso a los recientes Cavs con casos como los de Shawn Marion (anecdótico la pasada temporada) o Mo Williams, cada vez aportando menos. Más calidad pero concentrada en menos jugadores, precisamente un reproche que se le ha hecho habitualmente a LeBron James. 


En ese sentido es flagrante la diferencia de criterio con el que las redes sociales han acogido la noticia del fichaje de Durant por Golden State respecto a cualquier decisión de LeBron para asaltar el título. Memes cachondeándose de LeBron, Irving y Love, al parecer muertos de miedo ante los nuevos Warriors, una animación del próximo NBA 2K17 que muestra a los jugadores de Oakland agigantados de tamaño contra unos pequeños Cavaliers, o chistes gráficos en los que Steve Kerr aguarda la llegada de veteranos en busca de un anillo, incluso jugadores ya retirados como Iverson, Barkley o Karl Malone. Todo muy simpático, nada que ver con el odio demostrado hacia LeBron cuando se reunió en Miami con sus amigos Wade y Bosh. Cosas del submundo “hater”.  




La vida sigue igual, palos a LeBron y respeto para sus rivales.



Tampoco compartimos las críticas hacia Durant (igual que no compartimos en su día las que hubo hacia LeBron) de algunos jugadores legendarios o de muchos aficionados, desvirtuando el valor del alero en comparación con los “Magic”, Bird o Jordan que dominaron la NBA hace unas décadas. Nos parece un argumento muy demagógico, porque para empezar hay que entender que la NBA ha cambiado mucho, y no es comparable una liga con 23 equipos, como la que se encontraron estos jugadores, que la actual con 30. A menos equipos, la concentración de calidad en los equipos dominadores era más evidente. Por otro lado es cierto que estos jugadores no necesitaron cambiar de equipos para ganar títulos, porque los movimientos en los despachos de sus franquicias consiguieron crear auténticas constelaciones de estrellas. Hay que recordar que los Lakers 80’s del showtime llegaron a juntar a tres números uno del draft (“Magic”, Worthy y Abdul-Jabbar), y un número cuatro como Byron Scott. Tres números uno del draft y un número cuatro en un quinteto titular no ha vuelto a verse en ningún equipo desde entonces. ¿Qué necesidad tenía “Magic” de cambiar de equipo? El caso de Bird no es tan descarado, pero hay que recordar que al “pájaro” le rodean de uno de los mejores pívots del momento, un Robert Parrish que deslumbraba en Golden State, junto a Kevin McHale, número tres de su draft, en un gran movimiento en los despachos de Red Auerbach en 1980. El laureado entrenador y directivo de los Celtics pondría la guinda cuando en 1983 se hacía con los servicios de nada menos que Dennis Johnson, quien había llevado a los Seattle Supersonics a ganar el campeonato de 1979 en el que había sido MVP de las finales. ¿Necesitaba Bird irse a otro equipo cuando le habían conseguido a dos de los mejores jugadores de la liga en sus posiciones (Johnson y Parrish) y otra estrella universitaria como McHale? Si le concedería en todo caso más mérito a Michael Jordan, quien sólo tenía a Pippen como jugador que hubiera podido considerarse “jugador franquicia” en otro equipo, pero también es cierto que siempre estuvo rodeado de grandísimos jugadores, la mayoría de ellos creciendo a partir del draft. Y éste es, en definitiva, el gran cambio que experimenta Golden State con la llegada de Durant, desterrando la filosofía de equipo ganador creado a partir del draft, que si le hacía emparentarse con míticas franquicias de los 80 o primeros 90.  



A veces es peligroso cambiar un animal de ecosistema, ya que puede romper el equilibrio natural entre planta, animales y demás componentes. El tiempo dirá si la adaptación de la “Durantula” al ecosistema Warrior, en el que todos eran felices aceptando unos roles ya perfectamente definidos en dos temporadas de auténtico ensueño, traerá beneficios a Oakland o por el contrario alterará el que parecía el ecosistema más envidiable de todo el planeta NBA.   



Bird y sus soldados







LA "DURANTULA" EN UN NUEVO ECOSISTEMA





Si no puedes con tu enemigo, únete a él.





El verano de 2016 está siendo realmente movido en la NBA. Se veía venir, con el incremento del tope salarial y la obligatoriedad de las franquicias de gastar al menos el 90% de dicho tope en contratos con sus jugadores. Mucho pastel para repartir y un suculento mercado de agentes libres con un nombre propio brillando por encima del resto: Kevin Durant.


