jueves, 15 de septiembre de 2011

OCHO RAYOS DE SOL







Todo torneo de las características de un Eurobasket tiene su propia gesta. El del 2011 nos deja una GESTA. Así, en mayúsculas. No se puede calificar de otra manera lo vivido anoche en Kaunas con el doblegamiento de los poderosos anfitriones ante un pequeño grupo de valientes guerreros macedonios. La fecha del 14 de Septiembre del 2011 sin duda pasará a la historia de la pequeña república balcánica de apenas dos millones de habitantes de población, pero también ha de pasar a la historia del baloncesto en general, y del Eurobasket en particular, como uno de esos grandes momentos en los que la épica trasciende fronteras y todo el mundo del deporte en su generalización mira hacia un mismo sitio señalando la grandeza del triunfo obtenido a base de un trabajo encomiable.    

Heaven and hell.

Con el tiempo se recordará la victoria macedonia de ayer como el “maracanazo” baloncestístico más impactante de los últimos tiempos. Pongámonos en situación. Un país en el que el baloncesto es religión, como Lituania. Un nuevo y reluciente pabellón construido expresamente para el evento, el Zalgiris Arena, con menos de un mes de vida, con capacidad para más de 15.000 personas, lleno hasta la bandera, autoridades locales, míticos ex -jugadores, el Zar Sabonis… el mayor ambiente de gala que uno pueda imaginarse en un torneo de este tipo para gozo de una buena selección lituana que había ofrecido posiblemente junto a España los mejores momentos de baloncesto de ataque de la competición. El equipo hasta el momento máximo anotador del campeonato con 85 puntos por partido y uno de los mejores también en asistencias, ritmo de juego y fluidez de balón. Una selección que parecía haber encontrado un perfecto equilibrio entre viejas estrellas como Jasikevicius y Kaukenas y sus jóvenes talentos representados en Valanciunas. Un equipo sustentado en sus jugadores de la generación del 86 (Kalnietis, Pocius…), que parecían por fin llegar a un torneo de estas características con la madurez necesaria para aspirar a lo máximo y refrendar la fantástica medalla de bronce obtenida hace un año en el Mundial de Turquía. Lituania volvía a estar en el mapa baloncestístico mundial, y su segunda gran ciudad en población y extensión, pero primera en lo deportivo, su capital baloncestística, la ciudad donde nacieron Arvidas Sabonis o Sarunas Marciulonis, esperaba ser excepcional testigo del retorno de uno de los países que más vive este deporte a la auténtica elite del mundo de la canasta. 

Un jugador sin ningún Pero.


Enfrente el equipo revelación del torneo, un conjunto modesto, justito de fuerzas, que lleva sobreviviendo gracias al sustento en un hercúleo trío formado por su exquisito backcourt, que se está mostrando como el mejor del torneo, Ilievski y McCalebb, dos jugadores con ciertas similitudes en su perfil, bases con facilidad anotadora y que necesitan tener el balón. La compenetración, a priori nada sencilla, entre estos dos exteriores tan protagonistas y que pudieran solaparse el uno al otro, es una de las grandes claves del éxito macedonio. Junto a ellos emerge la colosal figura de Pero Antic, ese pívot con cierto parecido al jugador de Chicago Carlos Boozer y quien cercano a los 30 años ve como su nombre comienza a sonar con fuerza en media Europa. Actualmente en el emergente Spartak de St. Petesburgo, ya es pretendido por varios equipos de la Liga Endesa, y se está mostrando en este torneo como un fajador con buena muñeca, un bailarín al que no le importa mancharse en el barro. A Ilievski ya le conocemos de su paso por el Barcelona, y en menor medida por el Baskonia, aunque la mayor parte de su carrera la ha repartido entre Italia y Eslovenia (tiene la doble nacionalidad, macedonia y eslovena), y sobre el pequeño McCalebb ya hemos hablado también por aquí, ya que sin duda alguna es uno de nuestros jugadores favoritos desde hace un par de temporadas, cuando le descubrimos. En esa temporada 2009-10, aparte del lógico seguimiento a los equipos españoles, y por encima de todo a nuestro Real Madrid (del que ya hemos comentado que en este blog somos seguidores… y a nuestro pesar, añadiría, dado los tiempos que corren de desastre absoluto a la hora de gestionar esta sección deportiva antaño victoriosa), el Partizan de Belgrado de aquella temporada nos gustaba especialmente, nos transmitía, nos hacía vivir ese tipo de sensaciones de buen baloncesto añejo, sin necesidad de presupuestos multimillonarios de los CSKA, Maccabi, Barcelona o Panathinaikos de turno que han expoliado el baloncesto europeo de una manera atroz sin capacidad de respuesta por parte del resto de los equipos, configurando una elite tan destacada que entre estos equipos y algún otro (Olympiakos, Sienna…) se han repartido prácticamente todas las participaciones en las Final Four de los últimos años. Un club selecto en el que nadie podía parecer aspirar a entrar ya.    

Ilievski en nuestra liga.


Allá por Enero de 2010, mis más allegados recordarán que comencé a apostar seriamente por la posibilidad de que el Partizan de Belgrado se colase en la F4 que aquel año se disputaba en Paris. Me tomaron por loco (no quiero decir con esto que ahora no me tomen por tal cosa) y comencé a coleccionar embudos con los que adornar mi cabeza. Pero yo estaba convencido. Aquel equipo me subyugaba. Tenía ese viejo orgullo plavi de lucha, de no dar ningún partido por partido. Guerreros en defensa, fuertes en el rebote, con un tipo de jugadores versátiles y capaces de realizar todo tipo de trabajos sobre la cancha. Lógicamente nos comenzó a llamar la atención ese nuevo joven alero del que todo el mundo hablaba, Jan Vesely, la tortuga ninja checa, un desgarbado jugador de 2,10 que jugaba por fuera y hacía unos mates descomunales. Recordamos, por supuesto, a Dusan Kecman, hijo pródigo que regresaba del Panathinaikos (a donde había ido, por cierto, Uros Tripkovic, uno de los pilares de la temporada anterior, quien junto a Velickovic, Lasme y Tepic habían emigrado a ligas y equipos de mayor potencial, o eso pensaban ellos), el Kecman de aquel año era una cosa increíble, con actuaciones como su partido en Tel Aviv con siete triples de nueve intentos para una victoria colosal de su equipo que empezaba a encarrilar así su pase a la Final Four, o el milagroso triple final en Zagreb con el que ganó la Liga Adriática frente a la Cibona para el Partizan. Que decir de Aleks Maric, quien parecía no valer para el Granada y en Belgrado destapó el potencial de estrella que llevaba dentro. Y por supuesto, que decir de aquel pequeño base americano que dirigía con la velocidad de un rayo aquel grupo salvaje. Aquel Bo McCalebb que enseguida nos hizo recordar a otro grandísimo base que dignificó tremendamente el baloncesto europeo con su llegada: el Tyus Edney del Zalgiris Kaunas. 

