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viernes, 15 de noviembre de 2013

SHAME ON YOU RICKY HATERS!!


Floor General

Siempre me ha fascinado la figura del “hater” deportivo. Ese sujeto que sin el menor pudor expresa su odio e inquina hacia alguna figura triunfal, de la que no puede soportar su éxito y dedica sus energías a buscar la manera de revertir la realidad a su gusto. 

En el caso de nuestro querido deporte de la canasta, globalmente, la palma se la han llevado los “LeBron haters”, una jauría vociferante empeñada en ningunear la trayectoria de quien con 28 años ya es uno de los mejores jugadores de todos los tiempos… y veremos en que lugar del escalafón acaba su carrera. Sobre el caso LeBron ya hemos profundizado largo y tendido en este blog, por lo que no vamos a volver a incidir sobre ello, pero es curioso comprobar como algunos antiguos “LeBron haters” hoy día se deshacen en elogios cuando no hace más de dos años era el mayor objeto de sus iras. ¿Tanto ha evolucionado el juego de “The King” para voltear la situación?, lo dudo, es cierto que la bestia de Akron cada día es mejor jugador de baloncesto, pero hace ya temporadas que la polivalencia de su juego y su capacidad para dominar todas las facetas de este deporte no conocen parangón. Por eso tiendo a pensar que el “hater” baloncestístico suele ser un tipo de seguidor que apenas ve el juego, si no que se limita a seguir las noticias, mirar resultados y comprobar estadísticas. Es el típico aficionado que durante el otoño y el invierno apenas dedica su tiempo a ver un solo partido, y únicamente por Primavera, cuando se jueguen los títulos, quizás se decida a perder un poco de su tiempo viendo un encuentro de este deporte. 

En España, país cainita por excelencia, la figura del “hater”, como no podía ser de otro modo, se ceba con los nuestros. No hay más que recordar todo lo que se dijo hace unos meses sobre la selección de Orenga y la escasa valía que se le ha dado al último bronce europeo. Hoy queremos centrarnos en el juicio y valoración que se establece sobre Ricky Rubio por parte de quienes no es que sean incapaces de rendirse a la magia del genio del Masnou (están en su derecho… y difícilmente pueden hacerlo además cuando no ven un solo partido NBA), si no que se empeñan en cargarse de razones para demostrar que Ricky es un hype sobrevalorado con buena prensa pero escaso baloncesto. Admitimos desde este blog que Ricky es uno de nuestros jugadores favoritos, nunca lo hemos negado. No somos objetivos con el base catalán. Nos enamora su juego y lo reconocemos. Pero creemos que lo que los lectores van a leer a continuación trata de acercarse lo más posible a esa objetividad que niegan quienes tienen entre ceja y ceja a nuestro talentoso director de juego.


SOBRE LA INCIDENCIA DE RICKY RUBIO EN SU EQUIPO: El base español comienza su andadura NBA en Minneapolis en una franquicia deprimida que había obtenido balances de 15-67 (18.3% de victorias) y 17-65 (20.7%) en los dos cursos anteriores a la llegada del catalán. En esas dos temporadas Kevin Love, la indiscutible gran estrella del equipo, ya cumplía su segundo y tercer año en la NBA. Es decir, con la llegada de Love la franquicia, pese a recuperar ilusiones ante un jugador de ese calibre, no lo notaba en resultados. La primera temporada de Ricky se salda con un balance de 26-40, o lo que es lo mismo, un 39.4% de victorias. Los Wolves doblan prácticamente su porcentaje de partidos ganados en cuanto Rubio pone un pie en la franquicia. Pero recordemos además que la temporada rookie de Ricky finaliza abruptamente con su grave lesión de rotura de ligamentos cruzados (la misma que ha tenido a Derrick Rose 18 meses sin pisar una cancha), por lo que nuestro jugador internacional se pierde 25 partidos. En total Ricky juega ese primer curso 41 partidos, con un balance de 21 victorias y 20 derrotas. Con su ausencia el balance del equipo en los 25 partidos restantes es de 5 victorias y 20 derrotas. Y esto, repetimos, son números objetivos. Esto, repetimos, es la realidad, por mucho que algunos intenten distorsionarla para moldearla a su antojo. Evidentemente el gran líder de los Wolves no es otro que Kevin Love, un jugador absolutamente descomunal, pero no deja de ser cierto que hasta que el “beach boy” no ha tenido a su lado un socio perfecto como Ricky no ha podido transformar su juego en algo que se traduzca en victorias para el club que confió en él como jugador franquicia en el verano de 2008. De hecho la temporada pasada fue un auténtico desastre para Minnesota, con Ricky recuperándose de su lesión y Love ausente casi todo el curso por la rotura de los huesos de su mano, además de incontables percances con Budinger, Kirilenko, o la fallida aventura de recuperar a Brandon Roy. Tanto fue así que no resultó extraño ver a un temporero llegado de la ACB como Mickael Gelabale establecerse como titular en gran parte de la temporada de los lobos. El quinteto final de los Wolves más repetido fue el de Ricky-Ridnour-Gelabale-Williams-Stiemsma. Una pesadilla para Adelman. Esta temporada con el equipo sano hasta el momento los lobos marchan con un 6-3 que les darían la quinta plaza del Oeste de cara a unos hipotéticos play offs, los cuales parecen una realidad y no una quimera por vez primera desde la temporada 2003-04, cuando cayeron en finales de conferencia frente a Los Angeles Lakers. Eran los tiempos de Kevin Garnett,  Latrell Sprewell y Sam Casell. 