El rumor una vez más ha sido antesala de la noticia, y el alero de interminables brazos  nacido en Washington, cansado de ver una y otra vez como sus Oklahoma City Thunder no terminan de dar el salto de calidad definitivo (a pesar de que en las últimas seis temporadas han jugado cuatro finales de conferencia, siendo en ese sentido el equipo del Oeste más fiable junto a San Antonio), ha hecho las maletas rumbo a Oakland. 54.3 millones de dólares por dos temporadas tienen la culpa (que le convierten en el jugador mejor pagado de la NBA… al menos hasta que conozcamos el nuevo contrato de LeBron James), pero sobre todo la posibilidad inmediata de luchar por el anillo en el equipo que alcanzó 73 victorias en liga regular por primera vez en la historia. Unir sus fuerzas a Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y Andre Igoudala convierte a los Warriors en los máximos favoritos para conseguir el próximo título. No hay un quinteto igual en toda la liga, con una calidad escandalosa además de una extraordinaria versatilidad. El presumible próximo quinteto titular de Steve Kerr (Curry, Thompson, Durant y Green son innegociables, y las salidas de Barnes, Bogut y Ezeli hacen pensar que Kerr definitivamente apostará por “Iggy” de inicio, renunciando al pívot puro, para pasmo de los ortodoxos… a menos que apueste por Pachulia como jugador de inicio) se anticipa indescifrable para los rivales, y la duda en todo caso se instala en la capacidad de Kerr y su equipo para adaptarse a tantos jugadores que hacen tantos tiros por partido.     


No sería la primera vez que un equipo diseñado para el éxito inmediato fracasa. Quizás el fiasco más extraordinario sea el de los Lakers de la temporada 2012-13. Después de que Mike Brown durase tan sólo cinco partidos (balance 1-4) y tras un breve remontar el vuelo con el interino Bernie Bickerstaff (otros cinco partidos con balance 4-1), Mike D’Antoni veía como ponían a su disposición un equipo de auténtico ensueño: Steve Nash, Kobe Bryant, Metta World Peace, Pau Gasol y Dwight Howard, y desde el banquillo jugadores de la calidad de Antwan Jamison o Jodie Meeks. Parecían destinados a arrasar, y máxime con el entrenador que había desarrollado un baloncesto de hermosa locura ofensiva en Phoenix Suns con la batuta de precisamente Steve Nash. Sin embargo los problemas con las lesiones, y sobre todo la falta de química entre las figuras, les llevó a verse luchando por las últimas plazas de play offs. Finalmente lograrían clasificarse séptimos (balance 45-37) para ser barridos por San Antonio Spurs en primera ronda. No fue tan escandaloso el fracaso de Los Angeles Lakers de la temporada 2003-04, pero el resultado final fue igualmente decepcionante. Gary Payton, Kobe Bryant, Devean George, Karl Malone y Shaquille O’Neal se vislumbraba como uno de los quintetos más estelares de toda la historia de la glamourosa franquicia californiana, apoyado por un banquillo con nombres ilustres como Dereck Fisher, Horace Grant, Rick Fox,  y jóvenes prometedores como Kareem Rush o el ucraniano Mevdevenko. Todo esto bajo la dirección del maestro Phil Jackson en el banquillo. Llamados a ganar el anillo, dominaron la división Pacific con un balance 56-26, la cuarta mejor marca del año. Su mejor versión se vería en los play offs, primero pasando por encima de Houston, y posteriormente eliminando a San Antonio y Minnesotta, franquicias que habían hecho mejor temporada regular que los angelinos. Parecían claros favoritos ante los Pistons de Larry Brown, pese a no contar con el lesionado Karl Malone. Pero Detroit fue un rodillo y sólo una victoria en la prórroga en el segundo partido evitó un humillante “sweep” (barrido) Incluso los Heat de LeBron, Wade y Bosh no vivieron la gloria inmediata, perdiendo sus primeras finales contra pronóstico contra Dallas Mavericks, si bien se resarcirían, y de qué forma, ganando los dos siguientes campeonatos de manera consecutiva. El regreso de LeBron a Cleveland tampoco supuso el anillo el primer año, pese a estar secundado por Irving y Love (si bien es cierto que ausentes en las finales, con excepción de Irving en el primer partido), aunque la constancia les ha hecho llevar el primer título de la historia para su franquicia. Golden State se convierten en claros favoritos al anillo de 2017, pero afortunadamente será la cancha la que dicte justicia.      



