Dirk y su "fade away", una vieja rivalidad contra España. |
Llegó el día del todo o nada para España. Y llega
antes del cruce de octavos, que aún no tenemos asegurado. Escuché el otro día a
un lamentable periodista futbolero de Radio Marca, el malagueño y malaguista
Antonio Merchán, afirmar que él era “de los” (como si fueran una especie diferente
de aficionados) consideraba que un torneo de este tipo sólo empezaba cuando
comenzaban los cruces. Díselo a todos los equipos que ni siquiera llegan a los
cruces, Merchán, díselo a España, esta España mía, esta España tuya, esta
España nuestra. Me pregunto si este presunto periodista deportivo se tomará la
molestia de ver hoy a la selección de baloncesto en un partido que a todas
luces es como un cruce, es un partido del KO. La anterior vez que escuché a
este sujeto hablar de baloncesto fue para atizar a un pedazo de entrenador como
Joan Plaza, el hombre que ha devuelto el baloncesto malagueño del Unicaja al
primer plano. ¡Ay, los futboleros! Eso sí que es una “especie”
Soltada la particular dosis de bilis mañanera (cosa
a la que no somos particularmente propensos por aquí, excepto cuando llegan
citas como éstas y los que no siguen habitualmente este deporte se retratan),
vamos con lo que importa. Y es que todo pasa por ganar a Alemania para seguir
adelante en el torneo (únicamente una derrota de Turquía contra Islandia en el
partido de las nueve de las noche nos permitiría acceder a octavos en caso de
derrota, circunstancia ésta, la derrota otomana, prácticamente impensable) No
hay más cábalas. Dependiendo de lo que suceda entre Serbia e Italia nuestra
victoria ante los germanos nos daría una tercera o segunda plaza. Sinceramente
poco importa. Lo que importa es pasar. Lo que importa es ganar.
No es lo más aconsejable jugarte la vida ante un
rival duro que cuenta en sus filas con uno de los mejores jugadores de todos
los tiempos, una joven estrella emergente que ya despunta en la NBA, o uno de
los pívots más dominantes en Europa y a punto de dar el salto a la liga
norteamericana, entre otros poderes. Y además hacerlo frente a su público y en
su casa. Con todo en contra. Hay que recordar que con Francia y Croacia ya
clasificadas, y Letonia con muchas opciones (partido a priori fácil ante
Estonia), estamos hablando de tres de los cuatro anfitriones accediendo a
octavos. Alemania luchará por conseguir el pleno para los equipos locales. A
esto es lo que nos ha conducido un grupo tan terrible donde sólo Serbia,
arrasando desde el comienzo, e Italia, enmendando su tropiezo inicial ante
Turquía al doblegar a España y Alemania, llegan a la última jornada con la
tranquilidad de saber que siguen adelante (se juegan la primera plaza entre
ellos) Es cierto que los turcos también se la juegan en el día del cierre del
grupo, claro que el calendario ha provocado que lo hagan ante la débil
Islandia, con lo que parece más que claro que será selección de octavos de
final.
Las dos derrotas ante Serbia e Italia nos dejaron
mal culpa y muchas dudas defensivas, viendo como los rivales nos acribillaban
inmisericordemente a triples. Es cierto que los exteriores no están mordiendo
atrás como esperábamos, pero hay que recordar que gran parte de nuestras
opciones se escaparon por la incapacidad de nuestros hombres altos de defender
a rivales que fueron capaces de sacarlos por fuera y castigarles desde el
exterior. Tal fue el caso de Bjelica en Serbia, y Gallinari (éste no sólo
anotando, si no asistiendo a sus pívots que aprovechaban la ausencia de
nuestros hombres altos que salían a la amenaza del italiano), que con la baja
de Datome parece ocupar la posición de falso cuatro, y se diría que con mucho
peligro. Ni Felipe ni Mirotic están sabiendo defender a los ala-pívots rivales
cuando juegan en abierto y amenazan en exterior. Pau, obligado a jugar de
cinco, no puede dejar la zona, y la función de Willy Hernángomez tampoco parece
la de salir a defender por fuera. Otras opciones podrían ser Claver o Aguilar
(si contarán para el técnico), aleros con buen desplazamiento y rapidez de
piernas (Rudy o Llull, uno mermado físicamente, el otro muy por debajo de su
nivel), o jugártela con una zona que asegure que tus interiores no dejen
descubierta la zona (invitando con ello a más tiro exterior del rival) Este
pequeño análisis lo hacemos viendo en lontananza una figura que no necesita
comentario alguno: Dirk Nowitzki. Si Bjelica o Gallinari se aprovecharon de la
endeblez defensiva de sus pares a la hora de defender por fuera, veremos lo que
es capaz de hacer el jugador alemán, habitualmente letal en el tiro, y con las
suficientes tablas para aprovechar la atención defensiva que pueda concitar por
sus rivales para buscar a su pívot (Pleiss) Es cierto que no estamos viendo al
mejor Dirk (y a sus 37 años, quizás ya no lo volvamos a ver), sus 14.8 puntos y
8 rebotes por partido serían numerazos para el 90% de los jugadores de este
torneo, pero resultan discretos para una superestrella de este calibre. Su
porcentaje de tiro no inquieta (34.7%), y especialmente en el triple se está
mostrando pobre (3 de 11, un triste 27.3%), pero hay jugadores a los que nunca
se les debería mirar los números. Nowitzki puede hacer el Eurobasket más
horrible de su vida y ganarte él solo el partido decisivo anotando la canasta
definitiva con uno de sus poéticos “fade aways” a la pata coja. En el recuerdo
encuentros como el de cuartos de final del Mundial de Indianapolis en 2002,
cuando fue nuestro verdugo y nos obligó a jugar por el quinto puesto (los
alemanes se acabaron colgando el bronce y Nowitzki elegido MVP) y sobre todo el
Eurobasket de Serbia en 2005, cuando en semifinales una canasta del astro
alemán a falta de tres segundos nos dejó fuera de la final (posteriormente
Francia nos pasó por encima en la lucha por el bronce) Doloroso recuerdo que
seguro que muchos aficionados aún tenemos presentes.
Al lado del abanderado alemán, el otro gran peligro
es Dennis Schroeder, eléctrico base de los Atlanta Hawks con una capacidad
endiablada para la penetración y cortar la zona como un rayo. Se ha hablado
mucho de la poca compenetración entre las dos estrellas NBA de la selección
alemana. Hoy buscarán acallar esas críticas, demostrando que la conjunción
entre la estrella que irremediablemente se apaga de Nowitzki y el fulgor
imparable de Schroeder, es capaz de llevar a su país al menos hasta el
Pre-Olímpico, quizás sea la única ocasión en la que estos dos astros coincidan
en la misma selección y tratarán de dejar el mejor recuerdo posible.
Y en medio de todo eso, el todo o nada para España. ¿Es
posible que la selección con el mejor ataque del torneo (92.8 puntos y 23.8
asistencias por partido, líderes en ambos apartados) pueda quedar eliminada en
la primera fase? Sí, es muy posible. Porque aunque meter es lo más bonito en
todos los órdenes de la vida, en este deporte se trata de muchas más cosas. Una
de ellas debe ser parar a Nowitzki.
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