El Real Madrid se lleva el segundo punto de las
finales de Liga Endesa en un increíble desenlace de partido que pasará a la
historia como uno de los momentos ACB más maravillosos. Uno de esos momentos
que distinguen a este deporte por épica y belleza y que hará que a buen seguro
que los chavales a los que todavía no les han llegado las vacaciones de verano
intenten repetir el fi
nal del partido en los patios de los colegios españoles desde
el Cabo de Gata hasta Finisterre.
Una jugada que ya es historia de este deporte, y
cuyo visionado, especialmente para el seguidor madridista, resulta hipnótica y
no puede dejar de ver en bucle (quizás también el barcelonista más masoquista) Quedaban
9.4 para el final del partido y Sergio Llull lanzaba un segundo tiro libre tras
anotar el primero. No tenemos constancia de que lanzase a fallar, y desde luego
no da la sensación de que así fuera. El Tortuga Deck (ahí que citarlo pues es
clave en la jugada y apenas se le ha mencionado) pugna por el rebote incrustado
entre Claver y Smits, llegando a palmear el balón lo justo para que lo recoja
un Rudy Fernández en versión “el más listo de la clase” quien sale de la zona
para buscar a un Llull con ventaja sobre Pangos y que parece tener opción para
un tiro lateral que lleve el partido a la prórroga. Pero uno de los más grandes
“clutch players” europeos de los últimos años después de mirar el aro decide
sacar el balón fuera a Jaycee Carroll. El mormón está solo aunque Claver atento
sale a su tiro. El escolta de Wyoming con una frialdad asombrosa hace la típica
finta de tirador sin preocuparse del crono, Claver cae en el engaño y salta
antes de tiempo. Sin perder la frialdad Jaycee da un bote, se levanta y con la
tranquilidad de quien tira un lanzamiento libre anota un triple limpio a 1.9
del final que significaría el 2-0 en las finales. Una locura. Y ojo que todavía
Hanga dispuso de un lanzamiento desde su campo que llega a tocar el hierro de
atrás.
Carroll en éxtasis. Una canasta para la historia. |
Una locura mayúscula sobre todo repasando un partido
que el Barcelona parecía tener ganado, especialmente cuando a falta de 1.44
para el final del partido los de Pesic mandaban 65-74. 9 puntos de ventaja y
104 segundos tan sólo en el crono, pero es que en esos 104 segundos un Real
Madrid absolutamente neutralizado por la defensa azulgrana anota nada menos que
16 puntos, incluyendo dos triples de Randolph (sus únicos puntos del partido),
otro de Llull, y por supuesto el ganador de Carroll. Si el primer partido,
resuelto con una contundente victoria blanca por 20 puntos, significaba un duro
golpe moral por la superioridad de los de Laso, el G2 puede suponer una
bofetada todavía mayor en la estima azulgrana. El Barcelona fue superior
durante gran parte del partido, impuso su ritmo, y Pesic volvió a evidenciar
que es el entrenador que mejor ha sabido jugarle a Laso en esta brillante era
del baloncesto madridista, pero la vieja guardia acudió al rescate y en la
retina queda la maravillosa triangulación entre Rudy, Llull y Carroll que hace
añicos la exhibición de músculo azulgrana.
Ambos entrenadores repitieron quinteto titular. Campazzo,
Rudy, Deck, Randolph y Tavares por los locales. Pangos, Ribas, Claver,
Singleton y Tomic por el bando visitante. Quintetos altos con treses que pueden
hacer de cuatro, y los grandes pívots en cancha (Tavares otra vez superior a
Tomic) Pesic se dejaba a su “killer” Heurtel en el banquillo, y Laso a su mejor
defensor, Taylor. Asimismo el técnico azulgrana también se guardaba la bala de
un Hanga consagrado a labores tan oscuras que su ficha presenta un -6 de
valoración. El jugador con peores números del partido, y sin embargo clave para
entender la superioridad visitante durante gran parte del partido, y es que
Pesic sacrificó a quien estaba llamado a ser uno de los pilares del nuevo
proyecto culé con el objetivo de neutralizar al hombre del primer partido, Facu
Campazzo. Y lo consiguió. El Facu, puro talento, es también un jugador con
facilidad en caer en batallas personales. Picó el anzuelo lanzado por Pesic con
el alero húngaro, y un Campazzo más preocupado en buscarse las cosquillas con
Hanga acabó desquiciado y desquiciando a su equipo. Sólo pudo anotar desde el
tiro libre, y en sus 18 minutos con 48 segundos en pista el equipo recibió un
parcial de -22. Le toca resetear de cara a un tercer partido en el que el
Barcelona buscará de nuevo llevarlo al fango. Para compensar el desastre del
argentino Llull volvió a encarnarse en el espíritu madridista. Sus números no son
especialmente brillantes (13 puntos, con 3 de 11 en tiros de campo, y 5
asistencias para una valoración de 11), pero el +24 con el que finaliza en el
balance +/- indica que con él en pista el Madrid hizo sus mejores minutos.
