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viernes, 2 de junio de 2017

LA PICADURA DE LA "DURANTULA"



Volando sobre el Oracle.


Golden State golpea primero en las finales de la NBA. En el duelo mediático entre Stephen Curry y LeBron James, el momentáneo vencedor es… Kevin Durant. Quizás sea por su reciente lesión que le tuvo apartado de las canchas en el final de temporada regular, quizás sea porque no estuvo en las dos finales anteriores (aunque precisamente por eso debiera encontrar foco como el factor desequilibrante respecto a un enfrentamiento que en dos años tuvo desenlace distinto para cada uno de los bandos), lo cierto es que poco habíamos hablado del tercer gran dominador de la NBA en los últimos años tras LeBron y Curry. Es cierto que no tiene ningún anillo, como los dos genios de Akron, pero hablamos de un cuatro veces máximo anotador de la liga durante esta década, y del MVP de 2014, entre medias de los dos consecutivos de LeBron y Curry (James tiene otros dos anteriores, en una racha que trunca el malogrado Derrick Rose) Lejano queda el debate sobre si Durant lograría acomodo en el sistema californiano. Una vez llegados hasta aquí poco importa que la rotación de Steve Kerr y Mike Brown no alcance la excelencia de las dos temporadas pasadas, por muy largas que se hagan las finales todo se va a concentrar en los pesos pesados de ambas escuadras. Cleveland demostró el pasado curso que prácticamente se pueden ganar unas series finales con dos jugadores al más alto nivel (LeBron e Irving), y si hablamos de desorbitada concentración de fuerzas en pocas unidades, los Warriors de Curry, Durant, Thompson y Green no parecen tener parangón en la NBA actual. A todo eso, claro, hay que sumar los Igoudala,  Livingston, Pachulia, David West, e incluso reconocer como el cuerpo técnico de Oakland (donde cada vez cobra más peso Mike Brown ante los sempiternos problemas de espalda de Steve Kerr, ausente en el primer partido de las finales) ha sido capaz de recuperar a ese extraño elemento llamado Javale McGee, quien está protagonizando una post-temporada extraordinaria en relación minutos jugados/productividad (anoche sin ir más lejos 5 puntos, 4 rebotes y 1 tapón en tan sólo 5 minutos de juego) ,pero no nos engañemos, el desenlace de estas finales va a pasar irremediablemente por las manos de las primeras espadas de cada equipo, y en ese sentido este primer partido es sintomático: en un encuentro que demuestra una evidente superioridad californiana ambos banquillos no mantienen un nivel más que discreto (21 puntos de Cleveland por 24 los de Oakland)


Y no empezó mal el partido para Cleveland, saltando al Oracle Arena luciendo músculo y queriendo llevar el partido a la guerra. Hubo de transcurrir un minuto y medio de partido hasta que el marcador fuese desvirgado, con una diana triple de J.R.Smith, y casi dos minutos hasta que los Warriors anotasen por medio de Zaza Pachulia. Fue todo un espejismo, ya que los de Oakland no tardarían en encontrar su habitual circulación de balón (perdieron sólo 4 balones en todo el partido, record de unas finales empatando con los San Antonio de 2013 y los Detroit de 2005) y comenzar su orgía anotadora. Espejismo fue también el triple de Smith, ya que no volvió a anotar en todo el encuentro (tampoco miró mucho más al aro), encomendado a misiones defensivas de las que puede decir que salió airoso en el caso de su enfrentamiento con un errático Klay Thompson (3 de 16 en tiros de campo)  



Pero Cleveland no perdió la cara al encuentro en un magnífico primer cuarto por parte de ambos equipos. Pese a la seriedad defensiva de Golden State (Thompson, desacertado en ataque, hiperactivo atrás), liderada de nuevo por un Draymond Green capaz de emparejarse en la misma posesión rival con Kevin Love y LeBron James (y cuyo sacrificio defensivo le costó dos faltas en los cinco primeros minutos de juego), los 13 puntos de James y 7 de Irving permitieron a Cleveland estar en el partido hasta que un triple de Igoudala sobre la bocina estiraba el marcador a cinco puntos de diferencia, la máxima hasta aquel momento, con un 30-35 que significaba el mejor baloncesto de la noche. 