Respecto a la producción de Ricky dentro de su franquicia los datos son elocuentes. Evidentemente ha sido el máximo asistente y recuperador de balones del equipo desde su llegada, pero ha sido de los más destacados en todas las facetas del juego. Si nos atenemos a esta temporada, Ricky es el tercer jugador más utilizado por Adelman tras Love y Kevin Martin, lógicamente es el mejor pasador y ladrón del equipo, pero ojo a este dato, es además el tercer mejor reboteador del equipo, sólo por detrás de la pareja interior Love-Pekovic. Incluso como taponador aparece como el séptimo dentro de su roster. Respecto a sus tan comentados porcentajes de tiro, de los que hablaremos más adelante, es actualmente el tirador con mejor porcentaje en triples del equipo y presenta la segunda mejor marca en tiros libres (por detrás de Kevin Martin) Por cierto, pueden ustedes entrar en la página web oficial de los Minnesota Timberwolves y ver a que jugador le dedican la portada. ¿Alguien sigue creyendo que se trata simplemente de un jugador “de equipo”, o de segunda fila? Después de todo lo analizado creo que el resultado es concluyente: el impacto de Ricky en su club ha sido brutal, la franquicia ha crecido en los poco más de dos años desde que llegó más que en los tres anteriores con la aparición de Love, y es el segundo jugador más productivo de los Wolves por detrás del ala-pívot All Star.   


Minneapolis vuelve a soñar como hace diez años.


SOBRE EL TIRO DE RICKY RUBIO: Sigue siendo su gran talón de Aquiles… pero no tanto. El problema es que haciendo caso al refrán “cría fama y échate a dormir”, se ha instalado un tópico sobre la figura de Ricky de que “no sabe tirar” totalmente injusto y desafortunado. Siendo, como afirmamos, todavía su gran handicap y aspecto a mejorar, el Ricky tirador está ya en el nivel medio de cualquier base titular NBA, excepto talentos excepcionales como Chris Paul o Stephen Curry. De hecho en el presente curso Ricky muestra porcentajes francamente buenos en el aspecto puramente referido al tiro, ya que está lanzando por encima del 40% en triples (7 de 17, 41.2%) y del 90% en tiros libres (fantástico registro de 22 de 24, 91.7%) Lo dicho, huyan del tópico. Es en el tiro de dos donde su efectividad baja y hace que su porcentaje de tiros general sea un flojo 35.4%. Su tiro a media distancia, ese que le vimos mejorar notablemente en verano con la selección española, sigue siendo en ocasiones muy forzado, y, siendo muy habilidoso a la hora de penetrar a canasta dado su talento para el uno contra uno y su excepcional manejo de balón, sin embargo no es todavía un finalizador.seguro. Es evidente que Ricky tiene mucho que mejorar en esta faceta del juego, pero es igualmente evidente que comienza su tercer curso NBA mostrando una notable mejoría en el tiro, sobre todo teniendo en cuenta que en nuestra opinión un tirador “puro” lo demuestra principalmente en el triple y en el tiro libre, aspectos donde el base está mostrando muy buenos registros. Aún así, hay que tener claro que el perfil de jugador que presenta Ricky Rubio nunca será el de un anotador, y esta faceta del juego siempre estará por debajo de muchísimas otras virtudes innatas, por mucho que siga mejorando su tiro y capacidad anotadora.       


En el punto de mira


SOBRE LA NATURALEZA DEL JUEGO DE RICKY RUBIO: A Ricky algunos le achacan, incomprensiblemente, la floritura, la magia, el adorno, la estética. Algo tan absurdo como haber criticado en su día a “Magic” Johnson por dar pases con los ojos cerrados o cambiando de deporte, a Michael Laudrup por regalar goles a sus delanteros mirando al tendido. Sinceramente pienso que tal crítica sólo puede venir de quien no ame el baloncesto y únicamente le importe el resultado. Pero como bien explicó en una ocasión Antoni Daimiel, “la floritura de Ricky siempre va acompañada de algo productivo”. Ya hemos explicado la importancia y el valor del jugador dentro de su equipo, y la enorme diferencia de unos Timberwolves sin o con Ricky Rubio en la cancha. Dentro de la generalidad de los bases NBA, el español se codea con los más grandes, en la posición que sin lugar a dudas a día de hoy presenta la mayor cantidad y calidad de genios que uno pueda recordar. En el Tirador llevamos viendo NBA más de 25 largos años, que se dice pronto, y jamás vimos juntos tanta cantidad de play-makers absolutamente geniales (Paul, Williams, Rondo, Westbrook, Wall, Rose, Irving, Curry, Holiday, Nash, Lillard, Parker… por citar los primeros que vienen a nuestra cabeza) A Ricky le ha tocado vivir la edad dorada de los bases en la mejor liga de baloncesto del mundo, y se codea con ellos. Hablamos del tercer mejor asistente a día de hoy de la NBA (9.7 por partido) y del mejor recuperador de balones (3.3) Además su media reboteadora de 4.3 rechaces por partido le sitúa como el séptimo base que más rebotea en toda la NBA, jugando cinco de ellos (la excepción es Westbrook) al menos dos minutos más que Ricky (lidera esta clasificación Michael Carter-Williams con 5.4 rebotes por partido en 36:37 minutos de juego… recordemos que Ricky permanece en pista 34:06 minutos por partido) Por lo tanto no cabe la menor duda de que Ricky no es únicamente un base de florituras, si no que hablamos de uno de los bases más sobrios, eficientes, efectivos y productivos de toda la NBA.   

