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martes, 22 de agosto de 2017

10 NOMBRES PARA EL EUROBASKET: ESCOLTAS


La posición de los tiradores y de los perros de presa. Estos son nuestros diez elegidos, dejando fuera algún nombre ilustre como Lucca Staiger, Jaka Blazic, Jon Stefansson, Yotan Halperim, Janis Blums, Jiri Welsch o el último máximo anotador de la ACB, Edwin Jackson (quien tiene por delante a Nando de Colo o Evan Fournier) 




NANDO DE COLO (1.95/30 AÑOS/FRANCIA/CSKA MOSCU): Con Llull en el dique seco, nadie puede discutirle a De Colo llegar al Eurobasket como el mejor de Europa en su puesto. Principal arma ofensiva de los de Collet, volverá a dejar un hermoso repertorio de baloncesto de ataque con sus triples, fintas de tiro, penetraciones, bandejas y todo un arsenal de recursos técnicos que suponen un clinic en si mismo.


LUKA DONCIC (2.00/18 AÑOS/ESLOVENIA/REAL MADRID): Para mí no hay debate sobre Doncic: su posición ideal es la de base, y es en la que más a gusto se siente el propio jugador. Pero con una estrella como Dragic en el combinado esloveno, de salida Luka debe ceder la batuta al jugador de los Heat. La presencia del tirador Prepelic y del consolidado Blazic harán que incluso le veamos jugar de alero. Pero en realidad poco importa su posición, ya que hablamos de un auténtico “all around player”, posiblemente el jugador europeo más completo de la actualidad, y por lo visto en la preparación de su selección y a poco que Eslovenia avance en el campeonato (tienen equipo para al menos estar entre los ocho mejores) puede que estemos hablando del jugador del torneo. Y todo eso siendo el segundo jugador más joven del mismo (sólo le supera el georgiano Bitadze)





De Colo vs. Doncic, un duelo que puede repetirse en el Eurobasket.



ALEXEY SHVED (1.95/28 AÑOS/RUSIA/KHIMKI): El eterno deprimido. Verle sonreír es más difícil que Rusia gane el oro. Líder a su pesar, el jugador mejor pagado de Europa (hasta la llegada del Chacho Rodríguez a Moscú) debe asumir la responsabilidad si quiere ver a su selección llegar a unos mínimos decentes. Calidad individual tiene para ello, y buenos argumentos por dentro como Mozgov o Vorontsevich para demostrar que tampoco se le ha olvidado repartir juego.


BOGDAN BODGANOVIC (1.98/25 AÑOS/SERBIA/SACRAMENTO KINGS): Con la baja de Teodosic, el nuevo jugador de los Sacramento Kings adquiere una nueva dimensión (posiblemente tenga minutos también como base) Las opciones serbias pasarán por sus manos. Después de dominar Europa con el Fenerbahce no parece que le vaya a asustar el reto.


MARCO BELINELLI (1.96/31 AÑOS/ITALIA/CHARLOTTE HORNETS): Otro jugador que como Shved es líder su selección a su pesar, ya que la baja de Gallinari le otorga el rol más ilustre del equipo de Messina. Lo suyo no es la presión ni el liderazgo. Trotamundos NBA, prefiere estar en un segundo plano, pero su muñeca sigue siendo absolutamente letal. Triples como churros.

  
KRUNOSLAV SIMON (1.97/32 AÑOS/CROACIA/ANADOLU EFES): En un plantel lleno de talento joven, el veterano escolta sigue siendo el alma de la selección croata. Nunca ha llegado a alcanzar el estatus de gran estrella de muchos de sus compatriotas, y sin embargo con la elástica arlequinada es el jugador más fiable de su país. Volverá a echarse al equipo a la espalda en los momentos calientes.


EVAN FOURNIER (1.98/24 AÑOS/FRANCIA/ORLANDO MAGIC): Su brutal última temporada en la NBA (17.2 puntos por partido) le confirma definitivamente como la estrella que estaba destinada a ser. El nuevo Batum (aunque no tan completo) Pura dinamita exterior y con tantos recursos ofensivos como su colega De Colo. Un tanto irregular en el tiro de tres (la pasada temporada se quedó en un 35.6% desde la distancia en la NBA, aunque en el Eurobasket de 2015 anotó 12 de 24 intentos)   



Fournier, con rango de estrella




VITALY FRIDZON (1.95/31 AÑOS/RUSIA/CSKA MOSCU): Paradigma de tirador puro. Sus números desde el exterior son un escándalo. Acostumbrado a jugar pocos minutos pero rentabilizarlos al máximo. En el torneo de 2015 clavó 15 triples de 23 intentos, un brutal 65%. En Euroliga esta temporada con el CSKA ha metido 25 de 60. Vamos, que es raro verlo bajar del 40%. Un especialista.


DAIRIS BERTANS (1.93/27 AÑOS/LETONIA(ARMANI MILAN): De la excesiva atención que genere la gran estrella letona Porzingis se puede aprovechar un jugador como el mayor de los hermanos Bertans. Lideró a su selección en el Pre-Olímpico de 2016 (16.3 puntos por partido), y la llegada de la gran estrella de los New York Knicks no debería restarle protagonismo en su escuadra, aunque sus números no serán tan espectaculares. Aun así gran referencia exterior de su equipo junto a Strelnieks.


JUAN CARLOS NAVARRO (1.93/37 AÑOS/ESPAÑA/BARCELONA): Pese a las agrias críticas sobre su presencia en el combinado nacional, consideramos a Navarro uno de los hombres a seguir en este torneo. Hablamos de un mito del baloncesto europeo que retorna a una competición que jugó seis ocasiones seguidas y de la que fue en MVP en 2011. Ausente en 2013 y 2015, éste será su último verano con la selección nacional, y, circunstancias de la vida, lo hace siendo el único escolta puro del roster español. Por mucho que la maldita fascitis plantar le tenga a mal traer su muñeca seguirá apareciendo en los momentos calientes. Nos sacará de más de un apuro.   



El depredador de títulos y su último desafío.




jueves, 22 de diciembre de 2016

LOS MEJORES DEL AÑO: JUGADORES INTERNACIONALES

Continúa nuestro serial sobre los grandes protagonistas del 2016, vamos con los jugadores internacionales. 



KYRIE IRVING: Sólo hay una razón por la que ponemos a Irving por delante de LeBron James después de la burrada que protagonizó para la historia la bestia parda de Akron, y es que el escurridizo base de Melbourne además del anillo de campeón de la NBA (el primero de su carrera) se colgó el oro al cuello en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Doble gloria para un jugador que no olvidará 2016. En la absoluta Edad de Oro de la NBA en la posición de base (se pongan como se pongan los nostálgicos, jamás en la historia ha habido tanta calidad en este puesto como hoy día), sus 19.6 puntos y 4.7 asistencias por partido no le han servido para estar en ninguno de los tres mejores quintetos de la temporada (por delante tuvo a Westbrook, Curry, Paul, Lillard y Lowry), pero subió sus prestaciones en play offs hasta los 25.2 tantos por partido, demostrando ser de esos jugadores que se crece cuando el reto es mayor. En las finales de la histórica remontada deja 25.1 puntos y 3.8 asistencias por partido. Brutal su actuación en el quinto, con 3-1 abajo en la eliminatoria firmando 41 puntos y 6 asistencias con un 5 de 7 en triples. Para el recuerdo su triple ante Stephen Curry en el partido decisivo con el marcador empatado y a falta de 53 segundos para el final. Una canasta para la historia.      