¿El mejor quinteto de la historia?



Hay que tener en cuenta que una de las claves de estos maravillosos Warriors de Steve Kerr ha sido la química. No ha sido difícil, teniendo en cuenta que ningún jugador de este equipo llegó a la NBA con la etiqueta de “next big thing”, ni siquiera Curry, número 7 del draft. Incluso Draymond Green es un segunda ronda. No ha tenido por tanto que lidiar Kerr con los egos descomunales de jugadores que ya son estrellas desde la universidad (o incluso desde el instituto) Pero Durant es un caso distinto. Un jugador acostumbrado a ser el foco de atención mediático allí donde ha jugado, y que no fue número 1 del draft simplemente por la obsesión (cada vez menos plausible, en vista de los dudosos resultados) de las franquicias en encontrar ese pívot dominante, piedra filosofal baloncestística que en 2007 tenía el nombre de Greg Oden, jugador de cristal que tras constantes idas y venidas de las canchas finalmente se dedica a cultivar su fortuna personal en el baloncesto chino. Los fantasmas de 1984, cuando dejaron pasar la oportunidad de hacerse con Michael Jordan por preferir a Sam Bowie (otra vez la obsesión por los pívots), volvieron a aflorar en Portland. El jugador a elegir era Durant (MVP de la temporada en 2014 y cuatro veces máximo anotador de la liga), no Oden. 


En un juego tan completo como el baloncesto y en el que la importancia de tan distintas facetas hace que hayan llegado a ser estrellas jugadores tan radicalmente opuestos en su juego como pueden ser Allen Iverson y Dennis Rodman, por poner dos ejemplos, sigue siendo la anotación la estadística más propicia para alimentar el ego de los jugadores. Y es que el aficionado por lo general sigue fijándose más en el hombre que mete la pelota en el aro que en el defensor superlativo, el taponador estratosférico, el fajador de los tableros o en el director imaginativo. Kerr en ese sentido tiene que saber manejar la convivencia entre dos jugadores que han sido máximos anotadores de la liga, como son Curry y Durant. Dos tipos que suman entre ambos 39.4 tiros de campo por partido en la pasada temporada regular. A todo esto… ¿podrá seguir teniendo Klay Thompson sus 17 lanzamientos por partido? Hablamos ya de 56 tiros entre tres jugadores. El pasado curso los Warriors lanzaron 87.3 veces por partido. De modo que quedarían unos 30 tiros a repartir entre todo el resto del roster. Migajas. 


Eso, o aumentar todavía más el ritmo de juego y subir la apuesta por la locura ofensiva, para disfrute del espectador. Marcin Gortat, el pívot de los Washington Wizards, ha afirmado en redes sociales medio en broma que estos Warriors pueden ser capaces de llegar a los 200 puntos en un partido. Si Kerr es capaz de aumentar el número de posesiones por partido (un pase menos, dos segundos menos de posesión… y sobre todo, mayor defensa, mayor presión para recuperar más balones), podemos asistir definitivamente a la mayor maquinaria ofensiva que jamás haya visto el baloncesto moderno, pero para eso no deben perder sus señas de identidad, una de ellas es la vertiginosa circulación de balón (algo en lo que no debería tener problema en encajar Durant) Por tanto sobre el papel no pinta nada mal. Pero no todo puede ser tan positivo. El precio de tener el quinteto titular más demoledor que se pueda recordar en décadas en la NBA, hace pagar el precio de debilitar el que era uno de los banquillos más resolutivos de la liga. 


Y es que de una segunda unidad como la que manejaba Kerr la pasada temporada, compuesta por Livinsgton-Barbosa-Rush-Igoudala-Ezeli-Speights, reforzada en invierno con la llegada de Anderon Varejao, pasamos a un previsible banquillo integrado por Shaun Livingston como sexto hombre y veteranos como David West o Zaza Pachulia, a la espera de lo que puedan aportar jóvenes como Ian Clark, McAdoo, Looney y los rookies (entre los que habría que incluir a Looney, lesionado todo el pasado curso) Damian Jones y Patrik McCaw. Barnes, Speights, Ezeli, Rush y Barbosa salen del equipo, y no está claro el futuro de Varejao. Demasiados cambios en una plantilla que funcionaba, y para la que suenan más veteranos como David Lee o Ray Allen. Una rotación menos larga y fuerte y con muchos años en las piernas de sus jugadores, recordando demasiado a los Heat de la era LeBron o incluso a los recientes Cavs con casos como los de Shawn Marion (anecdótico la pasada temporada) o Mo Williams, cada vez aportando menos. Más calidad pero concentrada en menos jugadores, precisamente un reproche que se le ha hecho habitualmente a LeBron James. 