Haciendo diabluras desde Nueva Orleans hasta Belgrado.


Pero sobre el Partizan de Belgrado ya hablaremos en más ocasiones, ya que sin duda méritos volverán a hacer para ello, o sea que sigamos centrándonos en este milagro macedonio. Como digo, Ilievski, McCalebb y Antic son la columna vertebral del equipo, tres jugadores que superan ampliamente los 30 minutos por partido (ningún español llega a esa cifra), en el caso del base nacido en Macedonia, lidera la clasificación de minutos por partido con más de 37, mientras que el pequeño base de Nueva Orleáns no le anda a la zaga y supera los 34. Excesiva batalla en las piernas para los líderes de una selección demasiado dependiente de estos jugadores y con poca profundidad de banquillo. Poco importa ya, la hazaña, pase lo que pase mañana contra nuestra selección española, es ya mayúscula, un puesto en semifinales, la posibilidad de luchar por medalla, y el pasaporte a un pre-olímpico donde seguir soñando con la gloria para un país con apenas 20 años de existencia y cuyos "pioneros" serían jugadores aún tan latentes en el recuerdo como Vrbica Stefanov o el mítico Petar Naumoski. Absolutamente nadie podía haberlo predicho cuando en su debut caían derrotados ante Montenegro por cinco puntos. A partir de ahí, una agónica victoria frente a Croacia (que acabaría quedándose fuera en primera ronda) para seguir con vida, y posteriormente el comienzo del milagro. Una victoria contundente frente a Grecia les ponía en franquicia el pase a la segunda fase, el cual consumaron venciendo a una también sorprendente Finlandia con muchos apuros, y con mayor convicción frente a Bosnia. Ya en la segunda ronda, con dos victorias de colchón, apretaron para ganar a Georgia, derrotaron a Eslovenia demostrando que ya eran más que un equipo revelación, y en la jornada que cerraba el grupo acariciaron la primera plaza con la punta de los dedos hasta que el triplazo de Monya les despertó bruscamente. Toda Lituania sonreía frente al rival que le había tocado en suerte. Francia, por que no decirlo, también veía como sus previsiones y cuentas de la lechera (esas que una vez más se vuelven a romper por no tener los pies en el suelo y no hablar JAMÁS sobre resultados futuros que no se han producido) se iban cumpliendo… hasta lo de anoche.   


Stefanov, nombre ilustre del pasado reciente.


Lo de anoche, que ya es historia de nuestro deporte. Uno de esos momentos por los que merece la pena amar el baloncesto. Póngale ustedes los calificativos que quieran. 

Lo único que pido mañana a mis compatriotas, por favor, es el máximo respeto a esos tíos de la camiseta con la bandera de los ocho rayos de sol. Se lo han ganado donde hay que hacerlo. En la cancha, no en una cabina de comentaristas.  

Macedonia de piña

miércoles, 14 de septiembre de 2011

EL CAPITÁN MUESTRA EL CAMINO

¡Estamos en semifinales!, es cierto que lo único que hemos hecho es cumplir los pronósticos y que de momento no hemos ganado nada (en todo caso, asegurarnos el pre-olímpico, que no es poco, y ya quisieran Turquía, Alemania, Italia o Croacia poder decirlo), pero ya que nuestra naturaleza habitual respecto a nuestra selección es la de la precaución, justo es que celebremos este nuevo éxito. La ventaja que tenemos quienes nunca damos nada ganado de antemano, es que cualquier victoria nos parece digna de ser elogiada y celebrada. El mérito de esta selección española es enorme, estamos hablando de siete campeonatos de Europa de selecciones consecutivos llegando como mínimo a semifinales, desde Paris 99 (donde perdimos la final contra Italia), son siete hermosas veces luchando por las medallas, y sólo en 2005, con aquella canasta de Nowitzki que nos alejó de la final, nos quedamos fuera del podio en aquel desdichado partido por el bronce contra Francia en el que prácticamente ni competimos. Las seis ediciones anteriores, por tanto, se saldan con un oro, tres platas, un bronce, y el mencionado cuarto puesto de hace seis años. Datos que confirman que hemos sido la potencia europea dominante, y que pese a la dificultad de mantenerse en lo más alto (lo difícil no es llegar, si no mantenerse), hemos mantenido un gran nivel de concentración, exigencia y ambición. Por lo tanto celebremos este primer paso dado hacia las medallas.   

La plata del 99, ¡quién nos iba a decir que era sólo el principio!


Un camino hacia el podio que como hemos visto hoy no va a ser ni mucho menos una alfombra roja por la que transitar tranquilamente mientras los rivales arrojan pétalos de rosas a nuestro paso, al contrario. Eslovenia, sabedora de su inferioridad, ha salido con el cuchillo entre los dientes, han hecho sufrir a nuestros pivots, han logrado descentrarnos y que sintiésemos la incomodidad de este tipo de encuentros. Lo hemos pasado mal… hasta que el capitán tomó el mando.   

Abriendo paso hacia las medallas.


Lo que nos gusta del baloncesto es que en pocos deportes encontramos tanto lugar para el elogio del equilibrio, esa virtud aristotélica que seguimos reivindicando y que debe ser la aspiración del ser humano. Ya hemos hablado largo y tendido sobre la conveniencia del análisis equilibrado, ese que nos permita discernir cual es la auténtica realidad dentro de las dos caras de la misma moneda, de los dos extremos de un mismo ente, ser, persona, o equipo de baloncesto. Dicho de una manera simple y fácilmente entendible: ni eres tan bueno cuando ganas, ni tan malo cuando pierdes. Sobre todo tratándose de un deporte en el que el éxito o el fracaso muchas veces depende de que entre por el aro una caprichosa pelotita que por un milímetro se puede ir fuera, dar en el hierro de atrás, rebotar y volver a salir fuera (sobre todo en este Europeo de aros duros), etc, etc… 

Yendo más allá en nuestro elogio del equilibrio, nos gustan las plantillas compensadas. El equilibrio entre los sensatos veteranos curtidos en mil batallas y los jóvenes hambrientos que saltan a la arena dispuestos a hacer sangre y comenzar a escribir páginas de gloria. El equilibrio entre el jugador cerebral que domina cada situación y se convierte en la prolongación del entrenador en la cancha, y el alocado anarquista capaz de dinamitar cualquier partido y romper los guiones preestablecidos. Por supuesto alabamos el equilibrio en lo que es el puro juego. El equilibrio entre la defensa y el ataque. Entre el juego exterior y el interior. Entre el ritmo alto y la velocidad y la pausa en el juego. Cuanto mayor sea esa capacidad de equilibrio, mayor será el repertorio que pueda manejar el equipo en concreto, y por tanto mayores sus garantías de cara al éxito final. La posibilidad de elección de armas, y el ser ducho en el manejo de todas ellas, siempre ha de ser algo bienvenido en este juego. 