Irving elevándose sobre Curry para ganar un anillo




LEBRON JAMES: Volver a agotar los calificativos en un deporte en el que creíamos haberlo visto todo. Esa es la historia de King James. El jugador más completo del baloncesto moderno y al que sólo un caso de flagrante ceguera permite que siga teniendo una inexplicable legión de “haters”. Tras una temporada regular “normalita” (nada menos que 25.3 puntos, 7.4 rebotes y 6.8 asistencias por partido, formando parte del Primer Quinteto ideal del curso), se puso serio en play offs (26.3 puntos, 9.5 rebotes, 7.6 asistencias, 2.3 robos y 1.3 tapones), alcanzando cotas nunca vistas en unas finales de las que fue amo, señor y dominador absoluto liderando todas las estadísticas posibles. 29.7 puntos, 11.2 rebotes, 8.8 asistencias, 2.5 robos y 2.2 tapones por partido. No, no son los números de un chaval manipulando la Play Station, es la tozuda realidad de un jugador que ya es leyenda. Rozando el triple doble en cada encuentro. Si Irving deja para la posteridad el triple decisivo del séptimo partido, LeBron nos regala el tapón más relevante en unas finales, precisamente antes del triple de su compañero y con el empate a 89 en el luminoso. Una soberbia “chapa” ante un Igoudala quien fuera su némesis e implacable marcador defensivo en las finales de un año antes. King James consumó la venganza durante 2016 como sólo sabe hacerlo: arrasando.   



LeBron tapona a Iggy. La venganza del Rey.




MILOS TEODOSIC: Como representante del CSKA Moscú que maravilló al Viejo Continente durante 2016, hemos manejado una duda muy razonable: Teodosic o su compañero exterior Nando de Colo. Y es que el francés ha dominado de manera individual y colectiva el baloncesto europeo de clubes… pero el serbio añade a ello su plata olímpica, sólo un peldaño por debajo de los intratables Estados Unidos. Y esa medalla pesa mucho. No fue nada fácil, perdiendo tres partidos en la fase de grupos y sufriendo lo indecible ante una gran Croacia, pero el recital de semifinales ante la Australia que tanto había maravillado durante el torneo vale una plata que consolida la era Djordjevic en Serbia como la más exitosa para los ex –yugoslavos en mucho tiempo, con Teodosic como prolongación en la pista de su técnico. El genio de Valjevo parece haber olvidado definitivamente aquel jugador frágil y volátil con tendencia a evadirse en las grandes citas. Cuando le vemos en cancha nos sigue transmitiendo esa sensación de que el asunto no va con él, haya lo que haya en juego, pero está claro que por fin ha alcanzado su madurez, añadiendo a su condición de base superlativo la de un ganador a nivel colectivo. 



Parece increíble que hayamos tenido que dejar fuera a todo un Stephen Curry (pero es que en efecto, 2016 ha sido un año de cosas increíbles en este deporte) MVP de temporada NBA por segunda vez consecutiva, y quien nos sigue dejando un baloncesto de fantasía con su capacidad para generarse ventajas con el mejor manejo de balón del mundo (con permiso de precisamente Kyrie Irving), y quien ha liderado a su equipo al mejor registro en temporada regular de todos los tiempos,  pero estamos seguros de que el bueno de Stephen cambiaría tanto la marca del record como sus logros individuales por haber ganado un segundo anillo arrebatado por su paisano de Akron, King James. Buscará su venganza esta temporada junto a un Kevin Durant que también ha sido protagonista del año guiando a Estados Unidos hacia el oro olímpico y ocupando todas las portadas tras el verano con un fichaje por Golden State que ha hecho estremecer los cimientos de la NBA. Sobre de Colo ya hemos tratado, pero recordemos que hablamos del actual MVP de Euroliga, de Final Four y de la VTB League (una liga que conjunta a diferentes equipos del Este de Europa), y tampoco podemos olvidar el gran año que ha vivido Mathew Dellavedova, escudero de Irving y LeBron encargado del “trabajo sucio” cuyo trabajo se ha visto recompensado con su contratazo por Milwaukee donde por fin ha alcanzado estatus de titular, protagonizando un verano formidable liderando a una Australia que enamoró a todos los aficionados en los pasados Juegos Olímpicos y que de no ser por la España de Pau Gasol hubiera alcanzado un histórico podio olímpico.     





Itoudis y su Duo Dinámico. Los reyes de Europa.





lunes, 16 de mayo de 2016

PRIMAVERA ROJA



El capitán Khryapa, con el brazo ensangrentado tras la batalla, levanta la Copa



CSKA de Moscú campeón de Europa en 2016. Recupera el cetro continental ocho años después de que aquel impresionante equipo entrenado por Messina, con jugadores como Langdon, Smodis, Papaloukas, Andersen o Holden, se impusiera en la edición de 2008 al Maccabi Tel Aviv. En aquel roster estaba también Victor Khryapa, absolutamente decisivo ayer, no sólo por su habitual buen trabajo decisivo si no por esa canasta tras rebote ofensivo que llevaba el partido a una prórroga con la que nadie hubiera contado cuando ambos equipos, CSKA y Fenerbahce, se retiraban a los vestuarios en el descanso con un rotundo 30-50 a favor de los moscovitas. 


Era la segunda prórroga para el equipo de Obradovic durante el fin de semana, ya que para colarse en la gran final tuvieron que doblegar a un gran Laboral Kutxa en el tiempo extra. Desperdiciaron una gran ocasión los de Perasovic, quienes se repusieron a un comienzo brutal de los turcos (13-0 de salida) en un gran tercer cuarto liderados por sus estiletes habituales, Darius Adams (19 puntos y 7 asistencias) e Ioannis Bourousis (22 puntos y 10 rebotes) Llegaron a mandar los vitorianos de cinco a 2.17 para el final del tiempo reglamentario tras dos tiros libres de Kim Tillie (gran partido el suyo), pero les tembló el pulso en el momento decisivo, con precisamente Bourousis y Adams fallando tiros libres claves. Fue el propio Adams quien se jugó la última posesión baskonista, con un intento triple que besó el aro turco pero no llegó a entrar para condenar al partido a una prórroga en la que el equipo de Obradovic pasó por encima del representante español. Una pena. De nuevo la lupa sobre Darius Adams, un jugador con una enorme calidad pero que se diluye en los momentos decisivos, como le sucediera en semifinales de Copa del Rey frente al Real Madrid. El viernes finalizó con 4 de 13 en triples, pero es que en el tercer cuarto llevaba un estupendo 4 de 8. Sus 5 fallos consecutivos posteriores muestran de nuevo su mala selección de tiro según los partidos van llegando a su fase decisiva. Un defecto que hemos visto en muchos grandes jugadores (Teodosic, sin ir más lejos) y que cuando logran corregirlo traspasan la línea definitiva entre los buenos y los muy buenos. Ojala Adams la traspase algún día. 


Más plácido fue el camino del CSKA, frente a un Lokomotiv que siempre estuvo por debajo en el marcador y apenas mostró recursos para inquietar al campeón. Los de Itoudis abrieron brecha en el primer cuarto (23-12) y a partir de ahí administraron la renta frente a un rival que aunque estuvo en el partido no dio nunca sensación de poder remontar. De Colo, quien había sido elegido MVP de las fases anteriores, dejaba clara su candidatura al también jugador más valioso de las finales, con 30 puntos y 4 asistencias, haciendo inútil la resistencia de los Delaney (26 puntos y 4 asistencias) y Randolph (13 puntos y 11 rebotes, a pesar de los rumores sobre sus problemas físicos)


Al menos al Lokomotiv le queda el consuelo de haber ganado ese partido de consolación que no es tal, el del tercer puesto, dejando al Baskonia como cuarto de los contendientes. Adams volvió a brillar (25 puntos, 6 rebotes y 6 asistencias), pero los de Krasnodar ofrecieron más coralidad, con seis jugadores anotando en dobles dígitos, destacando Delaney (21 puntos, 5 rebotes, 4 asistencias y 4 robos) y Broekhoff (21 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias) 


Y llegamos por tanto a la gran final. Los dos grandes favoritos, los dos mayores presupuestos de Europa, frente a frente. El maestro Obradovic frente a quien fuera su alumno y ayudante durante 13 años en Atenas, el todavía joven (45 años) entrenador Dimitris Itoudis. Dos escuadras potentes, diseñadas para ganarlo todo. Y sin embargo dos filosofías bien distintas. Mientras que en el caso del Fenerbahce de Obradovic se busca el éxito a cualquier precio y por la vía rápida, este CSKA ha sabido madurar un proyecto pese a tanta decepción europea, consolidando una base reconocible para el aficionado y apostando por baloncestistas nacionales (Fridzon, Kulagin, Korobkov, Vorontsevich, Kurbanov…) y con un capitán santo y seña y perfectamente identificable para su afición como es Victor Khryapa. Hasta seis jugadores rusos puso en pista anoche Itoudis, algo nada habitual de ver en el basket de hoy día. Una apuesta absolutamente diferente a la de Obradovic, para quien el jugador otomano no cuenta (a excepción del estadounidense Bobby Dixon, nacionalizado turco) Es cierto que el CSKA es el mayor presupuesto de Europa (casi a la par con el del propio Fenerbahce), pero es un presupuesto invertido mayoritariamente en mantener los sueldos de sus jugadores. Hasta ocho jugadores repiten respecto a la pasada Final Four, prácticamente el mismo equipo. Nada que ver con un Fenerbahce que tras el fiasco de la pasada temporada (eliminados tanto en semifinales de la liga como de la copa turca por el muy inferior Pinar Karsiyaka, a los que sólo logran ganarles un partido), rehace completamente su plantilla manteniendo sólo a Hickman, Bogdanovic, Vesely y el residual Mahmutoglu respecto a la campaña anterior. Como se ve, siendo ambos proyectos multimillonarios, sus filosofías son muy distintas. 