En ese sentido es flagrante la diferencia de criterio con el que las redes sociales han acogido la noticia del fichaje de Durant por Golden State respecto a cualquier decisión de LeBron para asaltar el título. Memes cachondeándose de LeBron, Irving y Love, al parecer muertos de miedo ante los nuevos Warriors, una animación del próximo NBA 2K17 que muestra a los jugadores de Oakland agigantados de tamaño contra unos pequeños Cavaliers, o chistes gráficos en los que Steve Kerr aguarda la llegada de veteranos en busca de un anillo, incluso jugadores ya retirados como Iverson, Barkley o Karl Malone. Todo muy simpático, nada que ver con el odio demostrado hacia LeBron cuando se reunió en Miami con sus amigos Wade y Bosh. Cosas del submundo “hater”.  




La vida sigue igual, palos a LeBron y respeto para sus rivales.



Tampoco compartimos las críticas hacia Durant (igual que no compartimos en su día las que hubo hacia LeBron) de algunos jugadores legendarios o de muchos aficionados, desvirtuando el valor del alero en comparación con los “Magic”, Bird o Jordan que dominaron la NBA hace unas décadas. Nos parece un argumento muy demagógico, porque para empezar hay que entender que la NBA ha cambiado mucho, y no es comparable una liga con 23 equipos, como la que se encontraron estos jugadores, que la actual con 30. A menos equipos, la concentración de calidad en los equipos dominadores era más evidente. Por otro lado es cierto que estos jugadores no necesitaron cambiar de equipos para ganar títulos, porque los movimientos en los despachos de sus franquicias consiguieron crear auténticas constelaciones de estrellas. Hay que recordar que los Lakers 80’s del showtime llegaron a juntar a tres números uno del draft (“Magic”, Worthy y Abdul-Jabbar), y un número cuatro como Byron Scott. Tres números uno del draft y un número cuatro en un quinteto titular no ha vuelto a verse en ningún equipo desde entonces. ¿Qué necesidad tenía “Magic” de cambiar de equipo? El caso de Bird no es tan descarado, pero hay que recordar que al “pájaro” le rodean de uno de los mejores pívots del momento, un Robert Parrish que deslumbraba en Golden State, junto a Kevin McHale, número tres de su draft, en un gran movimiento en los despachos de Red Auerbach en 1980. El laureado entrenador y directivo de los Celtics pondría la guinda cuando en 1983 se hacía con los servicios de nada menos que Dennis Johnson, quien había llevado a los Seattle Supersonics a ganar el campeonato de 1979 en el que había sido MVP de las finales. ¿Necesitaba Bird irse a otro equipo cuando le habían conseguido a dos de los mejores jugadores de la liga en sus posiciones (Johnson y Parrish) y otra estrella universitaria como McHale? Si le concedería en todo caso más mérito a Michael Jordan, quien sólo tenía a Pippen como jugador que hubiera podido considerarse “jugador franquicia” en otro equipo, pero también es cierto que siempre estuvo rodeado de grandísimos jugadores, la mayoría de ellos creciendo a partir del draft. Y éste es, en definitiva, el gran cambio que experimenta Golden State con la llegada de Durant, desterrando la filosofía de equipo ganador creado a partir del draft, que si le hacía emparentarse con míticas franquicias de los 80 o primeros 90.  



A veces es peligroso cambiar un animal de ecosistema, ya que puede romper el equilibrio natural entre planta, animales y demás componentes. El tiempo dirá si la adaptación de la “Durantula” al ecosistema Warrior, en el que todos eran felices aceptando unos roles ya perfectamente definidos en dos temporadas de auténtico ensueño, traerá beneficios a Oakland o por el contrario alterará el que parecía el ecosistema más envidiable de todo el planeta NBA.   



Bird y sus soldados







LA "DURANTULA" EN UN NUEVO ECOSISTEMA





Si no puedes con tu enemigo, únete a él.





El verano de 2016 está siendo realmente movido en la NBA. Se veía venir, con el incremento del tope salarial y la obligatoriedad de las franquicias de gastar al menos el 90% de dicho tope en contratos con sus jugadores. Mucho pastel para repartir y un suculento mercado de agentes libres con un nombre propio brillando por encima del resto: Kevin Durant.


