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miércoles, 16 de enero de 2019

TALIBANISMO






Pesic y Laso, dos filosofías. Un mismo deporte.









El debate (no exento de polémica está servido) Las categóricas declaraciones de un rejuvenecido y marchoso Svetislav Pesic no han dejado indiferente a casi nadie y han reabierto un debate a día de hoy particularmente intenso debido a las animaladas ofensivas que vemos en la NBA noche sí y noche también. Debate absurdo en nuestra opinión, ya que consideramos que un buen amante de este deporte debe ser capaz de apreciar y disfrutar este juego en sus distintos contextos sin menospreciar a nada ni nadie, pero precisamente este es el objetivo de nuestra entrada de hoy, denunciar el talibanismo de quienes atacan un baloncesto, de quienes en definitiva hacen resta y no suma.  




El veterano entrenador germano-serbio acusó literalmente a la NBA de no ser baloncesto. No es la primera vez que desde Europa se desprecia la liga profesional del país que ha inventado este deporte, pero si ha sido una de las ocasiones en las que el altavoz ha sido mayor, en vísperas de jornada de Euroliga y de enfrentarse precisamente a uno de los entrenadores estadounidenses más prestigiosos, Rick Pitino, el único técnico que ha llegado a la Final Four de la NCAA con tres “colleges” diferentes y quien a sus 66 años dirige por primera vez a un equipo europeo, tras la destitución del español Xavi Pascual en Panathinaikos. Las reacciones en las redes sociales, ese termómetro disparatado de la sociedad, no se hicieron esperar, y como es habitual abundaron los tópicos sobre el baloncesto profesional estadounidense. Tópicos basados principalmente en la escasa defensa, la prevalencia del físico sobre la técnica, la falta de táctica en el juego y el excesivo individualismo. Tópicos todos ellos fácilmente desmontables y que cualquiera que sin prejuicios siga la NBA actual (que dicho sea de paso vive una nueva edad dorada) no comparte. Curiosamente quienes desprecian la que desde aquí consideramos mejor liga del baloncesto del mundo admiten no seguirla ni ver los partidos, pero eso no es óbice para que den su opinión sobre algo que no ven, al contrario, precisamente el hecho de que no ven NBA refuerza su teoría de que es una liga estéril, un sucedáneo baloncestítico lejos de las auténticas esencias que podemos encontrar en las canchas europeas. 




¿Hay que volver a explicar que en un baloncesto en el que predomine el ritmo alto aumentan el número de posesiones por equipo, el número de lanzamientos, y por supuesto la cantidad de puntos? No hace falta irse a la NBA, sin salirnos de Europa equipos como CSKA y Real Madrid (hablamos de dos de los equipos dominadores del baloncesto continental en la década actual) si jugasen 8 minutos más por partido (es decir, los 48 que se juegan en Estados Unidos) estarían en unos guarismos de anotación similares a la mayoría de los equipos de la NBA. ¿Acaso en Euroliga no se defiende? Es más, los equipos basados en un ritmo alto y contrataque como primer arma ofensiva son precisamente quienes más ahogan al rival en defensa, siguiendo el viejo axioma de “defensa, rebote y contrataque”, intentando incluso llegar más lejos, “defensa y contrataque”, que no haya rebote porque… no haya tiro, recuperar el balón cuanto antes, presión en las líneas exteriores (recuerden cuando Laso ponía a un pívot como Slaughter a presionar a toda cancha, o como Ayón sale continuamente a hacer ayudas exteriores en defensa) y “morder” al jugador rival que lleva el balón. Ritmo alto en ataque… y en defensa. Resulta sonrojante la crítica a la defensa en el baloncesto NBA cuando precisamente el principal hándicap de los jugadores europeos a su llegada a Estados Unidos en su debilidad defensiva (Pau Gasol no pudo desprenderse del doloroso mote de “GaSoft” hasta las finales de 2009, en las que su defensa ante Dwight Howard fue clave para el primer anillo del mejor jugador español de todos los tiempos)   



Pau, sufriendo atrás.