Obradovic e Itoudis, tan lejos, tan cerca.


Tras un primer cuarto igualado (20-22 para el CSKA) el segundo acto fue una exhibición moscovita. Una de esas tormentas perfectas que el equipo de Itoudis es capaz de desatar sobre la cancha y le ha llevado a anotar más de 90 puntos por partido en la presente Euroliga. Un parcial de 10-28 y un demoledor 1-18 en la segunda parte del cuarto. El CSKA volaba. Como voló Kalinic ya en el tercer cuarto por un balón que se perdía para acabar en la zona VIP de la afición del CSKA, donde fue agredido por un seguidor del equipo moscovita llamado Dmitry Konov, en la anécdota bochornosa de la final. No hablamos de ningún joven radical con perfil violento si no de un millonario ruso ejecutivo de una gran empresa que, como muchos otros, se comporta con total impunidad por los pabellones europeos sin que los organismos tomen cartas en el asunto. Una vergüenza. Volviendo a lo estrictamente deportivo, por mucho que el CSKA bajara el pistón tras el descanso, las caras de la mayoría de los jugadores del Fenerbahce y del propio Obradovic (quien también merece tema aparte por la excesiva indulgencia de los colegiados con su figura, ejemplificada de manera extraordinaria en su invasión de pista antes de la prórroga contra el Baskonia tras la jugada en la que Tillie arrolla a Sloukas luchando por el rebote producido al fallo de Adams, una ventolera que a cualquier otro entrenador le hubiera costado una técnica, y con ello, a seis décimas del final, el partido) asumían que la final estaba decantada. Había que recurrir al tópico de que el Fenerbahce no podía ganar el partido, pero el CSKA sí podía perderlo, máxime conociendo el reciente historial moscovita en la gran cita europea. Sin le excelencia del segundo cuarto los de Itoudis no obstante fueron capaces de mantenerse siempre con diferencias cercanas a los 20 puntos, para dejar el marcador al final del tercer cuarto en un 53-69 bastante clarificador para los intereses rusos, pero bastaron unos cuantos malos ataques del CSKA (un par de triples fallados por Khryapa, otro por Jackson, una pérdida de balón de Teodosic) para meter el miedo en el cuerpo y que viejos fantasmas de ediciones pasadas comenzasen a sobrevolar sobre las cabezas de los jugadores de Itoudis (especialmente recordando la final de 2012 en la que Olympiacos les remonta 19 puntos), y es que sin grandes alardes los de Obradovic se colocaban a 12 (60-72, minuto 33) Había partido. No logra el equipo turco ningún parcial descomunal, pero sigue recortando la diferencia progresivamente (64-74 en el minuto 34, 69-77 un minuto después), hasta que ya el atasco ruso es total. Del 66-77, última gran diferencia moscovita a 5.16 del final pasamos al 78-79 que coloca un desbocado Bobby Dixon, inventándose canastas de todos los colores, a 2 minutos del final. Finalmente el CKSA se veía obligado a un cara o cruz. Era el momento de De Colo, quien aparecía para poner el 78-81 tras una asistencia de fantasía de Teodosic, pero respondía Dixon con un triple que empataba el partido. De Colo pierde una posesión vital para su equipo en el último minuto y los turcos aprovechan el regalo con dos tiros libres de Sloukas que ponen el 83-81 y 21 segundos por jugarse. Una buena defensa y Obradovic vería ganar su novena copa de Europa. De Colo, de nuevo con galones de líder, demostró carácter para jugarse otro triple sin éxito para que apareciera la figura del gran capitán, Khryapa con un rebote ofensivo y dos puntos ya históricos para el club moscovita y para la historia de esta competición. 
  

En la prórroga el siempre señalado Teodosic se vestiría, por fin, de héroe para un CSKA con el que a la quinta temporada, y tras sus intentos frustrados en un Olympiacos hecho a golpe de talonario durante la segunda mitad de la primera década de este siglo, se convertía en campeón de Europa. No creo que haya habido un jugador en todo el roster ruso más feliz ayer que el base serbio, acusado (y en ocasiones con justicia) de padecer un carácter volátil en los momentos decisivos de las temporadas. Su final fue memorable (19 puntos, 5 rebotes, 7 asistencias y 2 recuperaciones, y ese tapón no acreditado a Udoh) y en el tiempo extra esta vez no se descompuso. El MVP fue para De Colo, que hizo mayores méritos sumando su partido de semifinales, pero Teodosic dio ese paso que le faltaba para, ahora sí, poder ponerse a la altura de los jugadores europeos que han dominado este deporte en este siglo. 
  


Itoudis se consagra y derrota a su maestro. Obradovic tendrá que esperar por su novena. El CSKA vuelve, con justicia, a reinar en Europa.  



Teodosic buscando el hueco. El genio serbio se sacó la espina.


lunes, 21 de septiembre de 2015

ESPAÑA GANA EL EUROBASKET DE LOS CORAZONES INDOMABLES




“No importa cuan estrecha sea la puerta,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma”

(“Invictus”, William Ernest Henley, 1875)    




Dueños de sus destinos


Hace dos semanas, cuando comenzaba la aventura de este apasionante Eurobasket 2015, el primero de la historia con cuatro anfitriones en su primera fase pero con Francia como organizador único a partir de los cruces, nadie en su sano juicio hubiera apostado por España y Lituania cerrando el torneo en la gran final, ambos como los grandes triunfadores y con el billete olímpico bajo el brazo. Dos selecciones con marcado gen competitivo y ADN ganador, pero lejos de sus mejores versiones. Especialmente en el caso de España, donde hasta seis jugadores con los que inicialmente hubiera contado Sergio Scariolo de estar disponibles no han sido de la partida. Hablamos de Calderón, Ricky Rubio, Navarro, Abrines, Marc Gasol, e incluso Ibaka, ya que si el hispano-congoleño no hubiera terminado la Primavera pasada lesionado de la rodilla derecha y pasando por el quirófano, a buen seguro hubiera sido la elección del italiano por delante de Mirotic. Seis jugadores, medio roster. Y con todo eso Scariolo ha vuelto a hacer oro en el tercer Eurobasket en el que dirige a nuestra selección. Tres europeos, tres oros, nuestros tres únicos oros. Sigan rajando del “gominas”.