Bien, dicho todo esto, estábamos echando en falta en la selección cierto tipo de equilibrio en nuestro ataque. Una excesiva dependencia anotadora de nuestros pivots, la constante búsqueda de los hombres altos, estaba siendo un condicionante que situaba un contexto quizás injusto para el resto de líneas de nuestra selección. Los ataques usados por Scariolo se están basando mayormente en la ofensiva al poste con nuestras torres, iniciándose con unos bases que apenas tienen posesión de balón y buscan a nuestros aleros, saliendo al corte, quienes finalmente buscarán a nuestro hombre alto. Las combinaciones que más estamos utilizando son base-escolta-pivot. Este contexto del que hablamos hace que nuestra tripleta de bases, siendo de las mejores del campeonato, apenas esté destacando en números, y nuestros alas titulares, Navarro y Rudy, siendo dos pura sangres ofensivos no están viendo aro con la facilidad y asiduidad que nos tenían acostumbrados, pero por contra si están viendo elevada su producción pasadora. Por un lado esto nos gusta, ya que muestra una selección con una buena fluidez en su juego y un baloncesto en ataque estático muy superior, aunque le pese a los críticos con Scariolo, al que hemos tenido en otras ocasiones en las que abusábamos del tiro exterior y no sabíamos hacer circular el balón dentro de la zona. Pero por otro lado, como defensores del equilibrio que somos, echábamos en falta las exhibiciones anotadores de antaño de nuestros exteriores. Además del lógico peligro que supone el incidir demasiado en un mismo tipo de juego, que los rivales acaban neutralizando si no eres capaz de alternarlo con otros movimientos.   

Hoy es cierto que en un partido que se nos presentó muy duro y trabado de inicio, incómodo de jugar, la búsqueda de nuestros jugadores interiores (sobre todo Pau), que no lograban anotar ante las durísimas defensas eslovenas, nos mantuvo con vida gracias al desgaste que hicimos sobre los pivots rivales. Fue la manera de empezar a abrir el camino hacia la victoria, pero necesitábamos algo más, necesitábamos un guía que nos señalase cual era el sendero por el que debíamos transitar camino a las semifinales. 

Aunque no lo parezca, es un jugador de baloncesto... y de los buenos, de los muy buenos.


Y entonces apareció él, nuestro capitán, ese jugador que nos ha guiado al éxito en tantas ocasiones. Ese cestista de vieja escuela, poco físico, y enorme talento. Nuestro coleccionista de medallas y depredador de títulos, el mejor palmarés del baloncesto español en un jugador en activo. Con esa tranquilidad y pachorra habitual que muestra La Bomba en cualquier situación, que no sabes si se está jugando un oro olímpico o una pachanga con los colegas (aunque por dentro seguro que él si lo nota y si mantiene esa tensión), comenzó a coger las riendas del encuentro. Primero con una serie de buenos lanzamientos desde media distancia, desde la cabeza de la bombilla, donde le estamos viendo aparecer constantemente en este torneo para asistir a los pivots, pero en esta ocasión Navarro quiso ser “egoísta”, por el bien de todos, y suavemente fue martilleando la canasta eslovena., lo que unido al buen trabajo atrás nos fue dando las primeras ventajas importantes, sobre la decena de puntos. Eso fue el principio. Como si se tratara de un boxeador experimentado, aquellas canastas fueron simplemente unos puñetazos con los que ir minando la resistencia del rival. En su cabeza estaba buscar el K.O., y así fue, en cuanto comenzó a conectar sus lanzamientos triples, el contrario fue enviado a la lona sin piedad. En total 26 puntos en 26 minutos, para recordarnos que el Navarro de muñeca caliente sigue entre nosotros, por mucho que la selección actual le pida otras cosas. Ni siquiera necesitó ir a la línea de tiros libres en ningún momento, no le hizo falta buscar el cuerpo a cuerpo, ese uno contra uno donde también es brillante y resulta imparable. Encontró el camino desde fuera, ante una defensa asfixiante cerrada sobre nuestros pivots, y señaló el camino de las semifinales, y quien sabe si el camino sobre una muestra más de un equilibrio entre nuestro juego interior y exterior, que, en la medida que seamos capaces de explotarlo, pondrá en muchísimas más dificultades a las defensas rivales y nos acercará más hacia el objetivo, dificilísimo objetivo del triunfo final. 

A descansar, y disfrutar hasta el viernes.    

El genio y su papada.

martes, 13 de septiembre de 2011

MARTES Y TRECE

“La sangre aún me hierve,
cuando pienso en mi mala suerte,
y cuando me levanto
en el jergón
os maldigo” 

(“Desde el jergón”, Los Enemigos) 

Jorge Garbajosa, el rey de las manías, con una célebre pitonisa ucraniana en una playa  de Malibú.


Hoy es Martes y 13, el día en que más apetece comerse una buena empanadilla de Móstoles. Tenemos jornada de descanso en el Europeo, mañana empieza lo bueno, los cruces a vida o muerte, los partidos a cara de perro.

Parece por lo tanto un buen momento para realizar una entrada ligerita, nada de comernos la cabeza con la densidad de las estadísticas (que por otro lado, ¿qué haríamos los aficionados sin esos banquetes aritméticos que tanto nos gustan para seguir analizando cualquier partido horas y días después?), y detenernos en algo siempre presente en cualquier equipo, vestuario, o jugador de este deporte: los rituales y las supersticiones, las manías antes de cualquier partido o cita importante. 

El baloncesto, como deporte de seres fabulosos que es, supone terreno abonado para las más variopintas costumbres y ritos. Difícil es el jugador que en su rutina pre-partido no tenga una galería de tics mentales, o de lo que se conoce como TOC (trastorno obsesivo compulsivo), un ceremonial personal e intransferible con el que recubrirse ante el vértigo de enfrentarse a un deporte en el que la bola muchas veces es caprichosa y el desenlace de los encuentros en ocasiones obedece al azaroso y travieso destino, que juega con nosotros como Dios tirando los dados sobre el tapete del universo. 