Cuando Pitino fue cuestionado acerca de la boutade de Pesic recordó como hace años el comisionado David Stern (auténtico culpable de la nueva explosión NBA en todo el globo) le citó junto a otros entrenadores del prestigio de Chuck Daly, Larry Brown (por cierto, dos ejemplos de entrenadores incuestionables en el apartado defensivo) o Pat Riley preocupado por la baja anotación en la NBA. Años de una liga en horas bajas cuyo epítome puede encontrarse en las finales de 1999 entre San Antonio y New York, posiblemente las peores finales de la historia y en las que en el partido definitivo ninguno de los equipos llegó siquiera a los 80 puntos. Un desastre reflejado en las escasas audiencias y poca repercusión mediática. Fueron años grises para este deporte a ambos lados del Atlántico (una temporada antes la Kinder de Bolonia había ganado la Copa de Europa en una deplorable final ante el AEK de Atenas resuelta por 58-44), años felizmente olvidados, sepultado aquel baloncesto que vaciaba pabellones y aburría a los espectadores por un basket actual que ha vuelto a recuperar la alegría del juego y el deseo de ganar anotando una canasta más que el rival, siempre, y esto no nos cansaremos de repetirlo, precisamente a través de una gran defensa y obsesiva intención de recuperar el balón cuanto antes. Volviendo a los recuerdos de Pitino, admite que una de las decisiones tomadas para reconducir la NBA fue la de ser más severos en la aplicación del reglamento respecto a los contactos y las faltas personales. El adjetivo que Pitino usó para definir ese nuevo baloncesto fue literalmente “más fino”. Un basket en el que ya no valdría todo con tal de evitar la canasta, contradiciendo por tanto a quienes hablan de una NBA eminentemente física y no técnica. Todo lo contrario, el físico ya no puede con la técnica en la NBA. Jugadores tan escasos de técnica individual como Rick Mahorn, Kurt Rambis, o incluso Dennis Rodman, quienes fueron piezas claves en distintos campeonatos, difícilmente tendrían sitio en la NBA actual. El jugador de un perfil más parecido, digno sucesor de esta línea genealógica, podría ser Draymond Green, quien no obstante posee una visión y sentido del juego muy superior a sus antecesores (se podría comparar a ellos en todo caso, si de carencia en técnica individual hablamos, en sus limitaciones en el lanzamiento a canasta) 




Respecto al individualismo, no hay nada que haga pensar que el baloncesto actual (o la NBA actual) haya acentuado este rasgo del juego. En todas las épocas siempre ha habido un jugador referencial en anotación, cambia en todo caso la posición predominante a la hora de buscar los puntos. No sé si quienes acusan a la NBA actual de fomentar el individualismo se hubieran rasgado las vestiduras en redes sociales, de haber existido, cuando los grandes pívots como Wilt Chamberlain lanzaban más de 40 tiros por partido (39.5 por noche llegó a lanzar el astro de Philadelphia en la temporada 1961-62, curso al que pertenece su mítico partido de los 100 puntos) A partir de la “dictadura” en el juego de Michael Jordan en los 90 (conociendo anteriormente exteriores como Julius Erving o Isiah Thomas que ya anticipaban el dominio del juego desde fuera de la zona, y obviando casos como los de “Magic” Johnson o Larry Bird, cuyo lugar de influencia en la pista estaba fuera de clasificación alguna) los focos de anotación cambian buscando ese diabólico “jugón” exterior que se las tira todas. Jordan, quien continúa siendo el mayor mito intocable de la historia de este deporte y de quien cuestionar que ha sido el más grande de todos los tiempos es poco menos que herejía, finaliza su carrera con 22.9 tiros de campo por partido. Tampoco están nada mal los 21.8 de Allen Iverson, los 19.5 de Kobe Bryant, o incluso los 18.8 de John Havliceck (alero anterior a Jordan y cuyo nombre evoca las esencias de aquellos gloriosos y casi invencibles Celtics de los 60) Todos ellos con una media de tiros de campo por partido superior a la de “chupones” actuales como Russell Westbrook (18.5), Stephen Curry (17) o James Harden (16.6), por citar los posiblemente tres exteriores con más brillo anotador de la NBA actual, en una época en la que, por otro lado, el número de posesiones y de tiros es mayor, con lo cual el porcentaje de lanzamientos por partido en relación a sus compañeros de equipo es sensiblemente inferior al de Jordan, Iverson o Kobe (como es habitual, todos estos datos los hemos sacado de Basketball Reference) No, en la NBA actual no se “chupa” más que antes. 