Tampoco se esperaba mucho de esta Lituania, con una sola estrella NBA (lo cual parece actualmente el método de medida de la calidad de una selección), Jonas Valanciunas, dos jugadores ACB (Maciluis y Kuzminkas) y el resto prácticamente todo jugadores de la competición lituana. Oficio, un gran entrenador (ese Kazlaukas que empezó a “recuperar” el baloncesto después de los ignominiosos años en los que se ganaban copas de Europa anotando 50 puntos, con aquel maravilloso Zalgiris Kaunas liderado en la pista por el ciclón Tyus Edney en 1999, anticipando que el siglo XXI iba a sepultar por fin el aburrido baloncesto-control de los 90), y sobre todo muchísimo corazón, el mismo que llevó a España a superar contra pronóstico los duros escollos de Grecia y Francia con sus super-plantillas apenas sin fisuras y dos y hasta tres jugadores de renombre por posición. Scariolo y Kazlaukas han dado una lección de optimización de recursos. No han tenido un camino fácil. España, a excepción de la débil Islandia (y en menor medida Polonia, aunque los polacos son un equipo ya con cierta veteranía en estos torneo) se las han visto con prácticamente toda la élite europea: Serbia, Turquía, Italia, Alemania, Grecia, Francia y Lituania. Los lituanos por su parte comenzaron en un grupo más fácil, donde sólo Bélgica les logró sorprender. Georgia les puso contra las cuerdas en octavos de final, y de no ser por la estratosférica actuación de Maciulis muy posiblemente se hubieran quedado fuera en la primera eliminatoria. Nadie daba un duro por ellos viendo lo que les venía por delante, pero en un inmenso partido resuelto en prórroga hicieron besar la lona a una Italia que presentaba clara candidatura a medalla. Más sorprendente aún resultó su victoria sobre Serbia en un extraño partido. Los lituanos apartaron de la final a uno de los grandes favoritos en un encuentro en el que anotaron tan solo... ¡dos triples! 2 de 14. Y perdieron nada menos que 17 balones. El equipo de Djordjevic, de quien se alababa su personalidad y carácter, se ha desinflado en los momentos decisivos con fallos tan garrafales como la pérdida de balón de Bogdanovic y su pase a la grada en una jugada que regaló la victoria a Lituania. En el partido por el tercer y cuarto puesto, Francia, mucho mejor anímicamente y con ganas de festejar una medalla con su afición, les pasó por encima.



Scariolo, tres de tres.



En un campeonato tan exigente no es mal resultado para los de Collet el cosechar otra medalla, una más para su extraordinaria generación de jugadores, a las que aún les queda gasolina para unos cuantos años más, y a la que además se suman nuevos elementos como el colosal Gobert, un pívot llamado a ser uno de los interiores de referencia a ambos lados del Atlántico. No obstante queda cierta decepción en el papel francés en este torneo, ya que con un calendario muy cómodo, apenas dejan partidos para el recuerdo. Su mejor encuentro de hecho fue el que les dio el bronce frente a Serbia. Parker, desdibujado todo el torneo, ha mostrado una versión un tanto inusual de su juego. El genial base de los Spurs es un jugador sobre el que no se admite dudas, pero en ocasiones hemos comentado que Francia parece jugar mejor sin él. Siendo un hombre acostumbrado a acaparar tanto juego, sin él en pista los galos acostumbran a realizar un juego más coral (como en el pasado Mundial) En este Eurobasket hemos visto a un Parker que insinuaba querer mostrar una faceta menos individualista en su juego. Un Parker más director y menos anotador... y lo que ha resultado es un Parker menor.


Pero volvamos a los grandes triunfadores. España y Lituania se citaban para la gran final habiendo sido los equipos que, si no mejor baloncesto habían hecho (que posiblemente también), si habían demostrado más espíritu competitivo y corazón de campeones. Era una final en principio asequible para nuestros intereses. Sobre el papel, y pese a nuestras ausencias, éramos favoritos. Por primera vez desde cuartos de final. Renunciar a ese papel frente a Grecia y Francia nos había sentado muy bien, por lo tanto había dudas de como íbamos a reaccionar una vez que volvíamos a ser el foco de atención, el rival a batir. Nuestro inicio de partido despejó de golpe todas las incógnitas, viendo a la mejor selección del campeonato. Sin necesidad de acudir una y otra vez al seguro de Pau Gasol (aún así, el mejor del partido una vez más con 25 puntos, 12 rebotes, 4 asistencias y 3 tapones), Llull, y sobre todo Rudy Fernández, ¡por fin!, se encargaban de poner las primeras diferencias en el marcador gracias además a un extraordinario trabajo defensivo que comenzaba en los dos jugadores madridistas. El mallorquín parecía olvidar por fin su dichosa hernia discal para hacer su mejor partido del campeonato hasta que un tremendo golpe en un bloqueo con Jankunas le dejaba KO y le hacía retirarse de la cancha. Tuvimos a Litunia constantemente a remolque, voluntariosos con Maciulis y Kuzminkas, pero sin llegar a inquietarnos en el marcador. En definitiva el partido más tranquilo desde la segunda jornada, frente a Turquía. Como en 2009 ante Serbia y 2011 ante Francia, la final fue casi un paseo.    


Maciulis, héroe lituano.



Si España ha ido de menos a más durante el torneo, la final fue un compendio de las virtudes que nos han llevado a ser campeones de Europa por tercera vez. Y en este punto cabe detenerse a analizar lo realmente extraño que ha sido nuestro campeonato. Asumiendo las dudas iniciales antes incluso de comenzar el torneo (pocos efectivos en dirección de juego, ausencia de tiradores puros, excedencia de “cuatros” pero poco “cinco”...), nos mostramos desde el principio como un equipo sobrado en ataque, pero desdibujado en defensa. Claro que todo eso había que ponerlo en el contexto de que nos habíamos enfrentado a plantillas con excelente arsenal ofensivo, especialmente Serbia e Italia, a la sazón únicos equipos que nos hicieron morder el polvo. De hecho después de encajar los escandalosos 105 puntos frente a Italia, ningún otro equipo fue capaz de llegar siquiera a 80, ni siquiera Francia en 45 minutos. Finalmente el equipo mordió en defensa, y la mejor prueba fue el partido contra Lituania. Defensa, rebote y contraataque, ese viejo axioma del baloncesto alegre y ofensivo que tanto nos ha costado mostrar en este Europeo pese a intentarlo (hay que recordar la semifinal contra Francia, donde la exuberancia física de los locales les permitía rápidas transiciones defensivas que impedían nuestras contras, o el partido de cuartos ante Grecia, donde las constantes faltas personales cortaban nuestras salidas tras rebote o robo) Contra Lituania si pudimos correr, y a favor de marcador también supimos jugar los cinco contra cinco buscando, como no, a Pau Gasol. MVP sin discusión con unos números de escándalo (25.6 puntos, 8.8 rebotes, 2.9 asistencias y 2.3 tapones, con un brutal 57.5% en tiros de campo... ¡66.7% en triples!), máximo anotador, taponador y cuarto mejor reboteador del campeonato. La leyenda Pau se sigue agrandando pese a la edad que diga su DNI.


Acompaña a Pau en el quinteto ideal Sergio Rodríguez, el gran Chacho. Se le premia haber sido decisivo, como así ha sido, en llevar a España al éxito prácticamente como único facilitador del juego español (aunque Llull le supera en asistencias, 4.4 del de Mahón por 4.3 del tinerfeño, claro que Llull ha jugado unos cuatro minutos más por partido), pero en honor a la verdad debemos reconocer que ha habido bases que han hecho mejor torneo, como Satoransky, Teodosic o Kalnietis. No obstante nos alegramos por el Chacho, siendo además un jugador que sigue generando división de opiniones por su manera de entender el baloncesto sin red. Capaz de levantar un partido a base de penetraciones, triples, pases imposibles y de dominar el juego con su endiablado manejo del balón, es el típico jugador al que se le señala sin piedad en el fallo. Suele ocurrir con quienes arriesgan. La inclusión de Maciulis como mejor alero no ofrece discusión. Su campeonato ha sido descomunal, con el mérito añadido de no ser un jugador que entrase en las quinielas de las grandes figuras del Eurobasket. Además deja la segunda mejor actuación individual del campeonato después de la de Pau Gasol ante Francia. Justa también es la presencia de De Colo, el jugador francés más constante y regular y quien mejor ha suplido a un apagado Parker. Valanciunas también ha brillado, y a sus 23 años ya es líder que el baloncesto lituano esperaba. Le falta algo de constancia y ha sufrido frente a pívots más experimentados como Pachulia o Gasol, pero es el nuevo faro de un pueblo que vio nacer al mejor pívot europeo de todos los tiempos, un Arvydas Sabonis que como presidente de la federación lituana sigue trabajando para que el país que mayor devoción profesa a este deporte no deje de estar en la elite. No obstante tampoco hubieran desentonado en el mejor quinteto del torneo jugadores como Vesely,  Raduljica o Gobert.