Y un dato. Ricky lleva 30 partidos consecutivos robando al menos un balón al rival, la cual constituye la mayor racha activa en la NBA (la histórica la tiene Chris Paul con nada menos que 108 encuentros seguidos recuperando balonces)

Hemos tratado de analizar, a grandes rasgos, la figura, trascendencia e importancia de Ricky Rubio en la NBA actual, la cual a nuestro juicio arroja muchísimas más luces que sombras para un jugador que apenas ha cumplido 23 años hace unas semanas y lleva poco más de un centenar de partidos en una liga como la NBA. No vamos a recordar ahora todo lo conseguido por Ricky hasta la fecha, en una carrera precoz e insaciable que le ha convertido en el jugador más joven en ganarlo prácticamente todo en Europa, hablamos del presente, y ese es luminoso para nuestro joven base internacional. Hemos afirmado que no somos objetivos con Ricky, y lo mantenemos. Hablamos de él con la pasión que creemos que se merece un jugador para nosotros distinto, diferencial, capaz de transmitir sensaciones que sólo muy pocos genios logran. Los números sí que son objetivos (o no tanto, porque la interpretación de que de ellos puede hacerse también varía), y eso es lo que les hemos traído. Pero no hay nada malo en la falta de objetividad debido al empuje de la pasión. Hablamos de deporte como podríamos hacerlo de cine o música. Piensen ustedes en un fan de Roky Erickson, por ejemplo. ¿Le importará acaso que el tejano tenga esa voz de zapatilla destrozada?, ¿o qué no llene estadios como Bruce Springsteen?, no, defenderá a capa y espada la pasión que le transmite el gran Roky por mucho que el estúpido fan de Springsteen, incapaz de profundizar en la esencia real del rock’n’roll, se ría del barbudo de Dallas al que considerará simplemente un songwriter de segunda fila. Es la diferencia entre quien escucha la música con esa gasolina vital a la que llamamos pasión y quien simplemente la oye de pasada sin implicarse emocionalmente. Igualmente creemos que hay aficionados capaces de ver y emocionarse con el baloncesto de una manera más profunda que quien sólo echa un vistazo a los resultados del día anterior. Hay una gran diferencia. Por eso seguimos defendiendo a Ricky como uno de los mayores talentos aparecidos en el baloncesto en los últimos tiempos, aunque cada cual es libre, lógicamente, de establecer su veredicto sobre esta y cualquier figura deportiva puesta en la palestra. 

O quizás es que a nuestra manera nosotros también somos “haters”… de los “haters”.  


Court Vision



domingo, 7 de abril de 2013

ADELMAN MILENARIO

Leyenda Adelman.



Rick Adelman entró anoche en la historia. Con la victoria de sus Minnesota Timberwolves frente a mis queridos Detroit Pistons, se convierte en el octavo técnico en ganar mil partidos en la mejor liga de baloncesto del mundo. Entra así en un club muy reservado junto a los nombres de (pónganse en pie, porque lo merecen) Phil Jackson, Pat Riley, George Karl, Lenny Wilkens, Larry Brown, Don Nelson y Jerry Sloan. Lo hace además con la considerable ayuda de nuestro Ricky Rubio, quien desde Febrero está demostrando un nivel realmente alto consolidándose como uno de los mejores jugadores jóvenes de la actual NBA (baste el dato de que desde el parón del All Star ningún jugador en toda la liga ha dado más asistencias que él... con el mérito añadido de que lo hace en uno de los peores equipos de cara al aro de la competición, con un porcentaje del 44% en tiros de campo, y sin tener a su lado ningún tirador ni buenos finalizadores de jugadas, a excepción de Nikola Pekovic siempre y cuando el rocoso pívot montenegrino no salga de la pintura) Si frente a Toronto el base de El Masnou falló un último tiro libre que echó por la borda una posible prórroga para los Wolves (quienes por otro lado una vez más dominaron la mayor parte de un partido que acabaron tirando por la borda en cuanto el rival fue capaz de obtener una mínima ventaja), anoche, con los Pistons de Calderón como rivales, después de una desastrosa y horripilante serie de 0 de 12 en tiros de campo, nuestro base internacional anotó la canasta decisiva a 54 segundos del final que ponía a su equipo 3 arriba (99-102), para acabar certificando la victoria con el habitual carrusel de tiros libres que suele acontecer en un partido igualado. A pesar del desacertado partido de Ricky, en el lado positivo sus cinco recuperaciones de balón le sitúan como líder en la categoría de "ladrones". Unido ello a su consolidación en el "top ten" de asistentes, podemos considerar que el segundo curso de Ricky como jugador NBA finaliza en lo individual con buena nota, pero ese es otro tema.  

Lo cierto es que dentro de una campaña muy desgraciada para los Timberwolves y para el propio Adelman (ausente de varios partidos por enfermedad de su esposa), lastrados y castigados por las lesiones como ninguna otra franquicia esta temporada, la milenaria marca de su actual entrenador es una pequeña buena noticia que pone los focos sobre este club que hace tan sólo unos tres años era el peor equipo de la NBA y poco a poco comienza a tener razones para el optimismo y a creer en un futuro asentado alrededor de jóvenes jugadores como Kevin Love, Ricky Rubio, Derrick Williams, Chase Budinger, o un Nikola Pekovic en clara progresión en sus dos últimas temporadas. Recordemos que precisamente los referidos problemas personales de Rick Adelman concernientes a la salud de su compañera sentimental han hecho acrecentar los rumores sobre la retirada de los banquillos de este entrenador ya legendario. Lo cual sería una auténtica pena, pero evidentemente nada hay más importante que los seres queridos y estar al lado de ellos cuando realmente lo necesitan, más aún cuando como en el caso del matrimonio Adelman se afronta el inevitable invierno de la vida, o dicho de una manera más prosaica, nos hacemos viejos. La propia Mary Kay Adelman estuvo anoche al lado de su emocionado marido, quien no tuvo ninguna duda en dedicar su histórico registro a su compañera. "Se merece estar aquí a mi lado. Ha sido la única razón que me ha permitido conseguir todo lo que he hecho estos años". Ese es Rick Adelman, un tipo que ha ganado mil partidos en la NBA, siempre buscando un estilo de juego atractivo para el aficionado (alcanzando su cenit con los Sacramento Kings de finales del siglo XX y comienzos del XXI), y que ha sido poco dado a la atención mediática o reivindicación egocéntrica de sus éxitos personales, tan habitual en el deporte de elite. Simplemente un gran entrenador y un buen esposo. Simplemente un buen hombre. Y esa, que duda cabe, debería ser la mayor victoria a la que aspirase cualquier ser humano. Enhorabuena Rick.    



