Jonas contra el mundo |
En el partido que cerraban los octavos de final
asistimos a una actuación individual tan portentosa que creemos que merece
entrada propia (además los más acérrimos lectores de este blog ya sabrán de
nuestra devoción por el baloncesto lituano) Una exhibición heroica para salvar
el orgullo de un país en el que este deporte es religión, y protagonizada, para
mayor grandeza, por un jugador sin vitola de estrella pero fundamental en
cualquier equipo gracias a su trabajo y honradez en la pista. Un complemento perfecto
en el Real Madrid de Laso para las explosiones de genialidad del Chacho, Llull
o Rudy, y que ayer hizo posiblemente el mejor partido de su vida para mantener
con vida a una Lituania venida a menos pero que por nombre está obligada al
menos a luchar por las plazas del Pre-Olímpico.
No es Jonas Maciulis un jugador que destaque por explosiones
anotadoras, pero su trabajo defensivo y capacidad para aportar en distintas
facetas le han hecho un hombre importante tanto a nivel de clubes como de
selección. En la actual Lituania, llamada a pivotar sobre el juego interior de
Valanciunas, ha dado un paso adelante en anotación ante la ausencia de grandes
tiradores exteriores (quien lo iba a decir tratándose de Lituania), alcanzado
la excelencia anoche contra Georgia, un durísimo rival liderado por el NBA Zaza
Pachulia que tiró de veteranía para imponerse de manera elocuente sobre el
joven Valanciunas. Si el choque entre las dos escuadras ex –soviéticas iba a
depender del duelo entre sus dos grandes pívots, se entiende entonces los
apuros de una Lituania que se vio abajo en el marcador durante gran parte del
encuentro y que se vio sorprendida de salida por una Georgia muy superior que encontraba
en Pachulia (23 puntos y 7 rebotes) un filón imposible de detener por un
Valanciunas desbordado y pronto castigado por las personales. Entonces apareció
un Maciulis imperial, buscando el aro rival sin miedo tanto en lanzamiento
exterior como en penetraciones, y dejándose la piel en defensa para dificultar
el ataque rival. Su imagen lanzándose por cada balón sin dueño fue la más
habitual del partido, levantando a la bulliciosa hinchada lituana de sus
asientos. Le vimos cortar balones y cruzar la pista como una centella,
rebotear, asistir, anotar el triple decisivo para sepultar las esperanzas de los
voluntariosos georgianos, y certificar la victoria lituana con los dos tiros
libres finales. En total anotó 34 puntos, sin que le temblase el pulso desde el tiro libre (9 de 9), certero en el triple (3 de 4), y seguro en lanzamientos de dos (8 de 9), acompañado de 6 rebotes, repartió 3 asistencias, robó 4 balones, y hasta puso dos tapones. Su valoración final es de videojuego: 50. Histórico, demencial, brutal. Y por si fuera poco muchas de sus acciones estuvieron acompañadas de espectacularidad y componente estético, con pases de fantasía y preciosidad en sus movimientos en el uno contra uno. Si Pau Gasol había agotado los adjetivos el sábado, lo de Maciulis la pasada noche consiguió llegar todavía un paso más lejos.
Lituania lo agradece.
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