Pau Gasol, amo y señor del Eurobasket



El tercero oro de la selección española, el tercer oro de Scariolo, hay que valorarlo como el más meritorio de este maravilloso ciclo (en los últimos cinco campeonatos de Europa hemos ganado tres oros, una plata y un bronce) Con una rotación de ocho jugadores parece imposible ganar una gran competición hoy día. Y se ha hecho. El torneo nos deja también la justificación, por fin, de Víctor Claver en este grupo. Es cierto que en 2013, con otra selección también de circunstancias como ésta (resulta complicado establecer cual era mejor de ambas sobre el papel), fue un jugador fundamental para Orenga, pero siempre como “cuatro” abierto. Finalmente ha aparecido el Claver alero y su figura se ha hecho tan imponente hasta llegar a recordar a nada menos que a Carlos Jiménez. Su lucha en los rebotes, palmeos en el aro contrario, y defensa ante aleros grandes, especialmente Antetokounmpo, ha sido otra de las claves de esta selección. Al igual que el trabajo generoso de un Felipe Reyes al que hemos visto en punta de defensas presionantes y saliendo constantemente a defensas exteriores. Enorme. Ribas ha sido otro de los nombres propios, con rol de titular, para ceder la dirección a Llull y utilizar al Chacho, con acierto, como sexto hombre (como bien sabe Laso, el tinerfeño rinde más saliendo desde el banquillo), su tiro exterior nos ha sostenido en los comienzos del campeonato (ha sido nuestro máximo triplista, con 14 canastas de 26 intentos) Mirotic, por fin con la absoluta, pasa con nota el examen y gana enteros para seguir vistiendo esta camiseta, aunque el plus que otorga Ibaka en defensa es francamente difícil de despreciar. El hispano-montenegrino, sin hacer apenas ruído, ha sido el segundo máximo anotador (12.7 puntos) y reboteador (4.9 capturas) de nuestra selección en 24.6 minutos de juego por partido. A San Emeterio, otrora jugador básico en la rotación, le ha tocado hacer grupo, viéndose superado por un gran Claver en los últimos partidos. Igual circunstancia para un Pablo Aguilar que sabía que su presencia obedecía únicamente a la lesión de última hora de Alex Abrines. Vives y Willy Hernángomez apenas han contado, pero tenerlos en el equipo ha resultado esencial sobre todo pensando en el futuro. Volverán, y lo harán para ser importantes.


Y Scariolo, claro, con un magnífico equipo con nombres como Txus Vidorreta y Joan Ponsarnau, técnicos de probada solvencia y experiencia ACB. Un trío para el éxito, con sabia mano para llevar un roster que pese a lo escaso de su rotación se ha movido muy bien. Y es que sólo Pau Gasol llega a los 30 minutos por partido (exáctamente 30), tras él, Llull, Rodríguez, Mirotic, Rudy y Ribas, se han movido entre 23 y 28 minutos por partido), Felipe ha llegado casi a 19, y San Emeterio y Claver 16 y 13 respectivamente. Resulta especialmente sangrante que un entrenador que en tres campeonatos de Europa nos ha llevado a tres oros (por no hablar de todo lo que ha ganado en ACB) siga siendo tan criticado (aunque creo que este torneo va a hacer cambiar bastante la percepción sobre el coach italiano), claro que hablamos de un país donde no se ha sabido valorar siquiera a nada menos que Vicente del Bosque.  



Ponsarnau, Scariolo y Vidorreta, ellos también son de oro.



No podemos dejar pasar la ocasión para dar nuestra opinión sobre un punto, a nuestro modo de ver, muy negativo y muy contraproducente para la salud baloncestística (y en general deportiva), de este país. Vaya por delante nuestro respeto para Siro López. Simplemente creemos que pertenece a una cultura deportiva y un tipo de periodismo que no nos interesa y que no casa bien con este maravilloso deporte. El caso “antetokubo”, o escucharle cantar “¡gol!” ante alguna canasta de Sergio Rodríguez, sus gritos, sus improvisaciones desatadas de barra de bar... todo eso recuerda a una manera de entender el deporte rancia y casposa impropia de un deporte tan civilizado como el baloncesto (a pesar de los analfabetos, no se les puede calificar de otra manera, que abuchearon a Pau al recibir el MVP... estaban viendo historia viva de este deporte y sólo se les ocurre silbar, hay que tener muy pocas luces) El buen aficionado a este juego es exigente porque, precisamente, al no ser el deporte mayoritario, sabe buscar bien sus fuentes y medios para mantenerse informado. Sabe a quien leer y a quien escuchar, y este país, afortunadamente, está dotado de excelentes profesionales y conocedores de este deporte que saben hablar de baloncesto sin pedir la cabeza de nuestro entrenador a las primeras de cambio o ver constantemente conspiraciones arbitrales en cada partido. Mediaset debería tomar nota y escuchar las críticas, que han sido numerosas, de los aficionados. Ofrezcannos el producto mejor cuidado, en todos los aspectos.



Y esto ha sido todo. O no. Ha sido un Eurobasket fantástico con el mejor de los resultados finales para nuestros intereses. Intentaremos no obstante sacar tiempo para algunas entradas más sobre jugadores que nos han sorprendido, y cosas que nos han decepcionado (pero estamos ahora mismo disfrutando de unas mini-vacaciones, no nos fuercen) A la vuelta de la esquina tenemos el comienzo de la temporada, con la Supercopa Endesa comenzando el 2 de Octubre. Y es que el baloncesto no para. Y mientras haya corazones indomables, jugadores empeñados en ganar y en no perder el hambre a pesar de la edad, páginas gloriosas como las que ha escrito esta inmortal selección liderada por un Pau Gasol que lleva nada menos que década y media dándonos alegrías a nuestro deporte, seguirán siendo escritas. “Dueños de nuestro destino, héroes de Europa”, fue el lema elegido por este grupo de jugadores para afrontar este campeonato y así lo lucieron finalmente en la celebración del título. Recordaban el poema “Invictus” de William Ernest Henley. Hasta eso lo hacen bien.      


Otra vez campeones


martes, 19 de mayo de 2015

Y EL MADRID INTERPRETÓ SU NOVENA




¡Campeones de Europa!



A la tercera fue la vencida, en una Final Four apasionante y con un nivel de juego más que aceptable teniendo en cuenta que en estas citas, por desgracia, el miedo a perder atenaza en exceso a los equipos y se suele practicar un baloncesto a cara de perro no demasiado agradable para el espectador. El Real Madrid, tras sus dos anteriores intentos frustrados, demostró en esta ocasión que sin perder de vista su estilo ni identidad, ya tiene el callo suficiente para saber pelearse en estas lides ante un rival tan experimentado en finales a cuatro como el Olympiacos. 

Y es que hay que hablar también del conjunto griego, un más que digno finalista que apeó de la gran final a un CSKA que una vez más y con la vitola de favorito a cuestas fracasó en la final a cuatro, demostrando que Europa definitivamente se le resiste pese a contar, año sí y año también, con el presupuesto más alto de la Euroliga. Itoudis, quien ganara cinco títulos continentales como asistente de Obradovic ha sido incapaz de insuflar alma a un equipo ruso cuya apatía en los momentos decisivos, personalizada sobre todo en sus dos grandes estrellas, Teodosic y Kirilenko, ha sido la actitud más opuesta posible a la de un siempre enchufado, combativo y peleón Olympiacos. Poco le importó al equipo de Sfairopoulos el mal partido de su estrella Spanoulis, quien falló sus once primeros tiros de campo. Sostenidos por un gran Printezis (14 puntos y 8 rebotes), los helenos no le perdían nunca la cara al partido. La máxima diferencia para los rusos no llegaba más allá de los 8 puntos (47-39 en el minuto 27) coincidiendo con los buenos minutos de Nando De Colo (18 puntos y 4 asistencias) Un parcial de 2-8 metía a los del Pireo nuevamente en el partido. El CSKA volvía a estirar el chicle, y a falta de cuatro minutos se volvía a la renta de ocho puntos (59-51) e incluso una canasta de Kaun ponía un 61-52 que en el minuto 37 parecía ya insalvable. Sloukas, en tiros libres, y De Colo, anotaban dos puntos para cada equipo, con lo que se mantenían los nueve de diferencia (63-54) Fue entonces cuando el tres veces MVP de la Final Four, Vassilis Spanoulis, se transformó de nuevo en el Demonio de Larissa. Su primer triple fue sólo un anticipo de lo que se avecinaba. Llevaba hasta el momento únicamente dos puntos anotados en tiros libres. Finalizaría el partido con 13 después de anotar 11 en los tres últimos 3 minutos, con 3 triples y una canasta de 2. Finalizó con un discretísimo 3 de valoración, por culpa de su 4 de 11 en tiros de campo… y sin embargo fue el héroe del partido. Otro episodio épico del club ateniense en Euroliga, y otro capítulo más en la excepcional carrera del genio llamado Spanoulis. Definitivamente enemigo número 1 de un CSKA que no pudo tomarse la revancha de la mítica final del 2012 