El rumor una vez más ha sido antesala de la noticia, y el alero de interminables brazos  nacido en Washington, cansado de ver una y otra vez como sus Oklahoma City Thunder no terminan de dar el salto de calidad definitivo (a pesar de que en las últimas seis temporadas han jugado cuatro finales de conferencia, siendo en ese sentido el equipo del Oeste más fiable junto a San Antonio), ha hecho las maletas rumbo a Oakland. 54.3 millones de dólares por dos temporadas tienen la culpa (que le convierten en el jugador mejor pagado de la NBA… al menos hasta que conozcamos el nuevo contrato de LeBron James), pero sobre todo la posibilidad inmediata de luchar por el anillo en el equipo que alcanzó 73 victorias en liga regular por primera vez en la historia. Unir sus fuerzas a Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y Andre Igoudala convierte a los Warriors en los máximos favoritos para conseguir el próximo título. No hay un quinteto igual en toda la liga, con una calidad escandalosa además de una extraordinaria versatilidad. El presumible próximo quinteto titular de Steve Kerr (Curry, Thompson, Durant y Green son innegociables, y las salidas de Barnes, Bogut y Ezeli hacen pensar que Kerr definitivamente apostará por “Iggy” de inicio, renunciando al pívot puro, para pasmo de los ortodoxos… a menos que apueste por Pachulia como jugador de inicio) se anticipa indescifrable para los rivales, y la duda en todo caso se instala en la capacidad de Kerr y su equipo para adaptarse a tantos jugadores que hacen tantos tiros por partido.     


No sería la primera vez que un equipo diseñado para el éxito inmediato fracasa. Quizás el fiasco más extraordinario sea el de los Lakers de la temporada 2012-13. Después de que Mike Brown durase tan sólo cinco partidos (balance 1-4) y tras un breve remontar el vuelo con el interino Bernie Bickerstaff (otros cinco partidos con balance 4-1), Mike D’Antoni veía como ponían a su disposición un equipo de auténtico ensueño: Steve Nash, Kobe Bryant, Metta World Peace, Pau Gasol y Dwight Howard, y desde el banquillo jugadores de la calidad de Antwan Jamison o Jodie Meeks. Parecían destinados a arrasar, y máxime con el entrenador que había desarrollado un baloncesto de hermosa locura ofensiva en Phoenix Suns con la batuta de precisamente Steve Nash. Sin embargo los problemas con las lesiones, y sobre todo la falta de química entre las figuras, les llevó a verse luchando por las últimas plazas de play offs. Finalmente lograrían clasificarse séptimos (balance 45-37) para ser barridos por San Antonio Spurs en primera ronda. No fue tan escandaloso el fracaso de Los Angeles Lakers de la temporada 2003-04, pero el resultado final fue igualmente decepcionante. Gary Payton, Kobe Bryant, Devean George, Karl Malone y Shaquille O’Neal se vislumbraba como uno de los quintetos más estelares de toda la historia de la glamourosa franquicia californiana, apoyado por un banquillo con nombres ilustres como Dereck Fisher, Horace Grant, Rick Fox,  y jóvenes prometedores como Kareem Rush o el ucraniano Mevdevenko. Todo esto bajo la dirección del maestro Phil Jackson en el banquillo. Llamados a ganar el anillo, dominaron la división Pacific con un balance 56-26, la cuarta mejor marca del año. Su mejor versión se vería en los play offs, primero pasando por encima de Houston, y posteriormente eliminando a San Antonio y Minnesotta, franquicias que habían hecho mejor temporada regular que los angelinos. Parecían claros favoritos ante los Pistons de Larry Brown, pese a no contar con el lesionado Karl Malone. Pero Detroit fue un rodillo y sólo una victoria en la prórroga en el segundo partido evitó un humillante “sweep” (barrido) Incluso los Heat de LeBron, Wade y Bosh no vivieron la gloria inmediata, perdiendo sus primeras finales contra pronóstico contra Dallas Mavericks, si bien se resarcirían, y de qué forma, ganando los dos siguientes campeonatos de manera consecutiva. El regreso de LeBron a Cleveland tampoco supuso el anillo el primer año, pese a estar secundado por Irving y Love (si bien es cierto que ausentes en las finales, con excepción de Irving en el primer partido), aunque la constancia les ha hecho llevar el primer título de la historia para su franquicia. Golden State se convierten en claros favoritos al anillo de 2017, pero afortunadamente será la cancha la que dicte justicia.      