Llull volvió a abrir el camino de la fe, de nunca dejar de creer, y encontró en Carroll al ejecutor de dicha fe.
La salida azulgrana, no podía ser de otra manera,
fue radicalmente distinta a la del primer partido (pese a que los protagonistas
iniciales fueran los mismos) Pesic tenía claro que había que endurecer el
partido a toda costa. Las canastas, sobre todo las madridistas, llegaban con
cuentagotas. Como si de repente hubiésemos retrocedido a un baloncesto de hace 20
años el ritmo se hacía lento y pesado. Y en este escenario se destapó el
inagotable talento de Heurtel. La receta azulgrana estaba clara: músculo y la
magia del base francés. Con su entrada a cancha y demás movimientos de
banquillo el Barcelona alcanzaba las primeras diferencias significativas. Un
triple de Smits (muchos minutos ayer por mor de las faltas personales de sus
compañeros) ponía el 7-17 a 42 segundos del final del primer cuarto. Sobrevivía
el Real Madrid con una canasta de Ayón y dos tiros libres de Llull tras falta
de un Hanga como decimos consagrado a la destrucción del juego rival. 11-17 en
el primer cuarto, y los de Laso que sólo habían conseguido anotar cuatro
canastas en juego en todo el parcial. El plan de Pesic daba resultado.
Heurtel tiraría de repertorio al inicio de segundo
cuarto para mantener las diferencias en torno a los 6-8 puntos. Su vuelta al
banquillo coincidió con la explosión de Carroll, quien lideró un parcial de
10-0 para poner por delante (29-27) a los locales. Pero el Barcelona siguió
fiel a su plan. Posesiones largas, encontrando dentro a Tomic y Claver, para
retomar el mando del partido. El propio alero valenciano cerraba con un triple
desde la esquina un parcial de 0-7 para poner el 29-34 con el que se llegaba al
descanso. El Madrid, eso sí, mejoraba respecto al primer cuarto. 18 puntos, por
debajo de lo habitual en el equipo de Laso, pero muy por encima de los pírricos
del primer acto.
No cambió el panorama tras el paso por los
vestuarios. Pasaron más de dos minutos hasta que se movió el marcador (mate de
Tavares) El Barcelona seguía serio atrás y encomendado a Heurtel en ataque,
quien con un triple ponía una máxima diferencia de once (33-44) a poco más de
seis minutos de final de cuarto. Todo pasaba por el base francés, hasta que dos
triples blancos (Rudy y Llull) logran ajustar un poco el marcador (50-55) para
acabar el cuarto con un esperanzador 53-59. Había partido, todo ello después
del mejor cuarto del partido, resuelto por 24-25 a favor de los de Pesic y por
fin con un ritmo ofensivo adecuado para un partido de esta categoría.