Con la satisfacción del deber cumplido veíamos al base-escolta griego en las gradas del Palacio asistiendo al segundo partido de la Final Four. Habitual estampa familiar con su mujer y sus hijos. Ella, embarazada, lo cual hacía encender las alarmas de los rivales. Y es que se da la curiosa circunstancia de que sus anteriores vástagos vinieron al mundo en 2009, 2012 y 2013, justo después de que su padre se coronase campeón de Europa y MVP de la Final Four. Pero en el Real Madrid no estaban para cábalas inseminatorias, bastante tenían con solventar la dificultad de enfrentarse a un Fenerbahce plagado de recursos y centímetros.     


La maldición del inseminador


Obradovic demostraba respeto de salida, dando la titularidad a un jugador secundario en su rotación como es el joven escolta Sipahi, encargado de frenar a los exteriores blancos, especialmente Llull. Carroll, por su parte, demostraba su evidente evolución defensiva con un magnífico trabajo frente a un Goudelock quien pese a acabar con 26 puntos no fue tan determinante como se esperaba, ya que en los primeros compases apenas vio aro gracias a la defensa del mormón, y la mayoría de sus puntos llegaron con el partido ya muy inclinado para los blancos. Quien sí mortificaba al equipo de Laso era Vesely. Con sus 8 puntos en un primer cuarto favorable para los turcos (20-21) demostraba la dificultad que supone para cualquier equipo defender a un siete pies que juega de alero. Y eso que no había aparecido Bjelica, quien finalmente no sería lo decisivo que su equipo hubiera deseado, incluso perdiendo las formas y siendo descalificado por una técnica en el último cuarto. Triste papel para el jugador que ha sido elegido MVP de la fase regular del torneo.  

El segundo cuarto vio al Real Madrid desplegar los mejores minutos de toda la Final Four, una exhibición de diez minutos que encarriló la victoria madridista con un salvaje parcial de 35-14. De hecho los blancos sólo ganaron ese cuarto, pero les fue suficiente para llegar a la final. Y fue la segunda unidad la responsable, además de un titánico Gustavo Ayon (llevaba 24 de valoración al descanso) Nocioni, Maciulis, Rivers y el citado Ayon, con Sergio Rodríguez llevando la batuta, obraron el despegue madridista. El lituano se vació en defensa, el pívot mejicano convertía en canastas todo lo que tocaba, el Chapu Nocioni ponía el carácter y el Chacho, en la dirección, conectaba una y otra vez con la pareja interior en vista de su buen rendimiento. Era un Madrid granítico que negaba el aro al rival, el Fenerbahce no lograría su primera canasta en juego hasta mediado el cuarto. Pero lo mejor aún estaba por llegar. K.C. Rivers llevó el éxtasis a las gradas con cuatro triples que desataban la tormenta perfecta sobre las filas del cuadro de Estambul. El Real Madrid cogía velocidad de crucero y se marchaba a los vestuarios con un incontestable 55-35. 20 puntos de ventaja y un dato asombroso: ni una sola perdida de balón durante los dos primeros cuartos.

El botín era suculento, pero había que cerrar el partido y erradicar una posible rebelión turca tras el descanso. Dos triples, uno de Llull y otro de Rudy, en los dos primeros ataques del tercer cuarto estiraban aún más la diferencia con un solo minuto del acto transcurrido. Jaycee Carroll se uniría a la fiesta con otra canasta desde esa distancia. El marcador comenzaba a recordar a la paliza del pasado año infligida al Barcelona en las semifinales de Milán. Igualmente la duda se instalaba en el imaginario madridista: “¿estaremos gastando hoy todas las balas?” Sin embargo, de ahí al final, el partido no iba a ser el paseo imaginado. Obradovic no estaba dispuesto a que la primera participación de un equipo turco en una final a cuatro ofreciese una imagen tan pobre. El Fenerbahce, pese a lo descomunal de la diferencia, iba a luchar hasta el final. Bogdanovic primero y Goudelock después se echaron el equipo a la espalda para hacer más decoroso el marcador hasta reducirlo a los nueve puntos de diferencia final. Pero la realidad es que no parecieron inquietar a los madridistas, a pesar de los problemas en faltas personales de los interiores blancos. Con Slaughter, Reyes y Ayon eliminados Laso tuvo que recurrir a un Bourousis que sigue mentalmente fuera del equipo (aunque el domingo ofreciera buenos minutos) Por otro lado, de no haberse desatado el infierno ofensivo del segundo cuarto, el encuentro no hubiera sido tan plácido para el Real Madrid en su segunda parte. De modo que el choque dejaba razonables dudas. El equipo de Laso había ofrecido un baloncesto de muchísimos quilates… pero sólo durante un cuarto. 

Dos días después la fiesta continuaba con CSKA y Fenerbahce cumpliendo el trámite de jugar el intrascendente partido por el tercer puesto. Los turcos parecían no estar por el asunto, yéndose a los vestuarios con un contundente 24-48 en contra. Llamada al orden de Obradovic y el Fenerbahce que reaccionó en la segunda parte, llegando incluso a empatar el partido a 77 a falta de tres minutos para el final. No culminaron la remontada y el CSKA, sin Teodosic (y sin comunicación oficial sobre su ausencia, se habla de posibles molestias musculares), cierra el podio continental, gracias a De Colo (17 puntos) y Aaron Jackson (12 puntos y 6 asistencias) El galo y el ex del Unicaja han sido de lo más positivo de un equipo ruso en el que vuelve a quedar señalado el mencionado Milos Teodosic, jugador de una calidad indiscutible pero con una preocupante facilidad para evaporarse en las grandes citas. Vuelve a sonar como futuro fichaje de relumbrón madridista. Espero que en la entidad blanca se lo piensen. Bjelica, a pesar de las dos derrotas, se quitó la espina del viernes dejando una soberbia actuación individual (18 puntos, 10 rebotes, 3 asistencias y 3 robos)  

Y llegó el momento esperado por todo el madridismo, desde la derrota en Londres en la final de 2013 ante el mismo rival que les esperaba en Madrid, y desde la siguiente oportunidad perdida en Milán frente al Maccabi Tel Aviv. Pablo Laso y su roster han trabajado muy duro con el objetivo de volver a asaltar el cetro continental. Era su tercera final consecutiva. Algo histórico y que deja a las claras la regularidad del proyecto Laso, pero que necesitaba de una vez consagrarse con un título que pudiese eliminar cualquier etiqueta de perdedores para un grupo de jugadores que llevaban largo tiempo esperando este momento, con el capitán Felipe Reyes a la cabeza. El  tercer grande de la Generación del 80 tras Pau Gasol y Juan Carlos Navarro ya tiene el título que le faltaba. Lo merecía. 

El Olympiacos buscaba el más difícil todavía. Después de Estambul en 2012 (final ante CSKA) y Londres 2013 (final ante Real Madrid), volver a tumbar al ganador de ocho copas de Europa en una finalísima en su propio feudo suponía un reto extraordinario para cualquier equipo que no tuviese en sus filas a ese hacedor de milagros llamado Spanoulis. Los griegos se certificaban como pesadilla y bestia negra para el CSKA Moscú. Quedaba por ver si sucedería lo mismo con el Real Madrid, por mucho que la pasada temporada los blancos les eliminasen en cuartos de final tras una intensa serie a cinco partidos.  

