“No importa cuan estrecha sea la
puerta,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma”
(“Invictus”, William Ernest Henley,
1875)
Dueños de sus destinos |
Hace dos semanas, cuando comenzaba la
aventura de este apasionante Eurobasket 2015, el primero de la
historia con cuatro anfitriones en su primera fase pero con Francia
como organizador único a partir de los cruces, nadie en su sano
juicio hubiera apostado por España y Lituania cerrando el torneo en
la gran final, ambos como los grandes triunfadores y con el billete
olímpico bajo el brazo. Dos selecciones con marcado gen competitivo
y ADN ganador, pero lejos de sus mejores versiones. Especialmente en
el caso de España, donde hasta seis jugadores con los que
inicialmente hubiera contado Sergio Scariolo de estar disponibles no
han sido de la partida. Hablamos de Calderón, Ricky Rubio, Navarro,
Abrines, Marc Gasol, e incluso Ibaka, ya que si el hispano-congoleño
no hubiera terminado la Primavera pasada lesionado de la rodilla
derecha y pasando por el quirófano, a buen seguro hubiera sido la
elección del italiano por delante de Mirotic. Seis jugadores, medio
roster. Y con todo eso Scariolo ha vuelto a hacer oro en el tercer
Eurobasket en el que dirige a nuestra selección. Tres europeos, tres
oros, nuestros tres únicos oros. Sigan rajando del “gominas”.
Tampoco se esperaba mucho de esta
Lituania, con una sola estrella NBA (lo cual parece actualmente el
método de medida de la calidad de una selección), Jonas
Valanciunas, dos jugadores ACB (Maciluis y Kuzminkas) y el resto
prácticamente todo jugadores de la competición lituana. Oficio, un
gran entrenador (ese Kazlaukas que empezó a “recuperar” el
baloncesto después de los ignominiosos años en los que se ganaban
copas de Europa anotando 50 puntos, con aquel maravilloso Zalgiris
Kaunas liderado en la pista por el ciclón Tyus Edney en 1999,
anticipando que el siglo XXI iba a sepultar por fin el aburrido
baloncesto-control de los 90), y sobre todo muchísimo corazón, el
mismo que llevó a España a superar contra pronóstico los duros
escollos de Grecia y Francia con sus super-plantillas apenas sin
fisuras y dos y hasta tres jugadores de renombre por posición.
Scariolo y Kazlaukas han dado una lección de optimización de
recursos. No han tenido un camino fácil. España, a excepción de la
débil Islandia (y en menor medida Polonia, aunque los polacos son un
equipo ya con cierta veteranía en estos torneo) se las han visto con
prácticamente toda la élite europea: Serbia, Turquía, Italia,
Alemania, Grecia, Francia y Lituania. Los lituanos por su parte
comenzaron en un grupo más fácil, donde sólo Bélgica les logró
sorprender. Georgia les puso contra las cuerdas en octavos de final,
y de no ser por la estratosférica actuación de Maciulis muy
posiblemente se hubieran quedado fuera en la primera eliminatoria.
Nadie daba un duro por ellos viendo lo que les venía por delante,
pero en un inmenso partido resuelto en prórroga hicieron besar la
lona a una Italia que presentaba clara candidatura a medalla. Más
sorprendente aún resultó su victoria sobre Serbia en un extraño
partido. Los lituanos apartaron de la final a uno de los grandes
favoritos en un encuentro en el que anotaron tan solo... ¡dos
triples! 2 de 14. Y perdieron nada menos que 17 balones. El equipo de
Djordjevic, de quien se alababa su personalidad y carácter, se ha
desinflado en los momentos decisivos con fallos tan garrafales como
la pérdida de balón de Bogdanovic y su pase a la grada en una
jugada que regaló la victoria a Lituania. En el partido por el
tercer y cuarto puesto, Francia, mucho mejor anímicamente y con
ganas de festejar una medalla con su afición, les pasó por encima.