¿El mejor quinteto de la historia?



Hay que tener en cuenta que una de las claves de estos maravillosos Warriors de Steve Kerr ha sido la química. No ha sido difícil, teniendo en cuenta que ningún jugador de este equipo llegó a la NBA con la etiqueta de “next big thing”, ni siquiera Curry, número 7 del draft. Incluso Draymond Green es un segunda ronda. No ha tenido por tanto que lidiar Kerr con los egos descomunales de jugadores que ya son estrellas desde la universidad (o incluso desde el instituto) Pero Durant es un caso distinto. Un jugador acostumbrado a ser el foco de atención mediático allí donde ha jugado, y que no fue número 1 del draft simplemente por la obsesión (cada vez menos plausible, en vista de los dudosos resultados) de las franquicias en encontrar ese pívot dominante, piedra filosofal baloncestística que en 2007 tenía el nombre de Greg Oden, jugador de cristal que tras constantes idas y venidas de las canchas finalmente se dedica a cultivar su fortuna personal en el baloncesto chino. Los fantasmas de 1984, cuando dejaron pasar la oportunidad de hacerse con Michael Jordan por preferir a Sam Bowie (otra vez la obsesión por los pívots), volvieron a aflorar en Portland. El jugador a elegir era Durant (MVP de la temporada en 2014 y cuatro veces máximo anotador de la liga), no Oden. 


En un juego tan completo como el baloncesto y en el que la importancia de tan distintas facetas hace que hayan llegado a ser estrellas jugadores tan radicalmente opuestos en su juego como pueden ser Allen Iverson y Dennis Rodman, por poner dos ejemplos, sigue siendo la anotación la estadística más propicia para alimentar el ego de los jugadores. Y es que el aficionado por lo general sigue fijándose más en el hombre que mete la pelota en el aro que en el defensor superlativo, el taponador estratosférico, el fajador de los tableros o en el director imaginativo. Kerr en ese sentido tiene que saber manejar la convivencia entre dos jugadores que han sido máximos anotadores de la liga, como son Curry y Durant. Dos tipos que suman entre ambos 39.4 tiros de campo por partido en la pasada temporada regular. A todo esto… ¿podrá seguir teniendo Klay Thompson sus 17 lanzamientos por partido? Hablamos ya de 56 tiros entre tres jugadores. El pasado curso los Warriors lanzaron 87.3 veces por partido. De modo que quedarían unos 30 tiros a repartir entre todo el resto del roster. Migajas. 


Eso, o aumentar todavía más el ritmo de juego y subir la apuesta por la locura ofensiva, para disfrute del espectador. Marcin Gortat, el pívot de los Washington Wizards, ha afirmado en redes sociales medio en broma que estos Warriors pueden ser capaces de llegar a los 200 puntos en un partido. Si Kerr es capaz de aumentar el número de posesiones por partido (un pase menos, dos segundos menos de posesión… y sobre todo, mayor defensa, mayor presión para recuperar más balones), podemos asistir definitivamente a la mayor maquinaria ofensiva que jamás haya visto el baloncesto moderno, pero para eso no deben perder sus señas de identidad, una de ellas es la vertiginosa circulación de balón (algo en lo que no debería tener problema en encajar Durant) Por tanto sobre el papel no pinta nada mal. Pero no todo puede ser tan positivo. El precio de tener el quinteto titular más demoledor que se pueda recordar en décadas en la NBA, hace pagar el precio de debilitar el que era uno de los banquillos más resolutivos de la liga. 


Y es que de una segunda unidad como la que manejaba Kerr la pasada temporada, compuesta por Livinsgton-Barbosa-Rush-Igoudala-Ezeli-Speights, reforzada en invierno con la llegada de Anderon Varejao, pasamos a un previsible banquillo integrado por Shaun Livingston como sexto hombre y veteranos como David West o Zaza Pachulia, a la espera de lo que puedan aportar jóvenes como Ian Clark, McAdoo, Looney y los rookies (entre los que habría que incluir a Looney, lesionado todo el pasado curso) Damian Jones y Patrik McCaw. Barnes, Speights, Ezeli, Rush y Barbosa salen del equipo, y no está claro el futuro de Varejao. Demasiados cambios en una plantilla que funcionaba, y para la que suenan más veteranos como David Lee o Ray Allen. Una rotación menos larga y fuerte y con muchos años en las piernas de sus jugadores, recordando demasiado a los Heat de la era LeBron o incluso a los recientes Cavs con casos como los de Shawn Marion (anecdótico la pasada temporada) o Mo Williams, cada vez aportando menos. Más calidad pero concentrada en menos jugadores, precisamente un reproche que se le ha hecho habitualmente a LeBron James. 