En el segundo cuarto el show de KD alcanzaría sus cotas más altas. 13 de sus 38 puntos los firmó en ese periodo en el que ni LeBron a campo abierto ni Kevin Love en el poste pudieron detenerle. Apenas necesitó utilizar una de sus armas favoritas durante esos minutos, como es la larga distancia. Como pez en el agua dentro de la fluidez Warrior y del particular “small ball” californiano, no como un falso cuatro abierto, si no como un alero imparable en el uno contra uno mientras que Green cubría las espaldas de sus compañeros como único jugador interior. Golden State de nuevo reivindicando el baloncesto moderno, donde ya no caben los antediluvianos pívots que viven en la zona. Los Warriors amenazaron con romper el partido, la figura de Green se agigantaba en defensa y LeBron en su ya habitual papel de "point-forward" se estrellaba contra la defensa de un Mike Brown disfrutando de su venganza servida en plato frío después de haber vivido cinco temporadas en Cleveland a la sombra de King James. Y es que otro aspecto desequilibrante de esa maquinaria perfecta construída en la Bahía es el tener como entrenador asistente al técnico que posiblemente mejor conozca a The Chosen One. Ni un detalle al azar en unos Golden State cimentados para seguir haciendo historia. Si Cleveland se sostuvo en el partido fue gracias a la efervescencia anotadora del base menos base de la NBA, un Kyrie Irving rompiendo la zona de su rival como un cuchillo penetrando en mantequilla y que con 10 abajo se saca de la manga una de las jugadas del partido: un 3+1 ante un Klay Thompson incansable en defensa (abnegado trabajo en consonacia con la responsabilidad de saber su mal partido en ataque) para comprimir el marcador en un 43-49 a falta de unos cinco minutos para el descanso que apenas conocería variaciones en la relevancia de cara al partido, ya que ambos equipos enfilaron los vestuarios con un 52-60 que si bien demostraba la superioridad de los de San Francisco mostraba a unos Cavaliers vivos y con opciones.  



Durant se había guardado sus triples para la segunda mitad de la batalla. Abrió desde la distancia letal un parcial de 0-13 al que acompañó Curry con otras dos canastas desde su distancia favorita para romper el partido. 52-73 en un abrir y cerrar de ojos. Se acabó el partido. El último cuarto y medio fue simplemente la constatación de que estos Cavaliers no alcanzan al nivel de unos Warriors varios peldaños más letales que la pasada temporada. Incluso con un Love a un buen nivel (15 puntos y nada menos que 21 rebotes, compensando la sequía de un habitual "arma X" de los de Ohio como Tristan Thompson que dejó una raquítica tarjeta de 4 rechaces y sin anotar), siendo un jugador ausente en las finales de 2016, el Big Three de James-Irving-Love palidece ante estos Warriors de Kerr y cada vez más Brown, un Mike Brown quien volvemos a insistir, parece conocer mejor que nadie como desactivar al mejor jugador del mundo. Hambre Warrior para limpiar la afrenta del pasado año, demostrada en el hecho de que con el partido sentenciado un conservador Brown sólo se atrevió a sentar a sus figuras a dos minutos del final, cuando los LeBron, Love e Irving ya llevaban tiempo con sus cabezas bajo las toallas en la bancada visitante. Trabajo por hacer para Tyronn Lue, a quien no le quedó más remedio que reconocer tras el partido que estos eran los mejores Warriors que jamás había visto. Trabajo que pasa por entre otras cosas recuperar a un banquillo del que se espera mejor rendimiento. Sangrante es que uno de los grandes especialistas del perímetro de los últimos años en esta liga como Kyle Korver se quedase con su casillero de puntos vacio (tres intentos triples errados), más sangrante todavía ver a un errabundo Deron Williams, quien no hace mucho peleaba con Chris Paul por el trono de mejor base del mundo, actuar como uno de los peores directores de juego suplentes que uno pueda recordar en unas finales (y capaz de que echemos de menos a Mathew Dellavedova... no queremos ni pensar lo que hubiera supuesto el deseado Ricky Rubio en este equipo), sólo el voluntarioso veterano Richard Jefferson pareció atisbar alguna esperanza de que Cleveland presente credenciales de orgullo de vigente campeón. 



Es sólo el primer partido, el que coloca un 1-0 en el casillero en el favorito, en el equipo que no olvidemos el pasado año adquiría un 2-0 de ventaja y veía remontar por primera vez en la historia un 3-1 a favor. Pero las sensaciones, las pequeñas batallas que conforman el total de una guerra, resultan demoledoras. Curry superando a Irving y despejando todas las dudas sobre el fantasma del famoso triple que a falta de 53 segundos dejaba en bandeja el anillo para los de Ohio con el base Cavalier ajusticiando con un "cross over" sobre el MVP de los dos últimos años. Klay Thompson y Green gigantescos en defensa, sin necesidad de mirar el aro. Mike Brown curtido en mil sinsabores (con los propios Cleveland o con unos Lakers aspirantes a mejor equipo de la historia) destrozando cualquier planteamiento, si lo tuviera, de Tyronn Lue... y por encima de todo el efecto "Durantula" planteando un más difícil todavía para el gran LeBron James. Ya no sólo se le pide a un cuatro veces MVP y ganador de tres anillos como The King subir la bola, anotar desde fuera, jugar al poste y vaciarse en defensa, además de eso ahora tiene que anular a uno de los jugadores con mayor talento ofensivo de todos los tiempos como es el ex de Oklahoma City. Demasiado para un solo hombre por muy King James que seas.