No hubo sorpresas en los cinco titulares, repitiendo de salida los jugadores que comenzaron las semifinales. La vieja guardia griega (Spanoulis, Mantzaris y Printezis) junto al fajador Dunston y el “falso” titular Darden (suele salir de inicio pero luego apenas cuenta para Sfairopoulos) por un lado, y Llull, Rudy, Ayon, Felipe y Carroll por los locales. El escolta de Laramie, como en semifinales, era el hombre asignado por Laso para defender al mejor anotador de los helenos, como sucediera con Goudelock en semifinales. Carroll ha tenido una actuación muy notable durante esta Final Four tanto en defensa como en ataque y ha sido uno de los hombres clave para la consecución del título. Hay que reconocer que de salida el Olympiacos logró imponer un ritmo más propicio para sus intereses, llevando el partido a terrenos duros y físicos, especialmente en la zona, donde el Madrid se estrellaba una y otra vez en cada ocasión que intentaba meter un balón interior. Por tanto el 6-1 de inicio, tras un espectacular mate de Rudy al alcanzar un rebote ofensivo fue una ilusión pronto disipada por el buen trabajo griego, eficiente atrás y encontrando en Matt Lojeski a su revulsivo ofensivo. 10 puntos anotó el belga en un primer cuarto que finalizaba 15-19 para Olympiacos.   

Como sucediera ante Fenerbahce, el segundo acto fue clave para el devenir del partido, sólo que en esta ocasión sin el brillo ofensivo de las semifinales. El Madrid se puso el mono del trabajo, y en unos minutos en los que a ambos equipos anotar les costaba un mundo hacía falta la aparición de algún héroe inesperado que liberado de presión arrojase luz en un partido demasiado trabado y oscuro. Esa figura la encarnó Jonas Maciulis. Dos triples frontales sacados desde muy arriba evitando el punteamiento del defensor metieron a su equipo definitivamente en el partido e incluso permitieron las primeras ventajas del cuarto. El lituano anotó ocho puntos en ese segundo parcial, cerrado por otro triple de Rivers que demostraba que aún se había guardado alguna bala tras su exhibición del viernes. El marcador de aquellos diez minutos había sido 20-9, lo que ponía un resultado total de 35-28. A partir de la defensa y los triples de Maciulis el Real Madrid encontraba el camino. 

Nos hemos referido durante esta temporada en varias ocasiones a lo bien que sienta al equipo de Laso el paso por los vestuarios, realizando terceros cuartos soberbios en los que suele encarrilar sus victorias. No fue así en esta ocasión, de hecho el tercer periodo ofreció los mejores momentos de los griegos. Y eso que un parcial de 5-1 (canasta de Llull y triple de Rudy, por un tiro libre de Mantzaris) estiraba la diferencia hasta once puntos (40-29) Pero si hay un equipo al que nunca puedes dar por muerto es el Olympiacos, siempre llamado a épicas remontadas para el recuerdo. Con un parcial de 0-10 se pusieron por delante (40-41) llevando el delirio a los aficionados griegos y la congoja a los locales. Sloukas se echaba el equipo a la espalda, Lojeski seguía demostrando su facilidad anotadora, y en ausencia de Spanoulis, siempre bien vigilado, aparecía su fiel escudero Printezis. En el ambiente se comenzaba a respirar cierto “deja vu”. Una película que ya habíamos visto. Uno de los púgiles, el griego de calzón rojo, se iba varias veces a la lona pero en ningún momento recibía el KO, para recuperarse y en un emotivo final acabar alzando los brazos como campeón. Era una lucha contra la historia reciente, contras los propios fantasmas que han azotado el basket madridista en las tres últimas temporadas. Se necesitaba, una vez más, alguien que sintetizase una mezcla de fe y ausencia de miedo, de decisión y de inconsciencia, tal y como hiciera Maciulis antes del descanso. Alguien, en definitiva, a quien no le temblase el pulso. Con Jaycee Carroll en la cancha, ya pueden imaginar quien decidió arrogarse tal papel.   

Su primer triple llegaría tras fallo del Chacho y rebote ofensivo de Ayon. Acto seguido otro a pase de Slaughter, demostrando la importancia del juego dentro-fuera, y aún otro posterior escorándose para zafarse de la defensa de un impotente Spanoulis que ponía en pie al rey Felipe VI incrédulo ante la exhibición del tirador de Laramie. Aún anotaría otra canasta más, de dos puntos, y robaría un balón a un Spanoulis al que le ganó claramente la partida, para servir un contrataque claro a Sergio Rodríguez. La magia de Carroll dejó las cosas como estaban antes del descanso, ya que se cerraba el cuarto con el Real Madrid siete arriba de nuevo, 53-46. Carroll, el héroe que había sofocado la rebelión, y una nueva reivindicación de la figura del tirador, ese jugador a veces loco y anárquico capaz de poner de los nervios a sus propios aficionados, pero igualmente capaz de reventar partidos.     


Jaycee destapó las esencias


El cuarto definitivo se abría con un triple de Nocioni que ponía los diez puntos de ventaja. El argentino anotaría otro que volvía a poner la decena a tres minutos del final y que ya, sin ninguna duda, le hacía acreedor de un merecídisimo MVP de la Final Four. En general el Real Madrid no pasó apuros durante el último parcial, manteniendo siempre unas distancias entre 6 y 10 puntos, suficientes para controlar el partido, pero también indicadoras de que no cabía la relajación y había que cerrar el partido. Finalmente los griegos parecieron bajar los brazos y Sergio Rodríguez campó a sus anchas para establecer una rotunda diferencia final de 19 puntos. El Real Madrid, con toda justicia, campeón de Europa. 

Se dice que la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana. La cita se refiere a lo fácil que nos colgamos medallas, pero lo igualmente rápido que nos lavamos las manos y declinamos responsabilidades cuando vienen mal dadas. No así el juicio exterior, que siempre encuentra culpables y suele ser en la figura más débil. Tenemos muy claro que de haberse producido una nueva derrota en esta final todas las miras irían en la misma dirección: Pablo Laso. También tenemos claro que aun habiendo perdido Laso seguiría siendo un magnífico entrenador para el Real Madrid con un gran trabajo realizado. Jugar tres finales de Copa de Europa consecutivas es una absoluta barbaridad. No obstante, aquellos quienes piensen que Laso hubiera sido máximo responsable de la derrota, en un ejercicio de coherencia deben considerarlo igualmente máximo responsable de la victoria. Para nosotros así es y por eso ayer quisimos dedicarle la primera entrada post-Final Four. Pero en este caso sí que es cierto que es una victoria con muchos padres. Hay que acordarse de Herreros y Juan Carlos Sánchez, a los que se les ha atizado sin piedad por haber construido un equipo campeón. Nocioni, Ayon, Maciulis y Rivers, cuatro jugadores fichados esta temporada, han resultado decisivos en la máxima cita continental. Se ha fichado bien, y sin perder las señas de identidad del equipo se ha apuntalado los defectos que quedaron al trasluz, sobre todo en cuanto a dureza mental, en las dos finales perdidas anteriormente. Hay que felicitar a los jugadores, del primero al último. Todos ellos generosos en la cancha independientemente del minutaje concedido. Los dos sergios han dirigido bien y aunque no han tenido tantos focos como en otras ocasiones han sabido buscar a los compañeros más calientes en cada momento. En las alas Carroll, Rivers y Maciulis han sido fundamentales tanto en ataque como en defensa. Rudy no ha sido todo lo estelar que se podría esperar en una cita como ésta, pero precisamente hay que valorar como ha sabido estar en un segundo plano pese a ser, mediáticamente, la estrella del equipo. Felipe Reyes, el gran capitán, ha jugado dos de sus peores partidos de su larga carrera, pero en ningún momento ha antepuesto su participación individual al éxito colectivo. Slaughter ha vuelto a responder a la confianza de Laso. Su intensidad y defensa le convierten en un seguro para este equipo. Ayon deslumbró en semifinales, y Nocioni ha sido el mejor por juego y carácter. Hasta Bourousis ha parecido aparcar su apatía habitual para aportar con los pocos minutos que ha tenido. Tampoco hay que olvidarse de Facundo Campazzo, empujando desde el banquillo y haciendo piña, ni de Salah Mejri, que aunque descartado para esta Final Four es otro campeón de Europa con todas las letras. Laso, arquitecto e ideólogo de este equipo de ensueño, demuestra su madurez como técnico. Cada vez mejor entrenador, más versátil, y capaz de ir solucionando cada problema que se le presenta (Felipe Reyes se cargó con dos faltas personales en el primer minuto de semifinales, por poner un ejemplo) Ha logrado tener enchufado a todo el grupo sin caer en la sobreexcitación. Es el triunfo de un baloncesto deslumbrante en la pista, pero humilde y tranquilo en las formas. Es el éxito del buen juego, desacomplejado, rápido y abierto, por encima de sesudas y plomizas tácticas que asfixian el talento de los jugadores. Como los mejores directores de cine, Laso ha dejado que lo bueno sea lo que vemos delante de la cámara.   