Pero estadísticas que más o menos pueden alumbrar la realidad del baloncesto actual al margen, lo que resulta desolador es ver a algunos aficionados despreciar el baloncesto de ritmo alto, rápido y vertiginoso que finalmente es el que hace que los chavales se enganchen a este deporte. No nos engañemos, siempre serán necesarios unos Isma Santos o Bruce Bowen, pero… ¿cuándo éramos niños queríamos ser ese tipo de jugadores o Drazen Petrovic y Michael Jordan?   




El polémico Javier Clemente decía que para él los mejores partidos de fútbol eran los que acababan 0-0, porque no había fallos. Poco importa llenar los 90 minutos de paja y bostezos en los que no suceda nada. Igualmente hay aficionados que parecen añorar aquel insulso baloncesto de los 90 en las que las posesiones se alargaban hasta la extenuación y la alarma del reloj de posesión sonaba una decena de veces por partido, mientras el entrenador de turno echaba una reprimenda (cuanto más pública mejor, para dejarlo claro) al insensato jugador que se atreviese a correr un contrataque o lanzar a canasta tras un solo pase por mucho que se encontrase totalmente solo debido a que la defensa rival no estuviese formada. 




Cuando nació este blog, hace ya casi ocho años, reconocimos nuestro amor por ambos baloncestos, FIBA y NBA (extensible al resto de baloncestos del planeta), ambos tan disfrutables y con tanto que ofrecer al aficionado, sobre todo a día de hoy cuando se ha reivindicado este tipo de juego. Insistimos en que los equipos europeos actualmente también abrazan estos postulados. Comparemos épocas. La última final de Euroliga disputada hasta la fecha (Real Madrid 85 – Fenerbahce 80) arroja en su box score el dato de 116 lanzamientos de campo y 54 tiros libres entre ambos equipos. Volvamos 20 años atrás, a la ignominiosa final entre Kinder de Bolonia y AEK de Atenas (58-44 para los italianos): 97 tiros de campo y 44 libres. Una veintena de lanzamientos menos y una decena de tiros libres menos de diferencia en 20 años en el partido más importante a nivel de clubes en Europa. Esta es la realidad del baloncesto actual. En 2014, en las finales entre San Antonio y Miami, los de Popovich dejaron en el tercer partido un primer cuarto para el recuerdo, para la historia, anotando 41 puntos ese parcial con un 75.8% en tiros de campo en toda la primera parte. Repito, en unas finales ¿Alguien se atreve a decir que los LeBron, Wade y compañía no querían ganar ese partido? ¿No será que estamos asistiendo a una época irrepetible, de una calidad extraordinaria? 




Una pena pues el negacionismo de algunos aficionados ante esta nueva era histórica. No saben lo que se pierden. 





Harden y su exhuberancia anotadora. Blanco habitual de las críticas de los talibanes.






lunes, 2 de noviembre de 2015

¿SE PUEDE GANAR EL MVP EN OCTUBRE?



Curry sigue mandando.




La respuesta a la pregunta con la que introducimos esta nueva entrada parece tener una respuesta rotunda: sí, si te llamas Stephen Curry. 


Y es que el comienzo de temporada del base de los Warriors no se veía desde Michael Jordan en el curso 1989-90. Nadie había logrado anotar tanto en sus tres primeros partidos desde entonces. En la primera semana del campeonato la muñeca de Curry ha destrozado por dos veces a los New Orleans Pelicans (40 y 53 puntos) y a los Houston Rockets (“sólo” 25 puntos) y a pesar de que quedan nada menos que seis meses de temporada regular se confirma como el gran favorito a revalidar el título de mejor jugador de la liga. Con un LeBron James cada vez más dosificado (y generoso, asegurando que el foco principal de Cleveland a partir de ahora sería Kevin Love) y un Anthony Davis al que las derrotas de su equipo le hacen apartarse de la lucha por el MVP, al igual que en el caso de James Harden, cuyo equipo no acaba de arrancar como se esperaba y está teniendo muchos problemas físicos en el juego interior, sólo la dupla Westbrook-Durant puede amenazar el reinado de Curry, si Oklahoma es capaz de mantener buenos resultados. 