Las manías y supersticiones son de la más diversa índole, según la complejidad de la personalidad del protagonista. Los hay quienes necesitan escuchar una determinada canción antes de un partido, entrar en la cancha con un determinado pie delante, llevar unos calcetines o medias en concreto, no ducharse, ducharse dos veces, etc, etc… el catálogo es variado, hay mucho donde elegir. Hay quien tiene tanto celo y vela tanto por la pureza de su mejor arma, que no permite que nadie toque ni estreche su mano, caso de Louis Bullock. El excelso y dulce tirador americano y tantos años afincado en España, jamás contacta su palma derecha con nadie antes de un partido, ni siquiera con sus compañeros, manías de una de las mejores muñecas que hemos visto en nuestra liga en los últimos tiempos.

¿Choca esas cinco?


Un personaje tan peculiar en todos los sentidos como el gran Jorge Garbajosa, evidentemente es otro de los grandes maniáticos de este deporte. Todo Jorge es una enorme superstición, una suerte de combinaciones con los cordones de las zapatillas, toallas, etc, su habitual salida a la presentación con la boca llena de agua… quien por momentos parecía que pudiera ser su relevo natural en nuestro baloncesto, como exponente de cuatro abierto y tirador, Pablo Aguilar, también parece seguir el relevo del de Torrejón en el tema de las manías, quien siempre tiene que ser el último a la hora de salir del autobús, o el último también en vendarse. Evidentemente si hablamos de Garbajosa, a todo el mundo le viene a la cabeza su especie de rezo antes de lanzar cada tiro libre, un mantra particular que a día de hoy sigue sin querer confesar, y que ha sido objeto de numerosos debates, sobre si el bueno de Jorge recita un rosario de puteadas al más puro estilo Tano Pasman, o realmente, como parece ser, le dedica unas palabras a su mujer Ainhoa.  

Rick Barry y unas cucharas más célebres que las de Uri Geller.


Claro que si nos metemos en el terreno de los tiros libres, la cosa nos daría para varias entradas. Es sin duda el momento del juego donde más claramente se ven todas las manías, rarezas y supersticiones de los jugadores. Cualquier aficionado podría nombrar sin ningún problema decenas de jugadores con mecánicas y gestos muy característicos a la hora de afrontar un tiro desde el 4,60. Personalmente uno de mis primeros recuerdos de tipo realmente maniático hasta el paroxismo en la línea de libres es el de Adrian Dantley, cuando comencé a seguir la NBA, allá por el ya lejano 1986. Dantley era un fantástico anotador proveniente de Utah Jazz que había recalado en el que ya era mi equipo favorito, los Detroit Pistons. Dentro de su facilidad para la producción anotadora destacaba también la asiduidad con la que visitaba la línea de tires libres, y ahí verlo era realmente un espectáculo., rozando continuamente los 10 segundos establecidos para lanzar, y limpiándose constantemente las toneladas de sudoración que caían por su rostro. Los aficionados recordarán también mecánicas muy curiosas, como Steve Trumbo y sus ojos cerrados, Rick Barry y su tiro “a cuchara”… caso curioso y no muy habitual es el de los jugadores que no botan el balón y lanzan directamente según han recibido del árbitro, era el caso del “matraco” Margall, o más recientemente Alberto Herreros. Y si hablamos de botes, todos recordarán al malogrado Drazen Petrovic y sus bajísimos botes de balón que finalizaban con su resoplido con el balón a la altura de la cintura antes de lanzar. Gilbert Arenas es otro de los míticos maniáticos en el tiro libre con sus pases de balón alrededor de su propia espalda, y por supuesto, mi favorito, Jason Kidd y su famoso beso hacia canasta. Tan romántico gesto decía que lo hacía dedicado a su familia… claro que como muchos recordarán, “Mr. Triple-Doble” tuvo hace cuatro años una separación que se puede calificar de cualquier cosa menos de amistosa.   

Soltando aire.


En fin, como pueden ver, manías para todos los gustos. Todo vale para relajarse, motivarse, o en definitiva sentirse mejor y saber que, por lo menos momentáneamente, el cielo no se va a desplomar sobre nuestras cabezas. Ya que hemos hablado de tantas manías famosas, les confesaré la mía. Siempre que piso una cancha de baloncesto no puedo abandonarla hasta que no he convertido un triple más o menos desde el medio campo.   

Va por ti, mala pécora.



lunes, 12 de septiembre de 2011

¿EL ÚLTIMO SERVICIO DEL SOLDADO NOWITZKI?

"I can't think of a place I'd rather be.
The whole wide world doesn't mean so much to me,
 
For this is where I belong,
This is where I belong." 


("This is where i belong" Ray Davies)



Lo que hay que hacer por la patria...



La jornada de anoche en Lituania se cerraba con un duelo vital entre Lituania y Alemania. Los anfitriones, quienes por momento han protagonizado algunos de los minutos más brillantes de este campeonato (sobre todo en aquel Lituania-Serbia, sin duda el partido del torneo hasta el momento), no tenían asegurada su clasificación para cuartos de final y debían certificar el pase con una victoria ante Alemania o una derrota inferior a la decena de puntos. El equipo teutón buscaba la hazaña, pero se cumplió la lógica. Pese a ello los alemanes plantaron batalla en todo momento y jamás perdieron la cara al partido, realizando un esfuerzo encomiable. Una selección germana para quien algún despistado periodista que se quedó en el baloncesto de los ochenta para llevar años dedicándose al rebuzno futbolístico, ese que encima sólo se basa en Real Madrid y Barcelona, como si el resto de equipos no existiesen (hablo de Siro López, lo han adivinado) es simplemente un equipo “con jugadores de segunda división” (como dijo literalmente el día que nos enfrentamos a ellos en su narración del partido, y demostró una vez más su incapacidad para comprender que por muchos NBA que tengamos eso no significa que vayamos a ganar de 40 puntos todos los partidos) fue capaz de hacer sudar tinta a los anfitriones, a pesar de todo lo que se jugaba Lituania ante su propia afición, y su buen juego por momentos. Una Lituania que ha encontrado de una manera espontánea y natural una sociedad fantástica, un dúo dinámico y vibrante en dos jugadores que se llevan nada menos que 16 años entre sí. Dos generaciones distintas compartiendo pista, camiseta, y con un objetivo común, el oro. Jasikevicius, quien lo ha sido todo con su selección, y Valanciunas, la nueva estrella lituana, ofrecieron ayer un recital de juego y entendimiento entre base y pívot a la manera de la vieja escuela. Un recital de bloqueos y continuaciones finalizados en ocasiones en imparables alley-oops. Es sensacional para cualquier aficionado poder asistir a este tipo de explosiones de juego espontáneas, de conexiones entre genios que, por los lógicos ciclos de la vida, no vamos a tener demasiadas ocasiones de verlos juntos de nuevo uniendo fuerzas y compartiendo sus toneladas de talento en un parquet de baloncesto. 