Adelman y señora. Se lo merecen.

viernes, 15 de febrero de 2013

RICKY ALL STAR


Comienza el fin de semana de las estrellas en la NBA, y una vez más, como viene siendo tradición ininterrumpidamente desde 2006 cuando Pau Gasol debutó en el All-Star Game absoluto (anteriormente lo había hecho dos veces consecutivas siendo “rookie” y “sophomore”), tenemos un foco de atención para los aficionados españoles. No ha sido fácil. Sinceramente entre unas cosas y otras no está siendo la mejor de las temporadas para los nuestros, pero al menos hemos logrado “colar” a Ricky Rubio en el BBVA Rising Star Challenge. Lo que era el partido entre jugadores de primer y segundo año de toda la vida (o mejor dicho, desde 1994, cuando se instauró este tipo de encuentros, primeramente con jugadores sólo de primer año, y dos temporadas después enfrentando a “rookies”, es decir, novatos, frente a “sophomores”, jugadores de segundo curso), y que desde el año pasado afronta la novedad de mezclar a los jugadores independientemente de que sean novatos o cumplan segunda temporada, dirigidos por dos ex –estrellas del carisma de Charles Barkley y Shaquille O’Neal. Ricky repite presencia en este partido, en una temporada sumamente complicada para él y para su equipo, plagado de lesiones que están lastrando lo que debía ser un curso de progresión para los jóvenes Timberwolves de un Rick Adelman que apenas ha podido contar en ningún momento de la temporada con la plantilla al completo, y que por si fuera poco para el buen entrenador californiano, tampoco ha podido estar al frente del equipo en muchos momentos debido al drama personal que atraviesa con su esposa enferma. Una lástima. El propio Ricky ha podido constatar la dificultad que entraña la recuperación de una lesión tan grave como la rotura del ligamento cruzado anterior, recuperación que ahora afronta en su recta final otra estrella como Derrick Rose y que recientemente ha dejado en el dique seco a otro base estelar como Rajon Rondo. Por si fuera poco, el jugador español ha tenido que lidiar con unos molestos problemas de espalda que le han vuelto a apartar de las canchas en varios partidos y le han impedido alcanzar su mejor nivel, ese que sí parece haber recuperado justo cuando llega el fin de semana de las estrellas.   


Ricky, en el Rising Stars Challenge del pasado año


Y es que el último partido jugado por el genio del Masnou ha sido directamente uno de sus mejores partidos dentro de los 66 encuentros disputados hasta la fecha por el catalán en la mejor liga del mundo. A un solo rebote del triple-doble, firmando 18 puntos, 10 asistencias, 9 rebotes y 4 robos de balón. Su partido frente a Utah Jazz confirma el magnífico momento de Ricky, quien parece recuperar su mejor versión. Su mes de Febrero está siendo de ensueño, y de hecho lidera la clasificación de asistentes en este mes hasta la fecha. En los ocho partidos disputados en este segundo mes de 2013 Ricky promedia 13.5 puntos, 9.2 asistencias, 3.5 rebotes y 2.2 robos de balón. Grandes números. Ricky ha vuelto. Y ahora, a disfrutar del All Star. Esta noche a partir de las tres de la madrugada. 

miércoles, 7 de marzo de 2012

AULLIDOS

Sí algún seguidor de la NBA durante, pongamos, las últimas 7 u 8 temporadas, que por alguna extraña razón no hubiera seguido el desarrollo de este curso, y hoy abriese la web oficial de la liga, o cualquier página o diario deportivo, y echase un vistazo a la clasificación actual, pensaría muy probablemente que donde se lee “Minnesota Timberwolves 20-19” se trata de una errata, posiblemente se haya bailado algún número, y debería ser, siendo generoso, un 10-29.   

Los lobos de Minnesota por fin aúllan de verdad.


Vaya por delante para el sufrido lector que esta es otra entrada dedicada a uno de los equipos de los que más estamos hablando en este blog, una de nuestras franquicias favoritas en estos momentos en la NBA, uno de esos clubes que nos roba horas de sueño casi a diario. Por tanto me temo que no podemos ser objetivos, ni tampoco lo pretendemos, pero es el momento de decirlo alto y claro: 

Minnesota Timberwolves, equipo revelación de la temporada 2011-12 en la NBA.    

Son varios los motivos que nos llevan a hacer tal afirmación, a considerar al club de Minneapolis como el que está rindiendo más por encima de sus expectativas. Para empezar, no es una franquicia que se haya visto envuelta en trades o movimientos espectaculares. No es el caso de unos Angeles Clippers que han constituido una plantilla lo suficientemente competitiva como para que su actual 22-14, cuarta plaza en el Oeste, parezca algo natural en base a su calidad. Un equipo basado en el poderoso binomio Paul-Griffin, pero rodeado además de jugadores de la calidad y la experiencia de Randy Foye, Caron Butler, Mo Williams, el ahora lesionado Chauncey Billups, o el llegado desde China Kenyon Martin. Jugadores con muchos partidos NBA a cuestas que arropan a la perfección a los jóvenes interiores Griffin y Jordan. Por lo tanto los Clippers están cumpliendo con lo esperado, caminando firmemente hacia play-offs, donde incluso deberían pasar la primera ronda sin excesivos apuros.   

"E.T." Turner, uno de los jóvenes valores de Philadelphia.