En mi opinión LeBron continúa siendo el mejor jugador del mundo, ya que es el más completo y quien domina más facetas del juego, pero a día de hoy Stephen Curry se confirma como el más letal. A su brutalidad anotadora (39.3 puntos por partido) se suma que lo hace con unos porcentajes insultantemente buenos para un jugador exterior (58,8% en tiros de campo y tremendo 48.6% en triples, es decir, prácticamente convierte uno de cada dos triples que intenta), no lo mandes a la línea de tiros libres porque de momento está en un 95.5%, y por si fuera poco hace jugar al equipo con sus 7.3 asistencias por partido. Para quienes le acusen de no defender o ayudar en otras facetas, estamos viendo al Curry más reboteador (5.7 capturas por partido) y recuperador (2.3 robos) Unos números contra los que nadie puede competir. En un baloncesto tan competitivo como el de la NBA y con una temporada regular tan plagada de partidos, hacer apuestas a largo plazo resulta siempre muy arriesgado, pero si no hay lesiones de por medio jugársela por Curry parece ir sobre seguro. Antes de comenzar la temporada se pagaba 7 a 1 por cada dólar apostado según la ESPN, una cifra que sin duda habrá bajado considerablemente. Por curiosidad he mirado en Bet365 y de momento no hay opción de apostar por el MVP de la temporada, imagino que irá apareciendo durante el curso de la temporada, pero de seguir triturando estadísticas de esta manera el base Warrior, nos tememos que la emoción por saber quién se coronará con el galardón individual más importante de la temporada apenas va a existir.  

miércoles, 13 de agosto de 2014

DIEZ ESCOLTAS PARA EL MUNDIAL




JAMES HARDEN (USA, 24 AÑOS, 1.96): “Fear the beard” El “gallo” que salió del corral de Oklahoma City para no ceder protagonismo ante Russell Westbrook y Kevin Durant, pero que sigue decepcionando en play offs. Talentazo puro y maneras “old school” (esa barbita funky) para quien será uno de los jugadores más mediáticos de la cita mundialista. Cumplirá 25 años antes de que el campeonato comience.  


¡Ojo futboleros!, este James si se dice "yeims".


LEANDRINHO BARBOSA (BRASIL, 31 AÑOS, 1.91): “The Brazilian Blur”. Su vuelta a “casa”, en Phoenix Suns, para suplir al lesionado Eric Bledsoe, no tuvo el impacto que los aficionados esperaban (una inoportuna fractura en la mano le dejó KO mediada la temporada) En general ha tenido muy mala suerte con las lesiones en los últimos tiempos, impidiéndole repetir años tan brillantes como los de mediados de la década pasada en la franquicia de los soles. Una pena ya que hablamos de un jugador en una edad excelente para este deporte. Parece que llega en buen momento (18 puntos a Argentina hace unos días) y será una de las principales armas de la temible escuadra brasileña.      


La electricidad brasileña.


KLAY THOMPSON (USA, 24 AÑOS, 1.98): El hijo del mítico Mychal Thompson, aquel ala-pívot de los 80 que primero maravilló en Portland y luego ganó dos anillos con los Lakers del “showtime” es uno de los mejores tiradores puros que hemos visto llegar a la NBA. No es descartable verle jugar de alero si Coach K apuesta por “small ball”. Sus 596 triples en tan sólo 3 temporadas NBA hablan por si solos.  


Papá Thompson y su hijo.


JUAN CARLOS NAVARRO (ESPAÑA, 34 AÑOS, 1.91): ¿La última cita internacional de “La Bomba”? No estaría tan seguro, lo que si está claro es que es un jugador que pese a los años y el físico acostumbra a dar lo mejor de si mismo en los momentos trascendentes. Viene de ganar el MVP de las finales ACB, y sus 15 puntos en menos de 20 minutos frente a Turquía (3 de 5 en triples, 6 de 6 en libres), son el mejor indicativo de que la muñeca de nuestro líder en el juego exterior vuelve a estar engrasada.   