Sarunas&Jonas, conecting people.


Sobre ciclos de la vida precisamente queremos hablar en esta entrada, ya que el partido de anoche nos trae un daño colateral que puede tener su impacto en el baloncesto de selecciones. Nos referimos al murmullo que comenzó a flotar sobre el Siemens Arena de Vilnius según se acercaban los minutos finales del encuentro y Deutschland comenzaba a entonar su canción de despedida. La posibilidad de que estuviésemos asistiendo a los últimos minutos de Dirk Nowitzki enfundado en la camiseta de su país, es decir, los últimos momentos del gran Robin Hood en un torneo internacional de selecciones. 

Personalmente me parece demasiado aventurada tal elucubración, el fino alero alemán tiene 33 años, una edad de plenitud y madurez a partir de la cual es lógico que comience una lenta bajada en su capacidad física, y quizás en su concentración y capacidad competitiva, es decir, en su hambre baloncestística, pero no es una edad excesivamente alta para el mundo de la canasta (el mencionado Jasikevicius tiene 35) Es cierto que si Nowitzki quiere seguir jugando unos años más al máximo nivel en una liga como la NBA, necesita aprovechar sus veranos para desconectar mentalmente y relajarse físicamente (el que viene ya lo tiene libre a la fuerza), pero sabiendo que Alemania ya ha presentado su candidatura a organizar el Eurobasket 2015 en colaboración con Francia, quien sabe…   

Sea como fuere, siempre es una buena excusa para hablar de uno de nuestros jugadores favoritos. La estrella de los Mavericks es uno de esos jugadores sobre los que parece haber un extraño consenso en el mundo del deporte, cae bien por lo general, superando las habituales fobias y odios que a menudo generan (y casi siempre de manera injustificada) este tipo de estrellas que están en lo más alto de la elite deportiva. A pesar de ser un jugador que aglutina muchísimo más juego a su alrededor y dispone de más lanzamientos que muchas otras estrellas a las que con ligereza se les acusa de “chupones”, de que su juego tampoco ofrece la amplia dimensión de otros más allá de su excelsa muñeca y números en rebote (no tiene la visión de juego de otros hombres altos como Duncan o Pau Gasol, y en defensa nunca ha sido un gran fajador), y de que su carrera ha estado jalonada por unos cuantos tropiezos más o menos sonados cada vez que el millonario proyecto de Dallas intentaba una y otra vez el ascenso a la cima (siendo el más celebre su caída en primera ronda ante los maravillosos “locos de la bahía” comandados por Baron Davis después de llegar a post-temporada con el mejor record de victorias de toda la liga, y con un MVP de “regular season” bajo el brazo de nuestro protagonista) Pese a todo ello el bueno de Dirk es uno de los jugadores favoritos de la afición, esquivando las críticas feroces que siempre reciben otras megaestrellas cuando se la pegan. Quizás sea su aspecto desaliñado y natural, su aire evocador a Larry Bird, y por supuesto, su discreción pública, buenos modales, ausencia de conflictos y no padecer de esa egolatría incurable que parecen sufrir muchos de los grandes jugadores de la NBA. Lo dicho, Nowitzki cae bien, parece un buen tipo. 

When you're young...


Pese a todo, su Europeo ha sido mucho menos brillante de lo esperado, y ha sido uno de los peores concursos con su selección que le recordamos en muchos años. Parece una locura decir esto de alguien que firma 19,5 puntos y 6,6 rebotes por partido, pero acostumbrados a los números estratosféricos del astro alemán nos sabe a poco. Recordemos que estamos hablando de un jugador que había sido máximo anotador de este torneo en tres de las seis ocasiones en las que lo había disputado, y que desde 1999 (en su debut con la selección) no bajaba de los 20 puntos de media. Ha quedado a tan sólo 21 puntos de ser el máximo anotador histórico en esta competición, título que aún ostenta el eléctrico escolta heleno Nikos Gallis. Por lo tanto parece claro que esperábamos algo más todavía del genial power-forward de los Dallas, uno de los nombres propios por derecho de la historia reciente del Eurobasket. Por otro lado y en honor a la verdad también creemos que Alemania ha llegado hasta donde, por calidad general de la plantilla, debería llegar. No han hecho un mal torneo. Parecía claro que se jugarían la tercera plaza de su grupo de primera fase con Italia, y superaron a los transalpinos, y en una segunda ronda a la que llegaron ya sin apenas margen de error, se mantuvieron con vida gracias a mandar a Turquía la lona, en un grupo realmente terrorífico. Que hayan demostrado estar un peldaño por detrás de Serbia, Francia, Lituania y España, parece absolutamente normal. Quizás por el otro lado del cuadro seguirían con vida, posiblemente. Quien sabe si con un Nowitzki absolutamente estelar, capaz de anotar esos imposibles fades away a la pata coja que tanto nos hacen disfrutar, los alemanes hubieran logrado la proeza de meterse en los cruces. Lo cierto es que por primera vez en mucho tiempo hemos visto a un Nowitzki humano, terrenal, no al extraterrestre capaz de anotar absolutamente desequilibrado y con cualquier defensor encima. Tampoco hemos visto al jugador impío, implacable, al caníbal asesino que descuartizaba a sus víctimas una y otra vez, haciéndoles añicos, minándoles la moral, dejando la cancha llena de cadáveres desmembrados sobre los que había pasado por encima un matarife sin contemplaciones. Pareciera como si la consecución hace meses del deseado y perseguido anillo de campeón de la mejor liga del mundo, el tocar el cielo del mundo de la canasta, hubiera saciado el hambre y el ansia de un jugador acostumbrado a buscar la motivación en retos cada vez más difíciles y en empresas cada vez mayores. 

El genio alemán, desquiciado.