Otros equipos que merecen ser considerados equipos revelación esta temporada son esos que sin tener una gran estrella en sus filas, gracias a una extraordinaria labor en conjunto, eso que se hace en llamar “juego coral”, se mantienen en balance positivo y puestos de play-offs. Quizás el ejemplo más claro sea Philadelphia, un joven bloque que ha ido creciendo en torno a su all-star Andre Igoudala y a un asiduo de las enfermerías como Elton Brand. Alrededor de ellos mucha juventud y calidad, Jrue Holliday, Spencer Hawes y Jodie Meeks completando el cinco titular, y una de las mejores segundas líneas de toda la liga, con jugadores como Louis Williams, Thaddeus Young, Evan Turner o Nikola Vucevic. Nombres que quizás no digan demasiado al aficionado no demasiado conocedor, pero todos ellos jugadores que aportan y que cualquiera de ellos puede anotar en dobles dígitos en un buen número de encuentros. En la ciudad del amor fraternal están de enhorabuena, viendo a su equipo en la cuarta posición del Este, con un lustroso balance 22-17. 

Justo detrás de Philadelphia en su misma conferencia encontramos a Indiana en la quinta posición con un balance 23-13, realmente brillante para una franquicia que si bien cuenta con una figura como Danny Granger y se ha reforzado este verano con la llegada de un all-star como David West, resulta llamativo verles por delante de clubes como Boston, Atlanta o New York. La franquicia de Larry Bird es otro de los grandes bloques solidarios de la actual NBA, con jóvenes jugadores en constante progresión como Darren Collison, Roy Hibbert, Tyler Hansbrough (uno de los jugadores más intensos de toda la liga), Paul George, o el recién llegado desde San Antonio George Hill. Al igual que en el caso de Philly, ninguno de estos jugadores forma parte de la elite de la liga (todavía), pero todos aportan y permiten una amplia rotación para el joven entrenador Frank Vogel, quien ya es uno de los técnicos de moda de la NBA.   

Así acababa sus partidos "Psycho-T" en su época "Taar  Heel".


Tras el tremendo embrollo mediático que supuso la marcha de Carmelo Anthony (y Chauncey Billups) a la Gran Manzana mediada la pasada temporada, Denver se convirtió en otro ejemplo paradigmático de lo que significa ser una orquesta bien afinada sin necesidad de un gran solista. En estos momentos marchan séptimos en la siempre complicada y competitiva conferencia Oeste con un 22-17 de balance, y ni un all-star en sus filas. Incluso sufriendo la seria lesión de quien parecía convertirse en su nuevo líder, Danillo Gallinari, recayendo los galones en otro joven jugador. Un joven base de tercer año rápido como una centella e ideal para el estilo de juego que propone George Karl llamado Ty Lawson. Al lado de Lawson, de nuevo un buen número de jugadores generosos y sacrificados por el bien general, la mayoría de ellos sin llegar a los cinco años de experiencia NBA (entre ellos nuestro Rudy Fernández) 

Pero centrémonos ya en Minnesotta, equipo muy querido en este blog como decimos y al que ya hemos dedicado varias entradas. ¿Por qué creemos que los Wolves, actualmente fuera de play-offs, pero con un balance positivo de 20-19, son el equipo revelación de la presente temporada en la NBA? Bien, para empezar, no han realizado ningún trade espectacular ni ha llegado ningún agente libre estelar a sus filas. El nombre más brillante en ese sentido es el de Juan José Barea, quien llega a Minneapolis tras una fantástica serie final la pasada temporada frente a Miami. Pero la auténtica realidad es que el boricua es un jugador que nunca ha llegado a los diez puntos por temporada en toda su carrera, luego en ningún momento se le puede considerar una pieza capaz de reflotar la nave lobezna, si no más bien un abnegado jugador de banquillo con puntuales apariciones en ataque en plan “microondas”. Otra cara nueva es el veteranísimo Brad Miller, quien a estas alturas poco puede aportar y de hecho sólo ha participado hasta la fecha en seis partidos. Aportación absolutamente residual. 

Barea, subiendo el caché.


Por otro lado no son los Wolves, al igual que Indiana, Philadelphia o Denver, un equipo lo que se dice “coral”, ya que un grandísimo porcentaje de su producción se aglutina en un solo individuo: Kevin Love. Al lado del brillante forward californiano encontramos el trabajo sobrio, seguro y regular de Luke Ridnour, el impacto brutal de Ricky Rubio, la explosión de Pekovic en su segundo año en cuanto le han dado minutos y… para de contar. Al menos en lo que a regularidad se refiere. Wes Johnson, Michael Beasley (sangrante en su caso, siendo un jugador con condiciones de auténtica estrella), Webster, Tolliver, Randolph o el rookie Derrick Wiliams son jugadores que no acaban de tener claro su rol en el equipo, la aportación conjunta entre ellos, en algunos momentos, llega a la de medio jugador. En el caso de Milicic además, jugador indolente y voluble donde los haya, la progresión de Nikola Pekovic le ha hecho dar un paso atrás, si es que puede todavía ir más atrás quien ha sido uno de los mayores fiascos de la NBA en los últimos tiempos.  

Y por supuesto, el mayor motivo por que el consideramos a los Wolves equipo revelación hasta el momento en la liga profesional estadounidense es porque hay que ver de donde viene este equipo. Temporada 2004-05: 44 victorias (53,7%), 2005-06: 33 victorias (40,2%), 2006-07: 32 victorias (39%), 2007-08: 22 victorias (26,8%), 2008-09: 24 victorias (28%), y atención a las dos últimas temporadas, 2009-10: 15 victorias (18,3%) y 2010-11: 17 victorias (20,7%) ¿Alguien podía imaginarse que a estas alturas de la temporada 2011-12 pudiesen llevar 20 victorias y estar por encima del 50% en su balance, algo que no recordaban por esos lugares desde las épocas de Stephon Marbury, Sam Cassell o Kevin Garnett?   

Los rivales lo saben: hay que frenar a Ricky.