Scariolo, tres de tres. |
En un campeonato tan exigente no es mal
resultado para los de Collet el cosechar otra medalla, una más para
su extraordinaria generación de jugadores, a las que aún les queda
gasolina para unos cuantos años más, y a la que además se suman
nuevos elementos como el colosal Gobert, un pívot llamado a ser uno
de los interiores de referencia a ambos lados del Atlántico. No
obstante queda cierta decepción en el papel francés en este torneo,
ya que con un calendario muy cómodo, apenas dejan partidos para el
recuerdo. Su mejor encuentro de hecho fue el que les dio el bronce
frente a Serbia. Parker, desdibujado todo el torneo, ha mostrado una
versión un tanto inusual de su juego. El genial base de los Spurs es
un jugador sobre el que no se admite dudas, pero en ocasiones hemos
comentado que Francia parece jugar mejor sin él. Siendo un hombre
acostumbrado a acaparar tanto juego, sin él en pista los galos
acostumbran a realizar un juego más coral (como en el pasado
Mundial) En este Eurobasket hemos visto a un Parker que insinuaba
querer mostrar una faceta menos individualista en su juego. Un Parker
más director y menos anotador... y lo que ha resultado es un Parker
menor.
Pero volvamos a los grandes
triunfadores. España y Lituania se citaban para la gran final
habiendo sido los equipos que, si no mejor baloncesto habían hecho
(que posiblemente también), si habían demostrado más espíritu
competitivo y corazón de campeones. Era una final en principio
asequible para nuestros intereses. Sobre el papel, y pese a nuestras
ausencias, éramos favoritos. Por primera vez desde cuartos de final.
Renunciar a ese papel frente a Grecia y Francia nos había sentado
muy bien, por lo tanto había dudas de como íbamos a reaccionar una
vez que volvíamos a ser el foco de atención, el rival a batir.
Nuestro inicio de partido despejó de golpe todas las incógnitas,
viendo a la mejor selección del campeonato. Sin necesidad de acudir
una y otra vez al seguro de Pau Gasol (aún así, el mejor del
partido una vez más con 25 puntos, 12 rebotes, 4 asistencias y 3
tapones), Llull, y sobre todo Rudy Fernández, ¡por fin!, se
encargaban de poner las primeras diferencias en el marcador gracias
además a un extraordinario trabajo defensivo que comenzaba en los
dos jugadores madridistas. El mallorquín parecía olvidar por fin su
dichosa hernia discal para hacer su mejor partido del campeonato
hasta que un tremendo golpe en un bloqueo con Jankunas le dejaba KO y
le hacía retirarse de la cancha. Tuvimos a Litunia constantemente a
remolque, voluntariosos con Maciulis y Kuzminkas, pero sin llegar a
inquietarnos en el marcador. En definitiva el partido más tranquilo
desde la segunda jornada, frente a Turquía. Como en 2009 ante Serbia
y 2011 ante Francia, la final fue casi un paseo.
Maciulis, héroe lituano. |
Si España ha ido de menos a más
durante el torneo, la final fue un compendio de las virtudes que nos
han llevado a ser campeones de Europa por tercera vez. Y en este
punto cabe detenerse a analizar lo realmente extraño que ha sido
nuestro campeonato. Asumiendo las dudas iniciales antes incluso de
comenzar el torneo (pocos efectivos en dirección de juego, ausencia
de tiradores puros, excedencia de “cuatros” pero poco
“cinco”...), nos mostramos desde el principio como un equipo
sobrado en ataque, pero desdibujado en defensa. Claro que todo eso
había que ponerlo en el contexto de que nos habíamos enfrentado a
plantillas con excelente arsenal ofensivo, especialmente Serbia e
Italia, a la sazón únicos equipos que nos hicieron morder el polvo.
De hecho después de encajar los escandalosos 105 puntos frente a
Italia, ningún otro equipo fue capaz de llegar siquiera a 80, ni
siquiera Francia en 45 minutos. Finalmente el equipo mordió en
defensa, y la mejor prueba fue el partido contra Lituania. Defensa,
rebote y contraataque, ese viejo axioma del baloncesto alegre y
ofensivo que tanto nos ha costado mostrar en este Europeo pese a
intentarlo (hay que recordar la semifinal contra Francia, donde la
exuberancia física de los locales les permitía rápidas
transiciones defensivas que impedían nuestras contras, o el partido
de cuartos ante Grecia, donde las constantes faltas personales
cortaban nuestras salidas tras rebote o robo) Contra Lituania si
pudimos correr, y a favor de marcador también supimos jugar los
cinco contra cinco buscando, como no, a Pau Gasol. MVP sin discusión
con unos números de escándalo (25.6 puntos, 8.8 rebotes, 2.9
asistencias y 2.3 tapones, con un brutal 57.5% en tiros de campo...