En ese sentido es flagrante la diferencia de criterio con el que las redes sociales han acogido la noticia del fichaje de Durant por Golden State respecto a cualquier decisión de LeBron para asaltar el título. Memes cachondeándose de LeBron, Irving y Love, al parecer muertos de miedo ante los nuevos Warriors, una animación del próximo NBA 2K17 que muestra a los jugadores de Oakland agigantados de tamaño contra unos pequeños Cavaliers, o chistes gráficos en los que Steve Kerr aguarda la llegada de veteranos en busca de un anillo, incluso jugadores ya retirados como Iverson, Barkley o Karl Malone. Todo muy simpático, nada que ver con el odio demostrado hacia LeBron cuando se reunió en Miami con sus amigos Wade y Bosh. Cosas del submundo “hater”.  




La vida sigue igual, palos a LeBron y respeto para sus rivales.



Tampoco compartimos las críticas hacia Durant (igual que no compartimos en su día las que hubo hacia LeBron) de algunos jugadores legendarios o de muchos aficionados, desvirtuando el valor del alero en comparación con los “Magic”, Bird o Jordan que dominaron la NBA hace unas décadas. Nos parece un argumento muy demagógico, porque para empezar hay que entender que la NBA ha cambiado mucho, y no es comparable una liga con 23 equipos, como la que se encontraron estos jugadores, que la actual con 30. A menos equipos, la concentración de calidad en los equipos dominadores era más evidente. Por otro lado es cierto que estos jugadores no necesitaron cambiar de equipos para ganar títulos, porque los movimientos en los despachos de sus franquicias consiguieron crear auténticas constelaciones de estrellas. Hay que recordar que los Lakers 80’s del showtime llegaron a juntar a tres números uno del draft (“Magic”, Worthy y Abdul-Jabbar), y un número cuatro como Byron Scott. Tres números uno del draft y un número cuatro en un quinteto titular no ha vuelto a verse en ningún equipo desde entonces. ¿Qué necesidad tenía “Magic” de cambiar de equipo? El caso de Bird no es tan descarado, pero hay que recordar que al “pájaro” le rodean de uno de los mejores pívots del momento, un Robert Parrish que deslumbraba en Golden State, junto a Kevin McHale, número tres de su draft, en un gran movimiento en los despachos de Red Auerbach en 1980. El laureado entrenador y directivo de los Celtics pondría la guinda cuando en 1983 se hacía con los servicios de nada menos que Dennis Johnson, quien había llevado a los Seattle Supersonics a ganar el campeonato de 1979 en el que había sido MVP de las finales. ¿Necesitaba Bird irse a otro equipo cuando le habían conseguido a dos de los mejores jugadores de la liga en sus posiciones (Johnson y Parrish) y otra estrella universitaria como McHale? Si le concedería en todo caso más mérito a Michael Jordan, quien sólo tenía a Pippen como jugador que hubiera podido considerarse “jugador franquicia” en otro equipo, pero también es cierto que siempre estuvo rodeado de grandísimos jugadores, la mayoría de ellos creciendo a partir del draft. Y éste es, en definitiva, el gran cambio que experimenta Golden State con la llegada de Durant, desterrando la filosofía de equipo ganador creado a partir del draft, que si le hacía emparentarse con míticas franquicias de los 80 o primeros 90.  



A veces es peligroso cambiar un animal de ecosistema, ya que puede romper el equilibrio natural entre planta, animales y demás componentes. El tiempo dirá si la adaptación de la “Durantula” al ecosistema Warrior, en el que todos eran felices aceptando unos roles ya perfectamente definidos en dos temporadas de auténtico ensueño, traerá beneficios a Oakland o por el contrario alterará el que parecía el ecosistema más envidiable de todo el planeta NBA.   



Bird y sus soldados







martes, 14 de octubre de 2014

WINTER IS COMING: ATLANTIC DIVISION


Phil vuelve a New York


¡Ya se respira NBA! La única cosa buena que trae el comienzo del mal tiempo (junto a algún partido de Champions League) es el mejor baloncesto del mundo cada noche. A menos de dos semanas del salto inicial, vamos con un pequeño análisis de la temporada que se avecina, división por división, y con nuestra subjetiva, personal e intransferible visión del asunto. Comenzamos por la Atlantic. 