Se dice que lo difícil de verdad no es llegar, si no mantenerse. El reto ahora para Laso y sus jugadores es conservar el hambre una vez que se ha alcanzado lo máximo a lo que se puede aspirar a nivel de clubes. Se les va a exigir en base al listón actual, lo cual llegará un momento en el que no sea del todo justo, simplemente porque hay que entender que en la vida hay que cumplir ciclos, y eso implica que alguno de esos ciclos sea un ciclo perdedor, por mucho que le cueste aceptarlo al madridismo. Esa será otra historia, sin duda, ahora toca disfrutar y celebrar en la medida de lo posible en un club con tan poca memoria y para el que lo conseguido ayer ya no importa al día siguiente. Después de 20 años de la última conquista del cetro europeo, bien harían en saber valorarlo como se merece y no volver a cargar a este grupo de urgencias que no hacen sino lastrar las auténticas posibilidades de un equipo para la historia.     

Enhorabuena también al equipo junior igualmente campeón del torneo con un Luka Doncic (elegido MVP) de quien asusta pensar donde puede estar su techo.  



El Madrid y sus dos mvps, Doncic y Nocioni




EL QUINTETO DE LA FINAL FOUR: 

SERGIO RODRÍGUEZ (REAL MADRID) 12 ptos y 5.5 asists por partido. 12 valor.
ANDREW GOUDELOCK (FENERBAHCE) 25 pts, 4 rebs y 3.5 asists p.p. 24 valor.
NEMANJA BJELICA (FENERBAHCE) 14.5 pts, 7.5 rebs, 2.5 asists y 2 robs. 19 valor.
ANDRES NOCIONI (REAL MADRID) 12 pts, 6.5 rebs y 1.5 asists. 18 valoración.
GEORGIOS PRINTEZIS (OLYMPIACOS) 12.5 pts, 5 rebs y 3.5 asists. 16.5 valorac. 


ENTRENADOR: 


PABLO LASO (REAL MADRID)

miércoles, 13 de agosto de 2014

DIEZ ESCOLTAS PARA EL MUNDIAL




JAMES HARDEN (USA, 24 AÑOS, 1.96): “Fear the beard” El “gallo” que salió del corral de Oklahoma City para no ceder protagonismo ante Russell Westbrook y Kevin Durant, pero que sigue decepcionando en play offs. Talentazo puro y maneras “old school” (esa barbita funky) para quien será uno de los jugadores más mediáticos de la cita mundialista. Cumplirá 25 años antes de que el campeonato comience.  


¡Ojo futboleros!, este James si se dice "yeims".


LEANDRINHO BARBOSA (BRASIL, 31 AÑOS, 1.91): “The Brazilian Blur”. Su vuelta a “casa”, en Phoenix Suns, para suplir al lesionado Eric Bledsoe, no tuvo el impacto que los aficionados esperaban (una inoportuna fractura en la mano le dejó KO mediada la temporada) En general ha tenido muy mala suerte con las lesiones en los últimos tiempos, impidiéndole repetir años tan brillantes como los de mediados de la década pasada en la franquicia de los soles. Una pena ya que hablamos de un jugador en una edad excelente para este deporte. Parece que llega en buen momento (18 puntos a Argentina hace unos días) y será una de las principales armas de la temible escuadra brasileña.      


La electricidad brasileña.


KLAY THOMPSON (USA, 24 AÑOS, 1.98): El hijo del mítico Mychal Thompson, aquel ala-pívot de los 80 que primero maravilló en Portland y luego ganó dos anillos con los Lakers del “showtime” es uno de los mejores tiradores puros que hemos visto llegar a la NBA. No es descartable verle jugar de alero si Coach K apuesta por “small ball”. Sus 596 triples en tan sólo 3 temporadas NBA hablan por si solos.  


Papá Thompson y su hijo.


JUAN CARLOS NAVARRO (ESPAÑA, 34 AÑOS, 1.91): ¿La última cita internacional de “La Bomba”? No estaría tan seguro, lo que si está claro es que es un jugador que pese a los años y el físico acostumbra a dar lo mejor de si mismo en los momentos trascendentes. Viene de ganar el MVP de las finales ACB, y sus 15 puntos en menos de 20 minutos frente a Turquía (3 de 5 en triples, 6 de 6 en libres), son el mejor indicativo de que la muñeca de nuestro líder en el juego exterior vuelve a estar engrasada.   


NANDO DE COLO (FRANCIA, 27 AÑOS, 1.95): El polivalente exterior galo puede jugar tanto de uno como de dos, y en ausencia de Tony Parker es factible que le veamos en muchas ocasiones dirigir el juego francés, aunque tal tarea principalmente recaerá en Heurtel, Diot o incluso Fournier, jóvenes talentos del baloncesto galo que necesitarán del liderazgo por fuera del ya clásico De Colo. Tras dos temporadas en San Antonio Spurs regresará el próximo curso a Europa de la mano del CSKA Moscú. Obligado a tirar del carro de un actual campeón de Europa que llega sin sus dos principales baluartes, Parker y Noah.   


Navarro y De Colo volverán a verse las caras.


KIRK PENNEY (NUEVA ZELANDA, 33 AÑOS, 1.96): La metralleta oceánica. Un trotamundos que ha jugado en siete países distintos (entre ellos España, en Gran Canaria y Fuenlabrada) y siempre ha estado en los primeros puestos de las tablas de anotadores. En el pasado Mundial de Turquía sólo Luis Scola anotó más puntos que él. Uno de esos tipos que disfruta una cita como esta para seguir haciendo lo de toda la vida: meterla.   


Penney, de oficio clavador.


BOGDAN BOGDANOVIC (SERBIA, 21 AÑOS, 1.98): Posiblemente el jugador serbio que más ha crecido en los últimos tiempos, y pieza clave ya para la selección de Aleksandar Djordevic a pesar de su edad (cumple 22 años la próxima semana). Su fuerte sigue siendo la anotación, pero cada vez es más completo, aportando en defensa y rebote. (No confundir con el croata Bojan, de igual apellido)    


Bogdanovic, valor serbio.


SERGIO LLULL (ESPAÑA, 26 AÑOS, 1.88): En el Real Madrid ya es un símbolo, y en la selección española cada vez aporta más. Competitivo, ganador, racial, sigue ofreciendo garra defensiva y suma progresivamente en ataque. Al contrataque hace estragos y su tiro exterior ya está a la altura de los mejores del continente. Ni rastro de la posible esquizofrenia que pudiera causarle jugar de base en su club y de escolta (o hasta alero) en la selección. 

BRAD NEWLEY (AUSTRALIA, 29 AÑOS, 2.01): Australia, independientemente de su clasificación final, volverá a ser uno de los equipos más descarados en ataque, con profusión de ataques cortos y mucho tiro exterior. Y ahí, entre otros, entra en juego el tirador de Adelaida, quien ha madurado su juego en Gran Canaria y puede convertirse en uno de los exteriores más completos del torneo. Ojo a su labor reboteadora.      



Llull frente a Newley, otro duelo ACB trasladado al Mundial.



KRUNOSLAV SIMON (CROACIA, 29 AÑOS, 1.97): No parece un nombre muy ilustre, ni es mediático, ni atrae focos, pero aún recordamos su gran Europeo en Eslovenia guiando a Croacia a unas sorprendentes semifinales para obtener billete mundialista (tremendo su partido frente a Ucrania en cuartos de final) La selección de Jasmin Repesa no parece que vaya a entrar en las peleas por las medallas en una cita tan exigente como este mundial, pero con un capitán tan corajudo como Simon, que se transforma cada vez que viste la camiseta de su país, todo es posible.    


Simon, carácter para Croacia.