El mérito es mayor si tenemos en cuenta todo lo mencionado antes, ni grandes movimientos, ni trades mediáticos, ni free agents estelares llegados a la franquicia para devolver la esperanza a los aficionados. Por lo tanto parece claro que el actual éxito de Minnesotta se basa sobre todo en tres factores. Sin duda alguna, sobre las hercúleas espaldas de Kevin Love está recayendo el gran trabajo de levantar la franquicia. La temporada pasada ya obtuvo el MIP (“Most Improved Player”, galardón que designa al jugador que más ha progresado en su rendimiento respecto a su anterior campaña), consolidándose ya en la elite de la liga en sólo su segundo año profesional, pero es que el ala-pivot formado en UCLA no se ha quedado ahí y parece no tener límite en estos momentos. Letal tirador exterior, certero ejecutor a media distancia, y colosal e insaciable reboteador, únicamente debería pulir sus movimientos al poste y mejorar en defensa para no tener respuesta posible en su posición, ni siquiera en el mismísimo Blake Griffin. Por otro lado, otra de las piezas angulares del éxito lobezno está en la sabiduría desde el banquillo de Rick Adelman, entrenador de gran recorrido en la liga, y que sobre todo sabe lo que le conviene a su equipo y a los jugadores que tiene entre manos. Adelman es un técnico de los que se les considera “ofensivos”, de los que apuesta por un ritmo alto de partido y procura no maniatar en exceso a sus jugadores. Yo más bien creo que es un entrenador que busca amoldarse a lo que más favorezca a sus hombres, desde luego no tiene nada que ver el Adelman de Sacramento con el de Houston. Por desgracia muchos entrenadores están convencidos de que su filosofía es la única válida y de que cualquier grupo de jugadores que pase por sus manos ha de adaptarse a su férrea disciplina bajo mano de hierro. No son pocos los técnicos que no hubieran dudado en abroncar a un Drazen Petrovic o un Juan Carlos Navarro al verlos tirarse triples en contrataque sin rebote. Adelman, por fortuna, no está en ese grupo. Y el otro tercer gran responsable del éxito es, como no, Ricky Rubio. Y debemos hablar de Ricky una vez más, precisamente ahora que está sufriendo el temido “rookie wall” al que no es ajeno ningún debutante y su legión de detractores parece verse crecida (aparte del bajón habitual que sufren todos los rookies, en el caso de Ricky desde Minnesota se quejan de excesiva dureza por parte de los rivales para“cortocircuitar” el estilo de juego del español). Pero lo cierto es que la temporada de Rubio está siendo notable, consolidado como la prolongación de Adelman en la pista, y haciendo gala de una envidiable “court vision” que está haciendo a Minnesota rozar la excelencia ofensiva por algunos momentos, como el reciente partido en Portland donde repartió hasta diez asistencias en el primer cuarto (record en un cuarto en toda la temporada) para que su equipo viese la impresionante cifra de 40 puntos en esos primeros 12 minutos del partido. Ricky no es un jugador de números, pero hay quien se empeña en verlo simplemente como un baloncestista de filigranas, cuando como dijo Antoni Daimiel, su filigrana siempre va acompañada de algo beneficioso para el equipo. A ello hay que unirle su innato trabajo defensivo, un espíritu contagioso para el resto de los Wolves que ven como llegan las victorias como no podían ni haber imaginado. Estos son básicamente los ingredientes del éxito de la franquicia de moda en la NBA, un equipo que a buen seguro continuará creciendo. Si Luke Ridnour sigue con su eficiente y silenciosa labor anotadora, Pekovic demostrando IQ baloncestístico sobre el parquet, si Derrick Williams sabe aprovechar sus extraordinarias capacidades atléticas, y Michael Beasley se preocupa más por sacar el crack que lleva dentro que por las bondades del cannabis, los lobos grises de Minnesotta seguirán siendo el equipo revelación de la liga, y pronto otro de esos equipos corales perfectamente orquestados a los que es una delicia ver los 48 minutos del partido, no sólo los instantes en los que juegan los superclase.    

Rick Adelman, trabajando el éxito.

martes, 10 de enero de 2012

ALL THE YOUNG DUDES

“All the young dudes
 Carry the news
Bugaloo dudes
Carry the news” 

(“All the young dudes”, Mott The Hoople, escrita por David Bowie)  

Rick Adelman con impagable estética 70's dirigiendo a los Kansas City Kings, allá por el 75.


A estas alturas de la recién comenzada temporada de la NBA creo que muchos coincidirán conmigo en que un nombre está sonando por encima de todos para el aficionado español. Lógicamente estamos hablando de Ricky Rubio y su deslumbrante comienzo de temporada, superando ampliamente las expectativas que pudiéramos tener depositadas en él incluso los más acérrimos seguidores y defensores del prodigioso base de El Masnou.   

Con poco más de dos semanas desde el inicio de la liga, y ya nada menos que nueve partidos en tan corto periodo de tiempo (esta noche décimo encuentro, tercer partido consecutivo en tres días en su mini-gira por el Este, en esta ocasión frente a unos candidatos al título como los Chicago Bulls comandados por el actual MVP Derrick Rose), parece buen momento para analizar la impactante andadura del mágico jugador español de 21 años en la mejor liga del mundo, así como este bisoño pero atractivo equipo de los lobos grises de Minnesota. Plantel que a buen seguro se ha metido ya en la mayoría de los hogares españoles en estas frías noches de invierno.  

Ricky hasta en la sopa, mejor que se vayan acostumbrando.


Hay muchas razones para considerar a los T-wolves como uno de los equipos de moda de la NBA, una de las escuadras a seguir, todo eso teniendo claro que por razones obvias la derrota será norma habitual en la casa. Para empezar, y trascendiendo incluso al aficionado nacional (no olvidemos que su nombre ha sido incluido en el “ballot” para el All Star Game, señal inequívoca del impacto mediático en los propios Estados Unidos producido por el chaval), está el condicionante Ricky Rubio. El juego del catalán gusta al buen aficionado, sea español, estadounidense, o surcoreano. Ricky transmite esa sensación de libertad y fantasía, ese espíritu anárquico casi más próximo al play-ground que al baloncesto de alta competición, pero siempre dentro de un orden intacto, canónico. Una explosión de caos dentro de un hermoso cosmos. Con Ricky la ortodoxia y la heterodoxia se dan la mano y conviven en armonía. El resultado no puede ser otro: el aficionado se engancha irremediablemente a su juego. 