Nueva York domina. Empezando por la millonaria apuesta de Mijail Projorov con sus Brooklyn Nets. Miami les pasó por encima en semifinales de conferencia, pero volverán a intentarlo. No tendrán problemas para ser líderes de división y conseguir una buena marca para play offs. Tienen la experiencia del pasado curso, cuando les costó arrancar (la lesión de Deron Williams también tuvo que ver), para a partir de enero demostrar su verdadero potencial. Ya no está Paul Pierce (rumbo a Washington) pero su colección de talentos sigue impresionando (Joe Johnson, Deron Williams, Kevin Garnett, Kirilenko, Jarrett Jack, Broook Lopez, Teletovic, Mason Plumlee), y llega Bogdanovic. Todo ello al servicio de un entrenador con el cartel de Lionel Hollins, que tanto ayudase a crecer a los Grizzlies de Memphis. El glamour en las gradas lo seguirán poniendo Jay Z y Beyonce.

Los Knicks del presidente Phil Jackson deberían volver a contar después del fiasco de la pasada temporada. Instalados desde hace años en un “quiero y no puedo” parecían haber encontrado cierta estabilidad como equipo de play offs con tres participaciones seguidas en post-temporada, llegando hasta semifinales de conferencia hace dos cursos. El pasado año su 37-45 en la débil conferencia Este fue un claro paso atrás, que esperan subsanar con la experiencia de Jackson en los despachos, y la apuesta por un ganador como Derek Fisher en su debut como entrenador. No han tenido movimientos espectaculares en verano, más allá de la llegada de Calderón y Dalembert, ambos desde Dallas. Si el oficio del internacional español logra contagiar a Stoudemire y Barnagni, y Carmelo muestra su habitual nivel all star deberían ser equipo de play offs.

Toronto parece tener opciones reales de conseguir puestos de play offs, como hicieron la pasada temporada, siendo una sorpresa su estupendo balance 48-34 y verles llevar a Brooklyn Nets a un séptimo partido en primera ronda de las eliminatorias por el título. No cuentan con ninguna super-estrella, pero si con un equipo muy atractivo, joven, en progresión, y con talento, sobre todo exterior (Lowry, Williams, De Rozan, Vasquez, Ross, Fields), por dentro flojean un poco, aunque hay que confiar en que Valanciunas y Patterson sigan creciendo, y que “Psycho-T” Hangsbrough llegue a ser ese jugador que maravilló en época universitaria. El ex –estudiantil Lucas Nogueira tratará de hacerse un sitio en la rotación, junto a su joven compatriota el también rookie brasileño Bruno Caboclo. 

Boston y Philadelphia apenas parecen tener opciones. Los otrora orgullosos verdes no han conseguido ninguno de los apetecibles agentes libres de este verano, y seguirán dando mando en plaza a un Rajon Rondo cada vez más habitual en las enfermerías y menos en las canchas (actualmente de baja por una rotura en su mano, según la versión “oficial” producida en la ducha) Enésima oportunidad para la explosión de Evan Turner, y a seguir viendo crecer a potenciales buenos interiores como Olynyk o Sullinger, sin dejar de seguir al ex –ACB Faverani, por supuesto. Los Sixers, tras su “extraña” campaña anterior (comenzaron siendo el equipo revelación para caer en el “tanking” más descarado según transcurría el curso), deben aprovechar la temporada para foguear a sus jóvenes jugadores, especialmente Nerlens Noel, un pívot con tantas esperanzas depositadas en su juego, como dudas instaladas en la fragilidad de sus rodillas (su pasado curso transcurrió en blanco) Joel Embiid, a justificar su tercera posición en el que se espera sea histórico draft 2014, y Carter-Williams a confirmar su brutal temporada rookie. No son mimbres para meterse en play offs, pero sí para merecer la atención de los aficionados ante la posibilidad de que sean nombres llamados a hacer cosas importantes en la liga a corto plazo. 

En resumen una división de un nivel medio tirando a bajo, evidentemente dentro de la calidad de la mejor liga de baloncesto del mundo.     


Nerlens Noel ya está a punto.


NUESTRO PRONÓSTICO:

BROOKLYN:        1ª o 2ª ronda play offs.
NEW YORK:        1ª ronda play offs.
TORONTO:         1ª ronda play offs.
BOSTON:            sin acceso a play offs.

PHILADELPHIA: sin acceso a play offs.