NANDO DE COLO (FRANCIA, 27 AÑOS, 1.95): El polivalente exterior galo puede jugar tanto de uno como de dos, y en ausencia de Tony Parker es factible que le veamos en muchas ocasiones dirigir el juego francés, aunque tal tarea principalmente recaerá en Heurtel, Diot o incluso Fournier, jóvenes talentos del baloncesto galo que necesitarán del liderazgo por fuera del ya clásico De Colo. Tras dos temporadas en San Antonio Spurs regresará el próximo curso a Europa de la mano del CSKA Moscú. Obligado a tirar del carro de un actual campeón de Europa que llega sin sus dos principales baluartes, Parker y Noah.   


Navarro y De Colo volverán a verse las caras.


KIRK PENNEY (NUEVA ZELANDA, 33 AÑOS, 1.96): La metralleta oceánica. Un trotamundos que ha jugado en siete países distintos (entre ellos España, en Gran Canaria y Fuenlabrada) y siempre ha estado en los primeros puestos de las tablas de anotadores. En el pasado Mundial de Turquía sólo Luis Scola anotó más puntos que él. Uno de esos tipos que disfruta una cita como esta para seguir haciendo lo de toda la vida: meterla.   


Penney, de oficio clavador.


BOGDAN BOGDANOVIC (SERBIA, 21 AÑOS, 1.98): Posiblemente el jugador serbio que más ha crecido en los últimos tiempos, y pieza clave ya para la selección de Aleksandar Djordevic a pesar de su edad (cumple 22 años la próxima semana). Su fuerte sigue siendo la anotación, pero cada vez es más completo, aportando en defensa y rebote. (No confundir con el croata Bojan, de igual apellido)    


Bogdanovic, valor serbio.


SERGIO LLULL (ESPAÑA, 26 AÑOS, 1.88): En el Real Madrid ya es un símbolo, y en la selección española cada vez aporta más. Competitivo, ganador, racial, sigue ofreciendo garra defensiva y suma progresivamente en ataque. Al contrataque hace estragos y su tiro exterior ya está a la altura de los mejores del continente. Ni rastro de la posible esquizofrenia que pudiera causarle jugar de base en su club y de escolta (o hasta alero) en la selección. 

BRAD NEWLEY (AUSTRALIA, 29 AÑOS, 2.01): Australia, independientemente de su clasificación final, volverá a ser uno de los equipos más descarados en ataque, con profusión de ataques cortos y mucho tiro exterior. Y ahí, entre otros, entra en juego el tirador de Adelaida, quien ha madurado su juego en Gran Canaria y puede convertirse en uno de los exteriores más completos del torneo. Ojo a su labor reboteadora.      



Llull frente a Newley, otro duelo ACB trasladado al Mundial.



KRUNOSLAV SIMON (CROACIA, 29 AÑOS, 1.97): No parece un nombre muy ilustre, ni es mediático, ni atrae focos, pero aún recordamos su gran Europeo en Eslovenia guiando a Croacia a unas sorprendentes semifinales para obtener billete mundialista (tremendo su partido frente a Ucrania en cuartos de final) La selección de Jasmin Repesa no parece que vaya a entrar en las peleas por las medallas en una cita tan exigente como este mundial, pero con un capitán tan corajudo como Simon, que se transforma cada vez que viste la camiseta de su país, todo es posible.    


Simon, carácter para Croacia.

lunes, 4 de agosto de 2014

PAUL GEORGE, CUATRO VECES TE LLORÉ



Paul George, sacado de la cancha en camilla tras romperse tibia y peroné.


Nunca nos gusta tener que dar este tipo de noticias. La rotura, el quebrado en la línea ascendente y progresión de uno de los mejores jugadores del mundo, quien con 24 años y después de haber realizado la mejor de sus cuatro campañas en la NBA se ve obligado a permanecer fuera de las canchas durante un tiempo que puede llegar incluso al año, tras su fractura de tibia y peroné al intentar taponar a James Harden en una transición defensiva en un amistoso de preparación para el Mundial disputado en Las Vegas. Una jugada que personalmente nos ha hecho recordar a la lesión sufrida por Jorge Garbajosa en 2007 en su época de jugador de Toronto en una acción similar, intentando taponar a Al Jefferson y fracturándose el tobillo. No fue tan grave (seis meses) pero inevitable no encontrar similitudes entre ambas jugadas. 