Seguiremos disfrutando del Eurobasket en esta su última semana, mientras Nowitzki descansa y medita sobre la continuidad en su selección. Sea cual sea la decisión que tome quien fuera abanderado olímpico de su país en los Juegos de Pekín, nadie podrá reprocharle nada al más heroico soldado deportivo que jamás ha dado Alemania.

domingo, 11 de septiembre de 2011

UN POCO DE TÁCTICA: JIM CARREY Y EL KEBAB

Tremenda la jornada baloncestística que nos depara hoy el Eurobasket de Lituania. El cierre del fortísimo grupo E nos trae tres partidos en los que hay mucho en juego en cada uno de ellos, para empezar una auténtica final la que depararán Serbia y Turquía, el que gane sigue adelante, el que pierda a la calle. Así de simple y prácticamente sin más cábalas (aún así Turquía tras ganar tiene que esperar la victoria lituana sobre Alemania) España y Francia se juegan el liderato de grupo y esquivar a Grecia para recibir al vencedor del Eslovenia-Finlandia, y Lituania, la brillante Lituania que tanto nos ha gustado en estas dos primeras fases del campeonato, debe asegurar la victoria o en todo caso una derrota por menos de 11 puntos ante una Alemania que aún llega con opciones al cierre del grupo. Por lo tanto jornada de emociones fuertes para los seguidores del Eurobasket 2011. 

El dramático encuentro entre balcánicos y otómanos comienza exactamente en estos momentos en apenas 15 minutos, por lo que es posible que interrumpa la escritura de este texto para seguir el partido. En realidad quería que esta entrada tratase sobre un pequeño detalle táctico que me ha llamado la atención porque me ha retrotraído a las finales de la NBA de esta pasada temporada y a uno de los movimientos que Rick Carlisle, enorme responsable del anillo tejano, utilizó para poder superar la que parecía infranqueable defensa de los Heat. No vamos a volver a incidir sobre todo el trabajo del Jim Carrey de los banquillos en las pasadas finales, ya que escrito está en las diversas entradas que dedicamos a analizar las series, pero no obstante es justo volver a recordar que Carlisle fue un entrenador en todo momento dinámico y que buscó cambiar las tendencias del play-off, superando claramente a un Spoelstra timorato quien en ningún momento oteó nada con lo que sorprender al entrenador neoyorquino.  


Un Carlisle de "oscar".


A menudo el aficionado medio, entre el que lógicamente me incluyo, ve los partidos de una manera demasiado natural, prácticamente siguiendo al jugador que lleva el balón, incapaz de centrar su atención en el global del dibujo del juego, en el trabajo de los jugadores sin balón y los movimientos defensivos. Por eso el descubrimiento del trabajo del video-blogger Piti Hurtado, estudioso del juego en su globalidad, ha sido una feliz noticia para mí en estos días del Eurobasket. Por otro lado la imposibilidad de haber visto integros todos los partidos disputados hasta el momento (digamos que en un 75%) hace que también se me hayan escapado muchísimas cosas de gran riqueza para cualquier aficionado. El citado Piti está colgando estos días diversos videos en los que analiza muchas de las tácticas de nuestra selección y de los rivales, echando una ojeada a sus análisis, me he encontrado con una táctica turca que, como digo, me ha recordado a algo que utilizó el bueno de Carlisle en las finales. 

Desde el comienzo del torneo he dicho que el rival que más me preocupaba para nuestra selección, debido a estilo de juego y perfil físico de los jugadores, era Turquía. Un rival que te niega el ritmo alto, que no deja correr, y que sobre todo encuentra una gran fortaleza en unos pivots absolutamente molestos, duros, rocosos, que llevan el partido al terreno granítico del músculo. Ya hemos comentado también en este blog que Turquía es el país que más y mejores pivots ha producido en los últimos años, una generación de hombres altos envidiable que parece no tener fin, el ejemplo de Kanter es la penúltima realidad en este aspecto, dando un paso adelante ya en su combinado nacional, haciendo olvidar la ausencia de Semih Erden, y convirtiéndose en una de las sensaciones del Europeo (cosa que por otro lado creo que nadie podía dudar) Uno de los mejores usos que está haciendo Orhun Ene (mítico ex-jugador de larga carrera con su selección que ahora como entrenador tiene la difícil papeleta de suplir a Bogdan Tanjevic) de sus torres es un doble bloqueo frontal, sobre todo cuando coinciden en pista Kanter y Asik, que libera al jugador que inicia el ataque otómano, que no siempre es el base, por otro lado, teniendo en pista a ese "point-forward" que es Hedo Turkoglu. Un buen detalle que Piti Hurtado ha bautizado como el "kebab", y que cuando lo vi enseguida me hizo recordar a un ágil movimiento de Rick Carlisle en el segundo partido de las finales de la NBA.  




Miami parecía hacer imperar la lógica de su discurso exhuberante en lo físico, su defensa axfisiante sin tregua, sobre todo en las líneas exteriores. La grandeza de contar con dos grandes defensores exteriores de físico privilegiado como Wade y LeBron convertía a los Heat en un suplicio para cualquier backcourt rival. Los de Florida se habían llevado el primer punto de la serie, y en el segundo mandaban 15 arriba comenzando el último y definitivo cuarto. La desesperación tejana ante las líneas defensivas rivales parecían centralizarse sobre todo en un perdido y fuera del partido Jason Terry, el genial escolta de Dallas se estrellaba una y otra vez contra el muro que suponía LeBron James, quien le negaba cualquier posibilidad de desarrollar juego. Los ataques tejanos morían tan lejos de canasta como la distancia que había en el marcador. Miami era superior, pero como ya hemos dicho, Rick Carlisle se mostró en todo momento de la serie como un entrenador dispuesto a cambiar la dinámica si no era favorable para su equipo, o al menos intentarlo. Con algo tan simple pero efectivo como mandar a Nowitzki y a Chandler a realizar un doble bloqueo sobre sus jugadores exteriores (sacrificando a su mejor jugador de ataque a trabajar en esos dobles bloqueos sin continuación directa, para liberar a los exteriores), logró que Dallas se metiera en el partido, con un parcial de 5-22 que precisamente se abrió con una canasta de un Terry liberado que por fin pudo empezar a desplegar su enorme talento ofensivo sobre la cancha Heat, bien acompañado de Kidd. Los Mavericks comenzaron a soplar en el cogote de Miami, el partido se igualó, y como recordarán ahi apareció Nowitzki para culminar otra gloriosa remontada tejana (ya les habíamos visto esa machada ante Oklahoma) con un triple y su bandeja ante Bosh. Punto para Dallas, punto para Carlisle. Uno de los muchos detalles que nos dejó el fantástico entrenador de aire histriónico y parecido al comediante Jim Carrey.  


Allanando el camino para sus locos bajitos.


Pequeños detalles tácticos que nos alegran la vida y nos permiten disfrutar con mayor riqueza de este hermoso juego que tanto amamos por su estética, ética, épica, y la población de hombres extraordinarios que se encuentran por sus canchas. 