Esto no ha hecho más que empezar, pero en el vestuario de Cleveland tienen que encontrar una solución a una picadura que amenaza con ser mortal. La Durantula quiere su primer anilllo. Ajeno al duelo entre Curry y LeBron el espigado alero que lleva cinco años viviendo a la sombra de los dos genios de Akron, deseando volver al mismo escenario en el que estuvo hace cinco años, cuando al lado de Russell Westbrook y James Harden se esperaba que liderara un equipo dominador como aquellos Oklahoma City, ambiciona su primer anillo. Para ello este verano decidió unir sus fuerzas con los Curry, Thompson, Green o Igoudala (dejando en evidencia, como ya hemos expresado en este blog, las diferencias en el trato mediático con KD y el LeBron que une sus fuerzas con Wade y Bosh para ganar anillos) La Durantula cambió de ecosistema para poner patas arriba la NBA. ¿Encontrará Cleveland el antídoto a su picadura?

miércoles, 29 de agosto de 2012

SUPERMAN Y DORIAN GRAY SE CITAN EN HOLLYWOOD

Mitch Kupchak ya tiene sus hombres extraordinarios.


El comienzo de este verano en el universo NBA ha venido acompañado de una serie de movimientos sísmicos como hacía tiempo que no se recordaban, cambiando en gran medida el panorama de la mejor liga del mundo y dejando muchas plantillas prácticamente irreconocibles. Hace ya semanas, incluso meses, de muchas de estas operaciones que sin duda merecerían mil y un análisis. Entre unas cosas y otras, vacaciones, Juegos Olímpicos, etc, no nos hemos detenido en el mercado NBA como deberíamos, de modo que vamos a intentar solventarlo en la medida de lo posible. Creo que hay sobre todo dos equipos que se han movido de manera muy brillante en los despachos durante el estío y que ambos el aficionado español los encontrará concernientes. Me refiero a los Timberwolves de Minnesota, con nuestro aún muy joven prodigio Ricky Rubio dirigiendo la orquesta, y por supuesto a los Angeles Lakers de Pau Gasol. Del equipo de Rick Adelman ya hablaremos en otra ocasión, por lo que vamos a detenernos en la a priori super-plantilla que ha sido capaz de confeccionar Mitch Kupchak para la franquicia angelina, y que le hace parecer candidato claro a GM de la temporada 2012-13. 

A nadie pillará por sorpresa si decimos que Steve Nash es uno de esos jugadores con un carácter diferente por los que sentimos un cariño especial en este blog. Nuestra hasta el momento única entrada dedicada por entero al genio canadiense sigue siendo la más leída de nuestra historia, por lo que le estamos enormemente agradecidos, y por otro lado demuestra claramente que es uno de los baloncestistas en activo más querido y seguido por el público en general. La contratación del mágico play-maker de Santa Clara por parte de los Lakers, con tratamiento y contrato de la estrella que sigue siendo a sus 38 años, fue una noticia acogida con alegría por nuestra parte. Steve se merecía un ¿último? contrato acorde con su categoría y trayectoria, la de un dos veces MVP de la NBA y sin discusión el mejor jugador en activo que no ha visto jalonada su carrera con el anillo de campeón. De modo que en principio nuestra idea era dedicarle una entrada en propiedad, pero ya saben, llegaron las vacaciones, los Juegos, y se nos fueron acumulando las tareas pendientes.    

El mago y su nuevo teatro.


Y de hecho en plenos Juegos Olímpicos de Londres estalló la bomba que llevábamos tiempo esperando. Lo que se ha dado en llamar el culebrón del verano en el baloncesto estadounidense tenía una espectacular resolución con la llegada de Dwight Howard, el jugador más deseado (pese a contar con un año más de contrato ya había dejado clara su intención de abandonar Orlando, por lo que la franquicia de Florida sabía que era o traspasarlo este verano o contar con él una temporada más para perderlo a cambio de nada) al mítico club lagunero, que con la llegada del imponente pívot de Georgia amplía la leyenda de grandes “cincos” lakers a lo largo de la historia: Mikan, Chamberlain, Abdul-Jabbar, Shaquille, y ahora Superman Howard. 

Emulando al maestro del comic Alan Moore, Kupchak parece haber construido su propia Liga de Hombres Extraordinarios, empezando por el auténtico Dorian Gray de la NBA (personaje éste que también toma Moore para su comic), un Steve Nash empeñado en desafiar el paso de los años, un osado dilatador del tiempo que ha encontrado la fórmula de la eterna juventud y de la magia inmortal. Nash es uno de esos jugadores cuya filosofía de juego es apreciada por cualquier aficionado, siempre al servicio del equipo y en todo momento dándole un componente estético muy apreciable. Nash, números al margen (luego iremos con ellos), pertenece a esa escuela baloncestística que más que de las canchas de juego parece provenir de academias de magia. Bob Cousy, Pete “Pistol” Maravich, “Magic” Johnson, Jayson Williams… jugadores que hicieron de la fantasía el estandarte con el que ser reconocidos en las batallas del campo de guerra de la canasta y que cuentan con Steve Nash como el mayor exponente en activo (y Ricky Rubio como el más digno heredero) Y dije “números al margen”, sí, pero es que aparte de estar hablando de un doble MVP de la liga (2005 y 2006, ya alcanzada la treintena y en su madurez deportiva), el rendimiento de Nash en las últimas temporadas no ofrece dudas. En sus últimas tres temporadas ha sido líder en asistencias de la NBA (11 y 11.4 respectivamente, con 35 y 36 años), y la pasada temporada, ya con 37, sólo Rajon Rondo ha sido capaz de superarle en la tabla (promedió 10.7 por 11.7 del fantástico base celtic) En lo que se ha dado en llamar con toda justicia una edad dorada de bases en la NBA (Paul, Williams, Westbrook, Rondo… por citar algunos), Steve Nash no ha dejado en ningún momento de estar entre los mejores, y hablamos de un jugador que va a comenzar su decimoséptima temporada en la mejor liga del mundo. No cabe duda. Steve es un tipo especial. 