La lesión de Paul George, más allá de la desolación que supone para cualquier amante del basket, reabre viejas guerras entre NBA y FIBA, al producirse en un encuentro de preparación para un torneo de los segundos. Es una noticia tan importante para el mundo del baloncesto que llega a tener un cuadruple impacto. Por cuatro veces debemos llorar la lesión de George: 

-Llanto por el Mundobasket: Cuantas más estrellas, mejor. Que duda cabe que la repercusión internacional que vaya a tener el torneo celebrado en España dependerá en parte del número de figuras con que acuda cada selección. El ramillete de jugadores de máximo nivel que sigue acumulando Estados Unidos de cara a esta cita es impresionante (Derrick Rose, Anthony Davis, Kevin Durant, James Harden, Stephen Curry…) y les sigue dando condición de claros favoritos al oro, pero en el caso de George hablamos de un jugador que ya se había instalado sólo un peldaño por detrás de LeBron y Durant, y que encabeza la nueva hornada de estrellas NBA junto a los citados Davis, Curry, o Kawhi Leonard. Una pena no verle por nuestras canchas. 

-Llanto por Indiana: la franquicia de Larry Bird era un ejemplo de trabajo bien hecho en los últimos años, capaces de disputarle dos finales consecutivas del Este a los Miami Heat del “Big Three”. Un equipo no muy mediático y sin, a priori, grandes estrellas, que se postulaba como aspirante al anillo siguiendo más el método San Antonio Spurs que la fórmula Miami, o ahora Cleveland, de juntar figuras. Un ejemplo de coralidad en el que George era el líder en todos los sentidos. Frank Vogel, al igual que Tom Thibodeau en Chicago, ha conseguido impregnar de química a su equipo, por lo que al igual que los Bulls sin Rose, los Pacers sin George seguirán siendo un conjunto difícil y deberían estar en play offs, pero muy difícilmente los veremos en final de Conferencia la próxima temporada.   

-Llanto por el baloncesto: sí, por el baloncesto en general. Porque Paul George, con 24 años, ya entrará para siempre en el grupo de los jugadores con un enorme “what if?” sobre ellos. ¿Cuál sería el nivel actual de Ricky Rubio si no se hubiera roto el ligamento cruzado con 21 años?, ¿hasta dónde habría llegado Derrick Rose si no hubiera padecido la misma lesión con 24 años, amen de sus posteriores problemas de menisco y rodillas?, esto por citar dos casos recientes y llamativos. El frenazo en la progresión de un superclase siempre es una malísima noticia para todos los aficionados, que nos vemos privados de la magia de un grandísimo jugador durante varios meses, y además nos asiste la duda sobre si volverá a su mejor nivel tanto físico como mental, ya que es inevitable que tras sufrir una lesión tan grave cierto “miedo” se instale en la mente del jugador y no sea capaz de arriesgar y llevarse hasta el límite en algunas acciones como haría antes de pasar por el quirófano. 

-Llanto por las heridas que se abren: nos referimos a los conflictos NBA-FIBA. En el caso de Paul George hablamos de un jugador recién renovado por su franquicia, con un contrato de cinco años y 90 millones de dolares (el máximo salarial al que podía aspirar) El primer curso de ese nuevo lustro, salvo recuperación asombrosa que le permitiera llegar a play offs, lo va a pasar totalmente en blanco. Larry Bird, ejemplo de hombre de baloncesto tanto en su época de jugador como ahora en los despachos desempeñando el cargo de presidente de operaciones de los Indiana Pacers, ha salido a la palestra para quitar hierro al asunto y no echar leña al fuego. La fortuita lesión podía haberse producido en cualquier situación. Sí, pero ha sido en un partido de preparación para un torneo FIBA que tiene el interés justo en Estados Unidos. No han tardado en aparecer voces como las de Mark Cuban (¿a alguien le extraña?) arremetiendo contra la presencia de estrellas NBA en combinados nacionales. El bocazas millonario, en su línea, lo ha hecho además atacando al COI, demostrando que no tiene ni idea de lo que sucede con una pelota de baloncesto fuera de su país, ya que el Comité Olímpico Internacional, evidentemente, poco tiene que ver con la celebración de una Copa del Mundo de Baloncesto, torneo organizado por la FIBA. De modo que se ciernen negros nubarrones sobre el consentimiento de las franquicias NBA para que sus mejores jugadores disputen competiciones internacionales con las camisetas de sus selecciones. 