En el banquillo, nuestro base internacional se ha encontrado con otro personaje cuyo nombre evoca esencias de buen juego para cualquier seguidor de la NBA: Rick Adelman. El veterano entrenador, quien en su día fuera también un buen base de carrera NBA en la primera mitad de los 70, enamoró a más de medio mundo baloncestístico con aquellos irrepetibles Sacramento Kings de comienzos de siglo XXI, cuando teniendo a su lado como asistente a todo un mito y Hall of Fame como Pete Carril (quien aún continúa en Sacramento) tomó las riendas de un equipo de potros salvajes y desbocados cuyos nombres recuerda cualquier aficionado. Jayson Williams primero, y Mike Bibby después, tenían libertad para jugar a velocidad de crucero y hacer correr a Doug Christie, Pedja Stojakovic, Chris Webber y Vlade Divac, convirtiéndose en el equipo favorito de cualquier aficionado imparcial no resultadista que se acercaba a este deporte con la sana intención de disfrutar de un buen espectáculo. Tanto fue así que la prestigiosa Sports Illustrated consideró aquel equipo de Sacramento como “The greatest show on court”, y realmente lo eran. No ganaron ningún título, pero si algo mucho más importante. En unos años en los que la calidad del juego había bajado notablemente y se había impuesto la defensa, el músculo y el hormigón armado, los Kings de Adelman reconciliaron a la NBA con lo que siempre debería ser, espectáculo por encima de todo. Posiblemente el Madrid de Laso tampoco gane nada este año, pero como ya hemos comentado por aquí, su triunfo ya es una realidad al apostar por un juego vistoso que lejos de echar espectadores de las canchas, como ha sucedido con muchos entrenadores de renombre, hace al aficionado sentirse feliz cada vez que enfila hacía el Palacio de Los Deportes sabedor de que independientemente del resultado se encontrará con un espectáculo digno de la que dice ser mejor liga de Europa.  

El mayor espectáculo del mundo.


Como para arropar aún más al 9 de los Wolves, Adelman tiene a su lado como brazo derecho a Terry Porter, quienes muchos recordarán formando un estupendo backcourt junto al gran Clyde Drexler, en aquellos Trail Blazers que llegaron dos veces a las finales con otros jugadores inolvidables como el espigado alero Jerome Kersey o el malogrado y ya fallecido pívot Kevin Duckworth, el entrañable “Pato” con el 00 en la camiseta y siempre unos visibles problemas de peso. Toda una garantía por lo tanto para Ricky sentirse tutelado por dos genuinos play-makers  exponentes de las últimas décadas del baloncesto profesional estadounidense en la posición de base.  

Porter, Duckworth y Drexler, un equipo inolvidable.


En estos nueve partidos la tónica general para el base español han sido las buenas actuaciones, rozando en ocasiones la excelencia, como contra Miami, Dallas o Washington, actuaciones realmente descollantes. Cierto es que le queda mucho por mejorar, que su ratio asistencias/perdidas, siendo aceptable para un base novato, es muy susceptible de progreso, y que en defensa cada vez le veremos atreverse más, meter más la mano, ir más al choque… ya le hemos visto sacar varias faltas personales en ataque, ir al rebote ofensivo, incluso poner dos tapones. Ricky es pura NBA, lo cual es decir que es puro baloncesto. 

Hay muchos más ingredientes que hacen de los actuales Timberwolves un equipo realmente atractivo. Ese Sansón llegado de las playas californianas de Santa Mónica que responde al nombre de Kevin Love, que con sólo 23 años se ha convertido en una bestia de hacer dobles-dobles, un martillo pilón al poste y un cada vez mejor tirador exterior. En definitiva un jugador del que asusta pensar donde puede estar su techo. Sobrino del vocalista de los Beach Boys, Mike Love, quien junto a Al Jardine representan la cara amable de la mítica banda de pop en contrapunto con los hermanos Wilson, unos genios cuyos demonios y vicisitudes se pasean desde las drogas hasta el satanismo, dejando a unos Jagger y Richards como auténticas monjas ursulinas.  

All the young wolves: Love, Ricky y Williams.


El equipo de Adelman hace una decidida apuesta por la juventud y el futuro, en un roster plagado de jugadores menores de 25 años. El apático y gris Ridnour parece un tipo anacrónico con sus 30 años, como ese típico personaje que vuelve a su bar favorito de juventud pasados unos años y de repente no reconoce a nadie y se encuentra fuera de sitio. El eléctrico Barea y el extraño Tolliver, ambos con 27, y el ciclotímico Milicic con 26, parecen los primos mayores de Zumosol de esta camada de lobeznos que muerde a dentellada limpia con Ricky y Love, además del explosivo Derrick Williams, un fantástico forward novato de 20 años cuya conexión con nuestro base copa habitualmente los high-lights de cada jornada. Pintan bien las cosas para el futuro de los lobos grises si son capaces de centrar al bulímico fumeta Michael Beasley, uno de esos jugadores que parecen vivir ajenos a la calidad que atesoran. También hay que esperar más de un swingman con tanta clase como el jugador de segundo año Wes Johnson, fino tirador y buen complemento de equipo que debería aparecer más en ataque.   

Ricky, en buenas manos.