¿Cuánto tarda un vuelo hasta Los Angeles?


Dorian Gray, el extraordinario hombre inmune al paso del tiempo, se encontrará en Los Angeles con otros personajes con características especiales y poderes específicos. Empezando por el jugador que más noticias y rumores ha generado en los últimos meses en toda la NBA. El Superman negro venido desde Orlando (como hiciera Shaquille O’Neal a mediados de los 90) para devolver la gloria a la franquicia de la meca del cine. No parece haber dudas en torno a la figura de Dwight Howard como el cinco más dominante del planeta, sucesor natural del propio Shaq, ejemplifica la figura casi jurásica de pívot clásico, ese que marca su territorio dentro de la zona y no frivoliza con el juego exterior. Al lado de Superman otro superhéroe, este bastante más peculiar y alejado de los cánones clásicos que marca “el hombre de acero”. Un joven larguirucho y aparentemente escuálido llegado desde el viejo continente europeo al que bautizaron como Super Pow Gasol. Una década después de su llegada a la mejor liga del universo conocido, el mayor de los Gasol se ha consolidado como un jugador ejemplar cuyo comportamiento modélico y profesionalidad no pasan desapercibidos para compañeros y rivales que le admiran y respetan por igual. Pau posiblemente sea en estos momentos (con permiso de Tim Duncan) el jugador alto con mejor lectura del juego, el complemento ideal en la pintura para esa fuerza de la naturaleza llamada Dwight Howard.  

Y por supuesto, gravitando alrededor de esta constelación de astros, la clave del  éxito o el fracaso deberá venir marcada por el líder emocional y espiritual de este grupo. La peligrosa Mamba Negra, cuyo ascendencia y poder dentro de la franquicia es casi equiparable a la del propietario Jerry Buss. Kobe será el termómetro de los Lakers, y deberá demostrar su definitiva madurez y saber apaciguar su ego, así como estar en ocasiones en segundo plano, y asumir un mayor reparto de roles como hizo este verano en su última participación con la elástica nacional si de verdad desea conseguir su sexto anillo con el que igualar a Jordan. Bryant ha de ser más que nunca un “facilitador” más que un finalizador, y comprender que la primera opción ofensiva debe ser Howard. No queremos decir con esto que Superman vaya a acumular más tiros que Kobe, lo cual es difícil, pero si ha de ser la referencia en ataque angelina, y a partir de ahí y con las defensas cerradas sobre él, el equipo de Mike Brown encontrará muchos mejores argumentos en el exterior. 

El Super de Sant Boi.


De modo que estos son los Cuatro Fantásticos californianos, a los que, no podía ser de otra manera, ya se les buscan comparaciones con aquel cuarteto que se la acabó pegando en el 2004 frente a los rocosos Pistons de Larry Brown. Kobe repite presencia tras aquel otro estelar cuarteto, con la diferencia que esos 9 años más con los que afrontará los play-offs de esta temporada han de notarse en una mayor sobriedad en el juego y generosidad con el equipo por encima de sus números individuales. A su lado como gran pívot dominante un Dwight Howard con quien deberá compartir liderazgo y no caer en los errores que llevaron a romper la sociedad Kobe-Shaq después de “sólo” tres anillos, cuando apuntaba a ser el dueto más dominador del baloncesto USA desde Jordan-Pippen. Pau Gasol cuenta, por su parte, con varios puntos a su favor más en comparación con el gran Karl Malone del 2004. Ha demostrado sobradamente su compenetración con Kobe y con el equipo, y sus actuales 32 años son una maravilla al lado de los 40 que traía sobre sus espaldas el mítico Cartero cuando llegó a Los Angeles. Respecto a la comparativa que pudiera establecerse entre Gary Payton y Steve Nash, creo que no hay color para el canadiense. Payton fue uno de los mejores bases anotadores en su momento, pero Nash es un puro director de orquesta, quien como ya hemos comentado anteriormente no ha bajado de las diez asistencias por partido en sus últimas temporadas, pese a lo que pueda decir su DNI. Súmenle a eso sus porcentajes de tiro de alrededor de un 50% en tiros de campo, 40% en tiros de tres, y 90% en tiros libres, y tendrán lo mismo que yo estoy pensando: un base casi perfecto, y echamos mano del “casi” porque nuestra condición humana nos hace dudar de la existencia de la quimérica perfección. El base nacido en Sudáfrica, al igual que ha sucedido con otros grandes del estilo de Nowitzki, ha ido puliendo su baloncesto con los años y a pesar del handicap físico que pueda suponer la edad ha mejorado claramente en algunos apartados del juego, como por ejemplo el tiro (y es que el tiro no es sólo una de las disciplinas del baloncesto que no empeora con los años, si no que es la que más claramente se mejora con el paso del tiempo, comprendan por tanto la sonoridad de mis carcajadas cuando escucho a alguien decir de un jugador como Ricky Rubio que “tira mal”) 