Feliz tarde de domingo, y no se despeguen del televisor, van a disfrutar.  


Las torres turcas junto a la dupla Kaman-Nowitzki, dos de los mejores frontcourts del campeonato.

sábado, 10 de septiembre de 2011

MADRID SUNS

Aunque toda las miradas baloncestísticas se siguen concentrando en el Eurobasket de Lituania, los equipos de la Liga Endesa ya están trabajando en pretemporada y jugando sus primeros partidos amistosos, entre ellos el Real Madrid, que ayer disputó en Pozuelo de Alarcón un encuentro a puerta cerrada ante el Melilla (equipo de LEB Oro), con el tanteo 97-90 a favor de los blancos. Un partido con la lógica intrascendencia de principios de Septiembre, y del que no se pueden sacar conclusiones, con un Real Madrid sin internacionales en el que destacaron Jayce Carroll quien se fue hasta los 29 puntos, además de Mirotic, Velickovic y Carlos Suárez con buenas anotaciones, y donde tuvieron minutos los jugadores de EBA, el alero Marina y los pivots Kasse (el senegales de hecho fue titular) y Arteaga. Como digo un partido del que no se pueden ni deben sacar conclusiones, pero que puede servir de pequeño apunte de lo que quiere Pablo Laso del equipo y cual puede ser la seña de identidad del nuevo Real Madrid:  Ritmo alto y velocidad. 




Salto inicial en el Open McDonalds del 93 entre los Phoenix Suns y el Madrid de Sabonis.


Tanto es así que Carlos Suárez, el último descartado de la selección que compite en Lituania, el "guerrero número 13", escribió en su twitter una cosa totalmente anecdótica, pero que, quien sabe, como todas las cosas intrascendentes y anecdóticas, quizás con el tiempo se convierta en un tópico al que recurramos. Literalmente el alero escribió que el equipo se parece a los Phoenix Suns en lo que corren, que deben mejorar en defensa, pero en ataque están muy bien. Como digo, una pequeña anécdota, como todo lo que rodea a algo tan banal como el twitter, pero que sin embargo, sin quererlo, sin saberlo, sin intencionarlo, quizás el bueno de Suárez ha dado con la denominación con la que nos refiramos al Madrid 2011/12, unos Madrid Suns veloces y poco especuladores con la posesión del balón. Si es así, sin duda, será una buena noticia para el aficionado desde el punto de vista del espectáculo, sobre todo para aquel aficionado que anteponga la estética al resultado. 


Preparando el "trade" bomba, Steve Nash por Kaká.

jueves, 8 de septiembre de 2011

DARDAN DARTS

Con el Eurobasket superando su ecuador, van llegando los diversos análisis sobre lo que está sucediendo en canchas lituanas. Los jugadores y equipos que más están brillando, las grandes decepciones (sin duda Italia y Croacia), y por supuesto, las revelaciones del torneo. A nivel de equipos Macedonia, en estos momentos ya clasificada para cuartos de final, apunta claramente como equipo revelación. Le quedan dos complicados partidos contra Rusia y Eslovenia, la lógica invita a pensar que los debería saldar con sendas derrotas (aunque con el gran Bo McCalebb en cancha todo es posible), pero aún así ya tiene asegurada al menos una cuarta plaza en un grupo claramente inferior al cuadro por el que transita España, donde entre Serbia, Lituania, Turquía y la propia España tienen que dirimir tres plazas para los cruces, ya que la invicta Francia ya está clasificada. Sea quien sea quien quede fuera, estaremos hablando de una selección con calidad sin duda para estar entre las ocho mejores de Europa. Cosas de los sorteos, calendarios y configuraciones de grupos.                                                                                                                            
Bo McCalebb, pequeño gran jugador.




A nivel individual también hay varios nombres que han irrumpido gratamente y hay que tener en cuenta. En un campeonato con muchas ausencias de nombres veteranos ilustres, parece un buen torneo para avistar cierto cambio generacional y fijarse en jóvenes jugadores que apuntan a mantener un buen estatus dentro del baloncesto europeo en los años venideros. En nuestros análisis "Cincuenta nombres para el Eurobasket" ya mencionamos a varias de estas jóvenes figuras cuyo rendimiento no debiera sorprender. Los casos de Valanciunas, Koufos o Kanter parecían apuestas seguras en ese sentido. Pero otro puñado de jóvenes jugadores con menos nombre y no tan brillante trayectoria también están dando que hablar y merece la pena detenerse en ellos. 

El jugador más joven en este torneo es (o era, ya que su selección ha sido eliminada) Devon Van Oostrum, base de 18 años nacido en Holanda quien los pocos minutos que ha tenido ha demostrado buenas maneras y buen sentido como director de juego. No participó ni contra Lituania ni contra Polonia, y su mejor participación fue ante España, encuentro en el que dispusó de más de medio partido y se fue hasta las 6 asistencias. Finaliza su participación con 3 asistencias de media en 17,3 minutos por partido. No está nada mal para el benjamín de la competición. Mejor noticia para los británicos de cara a su futuro a corto plazo (lo cual es decir los JJOO de Londres) es el paso adelante dado por Daniel Clark. Próximo a cumplir los 24 años (los hará el próximo día 16), se ha consolidado como uno de los jugadores más sólidos del combinado de su país. Sus 8,2 puntos y 7,2 rebotes por encuentro en 24 minutos de media no son mal bagaje para el interior británico, aunque es cierto que sus porcentajes de tiro dejan bastante que desear para un jugador de su posición (aunque es cierto que es uno de esos pivots con tendencia a tirar de fuera) No obstante también creo que es reprochable que en una selección que venía para crecer como grupo y prepararse de cara a las olimpiadas, por momentos haya parecido que lo único que se pretendía era que Luol Deng engordase sus estadísticas, y no haya habido mayor participación por parte de los jóvenes jugadores (Van Oostrum es un claro ejemplo de jugador en el que debían haber confiado más) 

En Alemania Robin Benzig está cumpliendo las expectativas que había sobre él. Alero alto de 2.09 y sólo 22 años, se ha convertido en la tercera referencia germana por detrás de, como no, Nowitzki y Kaman, por lo que tiene motivos para disfrutar del torneo la joven figura germana siendo la tercera espada por detrás de dos auténticas estrellas de la NBA. 9,2 puntos por partido, un estupendo 8 de 16 en lanzamientos triples, y un buen 57.9% en tiros de dos, nos da idea de la buena concentración y selección de tiro que mantiene este "prospect" que ya está en las agendas de los grandes de Europa (el Real Madrid es otro de los que ha estado interesado en él), aunque de momento su destino apunta a integrarse en el millonario proyecto del Bayern Munich.                                                                     

                                                                                                                                                                         
Robin Benzig, ¿el nuevo Robin Hood?