Entre tanto llanto, un motivo para la sonrisa. Y es que esta preparación de Estados Unidos para el Mundobasket parece confirmar el retorno en buena forma del gran Derrick Rose. Parece que en España vamos a ser testigos de excepción de la definitiva “Roserrection”. Bien por ello.    


Analfabeto, multimillonario y bocazas. Mark Cuban.

sábado, 3 de noviembre de 2012

HARD TO HARDEN


"Hey, here I am, I'm the man on the scene. I can give  you what you want, but you got to come home with me" (Otis Redding, "Hard to handle", 1968)  


Fear the beard


Si el verano en los despachos de las franquicias NBA fue realmente movido con idas y venidas de todo tipo de jugadores y rostros reconocibles de la mejor liga del mundo, el comienzo de la temporada nos ha traído otra bomba antes incluso del tip off que daba inicio al campeonato. Nos referimos al movimiento entre Oklahoma y Houston por el que los primeros enviaban a una de sus grandes estrellas, James Harden, a la franquicia tejana para recibir a otro escolta de primer nivel como Kevin Martin y al joven y prometedor jugador (nacido en 1992) Jeremy Lamb.  Esto como aspecto más reconocible, claro, ya que como suele ser habitual también se incluyen rondas de draft.   

Con tan sólo dos jornadas disputadas, parece que ambos equipos han acertado con el trade. Los Thunder liberan espacio salarial sin apenas perder potencial, ya que Martin como sexto hombre, pese a no ser el superclase que es Harden, garantiza un buen caudal ofensivo cuando las primeras espadas Westbrook y Durant necesiten tomarse un respiro, además de ser un ego más manejable que un James Harden que pedía a gritos ser líder y no tercera referencia. El tirador venido desde Houston promedió 17.1 puntos la pasada temporada a las órdenes de Kevin McHale, y en sus dos primeros entorchados como Thunder mantiene esas cifras (15 y 19 puntos, 17 de media) De modo que todo parece seguir igual en Oklahoma, y hay que seguir considerándolos la tercera opción de cara a la consecución del anillo por detrás de Miami y de Lakers (a pesar del preocupante comienzo de los de Mike Brown, pero esa es otra historia que ya tocaremos en cuanto tengamos ocasión) Es realmente en la otra dirección, es decir, en el camino emprendido por la barba más famosa de la NBA desde la Ciudad del Trueno hasta la franquicia de los cohetes, donde encontramos algo en lo que detenernos, porque, en efecto, los dos partidos de Harden con su nueva camiseta le han convertido en el jugador de moda, el tema del que todo el mundo habla en la NBA.    

Alguno quizás se pregunte como es posible que un jugador de la calidad de Harden no fuera titular en unos candidatos al título como los Thunder. Bueno, cada uno tendrá su manera de verlo. Personalmente me parecía acertada la idea de Scott Brooks de recurrir a él como sexto hombre. Por un lado, tener en tu quinteto titular anotadores compulsivos como Westbrook y Durant, que no son precisamente ejemplares en el concepto de "juego en equipo" (aunque en el caso de Durantula se atisban indicios de madurez en ese sentido, de evolucionar hacia un liderazgo en cancha sin tanta necesidad de mirar aro, lo cual le hará mejor y más completo jugador), hace necesario que les guardes las espaldas con baloncestistas no tan brillantes en apareciencia ni tan lustrosos en lo individual, pero imprescindibles a la hora de entregarse a un trabajo gregario, oscuro, defensivo. Ahí es donde entran los Ibaka o Thabo Sefolosha, consolidado éste como escolta titular del equipo de los truenos desde prácticamente su llegada a la franquicia hace tres temporadas y media. Por otro, es inteligente guardarse un arma de primer nivel en el banquillo para que la calidad del equipo se resienta lo menos posible. Tener en pista a la vez de inicio a Westbrook, Harden y Durant significaría gastar minutaje de una figura sin que apenas pudiera ser referente y mirar la canasta, lo cual, no nos engañemos, sigue siendo lo fundamental para estos jugadores que se saben poseedores de una calidad extraordinaria para hacer daño en ataque y anotar compulsivamente (para deleite del espectador, claro está), lo que se suele entender como "tener demasiados gallos en el mismo corral" Pero estaba claro que la exquisitez del baloncesto de Harden necesitaba un espacio para liberar todo su talento y explosionar en ese tipo de demostraciones que tan boquiabiertos nos dejan y hacen que la NBA siga siendo el mayor espectáculo deportivo del globo terraqueo.   