Ya sabéis lo que dicen los jardineros: PO-DE-MOS


Esta es la radiografía del estelar esqueleto angelino, pero no crean que terminan ahí los argumentos para considerar a los Lakers, junto a Miami y Oklahoma, como los grandes candidatos al próximo título. Metta World Peace, el jugador quien durante un tiempo fue conocido como Ron Artest, ha de ser el “pegamento” del equipo. Jugador habituado al trabajo sucio y labores defensivas, su mayor problema una vez más será su propia cabeza, tratándose de uno de los tipos más volátiles y ciclotímicos de la NBA, pero un Artest centrado sigue siendo un jugador muy apreciable, sobre todo como estajanovista portador del mono de trabajo. El peculiar alero parece en principio el destinado a completar un quinteto titular que difícilmente encontrará contestación en los rivales. 

Echando un vistazo al banquillo también puede apreciar buenas noticias el seguidor angelino. Para dar descanso a Nash, Mike Brown contará con dos bases experimentados como Steve Blake y Chris Duhon (9 y 8 años de experiencia respectivamente), cierto es que son dos bases muy de andar por casa dentro del nivel NBA (aunque Duhon tuvo una muy buena temporada en su primer año en New York…  pero es que en New York siempre pasan cosas “raras”), más lo cierto es que si tradicionalmente en los últimos tiempos parecía que el gran talón de Aquiles lagunero era la posición de base y prácticamente se podría decir que jugaban sin esa figura, ahora se encuentran de repente con directamente a quien es ya uno de los mejores bases de todos los tiempos y dos suplentes de garantías y amplia experiencia. Experiencia y calidad es lo que le sobra a Antawn Jamison, otro de los aciertos de Kupchack para esta temporada. Su llegada a Los Angeles va a coincidir con su decimoquinta temporada en la liga, sin bajar nunca de los 14 puntos por partido desde su segundo curso NBA y sin bajar de los 17 durante las últimas 8 temporadas. Casi nada. Mike Brown ya le tuvo en la 2009-10 en Cleveland cuando llegó como uno de los grandes refuerzos para el asalto al título por parte de LeBron James en la franquicia de Ohio. Otro de los recién llegados es Jodie Meeks, joven escolta con buena muñeca que desatascará desde fuera. En definitiva, los Lakers tienen dinamita en las alas. Como no todo podía ser de color de rosa (o de púrpura y oro en este caso), es en la rotación interior donde pueden encontrar los californianos mayores problemas. A expensas de saber lo que finalmente ocurra con Troy Murphy, quien llegó hasta a sonar para el Real Madrid y espera alguna oferta en su condición de “free agent”, sólo Jordan Hill apunta a ofrecer alguna razón para el optimismo. En su cuarta carrera como profesional, quien fuera número 8 del draft del 2009 tiene una estupenda oportunidad para jugar minutos de calidad en una plantilla aspirante al título. El rookie canadiense Robert Sacre no parece relevo de garantías para Howard, y a buen seguro veremos a nuestro Pau alternando los puestos de “cuatro” y “cinco”.      

Kupchak presentando otra de sus joyas para la próxima temporada: Antwan Jamison


Este ha sido un pequeño vistazo a estos nuevos Angeles Lakers que se vislumbran como uno de los equipos más excitantes de la venidera temporada y de los últimos tiempos. Sin duda salen en la “pole position” de favoritos a la misma altura que Miami y Oklahoma, y un tanto por delante de Chicago, y de Dallas, otra franquicia que se ha movido muy bien en verano y creo que estará muy arriba. Por otro lado la apuesta angelina tiene el riesgo de la inmediatez del presente, es un “ahora o nunca”, y el superheróico cuarteto no parece vislumbrar vida conjunta más allá de las tres temporadas por las que ha firmado nuestro querido Dorian Gray. Pase lo que pase y sean cuales sean los resultados (para mucha gente, todo lo que no sea la consecución del anillo, será considerado un fracaso), estamos convencidos de que hay algo que ya tiene ganado el nuevo roster de los lagos. El haber vuelto a ilusionar al aficionado. Esa ilusión inocente y casi infantil que uno sigue teniendo cuando comienza la temporada NBA, o cuando cae en sus manos un comic de sus superhéroes favoritos. 

Al fin y al cabo eso es lo que el mundo necesita, héroes.  

Sí... ¡va a ser divertido!

lunes, 28 de mayo de 2012

EL VIAJE A NINGUNA PARTE



I see a red door and i wanted painted black...