El letón Rihards Kuksiks ha sido otro de los nombres que nos han llamado la atención en los primeros días de la competición. Extraordinario tirador de 2.01 y 24 años, los seguidores más acérrimos de la NCAA posiblemente conozcan su trayectoria en la Universidad de Arizona, donde ha cumplido el ciclo de cuatro años de rigor que va de "freshman" a "senior". A Kuksiks le hemos visto exhibiciones de tiro que le han llevado a un brutal 58,1% en triples, anotando 18 de 31 lanzamientos. Una metralleta. Contra Francia sólo clavó dos, pero sus cuatro siguientes rivales, Serbia, Italia, Israel y Alemania, vieron como hasta en cuatro ocasiones este excelso tirador anotaba desde más allá de la linea de 6.75, sin bajar nunca del 50% en efectividad. 

Sobre el sorprendente y creciente baloncesto finlandes ya hablamos en este blog en nuestros "Cincuenta nombres para el Eurobasket" deteniéndonos concretamente en Koponen y Sasu Salin, o sea que no redundaremos en ello. 

Vamos a concluír este pequeño repaso a algunos de los nombres que más gratamente nos han sorprendido con el jugador que, personalmente, si tuviera que elegir cual sería mi jugador revelación, diría su nombre, por números, estilo de juego, caracter y decisión. Me refiero al escolta polaco Dardan Berisha. 

Polonia, al igual que Finlandia, o la República Checa (país que no está en el Europeo, pero del que algún día deberíamos hablar sobre su nueva camada de jóvenes valores, los Vesely, Balvin, Satoransky, Jelinek, etc, indican que algo bueno se está moviendo en Chequia alrededor del mundo de la canasta) es un país que en los últimos años está trabajando muy dignamente para ver crecer su baloncesto, y sus selecciones de formación suelen aparecer con frecuente regularidad en los últimos campeonatos haciendo buen papel. No obstante, en un Europeo absoluto al que acudían sin ninguno de sus jugadores más relevantes de los últimos años (Logan, Ignerski, Gortat, Lampe), parecía claro que nadie iba a dar un euro por ellos. Una selección remodelada y renovada a la fuerza, que parecía confiar el liderazgo al eritreo Thomas Kelati. Pese a todo su papel ha sido más que digno, retirándose con dos victorias en cinco partidos, en un grupo en el que apenas tenían opciones con España. Lituania, Turquía e incluso Gran Bretaña como selecciones uno o varios peldaños por encima, y sólo Portugal podía verse como un rival asequible para ellos. Sin embargo los polacos se erigieron como una de las selecciones revelación del torneo, hicieron sudar a España, sufrieron en sus carnes el vendaval lituano, cumplieron derrotando a Portugal, dieron la campanada ante Turquía, y cuando tenían en sus manos la oportunidad de hacer historia, sus opciones se vieron sepultadas ante una Gran Bretaña sobre la que fueron muy superiores en muchos aspectos del partido con un sentido del juego y un criterio mucho más acertado y de buen baloncesto que el de los británicos, pero una estadística concreta les destrozó por lo brutal y desigual del dato. 46 rebotes británicos por 25 polacos, y aún más aterrador, hasta 16 rechaces bajo el tablero polaco tras fallar tiro capturaron los seleccionados del coach Finch. Así, por muy bien que juegues y leas el juego, no se puede ganar un partido.  

La serenidad del tirador.


No obstante se van con buenas sensaciones y muy buena imagen, y en esta Polska abnegada, sobresalió la figura del escolta Dardan Berisha, cuyo juego fue de menos a más en los cinco partidos del torneo hasta convertirse en el inesperado lider del equipo y eclipsar al mismo Kelati. Contra España, en 21 minutos, el chico no dio una. Falló sus cinco lanzamientos (cuatro de ellos triples), ante Lituania se fue a los 10 puntos con porcentajes del 57%, contra Portugal empezó a brillar con 16 puntos, y se convirtió en héroe nacional con su magnífica actuación ante Turquía, 21 puntos y 3 asistencias, y la canasta decisiva del partido, demostrando ser un jugador maduro al que no le tiembla la mano. En el partido decisivo ante Gran Bretaña volvió a ser el mejor de los suyos, con 19 puntos y 5 asistencias, haciendo gala de una gran clarividencia en el juego, mostrando el caracter suficiente para encarar el aro o lanzar exterior, pero también buscando a sus compañeros cuando la defensa rival más apretaba y se concentraba en él como mayor amenaza. Sus mejores minutos además fueron cuando más caliente estaba el partido y Polonia comenzaba a sufrir cierto vértigo ante la posibilidad de hacer historia, ese típico "miedo a ganar" que les entra a los equipos pequeños cuando ven que están a punto de conseguir algo grande, y demuestran que no están acostumbrados a moverse en ese tipo de presión. 

Finalmente Berisha hace las maletas, pero sus actuaciones quedan para el recuerdo del buen aficionado que haya seguido el campeonato de una manera generalizada, no sólo siguiendo a su selección. Este escolta nacido en Kosovo (jugó en categorías inferiores de la Cibona) ya era conocido para parte de la afición española ya que hace cuatro años desembarcó en nuestro país para jugar unos meses en el Trujillo y el Cáceres 2016 en la liga LEB. Actualmente en el Anwil polaco (equipo de Eurocup) y números al margen, lo que me ha gustado de este jugador es ese caracter que a veces se echa en los jugadores exteriores actuales, lanzador descarado que mantiene viva la llama de la figura del tirador de toda la vida, no le asusta el uno contra uno e ir hacia canasta, y a pesar de su edad es de los que gusta de echarse el equipo a la espalda. Por todo ello es hasta el momento mi jugador revelación del torneo, y creo que es uno de los nombres que sale más favorecido del campeonato en la primera fase y lo ha aprovechado correctamente como "escaparate", por lo que es posible que en breve lo veamos en ligas mayores. Creo que podría ser un jugador interesante para cualquier equipo de la zona media de la tabla de la Liga Endesa que busquen un cestista "bueno, bonito y barato". Ojala fuera así y pudiéramos disfrutar por aquí de los certeros dardos de Dardan Berisha, el tirador revelación polaco venido de Kosovo.


Dardan tampoco escapa a los tópicos. "El Petrovic de Kosovo".