Recordemos que Harden llega al draft de 2009 con cierta vitola, aún siendo escolta, de "combo guard", es decir, de jugador capaz de alternar las posiciones de uno y de dos. Es el mismo draft que nos trae a jugadores como Tyreke Evans, Ricky Rubio, Stephen Curry, Ty Lawson, Jrue Holiday o Brandon Jennings, es decir, un año impresionante en lo concerniente a jóvenes guards. Los informes sobre Harden hablan, entre otras virtudes, de "mix between scoring/passing", ergo un jugador tan capaz de ser letal anotando, como clarividente repartiendo juego. Hasta ahora la segunda premisa en Oklahoma no la habíamos visto (3.7 pases de canasta por partido eran su techo hasta el momento) En sólo dos partidos con los Rockets ha demostrado que Harden lleva dentro un buen "facilitador" para sus compañeros, con 7 asistencias por partido. ¿Significa esto que el genial escolta californiano ha perdido capacidad o instinto asesino para mirar aro? Creo que los 41 puntos por partido hablan por si solos en ese aspecto. Su primer partido de la temporada, ante Detroit, es historia pura. Aunque menor en anotación que en su choque de anoche contra Atlanta, ya que anota "sólo" 37 puntos, lo hace acompañado de 12 asistencias, 6 rebotes, 4 robos de balón y un tapón. Una burrada, brutal, sobrehumano, de videojuego... pongan ustedes los calificativos que quieran, a mí se me agotan.    

Harden, sin ser un colosal ejemplar físico (aunque, afortunadamente, es un jugador muy sano y poco propenso a las lesiones), ofrece un juego vistoso para el aficionado, basado sobre todo en la verticalidad. Aún siendo un tirador letal, es en su manera de encarar el aro rival, casi suicida, a la mejor manera de Dwyane Wade, donde protagoniza sus más brillantes highlights. Tampoco le hace ascos a meterla para abajo en cuanto tiene ocasión, y como tirador, como decimos, es letal. Capaz de fabricarse sus propias canastas y con muy buen tiro tras bote. En definitiva, un espectáculo y un jugador necesario para seguir manteniendo todo este enorme circo de la NBA.  Un baloncestista con aire a la vieja escuela, empezando por su aspecto y personalidad y esa barba a lo Marvin Gaye 70's. Un soul man de las canchas.  


Una barba que las vuelve locas


Difícilmente (por no decir que es imposible), podrá el 13 de los Rockets mantener estas medias brutales de 41 puntos y 7 asistencias. Recuerdo rachas de anotación sencillamente estratosféricas del ahora defenestrado Gilbert Arenas, por lo que no nos quedemos tanto en los números, si no en la explosión de talento liberado de un jugador que vivía a la sombra de Westbrook y Durant y estaba llamado a ser jugador franquicia y líder reconocible de un proyecto. Lo importante de verdad para Harden y su equipo es que sus exhibiciones han significado dos victorias para un equipo que no entraba en las quinielas para meterse en Play Offs en la siempre competitiva Conferencia Oeste, y que ahora aspiran a ser uno de los "gallitos" del Wild West. Ha sido una apuesta arriesgada la de los dirigentes tejanos, firmando contratos muy pudientes a nuevos jugadores como Jeremy Lin y Omer Asik, buscando construir el futuro alrededor de estos jóvenes deportistas. La guinda la ha puesto la llegada de Harden, la cual además libera a Lin de la excesiva presión que se pudiera generar alrededor del base taiwanes llegado desde New York. El "Fear the beard" con el que los aficionados del "Thunder Pride" saludaban a su ídolo barbudo (originalmente atribuido al pitcher de los San Francisco Giants Brian Wilson) ruge ahora furioso en las gradas del Toyota Center de Houston.