Esta es básicamente la pandilla de Ricky, unos muchachos que visten la camiseta del peor equipo NBA de los últimos tiempos. Una franquicia que en las dos últimas temporadas ha ganado 32 partidos por 132 derrotas, y que de repente encuentra motivos para disfrutar jugando al baloncesto, contagiados por un chaval de 21 años que con 14 ya debutaba en la mejor liga de Europa, que con 16 años era profesional y jugaba Euroliga, que con 17 años ha sido el medallista olímpico más joven de toda la historia del baloncesto… el Bobby Fisher de las canchas, quien, como el genial ajedrecista cuando aseguraba que había que sortear aleatoriamente el orden de las piezas al comienzo de cada partida para romper lo establecido y avanzar en un juego ya demasiado guionizado, necesitaba romper la monotonía y afrontar excitantes nuevos retos. Los lectores de este blog ya sabrán de nuestra devoción absoluta por Ricky, a quien antaño dedicamos dos entradas, aquella en la que nos congratulábamos de su decisión de ir a la mejor liga del mundo, y otra en la que recordábamos una de las más grandes hazañas en la biografía de este mito deportivo de 21 años. Seguro que habrá más, muchas más, esto no acaba si no de empezar, y El Tirador espera estar aquí para contárselo, a pesar de las horas de sueño que nos está costando. 





miércoles, 19 de octubre de 2011

MINNESOTA YA CELEBRA TÍTULOS

La alero all-star de Minnesota, Rebbekah  Brunson, con el puro de la victoria.



El Target Center de la fría ciudad de Minneapolis ya puede decir que ha visto ganar un título nacional de baloncesto al equipo que acoge (aunque el partido decisivo se jugó como visitante), o mejor dicho, dos, ya que hay que contabilizar el título de la Conferencia Oeste. Sucedió hace unos diez días, en la final de la WNBA. Minnesota se ha convertido en uno de nuestros lugares más queridos actualmente en el mundo de la canasta, ya que nunca hemos negado en este blog nuestra devoción absoluta por Ricky Rubio, que lejos de desfallecer ante las críticas, nuestro fanatismo hacia el prodigio de El Masnou va en aumento. La fe no conoce de razones. Por otra parte la franquicia de las Lynxs, el equipo femenino de Minnesota, ha contado en los últimos tiempos en sus filas con jugadoras españolas tan admiradas como Anna Montañana o Nuria Martinez, de modo que cierta conexión con nuestro país ha existido, aunque ya sabemos de la dificultad de que el baloncesto femenino asome la cabeza por los medios.   

Maya Moore atendiendo las indicaciones de Cheryl Reeve.


El triunfo de las chicas de Cheryl Reeve (entrenadora que tras una década de experiencia como asistente en, entro otros equipos, mis queridas Detroit Shock, decidió dar el salto a primera entrenadora el pasado año con las Lynx) no es una cosa baladí, si no un éxito muy meritorio y que merece ser analizado por la en cierta manera proeza que significa. Por otro lado tampoco parece que pueda ser cosa puntual, y las actuales Lynx apuntan quizás a dinastia ganadora. 

Lo que alcanza a darle dimensión al título es el hecho de que lo obtiene un equipo con sólo doce años de historia, que llevaba siete años sin meterse siquiera en play-offs, que jamás había pasado de una primera ronda, y que en toda su historia solamente habían ganado un partido de post-temporada. Evidentemente jugar finales de conferencia o finales de WNBA, sonaba absolutamente utópico para esta franquicia. La pasada temporada sus registros en liga regular era un triste balance de 13-21, por debajo del 40% de victorias, para este actual curso llegar a un sobresaliente 27-7 con el que afrontan unos play-offs en los que sólo ceden una derrota y los acaban con un balance de 8-1. Arrasaron.   

¿Comienzo de una dinastía?


¿Cómo se explica un cambio tan brutal en un equipo con una identidad perdedora tan instalada en su ADN?, la razón parece tener un nombre propio: Maya Moore. La actual "rookie of the year" ya es para muchos analistas la potencialmente mejora jugadora de todos los tiempos, la sucesora de Lisa Leslie. Veremos lo acertado o exagerado de dicha afirmación, pero no se puede negar el impacto inmediato de la escolta en la WNBA por partida doble, de una parte, con unos estupendos números individuales (13,2 puntos, 4,6 rebotes, 2,6 asistencias y 1,4 robos por partido), y por otro lado, y más importante, con una extraordinaria incidencia en el juego colectivo, llevando a su equipo a ganar el doble de partidos respecto a la temporada anterior y a realizar unos fantásticos POs que las coronan como campeonas. De hecho, y para que veamos que tipo de jugadora es esta muchacha, en play-offs no sólo no se "arrugó" ni demostró lo que hubiera sido una normal inexperencia, si no que subió sus prestaciones (13,8 puntos y 5,9 rebotes), ahora nos toca disfrutarla en invierno en el Ros Casares, al lado de jugadoras como su rival en las finales WNBA, nuestra jugadora internacional Sancho Lyttle. Por cierto, segundo título para la veteranísima Taj McWilliams-Franklin (41 añazos cumple mañana mismo), el primero conseguido hace tres años en Detroit.     

McWilliams-Franklin y familia, espléndida cuarentona.


Las Atlanta Dream de la citada Lyttle se quedan a las puertas de la gloria por segundo curso consecutivo, pero muy meritorio lo suyo también, ya que es una franquicia en franca evolución fundada muy recientemente, tan solo en 2008.

Parece que los muchachos de Rick Adelman tienen un buen espejo en el que mirarse en el equipo femenino de su ciudad. Dificilmente pueden considerarse a los Timberwolves aspirantes al anillo siquiera a corto plazo, simplemente meterse en play-offs sería una hazaña para este equipo, pero en común con las feminas tienen el ser escuadras plagadas de talento joven y hambre de victorias. Dentro de ese talento joven, por ejemplo, el de Ricky, al que ya estamos deseando ver con el 9 a la espalda de los Wolves cuando el maldito lockout llegue a su fín.