Carroll y Llull acercan a su equipo a dos puntos
comenzado el último cuarto. Responde Heurtel, quien si no. Carroll, excelso,
llegaría a empatar el partido a 62 a 7.27 para el final. Pero el Madrid no sabe
culminar la remontada. Un parcial de 0-7, aprovechando dos pérdidas de Ayón,
vuelve a poner en franquía el partido para los visitantes. Cuando una bandeja
de Pangos pone el 65-74 a 2.50 para el final parece claro que el segundo punto
va a volar a Barcelona, máxime cuando pasa un minuto sin que se mueva el
marcador. Y llegamos a esos 104 segundos finales de locura. Antes Campazzo ya
ha sido eliminado después de cometer su quinta falta personal. El partido del
argentino, ya lo hemos comentado, fue una losa para su equipo. Laso se la iba a
jugar con su vieja guardia exterior: Llull-Carroll-Rudy. Primero despierta el
menorquín, con un triple que obliga a Pesic a solicitar tiempo muerto. Heurtel recibe
falta de Randolph penetrando en el ataque siguiente, y con su habitual
fiabilidad convierte los dos tiros para poner 8 de ventaja a 88 segundos del
final. El Madrid necesitaba algo similar a lo de Vitoria en 2005 (la liga del
triple de Herreros) Se la volvió a jugar Llull, quien marró el triple, pero
apareció Tavares cogiendo el rebote y recibiendo falta de Hanga. Visto lo
sucedido después ese rechace valió oro. El caboverdiano, que está lanzando en
un 69% desde la personal esta temporada, anotó sólo el primero. Siete abajo y
75 segundos. El Barcelona buscó una posesión larga, que acabó con un triple de
Claver errado. Todo lo contrario que el Real Madrid, quien en pocos segundos
miro aro. Anthony Randolph llevaba un infame -10 de valoración y había fallado
sus seis lanzamientos anteriores. Pero a 44 segundos para el final no le tembló
el pulso y dibujó un 72-76 en el electrónico que inquietaba a Pesic, aunque el
Barcelona lo seguía teniendo en su mano. El propio Randolph cometió falta sobre
Claver transcurridos sólo seis segundos de la posesión azulgrana. El valenciano
falló el segundo y el Madrid dirigía un ataque cinco abajo a 38 segundos para
el término del encuentro. Llull se la volvió a jugar en contrataque sin acierto
y el balón acabó en manos azulgranas tras un instant replay que decretó que él
último en tocar la bola después del rebote fuese Rudy Fernández, bola que acaba
fuera de banda. Pesic pide tiempo y el Barcelona saca en campo rival. Jugada
clave, ya que a Pangos se le hace de noche y agota los cinco segundos de saque
de banda, devolviendo la posesión al Real Madrid. Llull fuerza la falta de
Oriola, sin llegar a levantarse para el triple. Dos tiros libres que acaban
dentro. 74-77 y unos 24 segundos por jugarse. Lo que duraría una posesión en
caso de agotarse. Falta rápida de Randolph sobre Heurtel. El francés no falla,
alcanzando la treintena de puntos y poniendo a su equipos unos en principio
inalcanzables cinco puntos arriba a falta de 21 segundos. Laso para el partido
para dibujar un ataque con Llull, Carroll, Rudy, Thompkins y Randolph en pista.
Todo tiradores, su mayor arsenal ofensivo. Trey postea y saca el balón a
Randolph. El nacionalizado esloveno la vuelve a clavar desde el triple. 77-79 y
18 segundos. Randolph de nuevo no pierde tiempo con una falta rápida sobre
Claver sin que apenas corra el crono. Le cuesta la expulsión, pero el
internacional español sólo anota el primero y deja al Madrid a tiro de tres con
15 segundos en el reloj. Llull sube la bola y le frena Hanga en cuanto amenaza
aro. El escolta madridista pide tres tiros pero la falta es abajo. El resto es
historia, con una de las jugadas más extraordinarias para ganar un partido que
se recuerdan.
El Madrid pone el 2-0 en la eliminatoria y deja al
Barcelona contra las cuerdas. Nunca en la historia de la ACB se ha remontado
esta desventaja, pero ya saben que las estadísticas están para romperlas. Lo
que sí es cierto es que el equipo de Laso ha sido capaz de conseguir la
victoria en dos partidos diametralmente opuestos. Volaron el sábado y supieron
sufrir el lunes. Pesic llevó el partido a donde quería, pero no contaba con el
enorme corazón y la fe de los blancos. Una fe depositada en las piernas y sobre
todo en las muñecas de unos jugadores que ya son leyendas, y que no han llegado
a donde lo han hecho porque se lo hayan regalado. Laso incidía en rueda de
prensa posterior en la dureza del choque y en lo poco atractivo que resulta
este tipo de baloncesto para el aficionado. Es cierto. Tanto como que Pesic,
por delante incluso de entrenadores como Obradovic e Itoudis al frente de
trasatlánticos como Fenerbahce o CSKA Moscú, es el técnico que más ha sabido
desactivar el habitualmente eléctrico juego madridista. Ayer era otro ejemplo.
Pero no contaban con la fe de los clásicos.
Heurtel, partidazo sin premio. |
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