Echamos hoy una muy pequeña mirada a los play offs NBA que en estos momentos comienzan sus finales de conferencia (fantástico último cuarto de San Antonio Spurs anoche, por cierto, realizando un baloncesto de fábula), en realidad vamos a centrarnos en la eliminación de Los Angeles Lakers, que al fin y al cabo y desde Febrero de 2008 es un poco el equipo de todos los españoles con la presencia de nuestro mejor jugador de todos los tiempos en sus filas.   

No queremos caer en el ventajismo de decir “se veía venir”, más que nada porque desde aquí nos lanzamos a la piscina hace unos meses y dijimos que veíamos a los Lakers como los tapados de esta temporada y capacesde dar la campanada, demostrando una vez más que éste su blog amigo está muy bien para que echen de vez en cuando el rato leyendo las diatribas de El Tirador entra pausa y pausa publicitaria de su programa de televisión favorito, por ejemplo, pero en realidad aquí hablamos de baloncesto con el mismo nivel de conocimiento que podríamos hacerlo de la pesca del salmón en Noruega, no se engañen. 

Pero sí, realmente si que se veía venir, y realmente “ventajista” es mi segundo apellido, o sea que vamos a despellejar sin piedad a estos “nuevos” Lakers cuya apuesta por un cambio de estilo y filosofía no sólo no ha tenido los resultados esperados, si no que deja al principal ideólogo de la nueva mentalidad sobre el parquet, Mike Brown, bastante tocado y plantea dudas sobre cual será el futuro inmediato de los angelinos, si seguir apostando por este camino o volver a virar en redondo, con lo cual todo esta temporada podrían considerarla como un año en blanco (a excepción de por el crecimiento de Andrew Bynum, única noticia positiva de la temporada), y eso, sinceramente, creo que es lo peor que le puede pasar nunca a un club deportivo, resultados al margen, el no ser capaz de aprovechar un año sembrando para el futuro sin duda es lo que provoca continuados ciclos perdedores en franquicias acostumbradas a (y exigidas para) el éxito. 

La verdad es que la temporada lagunera ha sido un constante despropósito desde el principio, una sensación de continuo disparo en su propio pie. Aunque siendo justos hay que considerar que es una temporada condicionada de inicio por el “no traspaso” vetado por David Stern en una polémica decisión, un “trade” que tenía por objeto la adquisición del talentoso y estelar Chris Paul aún a costa de la salida de dos piezas básicas en los recientes últimos campeonatos angelinos como han sido Pau Gasol y Lamar Odom. No sabemos que hubiera pasado si los de Mike Brown hubieran armado el deseado “big three” de Paul-Kobe-Bynum, pero sinceramente dudo mucho que, viendo el nivel actual de Oklahoma City Thunder, hubieran sido capaces de tumbarles. Por contra si sabemos lo que ha venido tras el traspaso frustrado, y ahí comenzó el viaje hacia ninguna parte de la nave purpúrea.   

Pau, un "blanco" fácil.


La salida del versátil forward Odom, elegido mejor sexto hombre del año la anterior campaña con medias cercanas a los 15 puntos y 9 rebotes por partido fue un acto de despecho con la entidad que le había mercadeado. A cambio simplemente la elección del draft de los Mavericks de la próxima temporada (que lógicamente no será alta, dado que Dallas son equipo de play offs), demasiado poco para un jugador de la calidad de Lamar, pero suficiente para poder desprenderse de un jugador que públicamente mostraba su rechazo a la camiseta que había defendido las siete temporadas anteriores. Primer disparo en la línea de flotación del núcleo central con el que los angelinos habían ganados sus últimos dos anillos.     

Sobre Pau Gasol, aún admitiendo que nos puede mover cierto chauvinismo, lo cierto es que ha vuelto a dar una lección de comportamiento, actitud y profesionalidad. Continua y convenientemente puesto en el centro de la diana de las críticas en una franquicia poco dada a repartir las críticas, Pau ha vuelto a estar en su línea regular marcando  números de crack (17.4 puntos, 10.4 rebotes y 3.7 asistencias), estadísticas que después de 10 años en la NBA, se antojan al alcance de muy pocos “power-forwards” del mundo. Si bien es cierto que en sus dos últimas temporadas sus números en play offs han bajado en comparación a años anteriores. 

Con su ala-pivot titular sonando a todas horas como carne de traspaso fue transcurriendo la temporada laker, esperando que tarde o temprano el de Sant Boi tuviese que hacer las maletas rumbo Dios sabe a que incierto destino, pero finalmente quien tuvo que emigrar fue otra de la vieja guardia. Derek Fisher, el perfecto lugarteniente de Kobe, jugador que siempre había aparecido en los momentos complicados de play offs y finales por el título (es uno de esos jugadores que suele mejorar sus prestaciones en post-temporada), y que luce nada menos que cinco anillos de campeón con la camiseta amarilla, emigraba hacía unos Houston Rockets con los que no llegó a debutar para finalmente acabar reforzando a unos Oklahoma con los que aspira a ganar su sexto anillo. Su ausencia en la dirección del juego era reemplazada por un Ramon Sessions que ciertamente impulsó un nuevo brío al equipo y se notó cierta mejoría. 