¡66.7% en triples!), máximo anotador, taponador y cuarto mejor
reboteador del campeonato. La leyenda Pau se sigue agrandando pese a
la edad que diga su DNI.
Acompaña a Pau en el quinteto ideal
Sergio Rodríguez, el gran Chacho. Se le premia haber sido decisivo,
como así ha sido, en llevar a España al éxito prácticamente como
único facilitador del juego español (aunque Llull le supera en
asistencias, 4.4 del de Mahón por 4.3 del tinerfeño, claro que
Llull ha jugado unos cuatro minutos más por partido), pero en honor
a la verdad debemos reconocer que ha habido bases que han hecho mejor
torneo, como Satoransky, Teodosic o Kalnietis. No obstante nos
alegramos por el Chacho, siendo además un jugador que sigue
generando división de opiniones por su manera de entender el
baloncesto sin red. Capaz de levantar un partido a base de
penetraciones, triples, pases imposibles y de dominar el juego con su
endiablado manejo del balón, es el típico jugador al que se le
señala sin piedad en el fallo. Suele ocurrir con quienes arriesgan.
La inclusión de Maciulis como mejor alero no ofrece discusión. Su
campeonato ha sido descomunal, con el mérito añadido de no ser un
jugador que entrase en las quinielas de las grandes figuras del
Eurobasket. Además deja la segunda mejor actuación individual del campeonato después de la de Pau Gasol ante Francia. Justa también
es la presencia de De Colo, el jugador francés más constante y
regular y quien mejor ha suplido a un apagado Parker. Valanciunas
también ha brillado, y a sus 23 años ya es líder que el baloncesto
lituano esperaba. Le falta algo de constancia y ha sufrido frente a
pívots más experimentados como Pachulia o Gasol, pero es el nuevo
faro de un pueblo que vio nacer al mejor pívot europeo de todos los
tiempos, un Arvydas Sabonis que como presidente de la federación
lituana sigue trabajando para que el país que mayor devoción
profesa a este deporte no deje de estar en la elite. No obstante
tampoco hubieran desentonado en el mejor quinteto del torneo
jugadores como Vesely, Raduljica o Gobert.
Pau Gasol, amo y señor del Eurobasket |
El tercero oro de la selección
española, el tercer oro de Scariolo, hay que valorarlo como el más
meritorio de este maravilloso ciclo (en los últimos cinco
campeonatos de Europa hemos ganado tres oros, una plata y un bronce)
Con una rotación de ocho jugadores parece imposible ganar una gran
competición hoy día. Y se ha hecho. El torneo nos deja también la
justificación, por fin, de Víctor Claver en este grupo. Es cierto
que en 2013, con otra selección también de circunstancias como ésta
(resulta complicado establecer cual era mejor de ambas sobre el
papel), fue un jugador fundamental para Orenga, pero siempre como
“cuatro” abierto. Finalmente ha aparecido el Claver alero y su
figura se ha hecho tan imponente hasta llegar a recordar a nada menos
que a Carlos Jiménez. Su lucha en los rebotes, palmeos en el aro
contrario, y defensa ante aleros grandes, especialmente
Antetokounmpo, ha sido otra de las claves de esta selección. Al
igual que el trabajo generoso de un Felipe Reyes al que hemos visto
en punta de defensas presionantes y saliendo constantemente a
defensas exteriores. Enorme. Ribas ha sido otro de los nombres
propios, con rol de titular, para ceder la dirección a Llull y
utilizar al Chacho, con acierto, como sexto hombre (como bien sabe
Laso, el tinerfeño rinde más saliendo desde el banquillo), su tiro
exterior nos ha sostenido en los comienzos del campeonato (ha sido
nuestro máximo triplista, con 14 canastas de 26 intentos) Mirotic,
por fin con la absoluta, pasa con nota el examen y gana enteros para
seguir vistiendo esta camiseta, aunque el plus que otorga Ibaka en
defensa es francamente difícil de despreciar. El
hispano-montenegrino, sin hacer apenas ruído, ha sido el segundo
máximo anotador (12.7 puntos) y reboteador (4.9 capturas) de nuestra
selección en 24.6 minutos de juego por partido. A San Emeterio,
otrora jugador básico en la rotación, le ha tocado hacer grupo,
viéndose superado por un gran Claver en los últimos partidos. Igual
circunstancia para un Pablo Aguilar que sabía que su presencia
obedecía únicamente a la lesión de última hora de Alex Abrines.
