Un hombre contra un ejército |
Pocas
veces hemos escrito una entrada más profética que nuestra anterior
“La soledad del rey”, y es que en efecto, horas después el Game
1 de las finales NBA 2015 dejaba al descubierto todas las virtudes y
defectos de ambos equipos, de una manera tan diáfana que no debe
haber un solo analista cuerdo que le de opción alguna a los
Cleveland Cavaliers de ganar el anillo en estos momentos.
Es
cierto que el primer cuarto de Cleveland fue, sencillamente,
arrollador, pasando por encima de unos timoratos Warriors que ni
sabían por donde les venían los golpes. Es igualmente cierto que
una vez capeado el temporal y llegadas las primeras ventajas de los
de Oakland el equipo de David Blatt no se descompuso y siempre estuvo
en el partido, y es también cierto que LeBron tuvo el tiro ganador
(buscó un lanzamiento parecido al triple ganador que anotó en
Febrero del pasado año contra el mismo equipo y con Igoudala también
encima, aunque en esta ocasión se fue más escorado hacia la
esquina) para no llegar a la prórroga. La misma certeza nos haría
pensar que un encuentro decidido en tiempo extra es señal de que nos
encontramos ante unas finales igualadas, y sin embargo en cuanto
ambos equipos encarrilaron el camino a los vestuarios en el Oracle
sobrevolaba la sensación de que el anillo ya tenía ganador y que Stephen Curry y su pandilla están en una situación idónea para
rememorar el éxito de los Warriors de Rick Barry hace 40 años y
convertirse en campeones NBA propinando un “sweep” al rival y
dejando a los Cavaliers, como sucediera con los Washington Bullets de
1975, en cero victorias.
Ya
no es sólo el hecho de la lesión de Kyrie Irving, una baja que en
nuestra opinión deja a los de Ohio sin opciones entregando la
dirección de juego (es un decir, porque ahora más que nunca LeBron
tendrá que ejercer de “point-forward”) a un jugador como Mathew
Dellavedova cuyo nivel no alcanza ni por asomo para ganar un
campeonato de la NBA (ahora quizás se arrepientan de haber tradeado
a Jarrett Jack el pasado verano), es que incluso con Irving las
carencias de estos Cavaliers, empeñados en repetir los errores de
Miami Heat (que si bien ganaron cuatro campeonatos de conferencia
consecutivos perdieron dos finales ante Dallas y San Antonio
condenados, entre otras cosas, por su poca profundidad de banquillo y
condensar toda la dinamita en pocos jugadores) quedaron al
descubierto en los 53 minutos del primer partido de las series,
evidenciando la enorme diferencia entre un roster y otro. Hay que
recordar que la lesión del base Cavalier llega casi al final del
partido (si bien es cierto que llegaba al choque renqueante, sin
estar a su mejor nivel, y aún así firmando 23 puntos, 7 rebotes y 6
asistencias), de modo que aún sin haber sufrido la desgracia de su
baja, circunstancia insistimos que definitiva y que les deja sin
opciones, el partido, con toda su dureza e igualdad, dejaba la
lectura de la enorme superioridad de los californianos, con mayor
profundidad de banquillo, mejor rotación, y más reparto de minutos
entre sus jugadores, lo que se traduce, no puede ser de otra manera,
en unas piernas más frescas, cosa que se pudo comprobar sin duda
alguna en la prórroga.
Es
prácticamente imposible ganar en el baloncesto de 2015 sin
rotaciones. David Blatt utilizó sólo tres jugadores de banquillo
durante el partido, J.R.Smith, errático en el tiro (aunque dejó una
de las canastas del partido, un triple al filo del descanso para dar
una ligera ventaja a los visitantes al final del segundo cuarto,
51-48), es no obstante el único suplente de garantías de los de
Ohio, y suyos fueron los únicos nueve puntos que aportó el
banquillo de Blatt, James Jones, especialista en el tiro exterior y
al que sólo vimos lanzar un triple en los 17 minutos que permaneció
en cancha, y por último el australiano Dellevadova, perdídisimo y
superado durante los nueve minutos que dispusó, y cuya importancia
para la franquicia Cavalier se resume en la anécdota de que el
autobús de su equipo se fue al aeropuerto una vez acabado el partido
con toda la plantilla y cuerpo técnico excepto el despistado base
aussie que todavía andaba por el pabellón Dios sabe haciendo que
cosas. Este es el nivel de estos Cleveland Cavalieres, una plantilla
que parece confeccionada por su peor enemigo. Con jugadores ya
pensando en la jubilación, como Shawn Marion o Mike Miller, o
totalmente defenestrados como Kendrick Perkins (noticia por una pelea
conyugal más que por temas baloncestísticos), aún así a Blatt y a
LeBron (prácticamente con tanto peso como el entrenador
estadounidense-israelí a la hora de tomar decisiones) no les queda
otra que contar con ellos. Pero para empezar deben recuperarlos
anímicamente.
Y
es que enfrente, los Warriors demostraron porque han sido el mejor
equipo de toda la temporada. Frente a los pírricos 9 puntos de
Smith, única aportación del banquillo Cavalier, Steve Kerr obtuvo
34 de sus cinco suplentes, con significativa aportación de un Andre
Igoudala convertido en factor X. 15 puntos decisivos y dura defensa
sobre LeBron. Los Warriors juegan de escándalo, cierto, pero para
ganar un anillo se necesita además un guerrillero capaz de bajar al
fango y defender con la dureza más característica del Este que del
Oeste. Igoudala asume ese rol sin perder brillantez en ataque. No
olviden que hablamos de quien fuera jugador franquicia de los
Philadelphia 76ers hace algunos años y que ahora, reconvertido en
sacrificado sexto hombre de lujo, no quiere dejar pasar la ocasión
de verse con un anillo de campeón en sus manos. También hay que
mencionar a Marreese Speights, apenas jugó nueve minutos, lo mismo
que Dellavedova, pero con un oficio y finura en ataque para irse a
ocho puntos, con buenos minutos en el segundo cuarto para ayudar a la
primera remontada Warrior. Reaparecía tras su distensión en la
pantorrilla derecha y demostraba que es otro reserva de absolutas
garantías dentro de un roster que apunta a pasar a la historia para
el aficionado de la franquicia californiana.
Ni
siquiera necesitaron al mejor Curry posible. El MVP de la temporada
regular empezó flojo, quizás superado por una presión que pronto
se quitaría de encima, pero fue de menos a más, añadiendo canastas
a su casillero, soltando nervios, y dibujando en su rostro cada vez
más un semblante de futuro campeón NBA. Peor fue incluso el
arranque de su “hermano” Thompson, con una primera parte para
olvidar, pero ofreciendo grandes minutos a partir del tercer cuarto
(9 puntos en ese periodo) El escolta Warrior anotó sólo cinco
puntos antes del paso por vestuarios, pero acabó con 21. Barnes y
Green al nivel esperado, siempre por detrás de una pareja exterior
que apunta a ser la más recordada de la NBA desde la de
Thomas-Dumars, pero nunca perdiendo la cara al partido. Bogut,
cumpliendo ante Mozgov. En resumen, un buen partido del equipo de
Kerr, pero lejos de su mejor versión posible, y con unos nervios de
salida que indicaban que necesitaba templar ánimos y hacerse a la
cita. Con el primer punto en el bolsillo da la sensación de que a
partir de ahora irán a más, frente a un equipo que con la lesión
de Irving y con jugadores como LeBron y Tristan Thompson sin apenas
descanso en el banquillo acabarán notando las minutadas según
transcurra la serie.
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