Pero, por encima de todo, está esa cosa que a veces parece tan “abstracta” del estilo. La fidelidad a una manera de hacer las cosas y el mantener una fisonomía reconocible. Cualquier aficionado a la NBA sabe identificar perfectamente cualquier equipo que tenga un poco de historia detrás con unas señas de identidad. Si uno piensa en los Celtics la palabra que le viene uno a la cabeza es orgullo. A los Pistons y los Spurs los hemos visto triunfar en base a otra palabra clave: química. Si uno piensa en equipos como los Warriors o los Suns enseguida se imagina unos cuantos locos en pantalones cortos corriendo como posesos y buscando lanzar a canasta en menos de diez segundos de posesión. Bien, de igual manera se tiende a pensar en los Lakers como una franquicia que valora el espectáculo y la estética del juego, buscando cierta fluidez ofensiva, mucho contrataque, y un punto de libertad a sus jugadores. Todo ello muy difícil de encajar con la filosofía de un entrenador como Mike Brown cuyo baloncesto es mucho identificable con el más defensivo (y a veces aburrido) baloncesto de la Conferencia Este. Pero no sólo eso, para completar su cuadro técnico y como hombres de confianza, Brown decidió confiar en el italiano Ettore Messina y el ex –Detroit John Kuester, curiosamente los dos técnicos que más pestes me han hecho echar en los últimos tiempos. El de Catania, con esas dos temporadas en el Real Madrid plagadas de altas y bajas, despidos y contrataciones, dudas y más dudas, y una libertad absoluta para hacer y deshacer en la sección de baloncesto que aún estamos pagando. Kuester, haciéndonos asistir a dos de las temporadas más grotescas de toda la historia de los Detroit Pistons. No quiero extenderme en este asunto, tanto el americano como sobre todo Ettore son magníficos entrenadores y grandísimos conocedores de este juego, simplemente, y como creo que ya nos vamos conociendo por aquí, una tripleta formada por Brown-Kuester-Messina para mí es sinónimo de baloncesto plomizo y aburrido.   

Kuester y Brown, las alegrías de la huerta.


De modo que ahora la famosa escuderia angelina se encuentra en la dicotomía de cómo gestionar la experiencia de su segundo curso consecutivo sin pasar de segunda ronda de play offs (lo cual para casi cualquier otra franquicia sería haber hecho dos magníficas campañas), pero esta vez con un cambio de estilo muy apreciable con lo que podría considerarse un año de los llamados de transición. Ahora hay que ver a donde les lleva esa transición, a un retorno a la gloria, o a la mediocridad más absoluta. 

Ahí tienen el ejemplo de los Spurs, 15 años siendo fieles al mismo estilo sin importarles si un año caen en primera ronda o llegan a las finales. Personalidad, lo llaman.  

martes, 27 de marzo de 2012

ENTONCES, ¿CONTAMOS CON LOS LAKERS?

Esta es la pregunta que parecen hacerse de repente multitud de aficionados y analistas de la liga estadounidense ante las actuales demostraciones de fortaleza del conjunto angelino (vale, ayer perdieron con Memphis), un conjunto que no contaba casi en ninguna quiniela para el título, y ahora, ¿por qué no?, nadie ve descabellado que en cuanto lleguen los play-offs, esos momentos de la verdad donde se demuestra realmente de que pasta están hechos los jugadores, el equilibrio de su pulso, la gestión de los nervios y el vértigo ante la gloria, nadie descarta como digo que una vez metidos en esa vorágine que traza la línea entre los buenos jugadores y los realmente grandes, La Mamba Negra y compañía afilen aún más sus colmillos y vayan pasando rondas hasta presentarte en la lucha final por el anillo, todo esto siendo un equipo por el que a principio de temporada, y más después de la marcha de Lamar Odom a cambio de nada, nadie veía con opciones reales de ganar el título. Desde aquí vemos a los Lakers actualmente tan fuertes, que los consideramos como serios aspirantes al menos a disputar la gran final, es decir, creemos que pueden ser campeones de conferencia, superando incluso a los temibles (pero más inexpertos) Oklahoma City Thunder. 

El nuevo staff técnico laker, con Brown y Messina entre otros, distinta filosofía, misma exigencia.


