Otro baño de gloria blanca. |
Pablo Laso lleva cuatro años enamorando a los
aficionados al baloncesto de toda Europa con un equipo que ha demostrado que
una propuesta atractiva para el espectador y el ser generoso con el espectáculo
no está reñido con el ganar títulos. La culminación de este proyecto llegó
durante la pasada temporada, acaparando los blancos todos los títulos disputados,
quizás sin el deslumbrante fulgor alcanzado durante la 2013-14, pero con una
mayor capacidad competitiva en los momentos claves (apunten ahí la llegada de
Nocioni por Mirotic) y una preparación y dosificación encauzadas para llegar a
la Primavera en el estado más óptimo posible.
El Real Madrid de Laso tenía nuestro amor, y ahora
además tiene el mundo, como cantaban los Ramones en su primer LP. Ayer
consiguieron su primer título de la temporada (o último de la anterior, si se
prefiere), al levantar la Copa Intercontinental de baloncesto que enfrentaba a
los campeones de los continentes europeo y americano. Un título reaparecido en
2013 y del que el conjunto blanco es el más laureado con cinco entorchados.
Particularmente soy de la opinión de que ningún título es menor, aunque
evidentemente unos pesan más que otros, por lo que creo que hay que celebrarlo
como merece. Quizás la a priori gran diferencia entre el baloncesto de clubes
europeo y americano (hablando, lógicamente, en términos FIBA) reste enjundia a
este nuevo éxito madridista, pero no es un título tan fácil de ganar como se
pueda pensar (de hecho el actual campeón era el brasileño Flamengo, doblegando
al Maccabi Tel Aviv), al contrario, el Madrid sudó tinta para traerse a casa
este título debido a una serie de condicionantes muy especiales que de alguna
manera parecían querer “igualar” el potencial de ambos conjuntos. Para empezar,
aunque se trataba de una final a doble partido, se disputaba en la sede única
de Sao Paulo, y luego, claro, está el tema del arbitraje.
El Real Madrid perdió el primer partido por un solo
punto, después de dominar el choque durante gran parte del mismo. Ya se habló
en aquel encuentro de una permisividad arbitral con los brasileños en defensa,
cuestión que alcanzó mayores cotas y dosis de polémica en el partido definitivo
disputado ayer por la tarde. Y es que uno de los tres árbitros del encuentro,
el dominicano Reynaldo Mercedes, se había declarado barcelonista y
anti-madridista en twitter en 2012. Con el título bajo el brazo después de
ganar ayer por doce puntos, la cosa podría parecer anecdótica, a pesar de lo
sufrido por el equipo de Pablo Laso, expulsión por doble técnica de Sergio
Rodríguez incluida, pero estamos evidentemente ante un escándalo arbitral, ya
que un profesional del arbitraje deportivo no puede tener ese tipo de fobias
propias de un forofo de barra de bar pero nunca de quien se debe dedicar a
impartir justicia. La Euroliga, con buen tino, ya ha solicitado a la FIBA una
investigación sobre este asunto.
En el plano positivo, hay que resaltar la victoria
final del Real Madrid, un nuevo MVP para Sergio Llull, elegido mejor jugador de
la final, y la consolidación de Luka Doncic en la primera plantilla del Real
Madrid con tan solo 16 años. Se van a cansar de oír hablar de este chico. Un
jugador con un talento descomunal, pero que además ha tenido la suerte de dar
con un entrenador valiente que no mira el DNI de sus hombres, ni en un sentido
ni en otro. Lógicamente el chico es carne de NBA, pero hasta que dé el salto
puede darle tiempo a presentar un palmarés de títulos impropio de alguien de su
edad.
Pablo Laso afronta su quinta temporada al frente del
Real Madrid, ya por fin parece que con el reconocimiento unánime a su magnífico
trabajo. Resulta quimérico pensar en repetir una campaña como la pasada, con
una plantilla a la fuerza renovada, piezas nuevas que hay que encajar, y las
dudas de si sabrán suplir las ausencias, especialmente en el caso de un jugador
tan valioso (e infravalorado) como ha sido Marcus Slaughter, un hombre
absolutamente básico para Laso por su aporte en defensa. Uno de los nuevos
fichajes, Thompkins, fue precisamente de los más destacados ayer con 17 puntos
en 21 minutos. Lo que sí parece evidenciar este nuevo título madridista es que
el hambre no se ha perdido. Estupenda señal. Hay que recordar que seis
jugadores (es decir, medio equipo) que ayer levantaban esta copa, hace justo
una semana disputaban el cetro europeo de selecciones. Cinco españoles y un
lituano, Maciulis, que debió conformarse con la plata en el Eurobasket pero que
en siete días ya vuelve a sentir lo que significa ganar títulos.
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