Vives y Willy Hernángomez apenas han contado, pero tenerlos en el
equipo ha resultado esencial sobre todo pensando en el futuro.
Volverán, y lo harán para ser importantes.
Y Scariolo, claro, con un magnífico
equipo con nombres como Txus Vidorreta y Joan Ponsarnau, técnicos de
probada solvencia y experiencia ACB. Un trío para el éxito, con
sabia mano para llevar un roster que pese a lo escaso de su rotación
se ha movido muy bien. Y es que sólo Pau Gasol llega a los 30
minutos por partido (exáctamente 30), tras él, Llull, Rodríguez,
Mirotic, Rudy y Ribas, se han movido entre 23 y 28 minutos por
partido), Felipe ha llegado casi a 19, y San Emeterio y Claver 16 y
13 respectivamente. Resulta especialmente sangrante que un entrenador
que en tres campeonatos de Europa nos ha llevado a tres oros (por no
hablar de todo lo que ha ganado en ACB) siga siendo tan criticado
(aunque creo que este torneo va a hacer cambiar bastante la
percepción sobre el coach italiano), claro que hablamos de un país
donde no se ha sabido valorar siquiera a nada menos que Vicente del
Bosque.
Ponsarnau, Scariolo y Vidorreta, ellos también son de oro. |
No podemos dejar pasar la ocasión para
dar nuestra opinión sobre un punto, a nuestro modo de ver, muy
negativo y muy contraproducente para la salud baloncestística (y en
general deportiva), de este país. Vaya por delante nuestro respeto
para Siro López. Simplemente creemos que pertenece a una cultura
deportiva y un tipo de periodismo que no nos interesa y que no casa
bien con este maravilloso deporte. El caso “antetokubo”, o
escucharle cantar “¡gol!” ante alguna canasta de Sergio
Rodríguez, sus gritos, sus improvisaciones desatadas de barra de
bar... todo eso recuerda a una manera de entender el deporte rancia y
casposa impropia de un deporte tan civilizado como el baloncesto (a
pesar de los analfabetos, no se les puede calificar de otra manera,
que abuchearon a Pau al recibir el MVP... estaban viendo historia
viva de este deporte y sólo se les ocurre silbar, hay que tener muy
pocas luces) El buen aficionado a este juego es exigente porque,
precisamente, al no ser el deporte mayoritario, sabe buscar bien sus
fuentes y medios para mantenerse informado. Sabe a quien leer y a
quien escuchar, y este país, afortunadamente, está dotado de
excelentes profesionales y conocedores de este deporte que saben
hablar de baloncesto sin pedir la cabeza de nuestro entrenador a las
primeras de cambio o ver constantemente conspiraciones arbitrales en
cada partido. Mediaset debería tomar nota y escuchar las críticas,
que han sido numerosas, de los aficionados. Ofrezcannos el producto
mejor cuidado, en todos los aspectos.
Y esto ha sido todo. O no. Ha sido un
Eurobasket fantástico con el mejor de los resultados finales para
nuestros intereses. Intentaremos no obstante sacar tiempo para
algunas entradas más sobre jugadores que nos han sorprendido, y
cosas que nos han decepcionado (pero estamos ahora mismo disfrutando
de unas mini-vacaciones, no nos fuercen) A la vuelta de la esquina
tenemos el comienzo de la temporada, con la Supercopa Endesa
comenzando el 2 de Octubre. Y es que el baloncesto no para. Y
mientras haya corazones indomables, jugadores empeñados en ganar y
en no perder el hambre a pesar de la edad, páginas gloriosas como
las que ha escrito esta inmortal selección liderada por un Pau Gasol
que lleva nada menos que década y media dándonos alegrías a
nuestro deporte, seguirán siendo escritas. “Dueños de nuestro
destino, héroes de Europa”, fue el lema elegido por este grupo de
jugadores para afrontar este campeonato y así lo lucieron finalmente
en la celebración del título. Recordaban el poema “Invictus” de
William Ernest Henley. Hasta eso lo hacen bien.
Otra vez campeones |
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