Ciertamente Miami, Chicago y los citados Oklahoma siguen estando, como llevan demostrando desde el comienzo de temporada y como todos los vaticinios pronosticaban, un peldaño por encima de los demás, pero si hay un equipo que ha ido superando las expectativas creadas hasta llegar a meterse de lleno en la pomada de los aspirantes, esos son los Lakers (y, como año tras año, San Antonio), por lo tanto vamos a pararnos un instante a reflexionar sobre esta temporada de menos a más que están experimentado los compañeros de Pau Gasol, a pesar de que ha sido una franquicia empeñada en pegarse tiros en el pie, con una historia reciente plagada de errores monumentales que les han impedido constituirse como la gran dinastía del siglo XXI que podían haber sido, errores a la altura de un buen número de aciertos y movimientos maestros, todo hay que decirlo, y de otro modo no se podría comprender que estemos hablando de un equipo que en las últimas cuatro temporadas ha ganado dos anillos y tres títulos de campeón del Oeste. Creemos que hay dos puntos que explican la mejoría del club de púrpura y oro de la ciudad californiana: 

-El tiempo, o mejor dicho, el paso del mismo. Es notorio que los laguneros comenzaban esta temporada con un pronunciado cambio de estilo, ya no sólo en la configuración de plantilla (donde dolorosamente han perdido a uno de los más extraordinarios sextos hombres de la liga en la figura de Lamar Odom), si no en la filosofía del juego. La llegada de Mike Brown buscaba dotar a la franquicia angelina de una mayor musculatura defensiva, algo conseguido prácticamente desde la llegada del ex –entrenador de Cleveland. Cuando hablamos de excelencia en la defensa, no nos referimos tanto al número de puntos encajados (algo que va más en bien en consonancia con el número de posesiones y el ritmo al que se juegue el partido), si no con los porcentajes de tiro del rival. Es cierto que estos nuevos Lakers no enamoraban, no enganchaban, pero desde el partido inaugural contra Chicago allá por Diciembre han dejado a la mayoría de rivales entre el 30 y el 40% de acierto en tiros de campo. Una vez conseguido este éxito en la desactivación de los ataques rivales, el otro gran factor a tener en cuenta para analizar la solvencia atrás de los angelinos es el rebote, y ahí figuran como la segunda mejor escuadra de la liga con 45.47 rechaces por choque, sólo superados por los Bulls de Chicago. Otro de los aspectos que podríamos tener en cuenta en estos nuevos Lakers es el del mayor control de las posesiones y evitar las perdidas de balón, pero los amarillos siguen instalados en cierta locura en ese sentido y son el décimo equipo en balones perdidos (15.35), ¿la buena noticia?, su gran rival en el Oeste, Oklahoma, es el peor equipo en ese sentido (16.55) Lo que estaba claro es que con un cambio de filosofía tan notorio como el experimentado en la franquicia californiana, merecían al menos el beneficio de la duda materializado en el paso de los meses. No cabe duda de que los Lakers es hoy día un equipo mucho más cómodo en este juego, y se muestra más sólido y cohesionado en todas sus líneas que cuando empezó la temporada. 

-Los últimos movimientos en los despachos de la franquicia, personalizados en la llegada de Ramon Sessions. En esta llamada, con justicia, "edad dorada de los bases" en la NBA, el bueno de Ramon está muy por debajo de los auténticos cracks en el puesto más creativo (ya saben, los Rose, Westbrook, Nash, Parker, Kidd, Jennings, Wall, Paul, Williams, etc), pero era tanto el déficit que tenían los Lakers en esa posición, con un Fisher que ya sobradamente ha jugado sus 100 mejores en la NBA y un Blake que nunca ha pasado de ser un jugador gris, que la llegada de un buen jugador como Sessions, con la suficiente calidad individual como para abrir otra vía anotadora en el equipo sin perder su condición de director de juego, ha hecho al equipo de Mike Brown dar un nada desdeñable salto de calidad. Así, con Sessions, Kobe, Artest, Pau y Bynum, los Lakers tienen perfectamente cubiertas las principales líneas del equipo. Kobe, a pesar de sus detractores, quienes seguirán fijándose más en sus fallos o en sus noches ignominiosas que en sus innumerables aciertos, hazañas y proezas, sigue siendo posiblemente el jugador con mayor mentalidad asesina de toda la liga, un ganador compulsivo que sabe que esta puede ser su última oportunidad para ver realizada su mayor obsesión: el sexto anillo. Pau sigue siendo el jugador alto que mejor ve el juego de toda la NBA. Bynum es el gran beneficiado del cambio de estilo laker, en un juego más controlado y de posesiones más elaboradas, un gran pivot como él tiene más posibilidades de recibir balones que en un juego de "run and gun" (siempre y cuando no sea sorprendido por una de sus habituales lesiones de Primavera), y un Artest centrado y con la cabeza en su sitio (si tal cosa es posible) es un complemento perfecto por todo lo que aporta en defensa e intensidad en el juego. No obstante les falta una gran figura anotadora saliendo del banquillo, lo que les sitúa en desventaja frente a otros rivales de conferencia como Oklahoma (Harden) o Dallas (Terry) 

Don Ramón bailando La Mamba.


Así se presentan los Lakers ante esta recta final de temporada regular, con ese grado de veteranía al estilo de equipos como San Antonio o Dallas, sin obsesionarse por la marca en regular season, y sabedores de que los play-offs serán otra historia. Defensa, experiencia, y mentalidad ganadora, son tres ingredientes lo suficientemente competitivos como para considerar que el equipo de nuestro Pau Gasol debe entrar en los pronósticos. Los Lakers han vuelto, o es que quizás nunca se habían ido.